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La palabra de Dios ilumina tu camino


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. La Biblia
  3. Textos Bíblicos: La Palabra de Dios
  4. Reflexiones
  5. Conclusión

La Palabra de Dios es luz en el camino. Es viva y eficaz y más tajante que espada de doble filo. Penetra hasta la raíz del alma y del espíritu. Y permanece para siempre. Ella es alimento del alma y alegría del espíritu. La Palabra de Dios es una guía, pero también un alimento espiritual. Confía en Jesús y confía en las promesas que Dios te hace en su Palabra. La Palabra de Dios nos guia por el camino de la vida en medio de tantas tentaciones y dificultades. La Palabra de Dios ilumina para confiar, para alabar, para luchar o para superar las tentaciones y seguir el camino del bien.

El que no conoce la Sagrada Escritura no conoce a Cristo.

(S. Jerónimo)

  • 1. La Biblia merece respeto. ¿Cuál es el lugar más importante en nuestro hogar; la televisión o la Biblia abierta? Todo hogar cristiano debería tener una Biblia abierta en un lugar visible, para manifestar que en esa casa se toma en serio la Palabra de Dios.

  • 2. Merece toda nuestra estima. Ojala la amemos tanto que sea nuestro libro de cabecera para leer algunas frases todos los días. Como nos dice Dios en el libro de Josué: Que este libro de la Ley no se aparte nunca de tu boca, tenlo presente día y noche para procurar hacer cuanto en él está escrito y así prosperarás en todos tus caminos y tendrás éxito.

  • 3. Hay que leerla. Dichoso el que lee y escucha las palabras de esta profecía y observa las cosas que en ella están escritas.

  • 4. Hay que escucharla atentamente. La fe viene de la escucha de la Palabra de Dios. Seamos como Sergio Pablo, procónsul y varón prudente, que hizo llamar a Bernabé y Saulo, porque deseaba escuchar la Palabra de Dios. Y Jesús promete que serán felices los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. Dile con fe: Habla, Señor, que tu siervo escucha.

  • 5. Hay que creerla. Lo escrito en este libro ha sido para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. Vosotros que escucháis la Palabra de la verdad, el Evangelio de nuestra salvación, en el que habéis creído, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.

  • 6. Hay que estudiarla. Como los judíos de Berea que examinaban diariamente las Escrituras. O como los de Corinto, a quienes Pablo enseñó la Palabra de Dios durante un año y medio. Y Jesús mismo nos insiste en estudiar las Escrituras, porque ellas dan testimonio de Mí.

  • 7. Hay que memorizar algunos textos. Queden grabadas en tu corazón estas Palabras que yo te mando hoy. Se las repetirás a tus hijos. Se las dirás, tanto si estás en casa como si vas de viaje, cuando te acuestes y cuando te levantes, las atarás a tu mano como una señal, como un recordatorio ante tus ojos.

  • 8. Hay que vivirla. Dichoso el que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica. Todo el que oiga mis palabras y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca; cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y embistieron contra la casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca.

  • 9. Hay que proclamarla. Vayan por el mundo entero, predicando el Evangelio a toda criatura. Pidamos esta gracia: Señor, da a tus siervos el don de proclamar tu Palabra con toda libertad, extiende tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios por el nombre de tu santo siervo Jesús. "Y, después de haber orado, tembló el lugar donde estaban reunidos; y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y hablaban la Palabra de Dios con libertad". Entonces, no te avergüences jamás del testimonio de Nuestro Señor. Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, vitupera, exhorta con toda paciencia y doctrina. Y, cuando tengas oportunidad, proclama la Palabra de Dios y creyendo que Dios habla a la Asamblea a través de ti, que eres su instrumento. La Eucaristía es Jesús vivo y resucitado, presente entre nosotros como un amigo que nos habla.

Dios no quiso que se callase

Lo que quiso que se escribiese.

(San Agustín)

Para vivir mejor.

La Biblia es un libro abierto para todos. Es un libro donde se narra una historia de amor entre Dios y el hombre. Podríamos decir que es una carta de nuestro Padre Dios a sus hijos los hombres para que no equivoquen el camino en la dura batalla de la vida. Es una carta de amor donde nuestro papá Dios nos habla de su gran amor por nosotros hasta el punto de entregar a su propio Hijo Jesús a la muerte por salvarnos. Un amor incondicional que siempre nos espera, a pesar de todos los pecados que podamos cometer. Siempre nos está esperando con los brazos abiertos.

