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Reporte de dos nuevas formas de botijas en el antiguo convento de Santa Clara de Asís en La Habana Vieja


  1. Introducción
  2. Estudios previos: tipología, cronología y centros de producción
  3. El antiguo Convento de Santa Clara de Asís
  4. Conclusiones
  5. Referencias bibliográficas
  6. Anexo

Introducción

La reutilización de piezas cerámicas en las construcciones habaneras del período colonial, fuera de las funciones para las que fueron confeccionadas y que le conferían su valor de uso, fue muy común; otro tanto ocurre con las piezas descartadas de talleres cerámicos por las más disímiles razones. Es el caso de tejas criollas, losas, azulejos, contenedores, vasijas y otras piezas utilitarias (o sus fragmentos), empleadas como parte del relleno de vanos tapiados y pisos, de los mampuestos, en el engrosamiento de paredes, relleno de pechinas y muchos otros casos.

Este trabajo se centra en el reporte de la presencia en el antiguo convento de Santa Clara de Asís, de dos formas de botijas no mencionadas anteriormente por la bibliografía, variando uno de los criterios clasificatorios expresados anteriormente (Capablanca, 2001).

Estudios previos: tipología, cronología y centros de producción

El estudio de referencia obligada en relación a este tema lo constituye La jarra de Aceite Española. Un Estudio Introductor de John Goggin (1980). No obstante, añadimos algunas consideraciones imprescindibles para estudios de este tema realizadas por Stephen R. James Jr. (1988), trabajo de actualización de datos cronológicos y tipológicos que resultan relevantes a nuestros efectos. Asimismo se tuvieron en cuenta los trabajos de Mitchell Marken (1994), George Avery (1997) y Clive Carruthers (2003).

La botija es un contenedor comercial en forma de ánfora, siguiendo la tradición mediterránea que se remonta al año 1800 ane, con las ánforas cananitas en uso en el norte de la región Sirio-Libanesa; clasificable como cerámica ordinaria, de gran permeabilidad, que puede presentar o no vidriado, esmaltado o engobe, tanto en su interior o su exterior, lo cual está en dependencia de lo que se envasara en las mismas. Las vasijas esmaltadas o vidriadas eran más apropiadas, dada su mayor impermeabilidad, para el transporte de líquidos que pudieran traspasar las paredes porosas, mientras que las que no tenían esmaltado o vidriado eran adecuadas para sustancias más gruesas o sólidos granulados. Este contenedor comercial era profusamente utilizado en la transportación de aceite de oliva, aceitunas en salmuera, vinos, guisantes, garbanzos y otros granos, así como miel, manteca, alquitrán y jabón, entre diferentes productos. Durante su prolongado período de utilización la botija española no tuvo realmente competencia como contenedor comercial, de lo que habla claramente su extraordinaria profusión y ubicuidad en el registro arqueológico centroamericano y caribeño; ello está justificado por el hecho de que se trata de mercancías que no solo debían cruzar el Atlántico a bordo de las naves sino que, en muchos casos debían, luego, ser transportadas, a lomo de mulos, en arrias, hasta alcanzar zonas alejadas de los puertos destinados al comercio.

La producción de estas botijas abarca un período cronológico desde el siglo XVI y probablemente antes, hasta 1850 aproximadamente, según Goggin (op. cit) quien establece en su estudio tres estilos diferenciados a los que asigna cronologías dentro de este rango (Figura 1).

No obstante, algunas precisiones hechas por James (op. cit) en el estudio de las colecciones de botijas extraídas de los pecios de los navíos "Conde de Tolosa" y "Nuestra Señora de Guadalupe", ambos naufragados en la costa noreste de La Española en el año 1724, permiten ampliar el margen del período de producción de los estilos y formas según Goggin, al comenzar por reportar una forma (III) de fondo cóncavo, no clasificada anteriormente (Figura 2). Otra proposición interesante de este autor es que los Estilos Medio y Tardío no necesariamente ocurren en los rangos cronológicos que Goggin les asigna.

En el caso de Marken (1994) este autor realiza el interesante reporte de botijas con fondo completamente plano, extraídas del pecio del "Atocha" (1622) y del "Santa Ana María" (1627). Estas piezas fueron torneadas desde esta base plana (Figura 3), lo que les confiere una forma específica e inconfundible. En opinión del citado autor se trata de un experimento que fracasó a juzgar por la escasez de evidencias encontradas de estas botijas de fondo plano.

Clive Carruthers (2003) propone asimismo que el estilo tardío de Goggin (ca 1780-1850) comienza al menos antes del 1773, fecha de destrucción del monasterio de Santo Domingo en Antigua, Guatemala, sitio en el que aparecen botijas de este estilo.

Lo cierto es que todo indica que las dataciones estilísticas hechas por Goggin no se corresponden siempre con la realidad, por lo que un nuevo estudio general debe ser producido en los próximos tiempos para asimilar los datos que ha aportado el registro arqueológico en los años posteriores al trabajo del citado autor.

Ha sido establecido que como parte del comercio trasatlántico a bordo de los buques españoles, la forma A de estas botijas se utilizaba para transportar vino (Marken, 1994), mientras que la forma B era utilizada para el transporte de aceite de oliva (Marken, 1994; Colin Martin en Avery 1997) y la C para el acarreo de miel (Colin Martin en Avery, 1997) (Figura 1)

Un tópico interesante, por último, tiene relación con los lugares de fabricación de las botijas. España, y en ella Castilla, es el centro productor inicial y más importante de estos contenedores. Sin embargo, los dos más importantes polos productores de vino para la Carrera de las Indias fueron Cazalla y Jerez, zonas que al ser estudiadas desde el punto de vista geológico y aplicarle la técnica de análisis de sección delgada a muestras de sus barros cocidos, arrojaron como resultado que estas no fueron las zonas de producción de las botijas (Avery; 1997). Queda establecido que fue la zona del valle del río Guadalquivir la que tuvo la tarea productora de mayor peso de estos contenedores y en especial la ciudad de Sevilla y sus alrededores (Avery, 1997).

La producción de botijas fuera del ámbito español fue reportada por primera vez en el valle de Moquegua, en el Perú colonial (Rice y Van Beck, 1993). Se trata de ejemplares que se distinguen con relativa facilidad por ser de mayor tamaño (alrededor de 0.85 metros) y   tener las paredes más gruesas  (Carruthers, 2004).

De otra parte, tenemos la referencia de la arqueóloga Lourdes Domínguez (comunicación personal, 2006) de que un centro productor de estas vasijas eran las islas Canarias, escala del viaje trasatlántico. Existe la tradición de que desde estas islas zarpaban barcos fletados en las mismas y vendían en América, a mejor precio, los vinos que allí se producían, en detrimento de los procedentes de España, lo que motivó una prohibición real en el año 1582 (Avery, 1997)

El antiguo Convento de Santa Clara de Asís

Las áreas del antiguo Convento, sede actual del Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología (CENCREM) han sido objeto de numerosas excavaciones arqueológicas, de las que se ha obtenido un cuerpo de información que en realidad está pendiente de sistematización, proceso en el que encuentran empeñados los miembros del grupo de arqueología del centro, conjuntamente con la arqueóloga Lourdes Domínguez. Uno de los materiales más recurrentes en el registro arqueológico del antiguo convento, son, sin dudas, las botijas, en algunos casos completas y en otros en forma de fragmentos.

En el año 1998 dentro del marco propiciatorio de los trabajos previos a la restauración del tercer claustro conventual, se realizó una excavación dirigida por Racso Fernández Ortega y Boris Luis Martín Lozano, en el local ubicado en la intersección de las calles Sol y Habana (Figura 4). Esta área del convento aparece mencionada en informes de la arqueóloga Lourdes Domínguez (Inédito), según criterio de Eladio Elso como un área de cocina, almacenaje y servicios en general, al menos en los últimos períodos de ocupación del edificio, léase Secretaría de Obras Públicas y Ministerio de Cultura.

Como resultado de la excavación se localizó un estrato de botijas con las bocas hacia abajo, cubiertas con un relleno de tierra con cal, sobre el que se ubicaba un estrato de carbón vegetal pulverizado. Las botijas se ubicaban a su vez sobre un suelo compacto de cal (Figura 5).

La composición de estratos similares de botijas en diferentes sitios habaneros (y en otras ciudades como Guatemala; Carruthers, comunicación personal) aparece identificada en el registro etnológico como un mecanismo para el control del ascenso de la humedad del subsuelo hacia los pisos de ocupación y de otra parte se cree que funcionaba para refrescar la atmósfera de los locales situados sobre los mismos.

En el año 2000, creado el Grupo de Arqueología del CENCREM y bajo la dirección del arqueólogo Ramón Dacal y Moure, en previsión de la continuidad de los trabajos de restauración y del daño que podían recibir, se retiraron un total de 47 botijas permaneciendo un número no precisado en su ubicación. De las que se retiraron, 44 fueron clasificadas como pertenecientes al estilo Tardío de Goggin (1780-1850), 34 de ellas son de la forma B y 10 de la C (Capablanca, 2001). Una revisión posterior del autor de este trabajo sobre las piezas de esta colección ha permitido reclasificar las diez botijas de forma C como similares a la forma A pero con el fondo aplanado (Figura 6, 6a), que Goggin considera el más raro (1980: 41). No pudieron ser clasificadas 2 botijas por su grado de fragmentación y otra, carente de gollete o boca, presenta un nuevo subtipo no reportado anteriormente, caracterizada por un cuerpo similar al de la forma A pero con fondo plano (Figura 7,7b). Las botijas clasificadas como forma A no presentan marcas en ningún caso, sin embargo las de la forma B presentan marcas en 15 ejemplares, siempre en el cuerpo de la vasija, una de ellas pintada en rojo y los catorce restantes muestran marcas estampadas pre cocción.

Un estudio posterior de estas botijas ha considerado oportuno especificar que las 10 botijas similares a la forma A retiradas de este estrato tienen el fondo aplanado, lo que permite que estos ejemplares sean puestos de pie aunque por la forma de la vasija y lo pequeño de la base así lograda, el equilibrio es generalmente inestable. La acción de darle terminado y aplanar el fondo a estas botijas transcurrió, sin embargo, en momento posterior al torneado, cuando la pasta estaba relativamente seca, quedando huellas visibles de la manipulación en la superficie externa, manteniéndose la forma interna sin alteraciones. Esta característica de mantenerse en pie, refiere estas vasijas no sólo al tráfico trasatlántico a bordo de buques sino a la intención de utilización de las mismas sobre pisos con función de almacenaje.

Una característica común de estas botijas es la presencia de numerosas deformaciones y errores de manufactura, así como las diversas maneras en que se resuelve el marcaje inciso aunque siempre sea el mismo, lo que nos permite pensar que estamos en presencia de botijas producidas en la ciudad y que fueron utilizadas en las construcciones coloniales al no servir como contenedores.

En cuanto al fechado de construcción de este tercer claustro del convento, el mismo debe haber ocurrido después del 1733 (Herrera, 2006: 105) y antes de la visita del obispo Morell de Santa Cruz en 1755.

Conclusiones

1- En el antiguo convento de Santa Clara de Asís se reporta la presencia de dos formas de botijas no mencionadas anteriormente:

  • una de fondo plano (Figura 7, 7a), diferente de las reportadas anteriormente por Marken (op. cit. p. 83) y por James (op. cit. p. 54), representada por un solo ejemplar.

  • otra de fondo aplanado (Figura 6, 6a), en todo lo demás idéntica a la forma A del estilo tardío, representada por diez ejemplares.

Agradecimientos:

A Clive Carruthers, por su generosidad intelectual y la bibliografía que puso en nuestras manos.

Referencias bibliográficas

Arduengo, D. y L. Domínguez. El antiguo convento de Santa Clara de Asís en la Habana Vieja.  50 años de investigaciones arqueológicas. (Inédito)

Avery, G. (1997). Pots as packaging: The Spanish Olive Jar and Andalusian Transatlantic Commercial Activity, 16th-18th Centuries. Doctoral dissertation presented to the Graduate School of the University of Florida, Gainesville. (Inédito).

Capablanca, M. (2001). Extracción y Clasificación de las Botijas encontradas en el Tercer Claustro de Santa Clara de Asís. Póster participante en el Quinto Congreso Internacional Patrimonio Cultural: Contexto y Conservación. CENCREM

Carruthers, C. (2003). Spanish Botijas or Olive Jars from the Santo Domingo Monastery, Guatemala. Historical Archaeology, 37 (4): 40-55.

Carruthers, C. y T. Pasinski (2004) Proyecto Arqueológico ex-Convento de Santo Domingo, La Antigua Guatemala. Informe sobre la cerámica de importación. Siglos XVI-XVIII. Tomo X- Las botijas. Escritos San Sebastián, La Antigua Guatemala, Guatemala.

Deagan, K. (1987). Artifacts of the Spanish Colonies of Florida and the Caribbean: 1500-1800. Vol. I. Smithsonian Institution Press, Washington, Washington DC.

Goggin, J. (1980). La jarra de Aceite Española. Un Estudio Introductor. Órgano del Museo de las Casas Reales. Casas Reales. Año V. (11): 9-67. Santo Domingo, República Dominicana.

Herrera López, Pedro Antonio (2006) El convento de Santa Clara de La Habana Vieja. Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología. La Habana.

James, S. (1988). A reassessment of the Chronological and Typological Framework of the Spanish Olive Jar. Historical Archaeology 22 (1): 43-66.

Marken, M. (1994). Pottery from Spanish Shipwrecks. 1500-1800. University Press of Florida, Gainesville.

Martin, Colin J.M. (1994) Spanish Armada Pottery. The International Journal of Nautical Archaeology and Underwater Exploration. 8 (4): 279-302.

Pichardo, Esteban (1985) Diccionario provincial casi razonado de voces y frases cubanas. Editorial Ciencias Sociales. La Habana.

Rice, Prudence M. y Sara L. Van Beck. (1993) The Spanish Colonial Kiln. Tradition of Moquegua, Perú. Historical Archaeology 27 (4): 65-81.

Anexo

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Fig. 1

Estilos diferenciados en la fabricación de botijas y su cronología según John Goggin (1980)

(Tomado de Carruthers, C. (2003). Spanish Botijas or Olive Jars from the Santo Domingo Monastery, Guatemala. Historical Archaeology, 37 (4): 40-55.)

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Fig. 2 Botija extraída de los pecios de los navíos "Conde de Tolosa" y "Nuestra Señora de Guadalupe correspondiente a la forma III.

(Tomado de James, S. (1988). A reassessment of the Chronological and Typological Framework of the Spanish Olive Jar. Historical Archaeology 22 (1): 43-66.)

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Fig. 3 Botija con fondo plano extraída del "Atocha" (1622) y el "Santa Ana María" (1627).

(Tomado de Marken, M. (1994). Pottery from Spanish Shipwrecks. 1500-1800. University Press of Florida, Gainesville.)

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Fig. 4 Plano del antiguo convento de Santa Clara de Asís con la localización de los estratos de botijas excavados.

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Fig. 5. Estrato de botijas con las bocas hacia abajo localizados en el Tercer Claustro del Convento de Santa Clara de Asís. (Fotografía de Maya Capablanca)

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Fig. 6. Botija estilo tardío similar a la forma A con el fondo aplanado. (Fotografía de Alejandro Cruz Pérez)

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Fig. 7. Botija de fondo plano rescatada en las excavaciones del antiguo convento de Santa Clara de Asís. (Fotografía de Alejandro Cruz Pérez)

 

Autor:

M. SC. Darwin A. Arduengo García