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Movimientos GLBTT y procesos revolucionaros en América Latina: construyendo un nuevo sujeto histórico (página 2)


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Esta historia, además de una cuestión personal, dice relación con la construcción desde la diversidad y hoy el Partido Comunista y los partidos de izquierda estamos discutiendo estos temas en distintos niveles y no lo hacemos como decía Jenny, al estilo de pobrecito compañero marica, o pobrecita compañera lesbiana, sino que estamos discutiendo cómo atacamos las relaciones de poder, cómo entendemos el poder desde la casa. Estamos trabajando con las compañeras del movimiento de mujeres, en definitiva, estamos haciendo política desde un mundo distinto, un aporte importante del Movimiento GLBTT, a los partidos políticos.

Lohana Berkins:

Puto, puta, negra, viciosa, infectada, torta, zapatón, asqueroso, contagioso. Estas palabras son las que usa la burguesía capitalista, fuertemente sostenida por la Iglesia Católica, para evitar llamarnos con nuestros verdaderos nombres: gay, lesbianas, travestis, transexuales, bisexuales, transgéneros, transgéneras, o como se quieran llamar cada uno.

El 19 y 20 de diciembre de 2001 fue una jornada histórica en la Argentina. El pueblo salió a las calles en un gesto de desobediencia civil, desafiando el Estado de Sitio decretado minutos antes y produciendo con esto la expulsión del Presidente. La noche del 19 al 20 de diciembre se vivía en el país un clima que combinaba tristeza y euforia, saqueos y represión policial. Muchas compañeras travesti empezaban a bucear en sus maletines de cosméticos y perfumes, empezaban a producirse, como se dice en la lengua travesti. De pronto, fuimos sorprendidas por lo que a primer oído parecían los tambores llamando a participar de los tradicionales carnavales, esos carnavales que desde hace mucho tiempo, son para nosotras el único lugar de aceptación social, aún, cuando se trate de una aceptación más vinculada a lo bufonesco. Vale recordar de paso aquel contundente dictamen de la Asociación Amigos de la Avenida de Mayo que prohíbe el desfile de travestis por lo histórica avenida. Pero estos eran otros tambores. Su llamado tenía otra razón: resistir al Estado de Sitio que había declarado el por entonces Presidente de la Nación.

Palermo es un barrio de la capital federal donde las compañeras ejercen la prostitución, y es un barrio donde se organizaron los vecinos que se llamaron Sensibles de Palermo, que obedecían a una parte del radicalismo.

Las zonas donde trabajan las compañeras son Palermo, Constitución, Flores y Once. Las travestis, asomamos nuestros rostros a medio maquillar o con el rimel ya corrido, luego de una noche de pocos clientes y mucha caminata, y fuimos sumándonos a ese grito rebelde que se juntaba en las esquinas y en las avenidas, al lado de nuestros vecinos y vecinas. Nuestro primer asombro fue no escuchar aquellos acostumbrados insultos con que muchos y muchas nos identifican. Fue una sorpresa advertir, que por una vez las exageradas siliconas, los pudorosos genitales, la indecorosa pintura y corpiño, se desvanecían tras la protesta social, se ocultaban en ella, curiosamente, o no tan curiosamente. Cuando no nos miraban fue cuando mejor miradas nos sentimos, allí éramos una vecina más, y fuimos muchas las compañeras travestis que nos encontramos en la Plaza de Mayo, gritando por la libertad y repudiando esos largos años de Estado de Sitio. Con valor y decisión salimos a defender una democracia de la que poca parte nos toca, y digo poca parte, porque en realidad las travestis y transexuales de la Argentina, todavía seguimos criminalizadas; en casi todo el país se mantienen los edictos policiales cuya letra nos coloca del lado del atentado a la moral y las buenas costumbres.

Los gritos de las travestis preguntaban: ¿es moral el robo de Menem y haber dejado 18 millones de pobres?. ¿Es moral una Iglesia que ataca a gays, lesbianas, travestis y transexuales y defiende a sus pervertidos miembros?. ¿Es moral matar travestis, torturarlas y encubrir políticamente estos crímenes?. ¿Es moral privar de una vida digna a las personas diferentes, entre ellas nosotras travestis y transexuales?.

