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Abecedario O es por Obesidad: La neurociencia, la genética y la Clínica

Enviado por Felix Larocca


  1. Lo nuevo en el campo de nuestras ciencias
  2. Siguiendo los pasos de Darwin
  3. El eje ghrelina-obestatina
  4. Para Mantener el Peso Perdido: La Lección Derivada de un Experimento Informal y Empírico en seres humanos
  5. Método
  6. En resumen
  7. Bibliografía

"Escribiendo acerca de las varias enfermedades y brotes epidémicos que han plagado este mundo durante toda nuestra Historia, la humanista norteamericana Susan Sontag, expone en su libro La Enfermedad como Metáfora (Illness as a Metaphor) lo que ella plantea son los factores que promueven la emergencia universal (culturalmente determinada) de ciertas condiciones médicas que caracterizan cualquier período histórico sujeto al escrutinio del investigador". FEFL en La Enfermedad.

Lo nuevo en el campo de nuestras ciencias

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Código genético

Craig Venter está en el umbral de crear la primera vida humana en su laboratorio, un hecho que — a pesar de sus críticos — los inquisidores del siglo XXI, significa mucho para nuestro mundo — víctima del despojo de sus recursos y de una explosión demográfica tan irresponsable como evitable.

Los mayores avances que se han logrado en los últimos años en el entendimiento de nuestros procesos fisiológicos y en la aplicación de esos conocimientos a nuestras enfermedades provienen de dos disciplinas interrelacionadas: La genética y la neurociencia.

Debido a la enormidad que representaría una revisión de todos los avances este año que recientemente concluyera, nos limitaremos a los que, quienes leen nuestras columnas, buscan en las mismas.

Comencemos con las aplicaciones de algunos de los desarrollos recientes en el campo de la gordura y el sobrepeso — que no son, exactamente, lo mismo.

Casi todos los procesos que regulan el funcionamiento del organismo están dirigidos por hormonas y neurotransmisores. Para el control de lo que comemos, la leptina, descubierta en 1994 y con propiedades supresoras del hambre, fue la primera que se aisló de estas sustancias. Cinco años después fue descrita la ghrelina, una hormona con efectos opuestos, ya que aumentaba el apetito y la acumulación de peso. Los trabajos más recientes están centrados en otra sustancia de aparición reciente, la melanocortina, cuya función es similar en acción a la leptina.

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Eje leptina-ghrelina

Todas estas investigaciones han sido conducidas en el laboratorio — de manera exclusiva, con el uso de animales experimentales, especialmente roedores.

Un estudio que publica la revista Science revela la existencia de una nueva hormona denominada obestatina que viene a completar este 'póquer molecular' implicado en el control del peso y de la ingesta de alimentos.

La investigación, realizada en la Universidad de Stanford en Palo Alto CA ha aprovechado la información contenida en el genoma humano y en el de otras especies, para que, mediante técnicas de análisis bioinformático, descubrir casi simultáneamente la existencia de esta nueva molécula, describir sus efectos y el receptor sobre el que, supuestamente, ésta actúa.

Según el endocrinólogo Aaron Hsueh, autor del estudio, "la obestatina puede tener potencial como fármaco supresor del apetito y por tratarse de un pequeño péptido podría ser administrada mediante inyecciones o incluso por inhalación nasal". Esto la haría candidata para el tratamiento de la obesidad en la rata. La clave aquí, es que el potencial es virtual, porque aun no se ha corroborado. De todos modos, Hsueh, mismo, ha advertido que la hormona aún no ha sido estudiada en personas y que sólo se ha investigado en ratones — Of Mice and Men…

Siguiendo los pasos de Darwin

Los investigadores se centraron en las hormonas peptídicas, caracterizadas por ser proteínas de pequeño tamaño, fáciles de fabricar en el laboratorio y de administrar a los futuros pacientes. Este tipo de mensajero trasmite sus impulsos a las células a través de una clase de receptor conocido genéricamente como receptor acoplado a la proteína G (RAPG).

De los 300 RAPG que existen en el genoma humano se seleccionaron aquellos para los que no se conocía ninguna hormona y de entre estos, los 30 que, de acuerdo a los investigadores, tuviesen más probabilidades de corresponder a una hormona peptídica — basándose en el análisis evolutivo de diferentes especies, no contando la nuestra.

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Receptor acoplado a la proteína G (RAPG)

El siguiente paso fue identificar la hormona correspondiente a cada secuencia genética. Para ello, de nuevo recurrieron a las teorías evolucionistas, centrándose sólo en secuencias del genoma que hubiesen perdurado sin modificación durante millones de años, es decir, presentes en animales simples de crías mamíferas. El razonamiento detrás de esta estrategia es que las zonas del genoma que permanecen invariables corresponden a moléculas con gran valor de actividad biológica.

