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Gestión monopolista del discurso publicitario… con argumentos de dudosa procedencia


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    El discurso específicamente dogmático religioso o teológico (aunque en un principio teocéntrico), de carácter axiológico, moralista, emotivo y atrayente, se ha venido utilizando desde el momento mismo del nacimiento de estas doctrinas sustentadas por un grupo de personas las cuales argumentan tener la revelación de la salvación del hombre, del tortuoso designio al que fue imputado y condenado eternamente por el primer delito conocido en la mítica historia del hombre, como lo fue el muy célebre caso de nuestros primitivos ancestros al cometer el denominado pecado original[1], aún cuando carecían de la característica depresión umbilical[2].

    Revelación ésta dada por la palabra de una divinidad que la ha comunicado en un momento de iluminación para quien o quienes han sido escogidos por su virtud individual. De modo que su principal tarea sea la de llevar tal mensaje al resto de los hombres.

    El uso del recurso publicitario como medio de propagación masiva del mensaje ideológico, hace posible entonces su rápida divulgación, aceptación, digestión y adaptación del testimonio gráfico,  por parte del grupo o conglomerado social al que va dirigido,  o simplemente su omisión y  desentendimiento, e inclusive hasta caer al punto de la crítica directa. Todo es cuestión de estrategia.

    Dicho testimonio es generalmente impreso en íconos, estatuas, símbolos  y otras representaciones sacramentales  y celestiales organizadas de forma jerárquica, al igual que la estructura interna funcional de la iglesia. Un ejemplo sería la distribución de los nueve coros en orden decreciente; estos coros son: serafines, querubines, tronos, dominaciones, potestades, virtudes, principados, arcángeles y ángeles. Además pues de los bien considerados sermones eclesiásticos.

    A medida que la sociedad va mostrando su perfil consumista, ya en la época medieval luego de la caída en occidente del romanorum imperii[3], la idea de ofrecer bienes y servicios y darles salida, se convierte en el principal tema de la dominante y monopolista Iglesia Católica, en un momento de gran auge y expansión principalmente por el territorio europeo y congraciada con el pensamiento de Carlomagno  (742 al 814), rey de los francos y emperador de los romanos, quien adopta el catolicismo como su propia religión y por tanto la del imperio.

    Durante los siglos XIII y XIV, los árabes insertan el arte de hacer papel en Europa, específicamente en España, y con ello, se fundan las primeras fábricas de papel en remplazo de los acostumbrados trapos[4] utilizados por los escritores. Esto permite compilar grades cantidades de información en libros manuscritos elaborados por monjes, destinados a la impartición de la doctrina.

    A mediados del siglo XV aparecería el invento que la daría el boom a la transformación de los procesos gráficos mediante la implantación de un sistema manual de moldes metálicos que permitirían la impresión directa y continua de caracteres sobre el papel. Este maravilloso artificio, presunto iniciador de la etapa de la ilustración, llega por manos y mente del impresor alemán Johann Gutenberg.

    Así se dejan a menor consideración los libros manuscritos y aparecen los libros impresos. Como primera referencia de éstos, se tiene El Libro de los Salmos, dejando constancia de su editor y lugar de edición.

    La producción en masa de documentos impresos, daría paso a una de las mayores propagandas publicitarias  y uno de los mayores fraudes, entre tantos, de la historia eclesiástica. Háblese pues de la promesa contractual de la redención de los pecados cometidos a modo de impuesto, mediante una remisión dada por la comisión de los pecados mejor conocida como indulgencia.

    Estas indulgencias fueron implantadas por el papa Julio II y seguido su proceso por el papa león X, con el fin de recaudar los fondos para la construcción de la basílica de San Pedro en Roma, la cual hoy se puede apreciar como una de las más bellas obras de arte arquitectónico del renacimiento

    Por el mismo medio que le dio vida a tan ambicioso proyecto, el teólogo y religioso alemán Martín Lutero, publica en papel sus 95 tesis en contra de las indulgencias. La ingeniosa forma en que Lutero publicaría su persuasiva retórica, causó gran conmoción entre el público y la propia estructura del patriarcado con su mensaje de oposición, el cual tuvo una rápida difusión fracturando la sacra ideología y creando división.

    A medida que las naciones van evolucionando en su sistematización normativa por medio de códigos y constituciones, el terreno de la iglesia y de cualquier grupo de carácter espiritual y carismático para tomar decisiones políticas partiendo de sus preceptos y dogmas  se ha ido perdiendo, permitiendo esto la multiplicidad y libertad del pensamiento individual y de su libre expresión, sobre la imposición adquirida gracias a la tradición. Se convierten las sociedades en dinámicas y flexibles, almacenando poco de la cultura funcionalista y conservadora antes influenciada, dándole amplio paso al concepto de libertad.

    La intensificación de la campaña publicitaria a través de los medios y en medio del comercio, sobre todo a partir de la revolución industrial, dado este primer y largo paso se  facilita la forma por la cual se ven resueltos y complacidos la mayor parte de los intereses de lo que se ha convertido en una sociedad de consumo ya muy liberada de los primitivos dogmas de dudosa procedencia impuestos por restringidas asociaciones.

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