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El amor de la familia es el más imperfecto (página 2)


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     Si se quisiera catalogar en orden alfabético, mil actos en cada letra del alfabeto de las madres, se encontraría siempre el mismo santo egoísmos maternal  y sería otras tantas sentencias de la imperfección del amor de familia. Pero lo expuesto basta para la confirmación del epígrafe y cada uno de los hombres guarda recuerdos de su niñez de esos actos maternos, de miles y miles de indulgencias de la madre, ocultando las travesuras al padre; y hay que confesar, que muchas veces han causado graves daños a la sociedad.

     No es que el padre de familia no esté dispuesto a la indulgencia; pero aplica ésta campaña del correctivo, porque el padre está más en contacto con la sociedad (en estos momentos hay poca diferencia) y es un tanto más duro de corazón, porque está más curtido en las luchas sociales que la madre, y además, porque la madre representa el amor de la Naturaleza y el padre representa la Justicia de la Ley. Esto es en regla general.

     Por el sacrificio que encierra y el mandato imperativo de la conservación de la especie y servir de base a la sociedad, ese amor tan imperfecto, es amor sagrado en su Conjunto.

     Esto no se ha encontrado en ningún pueblo de la familia humana, y lo que es más grave. En ningún hogar; y se confirma que la familia está mal constituida  bajo leyes de privilegios y extorsiones y es causa, la mala familia, de la mala sociedad.

     La familia está representada en la naturaleza, en la ley de germinación. Ver cuanto cuenta preparar el terreno antes de tender la semilla, pues tiene que concurrir todo el progreso y leyes científicas y naturales en herramientas, abonos, esfuerzos, fuerzas, conocimiento y deseos; y es preciso también el CALOR Y AGUA, para pudrir la semilla; pero aquél la vivifica por una metamorfosis de vida, y en de morir, nace una planta de una especie, que a su vez, se convierte en padre de varios tallos que multiplican al mil por uno la semilla.

     Aquí está claro el concepto de la familia y la sociedad en la misma ley metafísica y natural, donde no hay desigualdad ninguna.

      La producción responderá el grado de cultivo, esfuerzos, abonos, calor y humedad y querer Psíquico-Magnético de los cultivadores; todo los cual somete a la semilla al de su vida, para dar vidas multiplicadas, que serán el premio al sacrificio y al trabajo.

     La familia es metafísica y naturalmente igual: y como la producción de la semilla sembrada es la cosecha, que será el bienestar de los cultivadores, el producto de la familia, son los hijos, que entre todos los de los hogares con sus padres, forman la sociedad, que será más buena o más mala, con arreglo matemático a la moral de las familias, que es lo que se equipara al trabajo del cultivo del campo que habrá de dar más o menos cosecha.

     Cuanto mejor será el cultivo, mejor será la cosecha; cuanto más buenas son las familias, mejor será la sociedad.

     Con esto, se comprenderá con cuanto interés se debe cultivar la familia que desde hoy tiene que componer la sociedad, en la que no caben desigualdades de derechos, sino que debe primar el bien común.

    Ha sido un gravísimo error, querer que el bien de la sociedad dependa de la familia, porque esto exageró el egoísmo natural, consagrándolo en derecho de propiedad privada, lo que ocasionó el acaparamiento en perjuicio de los nobles y desinteresados, que históricamente que fueron siempre y únicamente, los productores en todos los órdenes.

     No. El bien de la familia, debe prevenir el bien de la sociedad; pero no se puede pretender esto, bajo las leyes que autorizan la propiedad privada.

     Las leyes de propiedad, obligan al jefe de la familia a procurarse por el esfuerzo o por su astucia, lo que ha de menester; y de aquí que no pueda ser moral el régimen que  desconoce derechos y concede privilegios, lo que hace de cada familia un gobierno singular, egoísta e imperfecto; porque, aunque quiera y tenga cada familia grandes riquezas, no puede bastarse a sí misma.

     Se entiende bien, que bastarse a sí mismo, es ser su propio maestro, sastre, albañil, herrero, carpintero, pintor, boticario, médico, ingeniero, agricultor y demás. Es decir, que no necesite que nadie haga, ni produzca nada para él; por lo que tendrá fundiciones, aserraderos, universidades, se sacará el mineral, cortará bosques, sembrará, etc. ¿No puede se esto? Entonces se confirma que la sociedad es más perfecta que la familia; y se prueba evidentemente, que el amor de familia es una imperfección; y que la sociedad debe ser la regule a la familia; lo que quiere decir en buenas palabras, que la sociedad debe considerar a cada familia como un almácigo, del que del que saldrán las plantas que compondrán la sociedad y será a cargo de ésta la clase de plantas que críe cada almácigo.