Pues bien, en la misma secuencia genética de la hormona ghrelina encontraron otra porción de ADN que codificaba la producción de una proteína que los investigadores denominaron obestatina. El siguiente paso fue demostrar si, más allá de la investigación sobre el genoma, efectivamente existía esta proteína en animales cautivos.

Los investigadores aislaron efectivamente la presencia de obestatina en el estómago y cerebro de ratas. Para evaluar los efectos de esta nueva sustancia la inyectaron en el abdomen y en el sistema nervioso de estos roedores. En ambos casos se comprobó que la administración de obestatina era capaz de suprimir la ingesta de alimento, sin cuantificar si el hecho de haber recibido una inyección intraperitoneal era relevante al hallazgo — así se hace "ciencia".

El eje ghrelina-obestatina

Este mismo equipo de investigación ha sido capaz de identificar el receptor para esta hormona y descubrir su presencia en el estómago, intestino y partes del sistema nervioso como la hipófisis y el hipotálamo.

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Esta investigación, para ellos, demuestra cómo es posible utilizar los avances hechos sobre el genoma para identificar nuevas moléculas ayudados por la informática. Por otro lado, ha expuesto cómo un mismo gen es capaz de producir en zonas muy cercanas dos hormonas con acciones opuestas como son la ghrelina y la nueva obestatina que ejercerían acciones contrarias en la regulación del peso corporal.

Esta respuesta ni es nueva ni extraordinaria, ya que existe en casos de obesidad hipotalámica y se conoce por más de cincuenta años (véase mi artículo en The Psychiatric Clinics of North America). Plus ça change…

Para los investigadores, el hecho de que ambas hormonas sean codificadas por el mismo gen implica que derivan de un antepasado común. A lo largo de la historia evolutiva de las especies habrían aparecido dos hormonas diferenciadas y con efectos opuestos que regularían el delicado equilibrio sobre los mecanismos que controlan la ingestión de comida, y el peso corporal.

La administración de ghrelina produce aumento en la ingesta de alimento, disminución en el gasto energético y, por tanto, ganancia de peso. La obestatina por su lado es anoréxica — disminuye el consumo de alimento — ralentiza el vaciamiento de estómago e intestino y disminuye la ganancia de peso en ratas.

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Lo que aún nada nos explica de los mecanismos y la homeostasis del comer humanos.

Ahora, revisemos un ensayo minúsculo que lleváramos a cabo hace tres años, y cuyos resultados hemos aplicado provechosamente al control del sobrepeso de muchos pacientes.

Para Mantener el Peso Perdido: La Lección Derivada de un Experimento Informal y Empírico en seres humanos

Muy a menudo se encuentra uno con el hecho de que, por lo menos en círculos de orientaciones académicas y científicas, el tratamiento y la cura de la gordura se contemplan con dudas.

A pesar de que los programas dietarios en Norteamérica han proliferado enormemente, a pesar de que la educación del público se ha intensificado por medio de campañas de educación muy ambiciosas, y, a pesar de que la industria de comidas "Lite" (dietéticas) nos proporcionan una selección tremenda de comidas alternativas, la obesidad en los EE.UU. ha comenzado a afectar a un 63% de la población adulta. La República Dominicana, y los países latinoamericanos blanco de tiro para las industrias Norteamericanas que ofrecen "fast food", muy pronto tendrán que considerar y confrontar el mismo problema que enfrenta nuestro vecino norteño en este respecto.

El problema más serio que se plantan los profesionales, quienes bajo la dirección del ampuloso y vistoso ex-Cirujano General de los EE.UU. C. Everett Kopp, lanzaron hace muchos años una campaña ambiciosa para erradicar este problema, es que cómo no se conoce a ciencia cierta la(s) causa(s) de el acertijo, nadie sabe por dónde se deba de empezar. De modo que, como sucede con tantas cruzadas bien intencionadas, nosotros creemos que esta campaña también — que ha fallado de modo rotundo — seguirá fracasando.

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Respondiendo al aprieto en que se encontraba una paciente, quien se quejaba de que estaba "atascada" en su progreso para perder el peso que aún le restaba en sus metas, ciertas observaciones y experimentos nos proveyeron con alguna penetración en este dilema.

Hace trece meses que nuestra cocinera-ama de llave se ha ocupado de preparar la comida propia, la del jardinero y el celador o guachimán de nuestra casa. Ella cocina almuerzo para ellos de lunes a viernes, para ella, solamente, de lunes a jueves y, para el "guachimán", sábado, domingo. Además de preparar todas las comidas que consume este último cuando estamos fuera.

El ama de llaves ni duerme en la casa, ni cocina para nosotros. La comida que prepara para los dos empleados, para los días que ella no trabaja, se la guarda en su propia nevera y ellos se la calientan. Nosotros les proveemos, entre otras cosas: arroz, víveres, carnes, aceite vegetal, "calditos", vinagre, salsas, pero no azúcar (ellos compran ésta y la sal con el dinero que se les proporciona para lo que necesiten adicionalmente). En esta situación empírica tenemos un índice visible de aumento de peso. La cocinera (la única de los tres que se ha pesado) en trece meses ha aumentado 49 libras consumiendo la comida del mediodía solamente y, eso ha sido, consumiéndola solamente cuatro veces a la semana. El "guachimán" ha tenido que reemplazar sus uniformes tres veces por otros más amplios. ¿Y, el jardinero? — él no ha ganado ni una onza perceptible — pero este último labora físicamente de manera constante y come muy escuetamente.

