- Las artes: condición inmanente de nuestra especie
- Entonces, veamos, el Psicodrama
- En el niño, los disfraces y en el hombre paleolítico, las máscaras
- Los niños
- El carnaval, tema de esta lección
- Bibliografía
Muchas veces hemos tenido la tentación de desglosar lo qué realmente piensan aquéllos quienes pretenden impresionar a los demás con los gestos del miedo propio que los hace lucir abultados y amenazantes cuando a otros confrontan.
Cuando escribiera mi artículo Que el Hábito no Hace al Monje, que a un presidente dominicano tanto incomodara cuando lo viera — no sé si lo leyera — pero en el cuerpo del narrativo en la revista en que apareciera se exhibía una foto muy poco halagadora de su marchita presencia.
Escribí el reportaje susodicho, en respuesta a mis experiencias de haber nacido en los aciagos años del Trujillato. Era donde los gordos abultados en sus uniformes militares se cubrían de medallas para impresionar a los demás, mientras pavoneaban sus presencias remilgadas en misas solemnes acompañadas por un clero igualmente ornamentado en el peor de los gustos rococó.
Después me tocaría, dentro de mi entrenamiento psiquiátrico, aprender las técnicas del psicodrama y de la terapia del arte donde me impresionaría la tendencia, aparentemente ingénita, de nuestros semejantes para usar los disfraces y la defensa del artilugio bien aplicado, para disipar sus ansiedades y combatir sus temores. (Véase mi artículo: La Personalidad Mimética en Psikis y monografías.com).
Nuestras propensiones para disfrazarnos y para expresarnos por medio de lo artístico es parte íntima de nuestro equipaje histórico.
Las artes: condición inmanente de nuestra especie
Desde que comenzamos a balbucear. Entendemos que la expresión es importante para asegurar nuestro destino exitoso en un mundo enigmático y que aun, si tenemos suerte y crecemos en un entorno saludable, puede estar colmado de incertidumbres y de peligros que atisban vigilantes.
Los seres humanos se han hecho reconocer por medio del uso de las muchas permutaciones de la gran variedad de posibilidades de expresiones artísticas de que gozamos.
Máscaras, rituales, cerámicas, disfraces y nuestro arte rupestre en las espeluncas de Europa son expresiones del arte como instrumente de catarsis intelectual y emocional.
En la psicología y en la psiquiatría existen muchas pruebas diagnósticas que se basan en la abstracción mental de representaciones pictóricas vagas, para de ellas hilvanar historias basadas en las figuras que nos muestran, y, entonces, en completar frases; en dibujar figuras familiares o en usar lo dibujado para fantasear un tema apropiado.
Todo para saber de qué sufrimos…
Las fábulas con sus moralejas y los cuentos de hadas, que de pequeños escucháramos, poseen un hechizo y una magia que, cuando descubriéramos que los niños también pueden sufrir trastornos emocionales; se adaptarían a la terapia con ellos.
Pero hay que recordar algo acerca de la terapia con juegos que: cuando es terapia no es juego; y que cuando es juego, no es terapia. (Véanse mis artículos asociados a estos temas en monografías.com).
Muchas otras modalidades de terapia expresiva se han adentrado en nuestro campo. Incluyendo la terapia de Terpsícore, el psicodrama y la terapia epistolar que yo instituyera con los padres de mis pacientes jóvenes para asistirles en el mantenimiento de un proceso organizador de sus experiencias con el niño que fuera paciente. (Yo la llamaría "terapia epistolar" la que probaría ser de mucha utilidad en un gran número de nuestros pacientes).
De interés para esta presentación es que, en cierto modo, es continuación de otra, cuyo título es: Las cirugías plásticas: Belleza enlatada para aliviar nuestras faltas repudiadas.
Entonces, veamos, el Psicodrama
Ésta es una variedad de la terapia de farándula que explora, por medio de la acción en el escenario, los problemas que afectan a muchos pacientes. En estructura es un método de terapia de grupo en el cual cada participante se convierte en un agente recuperativo para los otros, miembros participantes, del conjunto.
Su creador fue Jacob L. Moreno, quien la estructuró como si fuera un drama teatral clásico conducido en un escenario con la asistencia de apoyos.
En el psicodrama los participantes exploran conflictos personales por medio de la actuación de sus dilemas tanto internos como interpersonales en el tablado provisto.
Una sesión dura de 90 a 120 minutos, enfocando enteramente en un solo participante a quien se llama el protagonista.
Este protagonista examina sus relaciones interactuando con los otros actores y con el director. Esto se logra adaptando técnicas específicas como consiste la de reflejar, el soliloquio, la sociometría o el intercambio de roles.
El psicodrama trata de recrear una situación por medio de la cual se puede lograr la reestructura de modos establecidos de pensamiento y de acción con otros. Insta a los participantes a encontrar y a descubrir nuevas opciones que les proporcionen mayor espontaneidad e independencia.
Los proponentes (más de 10,000 de ellos son certificados) advierten que este método no es, ni se asemeja a la terapia de grupos, por tantos utilizadas. (Véanse mis ponencias al respecto en monografías.com).
Sus defensores definen el método como: "Un método de comunicación dentro del cual los comunicadores se expresan a sí mismos por medio de la acción".
El psicodrama constituye la base para el sistema conocido como rol–playing usado ampliamente por departamentos de asistencia al empleado, en la industria y los negocios.
En el niño, los disfraces y en el hombre paleolítico, las máscaras
Dice un marido a su esposa: "Yo no puedo tratar de ser lo que yo no soy". En este caso se refería a dejar de salir a beber y apostar a los caballos, todos los domingos del año, con sus amigotes de juventud.
Un estadista, responde, en tiempo recientes, cuando sus allegados le advirtieran que debía de moderar su discurso profano y ofensivo: "Así soy desde chiquito — yo no puedo disfrazarme de quien no soy" — afortunadamente, para todos, perdiendo la elección.
Pero, ¿Por qué no? Sigamos el ejemplo de lo niños y de nuestros antepasados del mesolítico, no tan remoto, en términos histórico/terrenales. Y cuando aprendamos cómo hacerlo, descubramos el valor de cómo otros tratan de lograr metas similares.
El paleolítico
Repentinamente nos despertamos. La tierra se estremece. El cielo se ilumina con columnas de fuego y humo. Los vapores son de olor extraño y molesto. Nunca antes percibidos — aprendemos el significado de lo sulfúrico.
La lava comienza su trayectoria vertiente hacia el mar.
¿Qué hacemos?
Huir siguiendo los otros animales que también huyen del furor inesperado de la Naturaleza.
De pronto, como por arte de magia. Un miembro, hasta entonces, ignoto, de la tribu, en respuesta a impulsos instintivos se levanta y, con manos extendidas hacia el cielo infinito nos comunica que él, y solo él puede salvarnos.
El resto es historia para, y por siempre, a ser repetida.
El volcán se apacigua. La lava se solidifica y la paz retorna.
El líder no está satisfecho con su obsolescencia. Debe perdurar. Para hacerlo, no puede ser como el resto de nosotros. La primera de las tantas caretas conocidas nace.
La máscara del chamán.
Mucho poder y poca sustancia, como todos los gobernantes de la historia, el chamán necesitaba adoptar disfraces — disfraces para esconder su propia sandez y debilidades naturales.
Lo hizo, y, como fuera exitoso, su heredero lo seguiría para siempre en las jerarquías políticas, militares y eclesiásticas.
El nacimiento de las medallas, de las vestimentas sacerdotisas y de los uniformes militares tuvo su lugar en nuestra historia.
En Santo Domingo y en otros países, como suele ser en Chile y en la Argentina, es la banda presidencial lo que distingue al personaje paleolítico residual.
Los niños
Los niños. Los niños no son necios — como tantos creen.
Algunos intuyen temprano que sus padres no son ni fiables ni estables. Que son mentecatos.
Pero. ¿Cómo expresarlo si los casaban a los diez años para ser reyes? Y si nacieran para ser privilegiados con la opción inmensa de morir en la opulencia sin, en la realidad, haber nunca vivido — como sucederá a los hijos de Diana Princesa de Gales.
Pero los niños saben que la propaganda tiene un poder inmenso en sí. Porque es el instrumento de los juegos. Si tú crees que soy más fuerte, porque te lo hice creer, entonces, lo soy — simple.
Jugamos para adquirir control y para sentirnos menos vulnerables — es todo.
Ahora, tenemos que recoger los escombros. Nuestra vida en Santo Domingo requiere que seamos hijos de matrimonio, que seamos hijos legítimos. Como si fuera nuestra responsabilidad lo que nuestros padres hicieran para satisfacer sus instintos sexuales.
Entonces, si algunas de estas mujeres, a menudo aspirantes frustradas en concursos de belleza. Que por el hecho de hacer dinero, tienen como deber, pretender, como Madame Poumpadour, que son especiales — como si fueran "primeras damas".
Entonces están erradas o herradas.
El carnaval, tema de esta lección
Al principio de la Edad Media la iglesia católica propuso una etimología para el carnaval: el latín vulgar carne-levare, que significaba 'abandonar la carne' (lo cual justamente era la prescripción obligatoria para todo el pueblo durante todos los viernes de la Cuaresma). Pero no tenía sentido que justamente la palabra carnaval significara la prohibición de las fiestas (en las que siempre se comía carne y tocino).
Posteriormente surgió otra etimología que es la que actualmente se maneja en el ámbito popular: la palabra italiana carnevale significaría que durante la época del carnaval la "carne vale", o sea que se puede comer.
Lo que no es verdad…
Pero a fines del siglo XX varios autores comenzaron a sospechar el origen pagano del nombre. Carna es la Diosa Celta de las habas y el tocino.
También estaría conectada con fiestas indoeuropeas, dedicadas al dios Karna (que en el Mahabhárata aparece como un ser humano, hermano mayor de los Pándavas, hijo del dios del Sol y la reina Kuntí). Algunas personas creen que la palabra carnaval hace referencia a una supuesta antigua tradición pagana en la que se ofrecía carne al dios Baal (carna-baal) en una fiesta de donde todo vale.
Actualmente el carnaval se ha convertido en una fiesta popular de carácter lúdico.
Es una fiesta, donde todo vale…
Un carnaval es, pues, una celebración pública que combina algunos elementos como disfraces, desfiles, y fiestas en la calle y sexualidad sin inhibiciones.
Según algunos historiadores, los orígenes de las fiestas de Carnaval se remontan a las antiguas Sumeria y Egipto, hace más de 5,000 años, con celebraciones similares en la época del Imperio Romano, desde donde se difundió la costumbre por Europa, siendo traído a América por los navegantes españoles y portugueses que nos colonizaron a partir del siglo XV.
Pero, existen otras interpretaciones que son, posiblemente, válidas.
El vocablo carnaval, según el Diccionario de la Real Academia Española, proviene de las antiguas palabras italianas carne vale (quitar la carne o carne, o ¡adiós! carne), que sugieren la excesiva licencia sensual permitida en esos bulliciosos regocijos populares que se celebran en días anteriores al Miércoles de Ceniza, principio de los ayunos cuaresmales. Pero también se considera válida otra versión lingüística de la palabra carnaval, aquella procedente de la lengua romana carrus navalis (carro naval), derivada de la antigua costumbre de pasear un barco con ruedas en las saturnales romanas, fiestas dedicadas al dios Saturno, predecesoras del moderno carnaval, así como las bacanales, en honor de Baco. (Antiguo dios del vino),
Ésta es la acepción más válida y la que, en esta lección, utilizamos.
La costumbre del barco sobre ruedas, a bordo del cual se escenificaban mascaradas y danzas promiscuas, aún se mantiene vigente en los actuales carnavales de algunas ciudades europeas, aunque aquellas danzas eróticas han sido substituidas con flores que son arrojadas al público por bellas muchachas "marineras", de dichas naves.Al declinar el imperio romano, en la Edad Media y en especial durante el renacimiento, las fiestas del Carnaval cobraron especial sabor y suntuosidad en algunas ciudades de Europa, brillando con esplendor las de la italiana Venecia, que han inspirado innumerables leyendas y obras musicales de grandes maestros.
Una práctica común en tiempo de carnaval es jugar con agua. En el siglo XIX era costumbre rellenar huevos con agua para después lanzarlos. También se llenaban con agua de colonia. Otros objetos utilizados para lanzar agua eran fundas de papel, pomos, baldes o jarros. En estos juegos participaban tanto grandes como pequeños. En la actualidad, los niños son quienes juegan con agua entre sí durante el día por las calles de los barrios, llenando pequeñas vejigas con agua.
El carnaval simplemente es una huella de nuestro pasado paleolítico que nos conduce a creer que si pretendemos ser lo que no somos. Nuestras vidas cambiarán y que seremos felices.
Entonces, bienvenidos todos al mundo poco práctico, donde las quimeras residen: el mundo de las liposucciones y el mundo de los estiramientos faciales. El mundo falso de los anhelos frustrados.
Bibliografía
Suministrada por solicitud.
Autor:
Dr. Félix E. F Larocca