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Microfinanzas: reformas y desarrollo rural (página 3)


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La visibilidad nostálgica por el pasado sustenta también la arbitraria y poco científica tesis de que en Bolivia existen múltiples nacionalidades; tesis alimentada por el sentimiento culpable de antropólogos europeos que, incapaces de comprender la hibridación y el progreso, pretenden fosilizar el movimiento de la sociedad boliviana a partir de la existencia de lenguas nativa y la persistencia de formas comunales de propiedad.

Existen en el país lenguas nativas vivas como el aymara, el quechua y el guaraní, pero son éstas sólo las más importantes, pues pueden contabilizarse otras 73, aunque de mucho menos importancia y casi en extinción, Por otro lado, las formas de comunidad que subsisten no constituyen un fenómeno idiosincrático de las "naciones" indígenas, sino más bien un condicionamiento histórico.

La comunidad no sobrevivió, pues, por un sentimiento nacional o por razones de fuerza endógena, sino porque así convenía a los estados dominantes, asentados desde la colonia hasta 1952 en la contribución indígena para el sostenimiento de su andamiaje administrativo, militar y religioso. Es decir, la "comunidad" sobrevivió a la manera en que el Estado dominante quiso.

Ciertamente, en Europa la organización comunitaria permitió la formación de federaciones de clanes y la ulterior constitución de las nacionalidades, las mismas que en la época moderna se convirtieron casi siempre en estados nacionales, territorialmente asentados, o por lo menos con reivindicaciones sobre territorios.

La nacionalidad es ante todo un sentimiento de identificación basado en una cultura y desarrollado a lo largo del tiempo. Este sentimiento se consolida por la posesión de una lengua común, de una comunicación extendida, de la soberanía sobre un territorio y de la libertad jurídica de los individuos hasta llegar a conformar el Estado Nacional, La tarea revolucionaria no es pues inventar nacionalidades que no existen, ni plantear el retorno a un supuesto paraíso comunal, sino oponer la democratización del progreso al progreso excluyente.

Los mitos comunales

Los interlocutores de los intelectuales y ONG en cuestión son los dirigentes campesinos, sindicales y vecinales. Esto quiere decir que se retroalimentan entre ellos para interpretar la realidad desde la distancia y hacer hablar a las bases o peor aún, hablar a nombre de ellas.

En el altiplano y los valles predomina la propiedad familiar campesina, muy pequeña y trabajada por la mano de obra doméstica y cada vez más parcelada. Nada tiene de comunal y se encuentra en una crisis estructural, casi terminal, debido a: Su oferta productiva pierde terreno frente a la empresarial.

Existen ya pocos beneficiarios originales de la Reforma Agraria y en tres generaciones la propiedad se fragmentó de manera significativa. Debido a la presión sobre la tierra, las familias han acelerado el ritmo de rotación de los cultivos y van eliminando el descanso de las parcelas.

Como la Ley establece que la propiedad emergente de la Reforma Agraria no es enajenable ni embargable, los campesinos están impedidos de acceder al crédito para realizar inversiones y tampoco pueden vender sus parcelas a precios comerciales; es decir, su propiedad es de segunda clase, incapaz de apalancar recursos

La comunidad existe, pero no es una organización económica, sino una entidad territorial y de autogobierno de los campesinos, la misma que se vino adaptando a los cambios institucionales y políticos del país, por lo que en algunos casos mantiene la forma tradicional del ayllu y en otros muchos se superpone con los sindicatos y federaciones

Para el igualitarismo comunal el mercado comprende una mala palabra, la principal aspiración de los productores andinos es insertarse en los mercados. De hecho, la mayor parte de su producción agrícola y pecuaria tiene como destino el mercado, dejando pequeños márgenes para la reproducción de la cosecha y de la mano de obra familiar. Mientras mayor es el potencial productivo de una región y más fácil su acceso a los mercados de consumo, son menores las cantidades de autoconsumo de la producción. Los mercados a los que acceden los productores andinos son:

El mercado primario de las ferias locales semanales, donde el intercambio es monetario, aunque se producen también procesos de trueque y donde los productores toman contacto con transportistas e intermediarios para comprometer ventas futuras y obtener adelantos por cosechas.

El importante mercado de las ferias regionales, que se consolidaron debido a la libertad de precios vigente desde 1985, y que incentivó la oferta de los campesinos10 y el desarrollo de la infraestructura caminera que se produjo en los últimos 20 años.

El mercado de las ciudades es el más grande que tiene la producción agropecuaria andina. Su demanda crece debido a la expansión demográfica urbana y al incremento en la capacidad adquisitiva de los inmigrantes

La propiedad comunal subsiste marginalmente en el área rural del país aunque en los últimos años se ha visto reforzada por la artificial extrapolación de las Tierras Comunales de Origen, de las llanuras tropicales a los Andes

Asociación, sindicato y ayllu: ¿cuál vale?

La atomización de los productores es un resultado de la fragmentación de la propiedad agraria. Ello estimula no solamente que los campesinos sean propietarios de unidades poco viables, sino que deban enfrentar el mercado individualmente, con elevados costos de transporte y transacción.