     De esta verdad salida de análisis de la familia y la sociedad, nace por su fuerza en la punta de la pluma, lo que no estaba en mi intención decir aquí: que se impone el régimen de la Comuna,  bajo el cual sólo habrá familias perfectas, porque será más perfecta la sociedad ¡Qué potente es la Ley, que sabe obligar sin imponer! Yo he filosofado y la razón obligó a decir y sentar el axioma y no me impuso la fuerza bruta; no me extorsionó. Pero la razón, sí me obligó. Así debe procurarse que esté todo en la sociedad: que todo obligue a todos sin nadie imponga a nadie; y para esto es necesario perfeccionar la familia.

     Falta un punto que exponer para completar nuestra afirmación de que el amor de familia es el más imperfecto; y es que, no todos los individuos de una familia son afines. Lo afín no es contrario, riñe. Luego los individuos consanguíneos riñen y aun se matan, es porque no son afines. Puede haber algunas excepciones de pasiones momentáneas por extrañas influencias; pero esto no modifica la Ley general, ni mi afirmación.

     El secreto de la Ley de unir por los lazos de la familia a individuos enemigos, es porque todos nos tenemos que amar y reconocer como hermanos. Pero el lazo creado por nacimiento de unos mismos padres ya no se puede anular jamás y no es por la sangre, que acabaría la afinidad, con la vida del hombre. La afinidad subsiste por la parte alma que tomamos del alma de nuestros progenitores y ésta subsiste eternamente.

     El amor de la carne, es un amor animal, brutal: pero de Ley inflexible para la perpetuación de la especie. En el hombre, como en los irracionales, esa unión es brutal; impositora hasta la tiranía; pero el lazo que crea en dos seres que funden sus almas, perdura en los dos individuos, aunque la unión sea fortuita; que, así parezca, será raro que no sea una deuda contraída por lo tanto un deber.

     En los irracionales parece que el cariño sólo queda de parte de la hembra, pero no es así, ni aun en las fieras, que comparten la carga del cuidado y la procura de alimentos más de parte del macho, que de la hembra que amamanta a los cachorros o cuida de los polluelos. Lo que confirma que, la fusión de sus almas por la unión de cuerpos, les impone la crianza de sus hijos y su nido o madriguera representa el hogar del ser humano y por ende la familia.

     "La Ley es una y la substancia una", hemos proclamado, y es lo mismo para lo irracionales que para todas las especies; pero que, el que peor cumple esta suprema Ley y la cumple rigurosamente, aunque sea sólo en su primera parte, porque el aguijón del deseo se muestra irresistible, porque lo fuerza la naturaleza, llamándolo con el supremo goce que ésta tiene para la materia.

      El estudio de esta Ley es infinito, porque cada caso es un capítulo de diferente grado, bien que sea similar a todos, como procedente de la misma Ley; pero difieren todos los capítulos, párrafos, artículos e incisos, en un gado.

     El amor de la carne nos hace ver extravagancias, sublimidades, delicadezas y temeridades; pero siempre lleva aparejado la brutalidad, aun en la mayor delicadeza; y es a causa de la imposición de la Ley.

     Mas hay tales leyes de represión al amor de la carne, que la legislación Civil es un absurdo;  pero la religiosa es una blasfemia que escandaliza a los seres y lo9s deprime; pero los hace buscar medios de burlar la Ley, lo cual es cometer muchos crímenes, además del suicidio propio; pero que todo esto lo tenemos que estudiar en sus correspondientes capítulos.

     A pesar de todos los obstáculos, rodeos y regodeos, todos son víctimas obedientes del amor de la carne, el que cobra muy caro su galardón de goce y de hijos, pues nos obliga a formar familia.

     Pero hay algo más tremendo que la Ley de la carne impone al varón y es el tremendo precio a que le vende la posesión de la hembra. La naturaleza no vende nada. Pero como tampoco da nada de balde ni regalado, puesto que hay que conquistarlo y devolver los frutos obtenidos de todo lo que tomamos de ella, se dice venta, para entendernos.

     Pero en el caso del amor de la carne, es terrible la exigencia de la Ley; pues pide en pago nada menos que un ejemplar de la especie y su reconocimiento, alimentación y educación, lo que equivale a renegar de la Libertad absoluta de acción y recluirse al encierro de la familia, creándose así insoportables deberes; insoportables por causa de la propiedad.

     La brutalidad del hombre está amasada por ese imperio de la Ley  y por una alianza tácita  que tienen hecha nuestras bellas tiranas  de no concederle al hombre la posesión de su sagrario sin previo juramento de formar familia (hoy en día la mayoría de la juventud, no le para a eso); o sea de casarse.

     No es que la mujer sienta menos que el hombre el imperativo de la Ley de la carne; sino que esta ley toma por arma vengadora precisamente  a la mujer  para vencer la brutalidad del hombre; y lo vence, siempre que la mujer quiera cumplir su pacto tácito universal.

     Es por este punto natural, que la mujer, castiga a las que rompen el vínculo social y se convierten en mujeres del prostíbulo, a las que se excluye de la sociedad, señalándolas como prevaricadoras y castigándola con el desprecio.

     Aquí hay un gran sacrificio y una imposición de otra Ley mayor, correspondiente a otro capítulo que se tocará. Se adelanta que, que si no fuera por estas prevaricadoras (que la hubo en todos los tiempos), no podrían las demás cumplir su juramento tácito, de no conceder al hombre su posesión en el casamiento, porque no podría contar con la seguridad de vencer la brutalidad o astucia del instinto de la procreación; de cuya brutalidad son victimas esas prevaricadoras,  que se sacrifican por las castas.

     Recordar aquí la composición del alma y cuerpo humanos, siendo la verdad representativa del Arca de Noé, con lo que saben que, en el cuerpo y alma humanos, conviven todos los instintos de todas las especies animales.

     En esa comprensión, entiendan que la mujer sólo resistirse y no ceder al hombre en aquel momento: que si en ambos está en posesión de su derecho, el mismo instinto específico, podría ser la primera vez que se vean, pero se. confundirán sin mirar consecuencias. Es que hablaba los sexos afines y se atraen y se funden.

     Quiero ser claro como la Luz en este punto metafísico, que envuelve toda la fisiología y biología natural, pues sé que le pongo a la ciencia, el más grande y humano jalón.

    Para que la mujer resista el pedido del hombre es preciso que no hable el sexo: el sexo no hablará sino cuando el hombre y la mujer no hable el mismo instinto. Ejemplo: El hombre está dominado por el instinto del caballo y se dirige a la mujer que en aquel momento está bajo el dominio del instinto león; por más intrigas, astucias y promesas o fuerza bruta que ejerza el hombre, no vencerá a la mujer; pero puede haber un crimen. Pero llega el hombre dominado por el celo del león como la mujer, y se rinde molosa, suave, en todo su ser, sin medir consecuencias. Es que habló el sexo y es voz omnímoda.

     Aquí, Psicólogos, Biólogos y Fisiólogos, les queda un ito que los conducirá por un sin fin, pero claro camino.

     Cuando se encuentran dos seres en el mismo momento de dominio del mismo instinto, no se resisten: y esto explica esos cataclismos de familia, que hacen página sensacional por producirlos la fuga, el suicidio, el divorcio y otros modos de separación de un matrimonio que antes era un ejemplar de felicidad, según el requerimiento extorsionante de la Ley.   

    Hay, sí, muchas otras causas de justicia y compensación, como también de una pasión o vicio que producen esos mismos cataclismos.

     Un mero vistazo que se dé sobre cualquier proceso entre enamorados, pone en la certeza el axioma explicado.

     Existe la liga tácita de la mujer negar al hombre su posesión, para obligarlo a casarse y no se lo podrá discutir, ni negar nadie a Schopenhauer, que la descubrió y la sentó.   

      El hombre la prevé y guarda las formulas de la galantería y la delicadeza con la mujer que ha elegido para su compañera, la cual se ofrece en un todo para llenar y colmar el deseo de su amado; pero ese ofrecimiento tiene una fecha por condición y es el día del matrimonio. No se resistirían ninguno de los dos; pero ella, el pacto secreto del sexo  y la educación adecuada para rendir al hombre, la hace resistir, manteniendo en acción el instinto mismo que en el sexo del predominante domina y de este modo la atracción no los deja separarse y los mantiene, su propia dignidad, el temor a las consecuencias lo retienen y apresura cuanto puede su casamiento para la posesión del cuerpo y alma de la mujer. ¿Y cuál es el pensamiento de los dos? Los dos y más la mujer, aunque sabe que lleva la peor parte, piensan en el hijo que los retrate.     

     He aquí probado toda la evidencia que: "El amor de la carne impone la familia" Lo que confirma que el amor de la carne es Ley.

      El celibato es la negación de Ley y un crimen de lesa humanidad. ¿Qué sería un mundo sin hombres? ¿Y cómo habría hombres sino por la procreación, por la unión de cuerpos de la mujer y del hombre? Toda otra argumentación con capa de virtud, es una blasfemia; es la negación de la Ley y del Autor de la Ley, el Supremo Creador.

     ¿Tan mal organizado el Supremo Ser, la vida y sus leyes, para que sea raza improductiva y espúrea, sacerdotal en la religión Católica, quiera enmendar la oración? Para declarar la Iglesia de los santo, de las Cruzadas y de la Inquisición, que el celibato es una virtud y un sacramento, debió primero haber descubierto el secreto de que nacieran los hombres sin madre y sin la unión de cuerpos. ¿No lo han hecho?

     Entonces el secreto del celibato es la destrucción de la humanidad, y sólo por esta razón esa religión no puede vivir entre los que nacen de madre, y sentenciada queda en la Ley inflexible de Justicia, y cerca, muy cerca está la caída de Babilonia, la grande, la reina de las fornicaciones. Puede el hombre faltar a  todas las leyes y si cumple la de procreación, si engendró, es salvo.

     Mas puede cumplir t odas las leyes y si falta a la de procreación, no se salva, porque sólo ésta crea los lazos de vida; es pues el celibato, contera el progreso y la armonía, y sólo para la procreación se hacen los mundos.

     En este estado el hombre es verdaderamente hombre; y tiene ante sí abierto un gran libro en el estudio de cada uno de sus hijos, y es realmente preceptor, con cátedra abierta, y un Juez, a la vez que es un centro, cuyo satélite es la compañera, y los hijos son mundos de su sistema, que deben marchar armónicos, iluminados siempre por el sol, porque en su ausencia, su satélite o compañera debe reflejar la luz que recibe en depósito del sol, con quien fundió su alma, cuyos hijos serán el resultado.

     Aun cuando tenemos muchas afinidades en la tierra, la primera y mayor es la compañera; que para serlo, es porque debió llenar nuestro corazón, y en ley la tomamos para formar ese sistema planetario, a la par que para librarnos de la intranquilidad, del celo y del acecho de esos… angelitos, ráfagas de amor, que se escapan del los pensamientos de muchas virtuosas bellas, que saben que su misión es ser madres, y quiera que no, sueñan y atraen a su alrededor a esos espíritus que deben entrar a sus entrañas para fabricar sus cuerpos, ser hombre o mujer, las mujeres son las viruelas de los hombres, por lo que es de necesidad una como vacuna una, para libarse de las demás. Tomadla pues y cumplid el precepto. ¿Fórmulas? ¿Sacramentos? La Ley sólo dice amor. ¿Amáis? He ahí el verdadero y único sacramento, por lo que los bendice el Padre.

    Pero se jueces de ustedes mismo y los enseño a serlo, porque aprenden a ser sabios, y en esa sabiduría sólo, el mundo puede llegar a su meta.

     Un hombre sin mujer no tiene más que media vida y ésta enferma, porque la materia en su Ley no entiende, no puede entender de virtudes en su maceración, coartándole sus funciones divinas, que le son depositadas y mandado multiplicarse; y aun la naturaleza imprime a esas funciones todo el goce y toda la atracción que tiene, para sí atraer al hombre hacia la mujer y a la mujer al hombre, a beber el néctar del amor sublime, del que nacen otros seres continuadores de la creación.             

    Negarle al cuerpo (pobre instrumento del que el espíritu se sirve para crear la belleza y elevar el progreso) del único goce que como pago a su trabajo le da la ley, es cometer un crimen y preparar muchos crímenes sin duda; por lo que, no se lo niegues con injusticia; pero evita no cometer el vicio, ni el abuso, porque sabes que los venenos matan, poro esos mismos venenos curan.

     Aun una lección suprema les quiero dar en este punto, al parecer intrincado, y es más claro que la luz meridiana.

     ¿Creen que algún ser puede entrar en el mundo por puerta falsa? Si alguien tuviera tal presunción, que presente un hombre no nacido de mujer y sin obra de varón; quien tal presuma, destruye al Creador; lo trata de loco, de comediante, de impostor, de injusto, y ese no puede ser Padre, ni Juez, ni nada, sino un fantasma, una quimera, una traición. ¿Quieren un Padre así, que haga gracias y dé perdones? Yo no lo conozco; si lo conociera, lo demostraría por irracional.

     Cada ser antes de encarnar sufre un juicio; él mismo se hace el proceso y elige padres; pide a la ley de afinidad que le prepare todas las cosas de su causa, para que pueda producir el efecto, sin cuya Ley nada se produce. El Creador no puede producir cosas irracionales, ni hacer gracias, ni otorgar perdones, porque es injusticia y no podría pedir que cumplimiento de sus leyes, que El mismo quebraría y acabaría de ser el autor de la vida.

     No; al mundo no puede entrar ningún ser por puerta falsa; y si una mujer concibe en estado de soltera, viuda o con voto de celibato y se le señala con el dedo, es porque nuestras leyes y costumbres son antagónicas a la Ley, a la cual se ciñen únicamente los espíritus para ser hombres o mujeres, y se ríen nuestros mismo espíritus, de lo grotesco de las leyes que no se pueden cumplir.

     Es la declaración de la ignorancia de los hombres, señalar a la madre sin marido y al hijo sin padre. ¿Por qué no señala el padre de aquel hijo abandonado, que bebió el néctar en la madre, fecundándola para olvidarla? Ese, ese es uno de los que han hecho esas leyes; quizá sea un juez, un cura, pero en todo caso es un hombre, que no merece tal nombre; es un animal, que sólo vive del cuerpo.

     La mujer que concibe en tales circunstancias, cumplió la inflexible Ley y es digna de respeto y acreedora a la ayuda de todos y al respeto de todas las madrea; y los hijos (esos hijos de libertad), llamados ilegítimos ¡qué ignorancia! Son tan hijos y más del Padre Común, como los nacido en un hogar constituido: he dicho más, porque en los tiempos actuales, encarnar un espíritu así es ser un héroe del progreso, es un valiente, que viene a la dura batalla sin padrinos, sabiendo el sambenito que le pondrán; y acaso el que se lo ponga sea el mismo padre, que puede ser un figurón sin corazón.

     Protéjanlos, discípulos amados, a esos valientes; ayuda a sus madres y busca todos los medios que los reconozcan sus padres; por ahí empieza la civilización; y para esto les regalo, adelantándoles este punto, en el que tienen ancho campo de acción.

    El hombre con mujer vive la vida de los dos y la de sus hijos; está tranquilo y sereno; no tiene tiempo de ser criminal; no tiene que cuidarse de si tiene camisa, ni perder el tiempo en hacerse el alimento y demás cosas necesarias a la vida; es reputado hombre, porque constituye número entero en la sociedad.

     El hombre solo es un quebrado, que sólo en casos raros es empleado por la matemática social y constitucional; así les mando a todos los discípulos que sena números enteros; con lo que su poder y nuestra influencia serán mayores; ríanse de los ascetas, de los ermitaño y de los célibes; porque si alguno (no lo hay domina  la carne, es su propio verdugo, es contra la ley; y todo eso es causa del desequilibrio de la sociedad.

    Aun cuando se puede abundar más en consideraciones lógicas para confirmar que "El amor de la carne impone la familia", creemos haber sido lo bastante extensos para que el lector se haya hecho un juicio afirmativo; y además que cada lector tiene en sí mismo hechos y pasajes de su vida que se leo confirman.

     Sólo, pues, nos resta decir axiomáticamente que el amor de la carne, tan brutal, tan condenado por la Religión, a pesar de todo, es amor sagrado, amor santo y que nadie se puede librar de él y el que lo esquiva es un suicida y un criminal, por cuya culpa dad, y es forzoso que la ley suprema de Justicia los separe y los lleve a mundos donde el amor de la carne es brutal solamente, por la falta de conciencia: Y es porque son números quebrados fuera de la matemática de la familia.

     La condición fundamental del cumplimiento de  todo destino estriba en que se exponga o se descubra en tiempo o en época oportuna. Esto es un axioma filosófico y tiene todo el valor de una fiel balanza.

    Pero aquí surge una pregunta del más grande interés y va a deshacer muchos malentendidos. ¿Existe el amor antes del casamiento, en el hombre y la mujer?… Aquí acuden los poetas románticos, los músicos y los Pierrots y Trovadores, y dicen que sí; y yo, aun a truque de sus terribles gestos, digo que no. ¿La prueba? Pues que ni Trovadores, Pierrots ni románticos, forman hogar, aunque lo haga alguno que otro músico o poeta serio, lo cual no quiebra la generalidad.

     Esos… señores… sólo tiene, conocen y cantan al embrión del amor, la ilusión del amor… en música, que a veces no es ni celestial. Porque su amor y su música son… ridículos.

    Ya se dijo que el amor hace ver excentricidades, locuras, heroicidades y temeridades, pues el amor sin correspondencia es un amor huérfano, o niño, o desengañado, que es los mismo que decir un amor enfermo,  sin rumbo, y eso no es amor; es el embrión del amor por nacimiento o por decrepitud: amor propio de los precipitados  poetas, románticos músicos, Perrots y Trovadores, que cantan a la luna insensible o a una veldad imaginaria, con las cuales no pueden ser hombres: y el amor es sólo de hombres y mujeres reales y vivos, ya que en espíritu son el amor del Padre.

     Bajo este juicio verdadero, hay que sentar que los enamorados no se aman: se quieren, que no es lo mismo: se tiene simpatía, si la afinidad los puso enfrente; pero mientras no funden sus almas, no se aman, no pueden amarse; pero están al margen del amor.

      Pero ahora surge otra terrible pregunta, que va a hacer temblar a muchos matrimonios. ¿Se ha fundido el alma de los esposos por la unión de los cuerpos? Aquí me salvan mis conocimientos mecánicos y electricistas; la ley de la fundición dará la solución.

     "Fundir" quiere decir algo que se puede hacer líquido, que es escudillado (vaciar) en un molde, sale una figura semejante a la matriz  que sirve de molde receptor. Entonces, hay que rendirse a la evidencia y sentar que, las almas de los esposos no se funden mientras no hay concepción de un semejante; de un hijo.

     Y entonces ¿qué se efectúa en la unión de cuerpos, si no hay concepción? La misma ley Químico-Física da la solución. En una fundición se persigue hacer un homogéneo, para darles a todos un mismo valor, un mismo temple y un mismo ser. Esto es lo que sucede en los matrimonios sin hijos y tienen un grandísimo valor metafísico, moral y estético; es una preparación para otra ocasión poder crear el objeto perdurable.

     Hay otro secreto de la Ley y es que, el amor debe sentirse por los efectos, ya que él es causa intangible; y así es que el amor del espíritu sólo lo puede apreciar el hombre ilustrado en el sentimiento moral, que puede ver los efectos sublimes de la ternura, la benevolencia, el altruismo, el valor y demás. El amor de la tiene por base el deseo, el placer y el goce animales, lo que está en los sexos. La Ley se sirve de esos medios como acicate y lleva al hombre al redil, abandonando su libertad salvaje para convertirse en libre civilizado,  ya que en la unión de cuerpos empezará la afinidad, puesto que la fusión del alma e instintos animales, hace una buena aleación  para luego fundir las almas humanas y engendrarán un semejante  en la fusión de sus almas.

     Encontramos, pues, en este estudio del amor de esposos grandes sorpresas, que son acusaciones graves a los hombres y las leyes que rigen el matrimonio.

     De los fundamentos que se han expuesto, nace la evidencia de que antes de la fusión de las almas, de la cual nace un semejante, no existe el amor de esposos, ni pueden decir los novios que se aman; presienten el amor,  tiene deseos de amarse, se son simpáticos, hablan los sexos y está todo dispuesto para amarse como esposos. Hasta ese momento (y en el supuesto que sea la afinidad espiritual la que los atrae) es el amor de hermanos el que tienen los prometidos que se disponen a elevarlo al grado supremo de esposos, que es el primer parentesco; el segundo, el de los hijos; y el tercero el de hermanos.

     Pero como quiera que sea, cuando ya se llega al caso formal de compromiso, ambos compromisarios tienen un común primer pensamiento: el hogar.  

     Esta imposición natural no procede de ninguna ley civil ni mandato religioso; es innato el sentimiento en todos los seres animados, cuyo ejemplo vivo está en todos los animales irracionales; pues en cuanto entran en celo y se parean, nace el sentimiento materno y paterno y con que afán los pajaritos hacen sus nidos caprichosos y artísticos y las bestias y fieras cavan sus cavernas y guaridas donde han de hospedar a su hijuelos. Es el hogar enseñado por la naturaleza.  (Del libro "Los Cinco Amores", de nuestra Escuela, por Joaquín Trincado).

 

 

 

Autor

Pedro Sandrea

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