Por primera vez nos sentimos unidas a un reclamo común, el no rotundo a la imposición del Estado de Sitio. Vale ahora plantear una diferencia. Para las travesti el Estado de Sitio es diario, la rutinaria persecución policial, las acostumbradas restricciones a circular libremente por las calles portando una identidad subversiva, los permanentes obstáculos para acceder a derechos consagrados para todos y todas, para las y los ciudadanos del país. Quizás por eso, se escuchó alguna compañera que participaba en la jornada del 19 y 20, que dijo muy por lo bajito, "ahora nos tocó a todos y a todas". El 19 y 20 de diciembre, las travestis llevamos a las calles lo que en realidad es nuestra lucha diaria.

Para hacer sólo un breve repaso, la lucha contra nuestras familias, que nos expulsan a temprana edad con la firme decisión de desterrar del living de su casa el pecado, la lucha contra las instituciones escolares que nos cierran las puertas para que no manchemos a sus blancas palomitas, la lucha contra el Sistema Médico que nos considera una execrable patología que hay que reducir a la normatividad heterosexual, la lucha contra los empleadores que se desmayan cuando el DNI contraviene la imagen que tienen ante los ojos, pero no sienten pudor a la explotación que ejercen a la contratación del trabajo ilegal, la lucha contra poderosos medios de comunicación, que lucran con nuestra apariencia fortaleciendo un estereotipo cada vez más alejado de lo que somos.

El 19 y 20, pudimos incluso contar con la burocracia sindical, cuando Moyano, que es un sindicalista argentino había dicho, díganme de todo menos "puto", las travestis le contestamos, desde la plaza, dígannos de todo, menos "Moyano", en fin, la lucha contra los estados que sólo nos sitian compulsivamente en la biniaridad, hombre mujer.

El 19 y 20 de diciembre, las travestis nos reunimos en los piquetes de cada una de nuestras esquinas, nos sumamos a la larga lista de gente auto convocada a la Plaza de Mayo. Un año después volvimos a esa misma plaza, a conmemorar la histórica gesta de diciembre, y cabe ahora un breve balance. Si las travestis hemos levantado como bandera la lucha por el esclarecimiento y repudio de los asesinatos de Kostekii y Santillán y de todos aquellos o aquellas que fueron víctimas de la represión de diciembre, las bandera de los y las piqueteros, son las nuestras, la de 18 millones de pobres también. ¿Cuándo nuestras demandas serán encarnadas por todos estos grupos rebeldes a cuyas voces unimos las nuestras?. Los beneficios del Estado, sus planes sociales, donativos, no nos llegan, no somos jefes, ni jefas de hogar, según las definiciones establecidas, no abortamos, pero reivindicamos el derecho de las mujeres a hacerlo, no hay puestos de trabajo dignos para nosotras, sólo la amenaza de juicio o de denuncia persuade a instituciones, como la escuela para que sea posible el acceso a una sala; la lista puede continuar.

Las jornadas del 19 y 20 de diciembre, se sumarán a nuestra ya larga lucha, desde las oscuras calles de la prostitución, desde las villas más desvastadas, desde los movimientos piqueteros, desde la protesta estudiantil, desde el campo de los Derechos Humanos, desde los Partidos Políticos, las travestis seguiremos tejiendo nuestra rebeldía para conseguir un mundo gobernado por la paz, la equidad y la justicia, sin opresiones de ningún tipo.