Ramón, el jardinero, es haitiano y delgado. Su filosofía la resume de esta manera: "A mis mujeres no les gusta que yo sea gordo".

Si uno cuida lo que come del modo como Ramón se ocupa de "sus mujeres", la obesidad en el hombre hubiera desaparecido hace años.

Desde el hace mucho tiempo, nosotros nos alojamos de lunes a miércoles en un hotel de la Capital el cual suministra el desayuno y unos bocadillos por la noche, como parte del precio de la habitación. Creyendo, que si uno le añade una cantidad pequeña de comida a la dieta usual, que ello se reflejaría en un aumento de peso a largo plazo — aunque no se hagan más cambios.

Para nuestros propósitos, enlistamos la colaboración de treinta empleados (20 de "control") del piso y del hotel donde nos hospedamos, a quienes pagáramos un estipendio modesto por su participación en nuestro experimento.

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Diferentes estrategias de comer

Método

A diez de los voluntarios les ofrecimos 5 rebanadas delgadas del jamón del desayuno los días martes y miércoles, que eran los días que estábamos en el hotel. A otros diez voluntarios se les proporcionaron frutas frescas en cantidades dobles a las de jamón, y a otras diez personas se les pidió que, simplemente, estuvieran conscientes de su peso por los próximos diez meses. Los voluntarios eran cinco hombres, y cinco mujeres, todos jóvenes, en cada grupo de edades correspondientes.

Los resultados fueron los siguientes:

Los que consumieron el jamón durante los diez meses, reportaron un incremento de peso de por lo menos 7¾ libras cada uno. Los que comieron fruta, perdieron un promedio de dos libras y cuarto cada uno. El tercer grupo, sorprendentemente, no permaneció estable: un voluntario ganó seis libras desde la celebración de la fiesta de Thanksgiving — ello en preparación para ganar más en las pascuas venideras — otro voluntario ganó tres libras y media sin saber porqué, y, la tercera, acumuló once libras en tres semanas que pasara de vacaciones. Esta última, nos dijo que sabía la razón, pero no quiso discutirlo.

En resumen, parece ser obvio que este experimento de diseño aficionado, corrobora los experimentos más rigurosos que ha reportado el Dr. William I. Bennett, los cuales demuestran que los métodos por los cuales se ganan y se pierden las libras no están supeditados a un control "fiduciario". Como si fuésemos un banco.

Ni como lo hacen las aplicaciones clínicas de las hormonas que, arriba mencionáramos.

A mi amiga quien está estancada, yo la aliento a localizar el eslabón débil en el sistema que ha seguido, asistiéndola en hacer cambios en su plan basados en el "experimento" descrito.

Las diferencias del modo como el sobrepeso afecta los dos sexos hay que considerarla cuando se tratan hombres y mujeres con este problema.

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Acaparador de energía

Aparentemente el sobrepeso pesa más en las mujeres que en los hombres

De acuerdo a un estudio conducido por el Dr. Peter Muennig en NY, las mujeres son más susceptibles a las consecuencias adversas de la obesidad que los hombres. Lo que, de acuerdo a estudios epidemiológicos, puede tener consecuencias insospechadas para el planeamiento de programas para control del sobrepeso — ya que todos los sistemas dietéticos conocidos no son sexistas, ya que no consideran que diferencias existentes entre hombres y mujeres.

Los investigadores, miembros de la facultad de Columbia University, enfatizan el hecho establecido de que las mujeres tienden a acarrear más peso, por diferencias físicas, que los hombres.

Añadiendo a sus observaciones, que los hombres sufren de menos complicaciones sociales que las que reportan las mujeres, ya que su representación en los rangos de las anoréxicas, las bulímicas y de quienes dietan son menores en números.

Un buen consejo es evitar las dietas en general — pero si se prefiere no hacerlo, que se tome en consideración las que especifican diferencias en el plan dietético entre los sexos — sin ser sexistas — y de las que ninguna existe.

En resumen

Los progresos recientes en el campo insondable de la obesidad corroboran que todo lo nuevo no lo es…

Bibliografía

  • Larocca, FEF: La Enfermedad en monografías.com

  • Larocca, FEF: Obesidad en monografías.com

  • Larocca, FEF (ed): (1984) The Psychiatric Clinics of North America: Issue on Eating Disorders WB Sanders

Para material abundante acerca de este tema: http://www.monografias.com/cgi-bin/search.cgi?query=obesidad%20larocca

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Eva sabía qué comer…

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca