- El enemigo
- Otra perspectiva a considerar: la de la neurociencia
- Educación
- ¿Son intervenciones necesarias?
- Una epidemia que sigue avanzando
- ¿Qué hacer?
- En resumen
- Bibliografía
Durante los últimos meses, la prensa internacional, ha provisto cobertura de varias personas obesas mórbidas que habían pasado por el quirófano para tratar de mejorar su calidad de vida y que murieron.
No existe la "bala de plata", como la leyenda promete, cuando se trata la obesidad
El enemigo
La obesidad mórbida no es simplemente estar muy gordo. Es exceso de peso en grado extremo que pone en serio peligro la vida del individuo debido a una serie de patologías asociadas — y de índole variadas: hipertensión, diabetes, cardiopatías, artrosis, insuficiencia respiratoria, apnea del sueño, disfunción renal y hepática entre otras. Todo, sin contar el deterioro emocional y la marginación personal que suele acarrear una enfermedad de esta naturaleza grave. No hay una sola parte del organismo que se libre de los riesgos que conlleva esta forma de obesidad, que es una enfermad crónica, degenerativa, y que acorta la vida.
De esta forma, y mientras que los enfermos con sobrepeso en un grado menor son susceptibles de paliarse con medidas dietéticas, cambios en estilos de vida e, incluso, fármacos — para los obesos mórbidos es mucho más difícil, ya que su exceso de peso es de tal envergadura que el abordaje terapéutico convencional no surte efecto o no es posible. (Véanse mis varias ponencias al respecto en monografías.com).
Sin embargo, como problema se ha trivializado, cuando se ha esparcido la idea de que es lo mismo someterse a una reducción gástrica que a una liposucción. Aquí cabe expresar, que incluso esta intervención de carácter fundamentalmente cosmético tampoco está exenta de riesgos. (Véase mi contribución: Las cirugías plásticas: Belleza enlatada para aliviar nuestras faltas repudiadas en Psikis y monografías.com).
La cirugía de reducción gástrica no es simplemente estética. Muchos desean que creamos que es como si fuera una visita al dentista. Pero, no lo es. Toda incursión a una sala de operaciones, bajo anestesia, conlleva sus riesgos. Un libro excepcional a este respecto, que por todos, debe de ser leído es: (The Hungry Gene por E. Ruppel Shell).
Pasar por el quirófano, independientemente del motivo, conlleva un riesgo que, en el caso de los obesos mórbidos, es mayor; porque, dadas las patologías asociadas que, a menudo ellos presentan, responden muy mal a las intervenciones quirúrgicas de cualquier tipo, no sólo a ésta. A pesar de que desde el punto de vista técnico cualquier especialista en cirugía estomacal está capacitado para efectuar estas intervenciones, lo cierto es que la cirugía para reducción del estómago es un caso aparte que requiere unidades especializadas y equipos profesionales muy experimentados. Desde la anestesia, a la posición del paciente en la mesa de operaciones; pasando por el instrumental y la reanimación en las siguientes 24-48 horas, son completamente distintas a los de cualquier otra intervención.
Por otra parte, y a pesar de que las técnicas quirúrgicas han evolucionado y son cada vez menos invasivas, debe de recordarse que alterar artificialmente el proceso normal de digestión y absorción de alimentos no es un asunto menor — ya que lo detecta y lo registra el hipotálamo — nuestro "Big Brother" biológico.
A todo lo que hay que añadir un postoperatorio extremadamente delicado.
Otra perspectiva a considerar: la de la neurociencia
Esta es la nuestra. En la cual se mantiene, que antes de intentar alterar las funciones del hipotálamo cerebral — que las reducciones del estómago, logran hacer con precisión quirúrgica. Es fundamental conducir análisis exhaustivos del estado y condición total del candidato a la misma. No se debe nunca comenzar una dieta, tan inocente como ésta parezca, sin antes evaluar el estado emocional del paciente.
Entonces, por el efecto en la diminución de la ingesta; las reducciones del estómago funcionan como dietas mecánicas — acarreando consecuencias propias y las compartidas con el dietar.
Por todos los riesgos que conlleva la reducción del estómago, es fundamental escoger minuciosamente a la persona que va a ser operada. Para ello se obtiene con toda precisión posible, el perfil del paciente-candidato a someterse a este tipo de intervención.
En todos los materiales que consultáramos para este artículo, el sujeto ha de tener un IMC (Índice de Masa Corporal) superior a 35 ó 40.
Por otra parte, la edad debe de estar entre los 18 y los 55 años; ya que fuera de estos límites el riesgo aumenta exponencialmente. Además la condición general contendrá una salud mental equilibrada, así como haber estado padeciendo el sobrepeso extremo durante al menos cinco años y haber fallado en todos los intentos convencionales de adelgazar — que siempre fallarán.
Por otra parte, quien va a someterse a la operación ha de estar al corriente de que la cirugía de cualquier tipo en sí no cura la obesidad, sino que es el primer paso de un largo camino que requiere un cambio radical en los estilos de vida que han de mantenerse para siempre.
Por la misma razón hay que involucrar el soporte y el entendimiento del entorno familiar.
Educación
Una de mis pacientes, que se caracteriza a sí misma como "una obesa sin complejos". Que lleva años luchando contra lo que ella denomina "el negocio de la gordura" afirma que en el ámbito privado "se opera con menos prudencia que hace unos años" y se resta importancia a los efectos adversos que pueden presentarse tras el paso por el quirófano.
Incluyendo los efectos de la pérdida precipitosa de peso, en el hipotálamo cerebral. (Para entender la importancia del hipotálamo, léanse mis contribuciones publicadas en monografías.com y Psikis).
"Obesa sin complejos"
¿Son intervenciones necesarias?
En mi opinión, la operación es compleja y ha de valorarse como un último recurso cuya meta es de mejorar la calidad de vida y las enfermedades asociadas al exceso de peso, y no como otra manera adicional de reconciliarse con la balanza.
Es decir, la cirugía reductora del estómago es una intervención con complicaciones posibles. Muchos pacientes son muy conscientes de su situación y cuando les explican que pueden morir responden que asumen el riesgo porque ya "están muertos". En estos individuos con un grado de motivación alto, los resultados pueden ser buenos. Pero no olvidemos que muchos han de tomar suplementos nutricionales, así como pasar por controles médicos periódicos hasta el fin de sus días y, que tan pronto se encuentran bien, muchos dejan de ser constantes. (Véase mi artículo: La motivación en el tratamiento del sobrepeso).
Hay pocas especialidades en las que la relación del médico con el paciente sea tan estrecha porque el camino que se recorre con él es larguísimo. Por eso es vital el cuidado en el post operativo.
Una epidemia que sigue avanzando
Cuando vemos imágenes como las que acompañan a este texto, no pensamos ni en Europa ni en Santo Domingo. Efectivamente, la mujer de la fotografía que sigue, está en un centro de comida rápida de Georgia (EEUU).
En este lado del Atlántico; donde el sobrepeso afecta a más del 60% de la población e, incluso, se estima que un 19% de los estadounidenses son obesos mórbidos.
Sólo en 2005, el gasto médico atribuible a esta patología ascendió a 75.000 millones de dólares en esa nación — cifra astronómica, incluso para un sistema en el que los seguros médicos son los que pagan la mayor parte de la factura clínica.
Por su parte, Santo Domingo se ha contagiado rápidamente de esta enfermedad que, para muchos especialistas, ya constituye la auténtica epidemia de nuestros días. Concretamente, aquí, donde el sobrepeso jamás había supuesto un problema en términos de salud pública, los datos ya empiezan a ser verdaderamente alarmantes. Un estudio llevado a cabo, y publicado en la prensa local, por la Sociedad Dominicana de Gastroenterología, se determina que el 35% de la población adulta es obesa dentro de nuestras fronteras.
En este país, carente de estadísticas accesibles, nosotros "visitamos" con la regularidad posible las páginas del termómetro de nuestra sociedad para estimar cuánto ha avanzado la obesidad entre las clases privilegiadas dominicanas: El Ritmo Social. En este suplemento al periódico Listín Diario, cada domingo que se publica, abundan los especímenes humanos que dan lástima, por su exhibición adiposa extrema — así, que la bomba ya está a punto de estallar.Por si fuera poco, los niños americanos y los dominicanos, también están empezando a verse afectados por esta enfermedad. Según un estudio publicado a comienzos de este año en la revista Clinical Medicine, el 36% de los niños norteamericanos de entre seis y nueve años ya se ha enemistado con la báscula, un porcentaje mucho más alto que el que se manejaba hace 20 años, que entonces era del 5%.
Teniendo en cuenta que buena parte de estos pequeños seguirá aumentado de peso de manera desproporcionada y se convertirá en un adulto obeso, no son de extrañar las voces de alarma que se están alzando desde los foros más cualificados.
Alumno de colegio de 11 años de edad en Saint Louis
Aquí y en muchos países suramericanos, hemos importado los hábitos dietéticos de los estadounidenses y hacemos lo mismo que ellos hacen. Esto se traduce en consumir un exceso de grasas saturadas, de bebidas gaseosas, de azúcares y de alimentos con calorías denominadas vacías. Alimentos que engordan pero que no son eficientes para generar energía saludable para el organismo — así como en un abuso de los alimentos y bebidas procesados — que, por regla general, presentan demasiada sal, pocos nutrientes y mucho azúcar, HFCS, y grasa hidrogenada o saturada.
¿Qué hacer?
Recuperar la dieta autóctona del ayer, cuidar lo que se come fuera de casa y hacer ejercicio siguen siendo las claves para frenar esta situación. Lo que se olvida en el instante que se abre otra hamburguesería o fast food restaurante, ya que se inaugura en medio de celebraciones festivas — como contribución a la salud de los pueblos
En resumen
La obesidad es un hecho rotundo y contundente que ignoramos a nuestro riesgo.
Una revisión somera, viendo las fotografías que aparecen en la prensa nacional, de la condición física de los oficiales de más alto rango de las FFAA dominicanas es desconcertante desde el punto de vista militar — ya que en una gran proporción aparecen ser súper-obesos.
Para el futuro de nuestro país las cosas lucen lóbregas, ya que la dieta que la mayoría de los dominicanos hoy adoptan, sobrepasa la de los americanos en todos los respectos.
Patrick Deuel, 1200 lb.
Nuestro amigo Sir Michael Rutter, refiriéndose a los excesos del norteamericano, una vez pronunció lo siguiente, cuando visitara en Saint Louis: "Americans do it — and do it more so — than anybody else in the world". En eso nos parecemos…
La cirugía no es remedio para la obesidad — es sólo admisión del fracaso de la razón sobre un instinto.
Bibliografía
Suministrada por solicitud.
Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca