Las maras: ¿Neoterrorismo, amenaza global o funcionales al sistema?
Enviado por Eugenio Martín Ganduglia
Objetivo del Trabajo Práctico
Aplicar los elementos teóricos adquiridos en el desarrollo de la cátedra SEMINARIO DE PROBLEMAS ESTRATÈGICOS CONTEMPORÀNEOS a cargo del Profesor Tcnl (R) Guillermo Campos, al análisis del fenómeno de las maras, su implicancia en operaciones en la Argentina y probable proyección continental.
LAS MARAS:
El fenómeno de las pandillas o maras en la Región, se ha constituido en una de las problemáticas de mayor relevancia en los últimos años, por cuanto con su accionar inciden en la sostenibilidad de las condiciones de paz y tranquilidad de la población, y en consecuencia en la dinámica social, económica y política de los países. El fenómeno de las maras es un hecho que trasciende a nivel internacional y el daño que ha ocasionado en la sociedad es bastante grave, y como complemento de las mismas se han acrecentado los índices de delitos cometidos a diario contra la población.
Estos grupos juveniles o pandillas son los llamados hooligans en Inglaterra, en Norteamérica son gans y maras en Latinoamérica. Tres nombres distintos para designar a un mismo fenómeno: organización de jóvenes en un determinado espacio territorial, pero ideológica e iconográficamente bien definidos, una herencia británica y estadounidense de mediados del siglo XX.
La primera expresión de lo que se conoce como maras surgió en Los Ángeles después de la migración de salvadoreños a los Estados Unidos durante la guerra civil (1979-1992). Al llegar a Los Ángeles, una ciudad con una presencia significativa de pandillas juveniles, incluyendo pandillas chicanas, estos jóvenes salvadoreños, quienes frecuentemente tenían dificultades para integrarse a la sociedad, se unían a las pandillas ya existentes, tales como la Barrio Dieciocho, o creaban pandillas nuevas como la Mara Salvatrucha, basadas en su identidad nacional, para defenderse en un ambiente hostil.
Para mediados de los noventa muchos jóvenes comenzaron a regresar a sus países de origen por el fin de las guerras civiles o porque habían sido deportados por participar en actividades pandilleras o por infracciones en contra de leyes de inmigración debido a cambios en las leyes migratorias de E.E.U.U. Esta migración de jóvenes hacia Centroamérica facilitó el contacto entre estas pandillas nuevas de Los Ángeles y las más antiguas pandillas locales, y provocó que las pandillas en Centroamérica adoptaran el modelo cultural de las pandillas de Los Ángeles.
Durante la última mitad de los noventa, las pandillas locales de Guatemala y Honduras, se habían unido a uno de los dos grupos (Barrio Dieciocho, o Mara Salvatrucha). Para el año 2000, los grupos de la Mara Salvatrucha y del Barrio 18 estaban ya presentes en Washington, D.C. en el noreste de los Estados Unidos. Lo que comenzó en los ochentas como una serie de pequeñas pandillas diferenciadas y locales se convirtió para 1993 en dos grupos más grandes y en grupos transnacionales que estaban débilmente asociados extendiéndose desde los Estados Unidos hasta Centroamérica.
Las Maras son las nuevas pandillas juveniles que ocupan los barrios de las principales ciudades de Centroamérica y México. Son miles de jóvenes, hijos de la marginación y la falta de futuro. El gobierno norteamericano los acusa de drogadictos, asesinos y hasta de formar parte de una red con Al-Qaeda. La fuerza de esos grupos ha provocado la intervención directa de los gobiernos de Estados Unidos, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México.
Efectivamente, las maras se re-crean en El Salvador, Guatemala y Honduras y en menor medida en Nicaragua y México, con la repatriación de salvadoreños de pasaporte, pero que habían nacido y se habían criado en los EE.UU. de esa transculturización arranca el fenómeno que hoy en día supone el mayor peligro para las democracias de dichos países.
El FBI comenzó a perseguirlos y encarcelarlos. Y en las cárceles californianas las maras se entremezclaron y se hicieron poderosas. Controlaban buena parte del negocio de la droga y de la inmigración ilegal. En 1996, el Congreso estadounidense aprobó una ley por la que cualquier extranjero que purgara más de un año de cárcel debía ser deportado a su país de origen.
Entre el 2000 y el 2004, fueron expulsados casi 20.000 jóvenes con prontuarios criminales a sus países en Centroamérica. Los devolvieron sin decir cuáles eran sus antecedentes, llegaron a cada país con libertad para hacer lo que quisieran; y lo que mejor sabían hacer era delinquir; encontraron a su llegada el perfecto caldo de cultivo:
1) Desocupación de más de la mitad de la población económicamente activa, 2) Pobreza extrema, 3) Desnutrición y 4) Analfabetismo por encima del 30%.
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