Los profesionales universitarios en el mercado de trabajo (página 2)
Enviado por Lic. Saravich Carlos Javier
Numerosos autores, al analizar el panorama que el mercado de trabajo presenta en la Argentina de los noventa, señalan: "El nivel de instrucción formal alcanzado por las personas es uno de los factores que más claramente incide en las posibilidades que tienen de conseguir trabajo así como en la determinación de las características de los puestos laborales a los que acceden. Cuanto más permanecen los individuos en el sistema formal de educación mayores serán los niveles de socialización, conocimiento, recursos y habilidades que les confieren un perfil más apto para desarrollar tareas de alta productividad, lo que incrementa claramente sus posibilidades de acceder a puestos privilegiados en el mercado laboral".
Lo desarrollado hasta aquí da píe para formular la pregunta que sigue: en las condiciones actuales del mercado de trabajo: qué tipo de inserción laboral tienen los graduados universitarios?; el poseer calificaciones superiores brinda ventajas comparativas en relación al desempleo y subocupación?; qué papel juegan las condiciones objetivas del mercado laboral, el sexo y el tipo de titulación obtenido en la determinación de los puestos de trabajo de los universitarios y en sus retribuciones?.
CONSIDERACIONES SOBRE LOS CAMBIOS EN EL MERCADO
DE TRABAJO: ARGENTINA, SANTIAGO DEL ESTERO
Las razones que explicarían el cambio no son uniformes para el país. Así, la tecnificación del sector agropecuario, la reestructuración industrial a partir de la introducción de innovaciones tecnológicas5 en algunos casos, y en otros, el achicamiento de las empresas, y la contratación de otras prestadoras de servicios para la realización de tareas que antes no se efectuaban o que eran realizadas en la misma empresa, explicarían la tendencia en las provincias más desarrolladas de la Argentina.
Por el contrario, en Santiago del Estero, la contracción del empleo agropecuario estaría vinculada a factores demográficos (migraciones) y productivos (inadecuación de la producción campesina a las nuevas necesidades del mercado y disminución del sector forestal que en su momento fue un gran demandante de mano de obra). La disminución del empleo en la industria no supone la liberación de puestos de trabajo por la introducción de innovaciones tecnológicas que posibilitan mayor productividad, sino por la desaparición de establecimientos de naturaleza semiartesanal. Por su parte, el empleo en servicios, especialmente en servicios personales y sociales no implica "terciarización moderna" si no que se sustenta sobre todo, en la hipertrofia del sector público por la confluencia del clientelismo político y la falta de inversión privada (Zurita, 1996).
Lo destacable del caso santiagueño es que, a pesar de la pobreza existente, sus tasas de desocupación son las más bajas del país. Esta constatación sólo puede explicarse porque su tasa de actividad6 apenas supera el 30% de la población total. Puntualmente de cada 1.000 santiagueños sólo 317 participan del mercado de trabajo. Esta participación no sólo es la más baja del país sino que se encuentra 11 puntos porcentuales por debajo de la media nacional…
Ahora resta señalar cuál es el papel que la educación superior representa en un escenario paradojal en el que, al mismo tiempo que se evidencian notables signos de deterioro del mercado de trabajo se registra un aumento de la matrícula en todos los niveles y especialmente en el universitario en vinculación con las ventajas comparativas, que en el imaginario colectivo perviven respecto a que los mayores niveles de capacitación permiten una más rápida y mejor inserción en el mercado de trabajo.
EL ROL DE LA EDUCACIÓN
SUPERIOR EN EL MERCADO DE TRABAJO
Esta constatación guarda relación con las características paradigmáticas que definen el mercado de trabajo urbano provincial: exigüidad del empleo en el sector privado y sobre representación del sector público en relación a los valores nacionales.
A los fines de esta presentación, resulta ilustrativo considerar los datos referidos a una investigación realizada a graduados universitarios de la Universidad Nacional de Santiago del Estero7. Los resultados obtenidos siguen las tendencias comentadas, así la categoría asalariado del sector público representa el 74,7% de los ocupados del área de las ingenierías y el 86,3% del área de humanidades, ciencias sociales y de la salud. En el sector privado solo trabajan el 25,3% de los ingenieros y el 13,7% de los egresados de humanidades.
Si se considera el tipo de tareas realizadas, se advierte que el 94,6% de los egresados desarrollan actividades de servicio (aquellas que tienen como fin la satisfacción de necesidades de terceros, a través de la prestación de un trabajo personal) contra el 5,1% que trabaja en la producción de bienes (cuyo fin es la extracción, transformación, y elaboración de bienes, el control de calidad de los mismos y la supervisión directa de las tareas mencionadas).
Estas cuestiones dejan traslucir que los graduados universitarios no escapan a la problemática del empleo que atraviesa a la población económicamente activa Argentina y consecuentemente santiagueña. Cabría agregar que en el escenario de los noventa se ha instalado con carácter de persistente el desempleo y aunque el nivel de instrucción de la población crece significativamente, la fuerza laboral está más capacitada que en el pasado y el nivel de educación puede ser un elemento clave para conseguir empleo, un gran sector de los profesionales no encuentra un lugar en el mercado de trabajo. La consecuencia es que crece el desempleo entre los graduados universitarios.
