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Ancianidad y envejecimiento: una reflexión sociológica sobre las residencias de ancianos (página 2)


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Las previsiones, centrándonos en España, señalan que la esperanza de vida actual de 78,8 años llegará en el 2050 a los 82 años. Asimismo, la edad media de su población llegará a alcanzar los 55,2 años —la más alta del mundo— [3].

En pocos años, al fin y al cabo, veremos incrementar el porcentaje de ancianos en nuestro país; de ahí que sea necesario adoptar políticas encaminadas a satisfacer sus demandas y necesidades, así como su bienestar social. Sobre todo porque en las sociedades industriales avanzadas los ancianos son, cada vez más, perjudicados en la distribución de la riqueza, el poder y el prestigio. Es más, en muchos casos, éstos son vistos como los culpables de la crisis del Estado de Bienestar por cobrar la jubilación sin "producir" y dedicar su tiempo a un ocio estéril [4].

Creemos por todo ello que, en contra de estos discursos cada vez más dominantes, la ancianidad puede generar beneficios muy diversos para el desarrollo de cualquier sociedad. No obstante, antes, a este sector poblacional, hay que ofrecerle una nueva clase de servicios distintos a los ofertados por hospitales, centros asistenciales, y muchas de las residencias.

Centrémonos a partir de ahora en esta última institución para conseguir un objetivo, esto es, integrar al anciano en la vida social del resto de la comunidad para que aporte todos sus conocimientos, experiencias y vivencias a la sociedad civil al mismo tiempo que se le hace sentir útil, vivo. La vejez, no lo olvidemos, tiene que convertirse en un período positivo y gratificante; no en una etapa transitoria hacia la muerte.

2) LAS RESIDENCIAS DE ANCIANOS EN LA CIUDAD DE A CORUÑA

El estudio del cual nacen estas reflexiones, se centró en el papel concreto que jugaban las residencias de ancianos en el ámbito de la ciudad de A Coruña. Narraremos muy brevemente su desarrollo.

Primero, decidimos investigar la representación del sector de población mayor de 65 años dentro de la ciudad.

Censo de población de 2001 en http://www.ine.es

Esta tabla refleja que el porcentaje de ancianos en la ciudad representaba un 19% con respecto al total de la población.

Tras este primer aspecto, consideramos también necesario conocer las residencias de este área metropolitana y dividirlas claramente según su carácter público, privado o de asistencia social.

Censo de población de 2001 en http://www.ine.es

Nuestro mayor interés se centraba en comparar las residencias públicas y privadas de este ámbito metropolitano, ver sus diferencias y las características sociopoblacionales de las personas que residían en cada una de ellas a través de la realización de varias entrevistas en profundidad — tanto a los residentes como a los trabajadores de toda condición de las mismas— . Por ese motivo, decidimos escoger como lugares de investigación la residencia pública "Torrente Ballester", y "Esvida" — de carácter privado— .

Lo primero que se percibe en ambas es realmente fácil de suponer: en las residencias privadas el precio así como el perfil socioeconómico de los ancianos era mucho más elevado que el de la pública. Asimismo, en ambas, el porcentaje de ancianos más significativo tenía más de 85 años — casi todos ellos dependientes y necesitados de profesionales para su cuidado— . Evidentemente nada nuevo se diría si nos quedásemos en este punto. En resumidas cuentas, ¿qué recomendaciones aplicables más allá del ámbito de las residencias coruñesas realizaríamos para alcanzar el objetivo que nos planteábamos antes?

3) RECOMENDACIONES PARA EL CAMBIO INSTITUCIONAL DE LAS RESIDENCIAS

Los cambios que se han producido en la familia en la sociedad moderna han modificado la naturaleza de los lazos que se mantienen con los ancianos. Las modificaciones en el ciclo de vida familiar y en la estructura familiar, y el hecho de que el estado asuma funciones de cuidados que eran característicos de la familia tradicional, están contribuyendo a la reorganización de las relaciones de las personas mayores con su entorno familiar. El hecho de vivir en domicilios diferentes y frecuentemente distantes, la falta de medios y de espacio en la casa de los hijos para acoger a sus padres, junto con otros factores, han llevado a pensar que la única opción de las personas cuando sobreviene la discapacidad y la enfermedad es valerse por sí misma o ingresar en una residencia o centro de internamiento.