Dios es amor y no puede dejar de amar. Ama a todos sin excepción, al justo como al pecador.

A lo largo de las páginas de la Biblia encontramos frecuentemente la idea del amor de Dios. Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo unigénito. No sólo ama a todos en conjunto. Nos ama a cada uno en particular. A cada uno nos conoce por nuestro nombre y apellidos. "Tiene contados hasta los cabellos de nuestra cabeza" Por eso, nos dice en particular a ti y a mí: "Tú eres a mis ojos de gran precio, de gran estima y yo te amo". "Te he amado desde toda la eternidad".

Otra idea fundamental que aparece a lo largo de la Biblia es que nosotros debemos amar, que nuestra vida sólo tiene sentido en el amor a Dios y al prójimo. De estos dos mandamientos pende toda la Ley y los profetas. Es decir, toda la Biblia está resumida en el gran mandamiento del amor a Dios y a los demás. Por eso, insiste tanto Jesús: "Os doy un mandamiento nuevo, que os améis los unos a los otros" (Jn 15:12-17). "El amor es la plenitud de la ley" (Rom 13:10).

Hay que amar a todos, hacer siempre el bien, bendecir, ayudar, servir. Nunca hacer daño a nadie. Incluso, dice Jesús: "Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian" (Lc 6:27-28).

Evidentemente, todo esto no es fácil, sobre todo amar a los enemigos. Pero Jesús ya nos ha dicho: "Sin Mí no podéis hacer nada" (Jn 15, 5). Pero con Él podemos todo. Así lo dice san Pablo: "Todo lo puedo en Él que me fortalece" (Fil 4, 13).

Otra idea fundamental es la necesidad que tenemos de confiar en Dios. Dios es un Papá poderoso, nosotros somos pobres seres humanos, siervos inútiles. Él lo puede todo, nosotros no podemos nada. De ahí la necesidad de confiar en Él en los momentos difíciles de la vida: ante una enfermedad, la muerte de un ser querido, ante problemas humanamente insolubles, ante el sufrimiento de cada día… Él quiere que confiemos en Él aunque, a veces, se haga esperar. Pero la confianza en Él es la prueba esencial para demostrarle hasta dónde llega nuestro amor. Nos dice: "No tengas miedo, porque yo estoy contigo" (Is 41:10; 43:4). Es realmente asombroso para quien lee detenidamente la Palabra de Dios que las palabras No tengas miedo se repiten incesantemente. Dios quiere que actuemos como niños pequeñitos que se dejan llevar por su Padre Dios. Él sabe a dónde nos lleva. Él sabe lo que necesitamos y cuándo lo necesitamos. Él lo sabe todo y Él tiene su plan para nosotros. Dejémonos llevar sin miedo, sabiendo que Él siempre está a nuestro lado y nunca nos dejará solos.

Esta idea de su compañía permanente es muy frecuente. "Yo nunca te dejaré ni te abandonaré" (Jos 1:5). "Yo te enseñaré el camino que debes seguir" (Sal 32:8). "Te tengo grabado en la palma de mis manos" (Is 49, 15-16). "Yo estoy contigo y te bendeciré adondequiera que tú vayas y no te abandonaré hasta cumplir mis promesas" (Gen 28, 15).

Es realmente hermoso saber que tenemos un Papá que nos cuida con ternura. Así quiere que lo llamemos, así nos lo enseñó Jesús. ¿Quién se hubiera atrevido en aquel tiempo a llamar a Dios con el nombre de Abbá, nombre con que los niños hebreos llamaban a sus padres? Nadie, porque ni siquiera se atrevían a pronunciar el nombre de Dios para evitar faltarle al respeto. Pero Jesús nos enseñó que su Padre era nuestro padre y debíamos llamarlo con confianza, como los niños, y decirle papá.

Esta era una novedad tan grande que san Marcos, al hablar de la Pasión, pone la palabra hebrea abbá (papá) en vez de traducirla al griego en que escribe. Y Jesús, en los momentos difíciles de Getsemaní, dice: "Abbá (Papá), todo te es posible, aleja de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya" (Mc 14:36).

San Pablo, siguiendo esta enseñanza de Jesús, también pone la misma palabra abbá sin traducirla: "Ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios: Abbá: papá" (Rom 8:15-17).

¡Maravilloso en verdad! Es el camino de la infancia espiritual que nos enseñó la gran doctora de la Iglesia santa Teresita del niño Jesús. Es lo que ya Oseas nos da entender, cuando pone en boca de Dios: "Yo le enseñé a andar, lo levanté en mis brazos… Fui para ellos como quien alza una criatura contra su mejilla y me bajaba hasta ella para darle de comer" (Oseas 11:3-4).

¡Sí, somos hijos de Dios! El Papá de Jesús es nuestro papá y podemos acudir con confianza a Él en todas nuestras necesidades, sabiendo que está pronto a escucharnos y ayudarnos. Y para que su amor a nosotros sus hijos llegara a la plenitud, envió a su Hijo Jesús para hablarnos personalmente como un amigo cercano. ¿Quién podría tener miedo de un Dios hecho niño en Belén, de un Dios que jugaba con los niños y los abrazaba y los bendecía? ¿De un Dios que muere por amor y que por amor nos entrega a su propia madre como madre nuestra? Y para rematar la corona, Jesús se queda con nosotros en la Eucaristía para que podamos encontrarlo muy cerca siempre que lo necesitemos. Él nos lo prometió: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20). ¿Podíamos esperar algo más? Pues nos envió al Espíritu Santo para que nos transformara en auténticos evangelizadores y así pudiéramos ayudarle en la gran tarea de la salvación del mundo. "El Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre les enseñará todo y les recordará todo lo que les he dicho" (Jn 14:26). "Y les guiará hacia la verdad completa" (Jn 16:13).

La Biblia como Carta de nuestro Padre Dios, podríamos resumirla en pocas palabras, más o menos, así: Querido hijo mío:

"Desde toda la eternidad he pensado en ti y he soñado grandes cosas para ti. Tengo grandes proyectos para tu vida. Por eso, te escribo esta carta para que no te equivoques de camino y vayas siempre por el camino del bien. Perdona siempre a todos los que te ofendan y nunca hagas daño a nadie. Ama a todos sin excepción, porque el amor es el único camino de la felicidad. Y, pase lo que pase, no tengas miedo, confía siempre en Mí. Yo soy tu papá y siempre estoy a tu lado para ayudarte. Y te perdonaré tus pecados, si vienes arrepentido hacia Mí.

Tú eres mi hijo querido y eres para mí más precioso que todo el universo. Cuando estés triste, deprimido, enfermo o atribulado por cualquier dificultad, ven a Mí y cuéntame tus cosas. Yo me sentiré feliz de oírte y de ayudarte. Y, cuando estés alegre y contento, no olvides que todo lo que tienes es un regalo de mis manos y que debes agradecerlo y aprovecharlo para hacer felices a los demás.

Como papá, deseo lo mejor para ti. Por eso, quiero que cumplas siempre mi voluntad y nunca dudes de mi amor. Ciertamente, mis pensamientos no son tus pensamientos. Pero déjame guiarte. Abandónate en mis manos como un niño. No temas, déjate amar por Mí y sígueme.

Recuerda que Jesús murió por salvarte y siempre te sigue esperando en la. Él quiere ser tu amigo.

Pide al Espíritu Santo que te santifique cada día más y te transforme en un auténtico cristiano. Además, deseo que compartas tu fe y seas un evangelizador entre tus hermanos. Comparte con ellos tu fe y tu amor. No tengas miedo, háblales siempre de mi amor. Muchos me tienen miedo y no creen en Mí. Háblales de Mí y diles que también a ellos los amo y que serán bendecidos en la medida en que me amen y confíen en Mí.

Hijo, te amo con todo mi infinito amor. Un día no muy lejano vendré a buscarte para llevarte conmigo a mi reino de felicidad. Allí estaremos siempre juntos y yo me sentiré orgulloso de ti. Que seas santo, hijo mío.

Es mi mejor deseo para ti".

Tu papá Dios

Crean con fe inquebrantable en las sagradas Escrituras

como a testigos veraces.

(San Agustín)

Dios nos habla en su palabra y su palabra siempre es verdadera.

  • 1. La Palabra de Dios no puede fallar (Jn 10:35).

  • 2. Todos los textos de la Escritura son inspirados por Dios y son útiles para enseñar, para rebatir, para corregir, para guiar en el bien (2 Tim 3:16-18).

  • 3. La Palabra de Dios es verdadera, un escudo para quien se refugia en ella (Prov 30: 5).

  • 4. La fuente de la sabiduría es la Palabra de Dios (Eclo 1:5).

Por eso, podemos decir con agradecimiento:

  • 1. Tu Palabra, Señor, es lámpara para mis pasos, luz en mi sendero(Sal 119)

  • 2. Tu Palabra me da la vida (Sal 119:50).

  • 3. Tu Palabra, Señor, es para siempre, más estable que los cielos (Sal 119:89).

  • 4. Y yo escondí tus palabras en mi pecho para no pecar contra ti (Sal 119:11).

  • 5. Habla, Señor, que tu siervo escucha (1 Sam 3:9).

  • 6. Señor, envíame tu luz y tu verdad (Sal 43:3).

  • 7. Muéstrame, Señor, tus caminos (Sal 25:4).

Y Dios nos dice:

  • 1. La Palabra que sale de mi boca no volverá a mí vacía hasta que haya cumplido su misión(Is 55:10-11).

  • 2. Que este libro (de la Ley o Palabra de Dios) no se aparte nunca de tu boca, tenlo presente día y noche (Jos 1:8).

  • 3. Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas y conserva mis palabras en tu corazón (Prov 3:1).

  • 4. Hijo mío, atiende a mis palabras… guárdalas en tu corazón, porque son un manantial de vida para ti (Prov 4:20-23).

Dios es mi Papá y me dice:

  • 1. Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy (Sal 2:8).

  • 2. Tú eres mi hijo muy amado en quien tengo puestas todas mis complacencias (Mc 1:11).

  • 3. Hijo, tus pecados te son perdonados (Mc 2:5).

  • 4. Te he amado desde toda la eternidad y, por eso, te he mantenido mi favor (Jer 31:3).

  • 5. Con amor eterno me apiadé de ti… y nunca se apartará de ti mi amor (Is 54:8-10).

  • 6. Tú eres a mis ojos de gran precio, de gran estima y yo te amo (Is 43:4).

  • 7. Yo nunca te dejaré ni te abandonaré (Heb 13:5; Jos 1:5).

  • 8. No tengas miedo, porque yo estoy contigo (Is 43:5).

  • 9. Dame, hijo mío, tu corazón y que tus ojos hallen deleite en mis caminos (Prov 23:26).

  • 10. Antes de que fueras formado en el vientre de tu madre, yo te conocía y, antes que nacieras, yo te escogí (Jer 1:5).

  • 11. Te he llamado por tu nombre y tú me perteneces (Is 43:1).

  • 12. Tengo tu nombre grabado en la palma de mis manos y no puedo olvidarme de ti (Is 49:15-16).

  • 13. Confía en mí y no te apoyes en tu propia inteligencia (Prov 3:5).

De ahí que podemos decirle con todo cariño:

  • 1. Yo te amo, Señor, fortaleza mía (Sal 18:2).

  • 2. Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo (Jn 21:17).

  • 3. Aunque pase por un valle de tinieblas, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo (Sal 23:4).

  • 4. ¡Oh, Dios mío, qué precioso es tu amor! (Sal 36:8).

  • 5. Oh Señor, Dios mío, ayúdame y sálvame por tu amor (Sal 109.26).

  • 6. Haz que sienta tu amor por la mañana al levantarme, porque confío en Ti (Sal 143:8).

  • 7. Te doy gracias, Señor, por todas las maravillas que has hecho en mí. Yo soy un prodigio de tus manos (Sal 139:14).

  • 8. Dame un corazón puro y renuévame con espíritu firme (Sal 51:12).

Confianza en Dios.

Si Dios es mi papá y yo soy su hijo, es evidente que puedo confiar en Él, porque nunca me dejará solo y abandonado:

  • 1. "Bienaventurado el hombre que confía en Dios y pone en Él su confianza" (Jer 17.7).

  • 2. "Los que confían en el Señor son como el monte Sión: no tiembla, está asentado para siempre" (Sal 125:1).

  • 3. "El Señor es mi pastor, nada me falta" (Sal 23:1).

  • 4. "¿Qué te abate, alma mía? ¿Por qué gimes dentro de mí? Pon tu confianza en Dios" (Sal 42:6).

  • 5. "Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me acogerá" (Sal 27:10).

  • 6. "En paz me acuesto y en seguida me duermo, porque Tú, Señor, me haces vivir tranquilo" (Sal 4.9).

  • 7. "Sé de quién me he fiado" (2Tim 1:12).

  • 8. "Señor, a Ti he confiado mi causa" (Jer 20:12; 11:20).