Hoy en día, cada vez más gente alcanza niveles educativos más altos, de modo que la oferta de profesionales ha crecido mientras la demanda se estanca o retrae, lo que indicaría que no es la falta de educación lo que limita las posibilidades de trabajar sino que la economía no genera la suficiente cantidad de empleos aún para la franja de los más capacitados que son los que poseen mayor empleabilidad.
El aumento del desempleo, los altos índices de subocupación visible e invisible unidos a otras formas de precariedad laboral, fueron erosionado también los ingresos de los graduados. Si bien la gente con menos educación tuvo una pérdida de ingresos superior a los que tienen mayor formación, los resultados de la investigación demuestran que el ingreso promedio de los egresados no supera los mil pesos por mes en el sector público. Esta constatación se vincula fuertemente con la política de achatamiento de la brecha salarial, que a través de diversos decretos, se implementó en la administración pública provincial. De este modo, los ingresos percibidos apenas alcanzan a cubrir el valor de una canasta familiar básica de alimentos y servicios para una familia tipo (matrimonio y dos hijos). Pero, en el sector privado que ocupa a un insignificante porcentaje de graduados, los ingresos se elevan notoriamente (hasta dos mil quinientos pesos mensuales) lo que estaría planteando que el trabajo profesional tiene un valor de cambio variable según sea el sector de inserción laboral.
Por su parte, cabe destacar que la gran mayoría de los universitarios ocupados manifestaron no estar conformes con lo que ganan, en tanto que los desocupados estarían dispuestos a trabajar por mucho menos de lo que perciben los profesionales que actualmente tienen alguna ocupación.
COMENTARIOS FINALES
Parece ser que, la tesis de la formación de recursos humanos por la que el sistema educativo – en nuestro caso el universitario – proveería tanto en cantidad como en calidad la mano de obra que el sistema económico requiere y que la dinámica de las estructuras productivas absorbería y emplearía adecuadamente, no encuentra confirmación en nuestra realidad dado el alto grado de "desaprovechamiento" de los grupos universitarios considerados.
De modo tal que en relación a la situación laboral de los profesionales se observa una subutilización y depreciación de la educación por lo que aunque la política económica actual insista en estimular la certificación en realidad no parece demandar mayores conocimientos o niveles más altos de instrucción formal para su funcionamiento en el contexto provincial
Es decir que el modo de inclusión laboral por sectores de actividad reproduce las pautas básicas de la configuración del empleo provincial, al que dos notas paradigmáticas lo definen: exigüidad del empleo en el sector privado y sobre representación del público.
Si esta situación persiste, cosa por otra parte muy probable dadas las escasas o nulas perspectivas dinamizadoras de los sectores productivos en la provincia, cabría preguntarnos qué pasará con los futuros profesionales en el marco de las políticas de achicamiento del Estado.
Aquí es donde se instala con más fuerza, lo que en el debate actual no puede soslayarse, la posible mayor inempleabilidad de los más calificados. Y cuando no hay puestos asalariados lo que aparece es un enorme contingente de jóvenes que carecen de la capacidad para autogenerarlo.
Por su parte, los resultados de la investigación permiten afirmar que en las condiciones actuales, la educación superior más que posibilitar una inserción privilegiada o evitar el desempleo, se convertiría en un "paracaídas"(Gallart, Moreno y Cerrutti, 1994), metáfora que sirve para sensibilizar y comprender el proceso de descenso, aunque más lento, de quienes concurren más años al sistema educativo
Sin embargo, pese a los altos índices de subocupación y desempleo encontrados en los grupos profesionales analizados, no se puede dejar de señalar que una mayor educación contribuye a facilitar la inserción laboral con mayores perspectivas de estabilidad y en condiciones de menor fragilidad.
Así planteadas las cosas, se podría pensar que aún hoy la formación universitaria juega un papel destacado para el acceso a un puesto, pero hay que decirlo, por sí sola no, ya que en esa determinación interactúan también las condiciones objetivas del mercado de trabajo, y la titulación obtenida, entre otros factores.
A nuestro entender, se necesita además una gran permeabilidad del sistema productivo al uso del conocimiento y alguna regulación desde el mercado o planificación desde el Estado para orientar la formación de recursos humanos hacia las necesidades de la sociedad.
También la universidad debe sumarse porque aunque tiene el derecho de tomar iniciativas autónomas, tiene el deber de traducir a su propio lenguaje las demandas y determinaciones que le llegan desde los distintos ámbitos sociales y económicos.
El desafío de hoy es contribuir a revalorizar al sistema educativo universitario, no sólo con miras al trabajo sino también para promover una sociedad más justa y equitativa que tome en cuenta la dimensión humana de los procesos estructurales.
Lic. Saravich Carlos Javier
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