- Como impacta el planeamiento educativo
- Consideraciones sobre los cambios en el mercado de trabajo: Argentina, Santiago del Estero
- El rol de la educación superior en el mercado de trabajo
Desde hace ya algunas décadas, los problemas derivados de la relación educación – empleo ocupan una atención creciente en las sociedades del mundo occidental, constituyendo desafíos para la investigación, la planificación educativa y la evaluación educativa.
El supuesto de que las relaciones entre la formación universitaria y el mercado de trabajo no pueden ser aisladas del modo de vida y de producción de una estructura social determinada, ponen gran énfasis en el tratamiento especifico de la misma. Por esta razón el aprovechamiento de los graduados por parte de los sectores productivos, se encuentra enmarcado en un complejo sistema de relaciones sociales, económicas, políticas e ideológicas que no pueden soslayarse si se pretende un abordaje integral del mercado de trabajo de los profesionales.
Desde esta concepción, se intenta responder a las preguntas que surgen a partir de reflexiones acerca del impacto que el planeamiento educativo ha tenido en el mercado de trabajo Argentino, Argentino – Santiagueño.
Se presentan algunas consideraciones que son el producto de constataciones y reflexiones acerca de la controvertida temática que nos ocupa. Importa señalar que las relaciones abordadas son complejas y contradictorias, por lo que las respuestas sólo deben considerarse como opiniones subjetivas, mas aún, algunas cuestiones quedan simplemente planteadas como desafíos que merecen un tratamiento exhaustivo en futuros trabajos.
COMO IMPACTA EL PLANEAMIENTO EDUCATIVO
En América Latina, el planeamiento educativo1, basado en supuestos tecnocrático – economisistas, tuvo su mayor producción entre los años 1945 – 1965. Se pensaba, aunque no sin criticas, que la educación produciría en cantidad, calidad y oportunidad los recursos humanos que el crecimiento económico requería y que la dinámica de las estructuras productivas absorbería y emplearía adecuadamente.
Pese a la explosión educativa2 y en contra de los pronósticos desarrollistas, las previsiones no se cumplieron, entre otras cosas, porque la demanda social de educación en el nivel universitario forzó la oferta educativa hacia carreras liberales e intelectuales que facilitan el acceso a cargos en la administración, los servicios y el comercio; y porque el sistema económico no generó las oportunidades laborales apropiadas.
Según un difundido informe de la OCDE (1987), la Argentina hacia 1960 sólo ocupaba el 1% del personal científico, profesional y técnico, en todos los sectores productivos, contra el 10,8% de Estados Unidos, el 9,7% de Canadá, el 8,1% de Noruega y el 4,2% de España. La conclusión es obvia: Argentina formaba recursos que la economía no aprovechaba adecuadamente.
Tres factores coadyuvaron a abandonar estas visiones: el impacto de las concepciones reproductivistas de la educación3, la crisis del modelo del Estado Benefactor y las investigaciones empíricas4 que constataron el desfasaje entre la demanda de la sociedad y lo que efectivamente brindaba el sistema educativo.
La política económica actual de la Argentina orientada por el principio de desregulación de los mercados y de apertura al capital extranjero, a la que se suma la contracción de la participación del Estado en la economía y en las áreas sociales (Cortés, Marshall, 1991) busca que el modelo de desarrollo se integre a la lógica del devenir comercial con el exterior. Desde este ángulo se insiste en que la educación está llamada a cumplir un papel crucial para responder a las exigencias del aporte productivo para darle mayor competitividad.
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