  • 9. "En Dios confío y no temo, ¿qué podrá hacerme un hombre?" (Sal 56:5).

  • 10. "En ti confío, Señor, y no seré nunca confundido" (Sal 25:2 y 31:2).

Y nuestro Padre nos dice:

  • 1. "Tengan confianza, soy yo, no tengan miedo" (Mt 14:27).

  • 2. "Yo, tu Dios, te he tomado de la mano y te digo: No temas" (Is 41:13).

  • 3. "Yo nunca te dejaré ni te abandonaré" (Jos 1:5; Heb 13:5).

  • 4. "No tengas miedo, solamente confía en Mí" (Mc 5:36).

  • 5. "No tengas miedo, yo te he rescatado y te llamé por tu nombre y tú me perteneces" (Is 43:1).

  • 6. "Yo estoy contigo para salvarte" (Jer 30:11).

Por lo cual, hablemos de la importancia de confiar en Dios y digamos a todos: "Confíen en el Señor, Él es la roca irrompible" (Is 26:4).

Amar a todos sin excepción:

  • 1. Ámense los unos a los otros, porque quien ama a su prójimo ha cumplido la Ley, pues no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y cualquier otro mandamiento, se resume en esta frase: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no obra el mal al prójimo, pues el amor es la plenitud de la Ley (Rom 13:8-10).

  • 2. Si alguno dice que ama a Dios y aborrece a su hermano, está mintiendo, porque quien no ama a su hermano a quien ve, no es posible que ame a Dios a quien no ve. Y nosotros tenemos de Él este mandamiento: que quien ama a Dios, ame también a su hermano (1Jn 4:20-21).

  • 3. De estos dos mandamientos pende toda la Ley y los profetas (Mt 22:40).

  • 4. Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros… Esto les mando: que se amen unos a otros (Jn 15:12-17).

  • 5. No quieras para los demás lo que no quieras para ti (Tob 4:15).

  • 6. Hagan a los demás lo que quieran que les hagan a ustedes, porque en esto se resume toda la Ley y los profetas (Mt 7:12).

Perdón Incondicional:

  • 1. Quien aborrece a su hermano es un homicida y ya saben que ningún homicida tiene la vida eterna (1Jn 3:15).

  • 2. Si ustedes no perdonan, tampoco su Padre del cielo los perdonará (Mt 6:14).

  • 3. Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a los que los maldicen y oren por los que los calumnian (Lc 6:27).

  • 4. Sean comprensivos, perdonándose unos con otros como Dios los ha perdonado en Cristo (Ef 4:32).

  • 5. No devuelvan mal por mal, procuren el bien a todos. No se tomen la justicia por su mano… Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, si tiene sed, dale de beber… No te dejes vencer por el mal, antes bien, vence al mal con el bien (Rom 12:17-21).

  • 6. No devuelvan mal por mal ni ultraje por ultraje: al contrario, bendigan a todos, pues hemos sido llamados a ser herederos de la bendición (1 Pe 3:9).

  • 7. No te vengues ni guardes rencor (Lev 19:18).

  • 8. Si vas a presentar tu ofrenda ante el altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano; y luego vuelves a presentar tu ofrenda (Mt 5:23-24).

Y ahora di de todo corazón como Jesús: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23, 34).

Lucha contra el mal:

  • 1. Que no haya en medio de ti quien se dé a la adivinación, magia, hechicería, ni quien consulte a encantadores, a espíritus ni a adivinos ni a espiritistas. Eso es una abominación ante Dios (Det 18:10-12).

  • 2. No practiquen la adivinación ni la magia… no acudan a los que evocan a los muertos (espiritistas) ni a los adivinos ni los consulten para no mancharse con su trato (Lev 19:26-31).

  • 3. Que se presenten y te salven (si pueden) los astrólogos que observan las estrellas y te hacen saber cada mes lo que te sucederá. Son briznas de paja que ha consumido el fuego, no podrán salvar sus vidas del poder de las llamas y no habrá quien te salve (Is 47:13-15).

  • 4. Vístanse de la armadura de Dios para poder resistir las insidias del diablo, porque nuestra lucha no es contra la sangre o la carne sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los malos espíritus. Tomen, pues, la armadura de Dios para que puedan resistir en el día malo y, vencido todo, se mantengan firmes… Tomen el escudo de la fe para que puedan apagar los darlos encendidos del maligno (Ef 6:10-18).

  • 5. Resistan al diablo y huirá de ustedes (Sant 4:7).

  • 6. El diablo es mentiroso y padre de la mentira (Jn 8:44).

  • 7. Sean sobrios y vigilen, pues su enemigo el diablo, como león rugiente, anda buscando a quien devorar. Resístanle firmes en la fe (1 Pe 5:8).

  • 8. Si creen en Mí, expulsarán demonios (Mc 16:17).

Estás acostumbrado a mentir?

Dios te dice:

  • 1. No dirás falsos testimonios contra tu prójimo (Ex 20:16).

  • 2. No se engañen unos a otros (Col 3:9).

  • 3. Lucha por la verdad hasta la muerte y el Señor combatirá por ti (Eclo 4:33).

  • 4. Compra la verdad y no la vendas (Prov 23:23).

  • 5. Deja la mentira, que cada uno diga la verdad a su prójimo (Ef 4:25).

  • 6. Yo soy la verdad (Jn 14:6).

  • 7. Y la verdad os hará libres (Jn 8:32).

  • 8. Por eso, no quiero colocar la mentira en lugar de la verdad (Rom 1:25).

  • 9. Señor, detesto el camino de la mentira (Sal 119:104).

¿Tienes avaricia?:

  • 1. No tuerzas el derecho, no hagas acepción de personas, no recibas regalos, porque los regalos ciegan los ojos de los sabios y corrompen las palabras de los justos. Sigue estrictamente la justicia (Det 16:19).

  • 2. El dinero es una trampa para los que le sirven y todo insensato queda preso en él. Feliz el rico que fue hallado intachable, porque no fue tras el oro. ¿Quién es y lo felicitaremos? ¿Quién sufrió esta prueba y fue hallado perfecto? (Eclo 31:7-10).

  • 3. El que procede con justicia y habla con rectitud y rehúsa el lucro de la opresión, el que sacude la mano rechazando el soborno y tapa su oído a propuestas sanguinarias, el que cierra los ojos para no ver la maldad, ese habitará en lo alto y tendrá su alcázar en un picacho rocoso con abasto de pan y provisión de agua (Is 33:15-16).

  • 4. Rechazad toda maldad y todo engaño (1Pe 2:1).

  • 5. Los que quieren enriquecerse, caen en tentaciones, en lazos y en muchas codicias locas y perniciosas que hunden a los hombres en la perdición y en la ruina, porque la raíz de todos los males es la avaricia (1Tim 6:9-10).

  • 6. Que todos trabajen y el que no quiera trabajar que no coma (2Tes 3:10).

  • 7. Vuestra vida esté libre de avaricia (Heb 13:5).

  • 8. El que robaba, ya no robe, antes bien que trabaje con sus propias manos en algo de provecho y así pueda dar al que tiene necesidad (Ef 4:28).

  • 9. Es mejor dar que recibir (Hech 20:35).

¿Tomas "licor" en exceso?

  • 1. El que se da a la borrachera jamás se hace rico (Eclo 19:1).

  • 2. Vivamos decentemente… no en comilonas y borracheras (Rom 13:13).

  • 3. Ay de los que se levantan con el alba para seguir con la borrachera y se quedan por la noche hasta que el vino (licor) los caldea (Is 5:11).

  • 4. Estén atentos no sea que se emboten por la borrachera (Lc 21:34).

  • 5. No se mezclen con ninguno que sea fornicario, avaro, idólatra, maldiciente, borracho o ladrón (1Co 5:11).

  • 6. ¡No se engañen! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los maldicientes o borrachos entrarán en el reino de Dios (1Co 6:10).

  • 7. No se emborrachen con vino (licor), en el cual está el desenfreno (Ef 5:18).

  • 8. No te hagas el valiente con el vino (licor), porque a muchos perdió la bebida… La borrachera quita la razón y hace tropezar (Eclo 31:30).

  • 9. Basta ya de vivir en desenfreno…, comilonas y borracheras (1Pe 4: 3).

  • 10. No beban hasta emborracharse (Tob 4:15).

  • 11. Sean sobrios, estén alerta, que su enemigo el diablo, como león rugiente, anda rondando, buscando a quién devorar (1Pe 5:8).?

¿Eres impuro(a)

  • 1. El hombre impúdico consigo mismo no cesará hasta que su fuego se extinga (Eclo 23:23).

  • 2. Todo el que mira a una mujer, deseándola, ya adulteró con ella en su corazón (Mt 5: 28).

  • 3. No te entregues a prostitutas, no vayas a perder tu hacienda (Eclo 9:6).

  • 4. Los fornicarios no entrarán en el reino de Dios (1 Co 6:10).

  • 5. Deben saber que ningún fornicario tendrá parte en el reino de Dios (Ef 5:5).

  • 6. No sean como los paganos que… insensibilizados se entregaron a la lascivia para obrar con desenfreno toda clase de impurezas (Ef 4:19).

  • 7. Las obras de la carne son fornicación, impureza, lascivia… orgías y otras cosas semejantes, de las cuales os prevengo, como antes lo dije, que quienes hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios (Gal 5:20).

  • 8. Dios los entregó a las pasiones vergonzosas, pues las mujeres mudaron el uso natural en uso contra la naturaleza e igualmente los varones dejando el uso natural de la mujer, se abrasaron en la concupiscencia de unos por otros, los varones de los varones, cometiendo torpezas y recibiendo en sí mismos el pago de su extravío (Rom 1:24-27).

  • 9. Y Dios destruyó la ciudad de Sodoma por el pecado de sodomía, tener relaciones sexuales con personas del mismo sexo (Gen 18 y 19).

  • 10. La voluntad de Dios es su santificación: que se abstengan de la fornicación, que cada uno sepa guardar su cuerpo en santidad y honor… Dios no nos llamó a la impureza sino a la santidad (1 Tes 4:3-7).

  • 11. La fornicación y cualquier género de impureza y avaricia ni se nombre entre ustedes (Ef 5:3).

  • 12. El cuerpo no es para la fornicación sino para el Señor y el Señor para el cuerpo. ¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo? ¿Y voy a tomar los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? De ningún modo. ¿No saben que quien se allega a una prostituta se hace un cuerpo con ella?… Huyan de la fornicación. Cualquier pecado que cometa un hombre fuera de su cuerpo queda, pero el que fornica peca contra su propio cuerpo. ¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que habita en ustedes?… Glorifiquen a Dios con su cuerpo (1Co 6:13-20).

¿Cómo va tu matrimonio?

Ama y respeta a tu esposa.

  • 1. La mujer honesta es fuente de bendiciones y no tiene precio la mujer casta. Como resplandece el sol en el cielo, así la belleza de la mujer buena (Eclo 26:19-21).

  • 2. La mujer fuerte ¿quién la hallará? Vale más que las perlas. En ella confía el corazón de su marido y no tiene nunca falta de nada (Prov 31:10).

  • 3. ¿Para qué andar, hijo mío, tras una mujer extraña y abrazar en tu seno a una extranjera? Los caminos del hombre están ante los ojos de Dios. Él ve todos sus pasos (Prov 5:20-21).

  • 4. Ustedes, esposos, traten a sus esposas con discreción como a un vaso más débil, honrándolas como a coherederas de la gracia de la vida para que nada impida sus oraciones (1Pe 3:7).

  • 5. Ustedes mujeres, estén sujetas a sus esposos para que, si alguno se muestra rebelde a la Palabra, sea ganado sin palabras por la conducta de su esposa, considerando su respetuoso y honesto comportamiento. Y no se preocupen tanto de los peinados o de las joyas de oro o de los vestidos, sino de tener un espíritu manso y tranquilo que es de mucho valor ante Dios (1Pe 3:1-4).

  • 6. Que cada uno ame a su esposa y la ame como a sí mismo, y la mujer que respete a su marido (Ef 5:33).

  • 7. Las casadas estén sujetas a sus maridos como al Señor, porque el esposo es cabeza de la esposa como Cristo es cabeza de la Iglesia… Ustedes esposos, amen a sus esposas como Cristo amó a su Iglesia… Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne (Ef 5:22-31).

  • 8. En las relaciones matrimoniales hay que evitar todo lo que sea antinatural, concretamente, el onanismo. (Gén 38:9).

  • 9. Por otra parte, no hay que negarse a las relaciones íntimas sin causa grave y justificada. La esposa no es dueña de su propio cuerpo, lo es el esposo; e igualmente el esposo no es dueño de su propio cuerpo, lo es su esposa. No se defrauden el uno al otro, sino de común acuerdo y por breve tiempo, para dedicarse a la oración, y después vuelvan a lo mismo a fin de que no los tiente Satanás de incontinencia (1Co 7:4-5).

En cuanto al divorcio, ¿han pensado separarse?

Dios te dice:

  • 1. Yo odio el divorcio (Mal 2:16).

  • 2. La mujer casada está ligada a su marido mientras él viva (Rom 7:2-3).

  • 3. En cuanto a los casados es precepto, no mío sino del Señor, que la mujer no se separe del marido y de separarse que no vuelva a casarse o se reconcilie con el marido, y que el marido no repudie a su mujer (1Co 7:10-11).

  • 4. El que se separa de su esposa y se casa con otra comete adulterio. Y si la mujer se separa y se casa con otro, comete adulterio(Mc 10:10-12).

  • 5. El que se separa de su esposa (excepto en caso de fornicación) la expone al adulterio y el que se casa con la repudiada comete adulterio (Mt 5:31-32).

  • 6. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre (Mt 19:6).

  • 7. Dios toma la defensa de la esposa de tu juventud a la que has sido infiel, siendo ella tu compañera y la esposa de alianza matrimonial. ¡Cuidado, no seas infiel a la esposa de tu juventud! (Mal 2:14-15).

  • 8. Ora siempre con ella como Tobías con su esposa Sara: Señor, no llevado del deseo impuro, sino del amor, la recibo por mujer. Ten misericordia de mí y de ella y concédenos a ambos larga vida (Tob 8:7).

  • 9. Cuando tengas problemas en tu matrimonio, no olvides lo que dice Jesús: Sin Mí no pueden hacer nada (Jn 15:5).

Pero, como dice san Pablo:

  • 1. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil 4:13).

  • 2. Ora mucho por tu matrimonio. Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia (Hech 16:31).

  • 3. El matrimonio sea tenido por todos en honor y la unión conyugal sea sin mancha, porque a los fornicarios y adúlteros los juzgará el Señor (Heb 13:4).

Los Hijos:

En ninguna parte de la Biblia se dice que los hijos sean una maldición, sino todo lo contrario, son una bendición, aunque sean enfermos. De ahí que el aborto sea abominable para Dios.

  • 1. La herencia que da el Señor son los hijos; su salario es el fruto del vientre, son saetas en manos de un guerrero los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza (Sal 127:3-5).

  • 2. El Señor, a la estéril, le da un puesto en la casa, como madre feliz de hijos (Sal 113: 9).

  • 3. La corona del anciano son sus hijos y sus nietos; los hijos son la honra de sus padres (Prov 17:6).

  • 4. Tus hijos son como renuevos de olivo alrededor de tu mesa; ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga… y veas a los hijos de tus hijos (Sal 128:3-4).

  • 5. Corrige a tu hijo y te dará contento (Prov 29:17).

  • 6. Hijo mío, si eres sabio, se alegrará mi corazón. Y se alegrarán mis entrañas, si tus labios dicen cosas rectas. No envidies a los pecadores, sino persevera en el bien. Porque ciertamente tendrás un porvenir y no verás frustrada tú esperanza. Óyeme, hijo mío, y sé sabio y endereza tu corazón por el buen camino. No te vayas con los borrachos… Escucha a tu padre y, cuando envejeciere tu madre, no la desprecies. Compra la verdad y no la vendas… Dame, hijo mío, tu corazón y pon tus ojos en mis caminos (Prov 23:15-26).

  • 7. Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre es el primer mandamiento seguido de una promesa: para que sean felices y tengan larga vida sobre la tierra. Y ustedes, padres, no exasperen a sus hijos, sino edúquenlos en disciplina y en la enseñanza del Señor (Ef 6:1-4).

  • 8. Hijo, acoge a tu padre en la ancianidad y no le des pesares mientras viva (Eclo 3: 14).

  • 9. Y Dios nos sigue diciendo a cada uno: Tú eres mi hijo muy amado en quien tengo puestas todas mis complacencias (Mc 1:11).

¿Sufres muchos?

  • 1. Bienaventurados serán cuando los persigan y calumnien. Alégrense y regocíjense, porque grande será su recompensa en el cielo (Mt 5:11).

  • 2. Es preciso pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de los cielos (Hech 14:22).

  • 3. Pero los padecimientos del tiempo presente no son nada en comparación de la gloria que ha de manifestarse en nosotros (Rom 8:18).

  • 4. Alégrense en la medida en que participen de los padecimientos de Cristo (1 Pe 4:13).

  • 5. En el mundo han de padecer persecución, pero confíen, yo he vencido al mundo (Jn 16:33).

  • Partes: 1, 2
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