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Infarto Agudo de Miocardio

Enviado por andres


    Índice: Introducción Desarrollo Conclusiones Bibliografía

     

    Psicogénesis del Infarto Agudo de Miocardio.

    Introducción:

    Esta monografía sobre las enfermedades psicosomáticas se enfoca hacia la psicogénesis del infarto agudo de miocardio, e intenta demostrar el intenso correlato que evidentemente existe entre las manifestaciones clínico – físicas de las personas que sufren o han sufrido alguna forma de isquemia cardíaca y sus historias clínicas psicológicas con sesgos típicos, aunque como en todo caso clínico las historias se presentan siempre distintas en la esencia de lo indivisible que es cada individuo.

    La recopilación se estructura sobre numerosas estadísticas comparativas basadas en la colección de datos de las evidencias somáticas que el estudio clínico desnuda, y su cross – match con la historia psicológica del paciente con infarto o isquemia, que mayormente expresa rasgos típicos.

    Los objetivos planteados en este caso son: además de poder comprender la génesis patológica de las isquemias miocárdicas un paso mas allá de la visión somática pura que se fundamenta con razón en la bioquímica y sus fenómenos, conocer también otros factores de riesgo aparte de los consabidos tabaco, sedentarismo e hiperlipemias entre otros. Y por supuesto dejar una puerta abierta para ampliar los mecanismos de prevención y tratamiento de una patología que ocupa un lugar destacado entre las causas de morbi mortalidad en el desarrollado mundo moderno occidental.

     

    Desarrollo:

    Por cuanto en la búsqueda del origen de algunas enfermedades se obtienen a menudo rotundos fracasos en el hallazgo de su causa física, la observación de un cierto trastorno psíquico acompañando la clara alteración somática conduce a la idea de psicogénesis. Esta idea en sus comienzos recibió prontamente el apoyo de la investigación neuroendocrinológica, que es de las que mejor conoce la fisiología del rinencéfalo e intensamente describe y experimenta con los fenómenos del stress. Ocurrió entonces, que cada vez más, el estudio de las afecciones de determinadas estructuras somáticas fue identificándose con el planteo de una relación causa – efecto, que solidifica por lo tanto la idea de psicogénesis. Es con este enfoque que en la Patología se inauguró el capítulo de las enfermedades psicosomáticas.

    Por estadísticas conocemos que en los países del occidente desarrollado mas de la mitad de las muertes corresponden a eventos cardiovasculares, y de éstos, mas de una cuarta parte son debidos a las formas clínicas de la cardiopatía isquémica, muchas veces de un modo súbito, sin ofrecer previamente la oportunidad de descubrir la intensidad de la gestación del efecto.

    Nos enfrentamos ante una clara descripción clínica, ampliamente aceptada y en uso corriente por la medicina alopática, que incluso manifiesta que el haber tenido una situación emocional disgustante figura entre los claros desencadenantes de un episodio de infarto o de isquemia transitoria y vemos que en la modernidad aumentan los casos de isquemia entre aquellos que no cuentan con altos índices de los llamados factores de riesgo.

    Conocemos también que entre aquellos pacientes que han sufrido un infarto de miocardio, la sobrevida y la ausencia de nuevos episodios isquémicos es mucho menor para los que han asumido un tratamiento psicológico, siendo también evidente que el perfil biográfico de las personas que sufren de infarto es diferente al perfil biográfico de aquellos que sufren esclerosis en placas, leucemia o diabetes, los que a su vez son distintos entre sí..

    En el enfoque clínico nos encontramos con: 1./ episodios de angina transitoria. 2./ isquemia persistente sin daño tisular o con escaso daño. 3./ cuadros de isquemia con necrosis tisular o infartos de miocardio. El punto en común y primordial entre estas diferentes formas clínicas es el dolor, y además es el principal elemento que conduce a la búsqueda y al diagnóstico de esta patología. Podemos afirmar que prácticamente no existen episodios anginosos sin dolor, haciendo la salvedad para aquellas enfermedades que lesionan el sensorio, pero si ampliamos el alcance de la definición de dolor y lo sumamos como adjetivación de lo emocional, podemos asegurar que en todos los casos existe dolor. Y aunque los términos angina y angustia derivan de la misma raíz etimológica, angina se utiliza para designar a un fenómeno que se categoriza sólo como somático, mientras que angustia se utiliza para expresar una condición psíquica. Siguiendo en esta dirección nos encontramos con angor y angosto que derivan de la misma procedencia.

    Cabe citar un poco mas extensamente a la angina tipo Prinzmetal, que corresponde a un espasmo arterial coronario, que puede sobre agregarse a una obstrucción parcial arteroesclerótica preexistente, o como se demuestra mediante la cinecoronariografia puede ocurrir directamente sobre arterias perfectamente sanas.

    Definamos también al corazón en el contexto emocional del cuerpo físico, comenzando por la emoción a secas, y la descripción de su efecto, conocido por todos nosotros que lo experimentamos continuamente en nuestros cuerpos.

    La descarga motora vegetativa es un proceso en el que el elemento vasomotor tiene una participación protagónica, tan absoluta es esta participación en términos del efecto físico, que de acuerdo a las leyes inconscientes que rigen a los procesos de representación, el elemento emocional puede perfectamente hacerse cargo de la representación de la emoción completa. Así como el rubor, en general representa la emoción, a la inhibición por el contrario se la representa con la palidez, y este efecto somático está dado por el resultado de la estenosis que provoca isquemia.

    Por su naturaleza, la de ser un vaso modificado, el corazón, que es el componente circulatorio que más complejamente se ha desarrollado, puede arrogarse por eso la representación del conjunto de las emociones.

    Resaltemos que el carácter afectivo de la emoción, se refleja en un ritmo cardíaco que obviamente provee el corazón, y que es característico de la misma, por lo tanto el corazón a través de su ritmo manifiesta también una representación temporal, siendo entonces de esta forma el corazón para los elementos de la percepción emocional del tiempo, lo que el ojo es con respecto de la percepción del espacio.

    Esclarecida la participación en el elemento temporal, podemos ahora mencionar el origen de la "corazonada" que siente o pre-siente, o sea siente antes del tiempo. De la misma forma, el corazón construye con los recuerdos de emociones anteriores o fragmentos de éstas y otros pre – sentimientos, al integrarlos, las nuevas emociones que aprende y pasan a formar parte de su conocimiento y memoria emocional. Siendo este el mecanismo mediante el cual aumentamos nuestro cúmulo de conocimiento en cuanto a las sensaciones que producen los afectos y las emociones. Lo que no se conocía, se interpreta, se elabora y pasa a formar parte de nuestra memoria emocional.

    Aludiendo a las formas en que nos referimos al corazón, se dice que cuando se hace alguna cosa con intenso compromiso se lo "toma a pecho". De esta expresión hay homologías en todas las sociedades y en distintos idiomas, con traducciones literales que significan por ejemplo, "tomárselo a corazón". También para cuando es necesario superar el miedo o convertirlo en coraje para superar una situación, se suele decir hacer de tripas corazón.

    Encontramos aquí que los intestinos representan psicológicamente al miedo y el corazón al coraje.

    Adentrándonos en la significación del lenguaje se puede conocer la idiosincrasia de los pueblos y comprender los orígenes – causa de distintos efectos. Para el tema que nos ocupa, mencionaremos la raíz etimológica de la palabra dignidad, y se comprueba que posee el mismo origen que decencia y que decoro, de decoro deriva condecoración y la condecoración que aumenta el decoro sabemos que se coloca siempre sobre el pecho, lugar en donde se aloja el noble corazón.

    No debe entonces sorprender que para el aparato psíquico la muerte por una enfermedad cardíaca sea la transformación patológica de una circunstancia emocional irresuelta e irresolvible a otra que sea compatible con una muerte decorosa.

    En las coronariopatías que aquí tratamos, o sea en la angina de pecho y en el infarto cardíaco, está representado el proceso psicosomático mediante el cual, el corazón, que tiene la capacidad de pre-sentir, simbólicamente se estrangula a sí mismo, en el intento de evitar el nacimiento o la génesis de un sentimiento de estirpe innombrable, algo que constituye una ignominia, algo que no tiene nombre ni puede tenerlo, (recordemos el concepto temporal del corazón y su intervención en la génesis del conocimiento de nuevas situaciones afectivas). Esta clase de sentimientos conforman un estado afectivo en el que las distintas "claves" de configuración psíquica, propias de cada individuo, se disputan la descarga pulsional. En este estado de disputa para el nuevo sentimiento o afecto se constituye un desconcierto afectivo, en una persona en condiciones normales, con salud mental, el desconcierto tiende a configurarse adquiriendo la coherencia de ser un sentimiento nuevo, antes desconocido para esa persona.

    Para que una situación pueda definirse como ignominia, debe configurarse a través de cinco pasos o parámetros sucesivos.

    1./ Es inefable, en el sentido que es insoportable e indignante, se encuentra mas allá de cualquier descripción imaginable y tolerable por la estructura psíquica del individuo.

    2./ Exige un solución inmediata ya que no es posible soportar su permanencia.

    3./ A pesar de la búsqueda, del intento de configurar este sentimiento que nace, al no contar con los parámetros propios que lo permitan, no se le encuentra una solución, pasa entonces a conformar un dilema insoluble.

    4./ Aparece el sentimiento claro de una culpa, pero que no puede ser atribuida claramente a uno mismo ni tampoco, por las condiciones de su naturaleza permite, ser proyectada a otro.

    5./ Implica una situación pública y de alcance social que es desmoralizante, compatible con el opuesto de la condecoración, que implica degradación.

    Entonces nos encontramos que, para el caso de las coronariopatías isquémicas, no estamos ante la deformación de un componente afectivo que ya se encontraba construído en la psiquis del individuo, sino que este estado es más bien correspondiente a un gran desconcierto afectivo, compatible únicamente a una emoción que esa persona jamás ha experimentado previamente, y que no acepta tampoco llegar a sentir, y que no puede llegar a configurarse como un nuevo conocimiento afectivo porque el individuo (que pre – siente un sentimiento innombrable, que no tiene nombre, una ignominia) efectúa una descarga pulsional bajo la forma afectiva patosomática de un ataque cardíaco.

    Ya desde la teoría psicoanalítica de Freud se explica que los afectos y pulsiones se descargan siempre. Para el caso de aquellos afectos a los que se llama reprimidos desde el punto de vista libidinoso, se alude en realidad a que la descarga "pendiente" no se ha realizado nunca bajo la forma de la configuración original del afecto reprimido y es derivado por otros caminos, no se pretende al decir reprimidos que la descarga no se ha efectuado, sino que se descarga derivándola.

    Es evidente ahora el interrogante lógico, ¿Cómo se descarga una ignominia (un sentimiento al que ni siquiera podemos atribuirle un nombre o una descripción)?

    Debido a su terrible naturaleza, el sentimiento que no puede nombrarse, no puede tampoco sentirse o vivirse, permanece entonces como un afecto retenido que para su alivio psíquico se descarga a través de la isquemia miocárdica. Si lo que se pre-siente es doloroso, sentirlo puede llegar a ser insoportable.

    Se trata entonces de un afecto que no se configura como un conocimiento nuevo, que no alcanza a formar parte del conocimiento de los afectos, a este afecto – sentimiento naciente se lo estrangula para que no viva ni se lo pueda vivir o sentir (porque ya se lo pre – siente insoportable), a través de la figura patosomática de la cardiopatía isquémica.

    La cardiopatía isquémica es la representación somática de la descarga pulsional mediante la cual nos condecoramos con el dolor, y expiamos la degradación pública, social o familiar que sufriríamos antes de padecerla, por estar expuestos ante un sentimiento o emoción que no nos podemos permitir volcar externa y concientemente, ya que estaría constituyendo algo socialmente inaceptable, que es diametralmente opuesto al decoro o la condecoración que la misma sociedad nos otorga.

     

    Conclusiones:

    Hay infartos en corazones sanos, sin arteriopatías coronarias, y hay espasmos en arterias sanas. La dislipemia, el tabaco, el sedentarismo, no son per se condiciones suficientes para un infarto pero tampoco son condiciones necesarias, a pesar de que es claro que su ausencia implica un menor riesgo. En el infarto nos damos cuenta que el enfermo se expresa a través de su isquemia, debe realizarse una dieta distinta, una angioplastía, un by pass, un stent, o lo que la medicina mejor provea. Pero si reaccionamos como si ante quien llora le secáramos las lágrimas y si no contento con eso, sigue llorando y le quitáramos el conducto lagrimal. Puede parecer normal, pero si comprendemos que hay un sentido oculto y que puede no ser muy complejo resulta a la vez salvaje.

    Hay algo que tienen las orejas que hacen que las llamemos orejas, pero hay algo que tienen las narices que hacen que las llamemos narices y no orejas, admitamos de todas formas que hay innumerables variantes de narices y de orejas.

    Por lo tanto ¿Por qué se corresponde el infarto con un sentimiento que no se puede resolver? ¿Cómo es que percibimos que las enfermedades son siempre las mismas? Es eso que tienen en común todos los infartos lo que los tipifica fisiopatológicamente. Por contraparte al realizarse el estudio psicológico de la historia de un angor péctoris o de un infarto de miocardio nos encontramos con que la historia personal es típica, tanto como también lo es la enfermedad desde el punto de vista estrictamente somático.

    Si la pregunta es, si sólo con el tratamiento médico e higiénico dietético, un paciente podría superar sus episodios anginosos, bueno, como todas las cosas depende, es probable que el paciente se retire de la consulta con la más acertada de las prescripciones médicas que acabaría con sus males y a pesar de ello simplemente no las continúe, pero esto se debería a que tampoco puede asumir el compromiso psicológico que representa elaborar los afectos nuevos que se gestan en su aparato psíquico.

    Para el caso de aquellos pacientes que están comenzando su historia de dolores anginosos, más puntualmente sobre aquellos que no demuestran un compromiso coronario muy evidente, puede (y debería) contarse con el psicoanálisis como una excelente herramienta auxiliar en el tratamiento de los episodios isquémicos y en la prevención de su evolución patosomática.

     

    Bibliografía.

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    Autor:

    Mariano V. Paglayan,