Sin embargo, las relaciones de las personas mayores con su entorno inmediato debe constituir una red de relaciones familiares para tener a su disposición en momentos de necesidad. Es decir, debe hacerse partícipe al anciano dentro de la vida familiar y, por supuesto, también dentro de la sociedad. Así, una serie de iniciativas que se están implantando en nuestro país, van encaminadas a insertar al anciano dentro de la vida social de su comunidad. Hay que destacar, por ejemplo, a diversas asociaciones sin ánimo de lucro que vinculan la capacidad profesional de jubilados y prejubilados, quienes, de forma voluntaria y sin que medie remuneración, prestan servicios relacionados con sus conocimientos y experiencia profesional [5]. Con estas vivencias canalizadas institucionalmente, las personas mayores tienen la oportunidad de ofrecer sus habilidades y conocimientos a los demás y aprender de los otros grupos de edad, estableciendo un "trueque" de tareas que a todos beneficia. Desgraciadamente muchas residencias merman este tipo de actividades. El anciano llega a un entorno donde todo se le da hecho, y es difícil motivarle a emprender nuevas actividades.

Un caso distinto es el de las residencias que han surgido en Gran Bretaña donde sus ocupantes viven en apartamentos privados, autogestionan sus asuntos, practican deportes, etc. [6]. Según John Graham, creador de estos centros, la actitud habitual ante los mayores es considerar que son una carga para la sociedad y para las familias, y ellos muchas veces se sienten así. El modelo tradicional de asistencia refuerza este sentimiento, ya que generalmente se trata de residencias en las que hay una pequeña plantilla de empleados y gran cantidad de gente inmovilizada y ensimismada. En el modelo de Graham, por el contrario, la clave es hacer "compatible independencia y seguridad", animar a la participación de todos los residentes y poner a su disposición lo necesario para que puedan hacerlo.

Otras alternativas, para aquellos ancianos no dependientes y autosuficientes, serían también las viviendas comunitarias y los apartamentos tutelados.

Las viviendas comunitarias son equipamientos destinados a albergar en régimen de convivencia casi familiar a un máximo de 12 personas, preferentemente con un alto grado de autonomía. Los usuarios participan en el pago de su estancia con un porcentaje de sus ingresos líquidos, si la plaza es pública o subvencionada. En los centros de carácter privado, abonarán el coste total de la plaza. Los servicios comunes que se ofrecen son: manutención, lavado de ropa, limpieza de zonas comunes o apoyo preciso para la realización de la vida cotidiana según sus necesidades.

Los apartamentos para mayores son idóneos para mayores válidos que carecen de un hogar propio y de familia que pueda hacerse cargo de ellos, teniendo que ingresar cada mes entre un 20 y un 25 por ciento de los ingresos de su pensión [7]. Esta iniciativa se está llevando a cabo en el ayuntamiento de Madrid y, según los responsables de Servicios Sociales, es muy importante la aceptación que están recibiendo de los usuarios a los que se destina.

Concluyendo, podemos aseverar que el futuro de las residencias pasa por asimilar modelos — como los aquí planteados— para dinamizar una etapa del desarrollo humano que, en fechas actuales, abarca muchos años de nuestra existencia. Sólo así, desde estas instituciones, se podrá empezar a pensar en la integración del anciano en las sociedades occidentales sin apartar su indispensable caudal de conocimientos acumulados — ya sean laborales o vivenciales— del resto de las generaciones más jóvenes.

NOTAS Y REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

[*]: Vanessa Pérez Vázquez es Licenciada en Sociología; becaria de tercer ciclo de la Universidad de A Coruña. Sus últimas investigaciones se centran en los ámbitos de la educación, género e integración social.

[**]: Paula Rama Morales es Licenciada en Sociología; becaria de tercer ciclo de la Universidad de A Coruña. Actualmente su campo de investigación se centra en el mundo de la cooperación internacional abordado desde la perspectiva de género.

[1]: VEGA, J. L; BUENO, B. (2000): Desarrollo adulto y envejecimiento. Madrid. Editorial Síntesis.

[2]: VEGA, J. L; BUENO, B. Op. Cit..

[3]: LA VOZ DE GALICIA (Jueves 1 de marzo de 2001): "La población española será la más vieja del mundo en el 2050". Informe de la ONU.

[4]: Frente a esta posición, debe considerarse que dicha crisis existe por motivos bien distintos, citando por ejemplo el paro, la crisis económica, desajustes en la distribución de la renta, etc. de la que son responsables todos los estamentos políticos que dirigen una sociedad civil. Consultar ÁLVAREZ SOUSA, A (1995): "La construcción social de la sociedad anciana en la Unión Europea." en Revista Mundial de Sociología. Nº 1, pp. 163-209.

[5]: En Madrid, concretamente existe la asociación SECOT (Seniors Españoles para la Cooperación Técnica) que es de ámbito estatal. Esta agrupación ofrece asesoramiento a jóvenes emprendedores y a pequeñas empresas, así como asesoramiento y ayuda a la gestión de organizaciones no lucrativas, preferentemente a las que atienden a minorías marginadas.

[6]: SESENTA Y MÁS : "Extracare: un nuevo concepto de residencia." Nº 176.

[7]: SESENTA Y MÁS: "Apartamentos para mayores: una alternativa a la residencia." Nº 189,

Vanessa Pérez Vázquez (*) y Paula Rama Morales (**)

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