Los productores de los rubros más dinámicos percibieron este problema y se dotaron de formas organizativas que tienden a paliarlo, La población, el ayllu y el sindicato tienen la tendencia a expresar a los productores, pero su estructura obedece a una lógica reivindicativa y política, y no productiva. De hecho, las federaciones agrarias se transformaron en instancias políticas que trabajan en una suerte de intermediación prebendar entre los gobiernos y los campesinos, con dirigentes que rara vez son productores, pues viven en las ciudades y nadie sabe de qué. En el nivel más local de la organización campesina, las comunidades, ayllus, subcentrales y/o sindicatos son más representativos, pero con escasa vinculación en la economía de las unidades familiares.

En ciertos aspectos de la vida familiar andina, la comunidad es absorbente y con diversas fuentes de autoridad comunal superpuestas y limitativas del individuo. Vistas así, desde su interior, las familias aparecen como altamente comunitarias; pero cuando se observa la desconfianza y el recelo que existe con lo que está fuera de ellas, se percibe un marcado individualismo, Esta tradición familiar ayuda a comprender la dificultad andina para comprometer la propiedad en cooperativas.

La realidad marcha por otro lado

Las políticas que se le expone a un país y su gente pueden ser más o menos progresistas o más o menos reaccionarias, pero lo importante es saber cuán viables pueden ser en un contexto específico. En su contenido nacional comunitario, la propuesta indigenista es profundamente reaccionaria y en ese sentido se inviabiliza por sí sola:

No es posible introducir la propiedad comunitaria a los sectores modernos de la economía, pues ello equivaldría a la expropiación y/o confiscación de los medios de producción industrial y agroindustrial para transferirlos a una propiedad social corporativa.

Parece ser que, en lo nacional, la propuesta es menos radical (por lo menos la del gobierno del MAS) y solamente busca capitalizar al productor primario campesino dotándolo de plantas industrializadoras y beneficiadoras de todo tipo (de leche, quinua, arroz, fibra de llama, café, té, productos cárnicos, etc.)

Las compañías de la CBF fallaron porque eran de todos y de nadie y en esa medida su finalidad dejó de ser la rentabilidad y se convirtió simplemente en la necesidad de subsistir. Si se robó o no se robó es otro cuento. Lo evidente es que carecieron de una gerencia interesada en resultados económicos.

La propuesta del indigenismo oficial mira con cierto desdén a las OECA y se orienta con preferencia al igualitarismo de las empresas comunales; es decir, a la forma más primitiva y demostradamente inviable de organización, pues agrupa y trata por igual a todos: capaces e incapaces, flojos y laboriosos; algo así como si se pretendiese que todos los vecinos de una cuadra o manzana conformasen empresas vecinales, independientemente de sus inclinaciones, capacidades y voluntad.

La economía campesina, históricamente, estuvo basada en:

i) producción de ciertas cantidades para asegurar el autoconsumo,

ii) diversificación del riesgo en varios productos,

iii) maximización de la eficiencia del trabajo familiar, y

iv) multiplicación de las fuentes de ingreso. Dentro de esta racionalidad, se vienen produciendo las siguientes modificaciones tendenciales:

La gran parte de las familias genera para el mercado, buscando ingresos monetarios seguros y guardando pequeñas cantidades para semilla y autoconsumo, La multiplicación de las fuentes de ingreso se ha acentuado.

La diversificación del riesgo en varios productos se mantiene; sin embargo, existe una tendencia a la especialización en cultivos que tienen éxito en el mercado, con productores poco propensos a migrar y que al parecer forman parte de quienes vienen realizando compras de tierra "intra estrato".

Conclusiones

El mercado es el rumbo natural de la producción campesina. No poder llegar a él en condiciones adecuadas de precio y oportunidad comprende una limitación que la perjudica. El desprecio al mercado a este nivel, constituye pues una reacción conservadora de intelectualidades ancladas en la nostalgia del pasado o demasiado atadas a las modas que imponen algunas líneas de financiamiento.

Bolivia es un país que no ha alcanzado consolidarse plenamente como Estado Nacional, pero se trata de un proceso que se encuentra encaminado mediante el mestizaje y la convergencia de culturas; las naciones y nacionalidades inventadas comprenden más bien una traba para ese proceso y un peligro muy serio de balcanización violenta y la confrontación étnica.

Las corrientes que aspiran la vuelta a la propiedad comunal de la tierra y a la organización comunal de la economía no solamente que son ideológicamente reaccionarias, sino que van en sentido contrario a la voluntad propietarita, casi individualista de la población andina.

Bibliografía

Baldivia, José. Baldivia, Alejandra. Oporto, Henry. Salazar, Juan. Microfinanzas, Reformas y Desarrollo Rural. Primera edición. Fundación Milenio. Bolivia. 2013.

edu.red

República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación

Universidad Nacional Experimental Politécnica

"Antonio José de Sucre"

Departamento de Ingeniería Industrial

INGENIERÍA FINANCIERA

CIUDAD GUAYANA, MARZO DE 2017

Profesor: MSc. Ing. Turmero, Iván.

 

 

 

Autor:

Ramírez, Miguel.

Pacheco, Anthony.

Carrasco, Alfredo.

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