Me queda por plantear la mirada que nosotras hemos construido sobre nosotras mismas, a lo largo de este itinerario de lucha y encuentro. ¿Qué es ser mujer?. Esta misma pregunta nos conduce a algo que resulta bastante difícil en la práctica, nos conduce al esencialismo. ¿Hay algo que define esencialmente a las mujeres?. El carotipo, los genitales, las funciones reproductivas, la orientación sexual, la conducta, la ropa, todo ello, o una parte de ello, todas estas son preguntas. De acuerdo a los genitales con los que nacimos el sistema patriarcal ha decidido qué tenemos que ocultar, que tenemos que actuar de determinada manera, que nuestros nombres tienen que ser masculinos, que nuestra personalidad debe ser fuerte y poco sensible, que debemos ser padres protectores y usufructuar de los privilegios de ser opresores. Nosotras no quisimos sujetarnos a vivir en función de ese rol, que estaba determinado simplemente por nuestros genitales y nuestro sexo. Muchas cosas hacen a una persona, y no sólo la circunstancial realidad de sus genitales. Ser transgénero, travesti, transexual, es tener una actitud muy íntima y profunda de vivir un género distinto al que la sociedad asignó a su sexo. No se trata de la ropa, el maquillaje o la cirugía, se trata de la manera de sentir, de pensar, de relacionarnos y de ver las cosas. Este género de alguna manera elegido o auto-construido no debe ser uno de los dos géneros que impone el sistema patriarcal. Nosotras pensamos que nuestra única opción, si no queríamos ser varón, era ser mujer, es decir, que separa ser varón; al no querer adoptar las características masculinas como propias pensamos que nuestra única opción era la única existente, ser mujer, femenina.

Hoy tratamos de no pensar en sentido dicotómico y binario; pensamos que es posible convivir con el sexo que tenemos y construir un género propio, distinto y nuestro. Nosotras hacemos una transición dentro del sistema sexo género; al hacerla nos demostramos a nosotras mismas que este sistema no significa un condicionamiento inexorable de las personas y lo demostramos a cuantos nos miren, en otras palabras, que una misma persona pueda aceptar un condicionamiento sexo género u otro. Emerge la condición de persona como independiente, distinta de estos condicionamientos. Nosotras no nos hemos encontrado a gusto como personas condicionadas, tenemos diferencias con las mujeres, como ellas las tienen entre sí. Las nuestras giran en torno a haber sido criadas con toda una carga patriarcal para ser opresora, para gozar de la dominación, y esto ha hecho más difícil nuestra propia elección de género, somos traidoras del patriarcado, y muchas veces pagamos con nuestra vida. Brevemente, las travestis sufrimos dos tipos de opresión. Por un lado, la opresión social basada en el imaginario colectivo de lo que es una travesti, misterio, ocultamiento o perversión con contagio; el patriarcado nos castiga por renegar de los privilegios de la dominación que nos adjudican los genitales con los cuales nacemos, las mujeres se sienten muchas veces con un sentimiento de invasión, de usurpación de la identidad. Por el otro lado, sufrimos la violencia institucional aplicada en aras de salvaguardar la moral, las buenas costumbres, la familia y la religión. Esta violencia es consecuencia de otra, la social, y nos es aplicada por atrevernos a desafiar el mandato social de lo que tenemos que ser y hacer.

A diferencia de gays y lesbianas, las travestis, no tenemos opción, en cuanto a nuestra visibilidad, no podemos elegir no decir a nuestras familias que somos o queremos ser, no podemos elegir cuando salir del closet. Nuestra propuesta es erradicar los encasillamientos en identidades preconstruidas por el mismo sistema que nos oprime. Podemos lograr, si empezamos a desprendernos de nuestra parte opresora, eligiendo las características que deseemos desde todas las posibilidades no determinadas por los géneros impuestos nuestra misma existencia rompe de alguna manera con los determinantes del género, la reconstrucción de la dicotomía jerarquizada que nos imponen en nuestras metas, En otras palabras, el travestismo constituye un giro hacia el no identitarismo. Creo que los medios en que las identidades se conviertan en definiciones señalan límites y se vuelven fácilmente separatistas y excluyentes; esto es lo que aquí impele, llama identitarismo. Los seres humanos somos un punto de partida más que un punto de llegada, más que un ser, somos un proceso.

 

 

Autor:

Ing. Lic. Yunior Andrés Castillo S.

"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"?

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2015.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR SIEMPRE"?

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