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Algunas reflexiones sobre la docencia y la formación de profesores en el Perú


  1. Se dice ¿maestro o profesor?
  2. Mejor homenaje al profesor
  3. Universidad y formación de profesores
  4. Padres de familia y educación
  5. SUTEP: elecciones universales
  6. Problemas en evaluación docente y discente
  7. Colofón

Se dice ¿maestro o profesor?

Seguramente, este 6 de julio, más de una institución educativa harán sendos homenajes a sus profesores y profesoras, cargados de canciones, actuaciones, flores, regalos y, cuando no, los infaltables discursos. En esas peroratas no faltarán los mensajes adulones, los rastreros o sencillamente anodinos. Pero, estoy seguro, que aún la concurrencia y hasta los propios profesores seguirán pensando que ese día es el "día del maestro", cuando en realidad es el "día del profesor". La fecha del 6 de julio nos recuerda la creación de la primera Escuela Normal del Perú en 1822 por José de San Martín porque antes la tarea de enseñar era privativo de los religiosos, pero a partir de esa fecha la tarea de enseñar será tarea del estado.

Parece ser un asunto baladí recordar quien es profesor o profesora, pero, en este mundo cargado de mentiras y distorsiones debemos salvar diferencias. Profesor es el profesional de la educación, es quien se formó para educar y enseñar, es quien tiene como ocupación primaria la de formar. En cambio, maestro es quien tiene discípulos, en el pensamiento o en la acción. Hay muchos profesores y profesoras que no son maestros y hay muchos maestros que no necesitan ser profesores. Una cosa es tener alumnos y otra muy distinta tener discípulos. El maestro tiene virtudes y cualidades más allá de una carga lectiva o un sueldo; por eso no puede ni debe haber un día del maestro.

Pero ser profesor esconde virtudes y atributos también implacables. A un profesor no lo hace su terno elegante, tomar exámenes o portar registros, usar una tiza o un plumón acrílico; a un profesor no lo hace marcar una tarjeta o cobrar un cheque, no lo hace su apariencia ni sus rasgos exteriores. El profesor o profesora es ante todo una persona, de carne y hueso, con virtudes y defectos, con cualidades y deméritos; no es un apóstol ni una esfinge sacra a quien se le mira a los lejos y se le pide entera divinidad, sin errores ni enmendaduras. Pero tampoco es un mamotreto o un chusco sujeto a quien se le paga por su asistencia física en una jornada, a cambio de nada, o a cambio de deformar y destruir las encendidas mentes de los niños y niñas de hoy.

Un profesor no puede ser ni uno ni otro extremo, es en cambio un "humano especial" y "especialmente humano". No cualquiera debe ser profesor, ni cuando ni dónde quiera serlo. El ejercicio del magisterio no es para los frustrados ni los improvisados ni los fracasados. No es para quienes se creen dominadores de un cuerpo de conocimientos y así creen tener el derecho consecuente de enseñarlo. Tampoco es para los que no pudieron triunfar en otras carreras, o para quienes la tomaron como última opción. Ser profesor no es una forma de "ganarse la vida". Esos no son profesores sino "pobre-sores", porque denigran la profesional, la convierten en ocupación, son los ganapanes que tanto daño han hecho y siguen haciendo a la educación peruana.

Un profesor no debe permitir que le digan "profe" sino su nombre completo; acaso se le dice al médico, "medi" ;a un abogado, "abo"; acaso se le dice a un ingeniero, "inge" o a un "psicólogo", "psico", porque decir, entonces, a un profesor "profe". No es mote de cariño ni de afecto, es una expresión de malacrianza, de seccionar el lenguaje, es un abuso de confianza. Como dice el huayno alusivo al profesor, que se demoren un poquito, y que le digan completo: profesor.

Es claro que la realidad peruana esconde inmensos baluartes de excelentes profesores y profesoras pero que son anónimos, que son coherentes entre el debo-quiero-puedo, que preparan sus clases, que leen y promueven la lectura, que innovan permanentemente, que producen material, que dan más allá de sus horas, que son un ejemplo a seguir, que son maestros, a semejanza del Kiti o "capitán" de la película "La sociedad de los poetas muertos". A esos profesores y profesoras anónimos que no recibirán nada a cambio este 6 de julio -que tampoco lo piden-, a esos que la historia formal los tiene olvidados o excluidos pero que sus discípulos y alumnos los inmortalizan aún estando retirados o fallecidos, a ellos nuestro más sincero homenaje

Mejor homenaje al profesor

Cada año, el 6 de julio, es una fecha propicia e histórica para recordar el día del profesor. Me pregunto, ¿Cuál será el mejor homenaje?. Al respecto al varias versiones. Hay una juerguera, otra protocolar, aquella sindical, otra anónima y otras más.

La versión "juerguera" está cargada de festines que empiezan con una parrillada, unos cócteles, unos sorteos y de repente baile con bebida incluida. Esta es la modalidad a veces de los eventos de la Derrama o la del Sub Cafae. Aquí lo que manda es el dinero, la música, la diversión. Por un trozo de carne, unos bocaditos o por unos televisores comprados con los mismos recursos de los profesores, se tiene un pobre espectáculo de la humillación, del derroche, de ver al profesor como un "pobrecito" que hay que festejarlo.

La versión protocolar, en cambio, realiza "sesiones solemnes", cargados de entrega de diplomas por 20, 25, 30, 35, 40, 45 y no sé que años de servicio. Incluye toma de fotos, brindis formales, medallas, más fotos y quizá un almuerzo de gala en un restaurante de gala. Suelen ser los eventos organizados por algunos colegios privados de "primera" o los del Ministerio vía instancias oficiales, algunos municipios, entre otros. Aquí lo que manda es la solemnidad, mientras más "elegante" es mejor. Detrás de esa pompa de mucho protocolo se esconde la imagen de un profesor más culto, más digno, más distante de su pueblo.

La versión sindical, del homenaje al profesor, está sobrecargado de romería al cementerio para dizque rendir homenaje a los profesores luchadores, como Horacio Zevallos, o de una marchita más contra el TLC o contra algún otro reclamo que nunca falta. Además hay reparto de volantes, un festival cultural de poesía radical, una visita a las radios para hacernos recordar que los profesores están mal pagados o que Toledo no cumplió sus promesas. Son los homenajes clásicos de los clásicos dirigentes del SUTE, de la tendencia tradicional o a veces de la tendencia democrática, pero siempre con una carga economicista, de la queja, del reclamo porque se dice que hay que pasar el día luchando (sic)

La versión anónima es hecha por cientos de profesores que no acuden a ninguno de esos eventos, que las pasan en amigos o amigas, generalmente mujeres. Que se van a tomar un café, a pasar por algún lugar, a casa de un colega o sencillamente comparten una parte de esas versiones anteriores pero que los abandonan justo en el mejor momento de la juerga, la ceremonia, la marcha o el brindis. Son auto homenajes típicos de profesores enclaustrados en ellos, que no se juntan con la masa para no ser confundidos. Detrás de esta versión se esconde solipsismo, otras veces la creencia de sentirse superiores o sencillamente una pobre relación social.

Ahora, y es complejo decirlo, creo que el mejor homenaje a los profesores y profesoras son los pocos o muchos reconocimientos espontáneos de sus alumnos y alumnas. Antes que el despilfarro en unas botellas o diplomas, está el sincero y bien merecido homenaje de sus alumnos. No cualquiera es profesor menos maestro, una cosa es tener alumnos otra muy distinta es tener discípulos. Ese abrazo con calor, ese estrechar de manos sincero, esos discursos o palabras "no leídas o dictadas por un adulto" en las ceremonias sino aquellas que brotan del reconocimiento, valen más. Más valen esos saludos sin miel ni acostumbradas palabras. Más vale la mirada directa de aprecio de los padres de familia. El profesor se valora en la medida de sus méritos, de su entrega, de su compromiso, de saber que a pesar de todo, es forjador de personas libres, justas y competentes.

Universidad y formación de profesores

Aniversario de la Facultad de Educación. El 16 de diciembre de 1948 se creó la Sección de Pedagogía en la Facultad de Letras en la UNSA, la que posteriormente sería la Facultad de Educación, hoy llamada completamente "Facultad de Ciencias de la Educación". Entre los promotores de esta nueva Facultad de forjadores de profesionales de la educación estarán Teobaldo Paredes Valdez y César Guardia Mayorga, era la época de que ser profesor era ser maestro, donde se podía lucir elegantemente un terno además de lucir sabiduría. Eran los años donde había esas dos cuestiones vitalales en cualquier profesión: la vocación y la competencia. Eran los años en que ser egresado de la Universidad ponía la diferencia, ya sea por la producción intelectual o por el sincero compromiso con la educación popular. Por ello, la necesidad de analizar la formación de profesores y la universidad.

Algo de historia. La creación de una Facultad de Educación, marcó una diferencia en la formación de profesores. Como podemos recordar, antes quienes enseñaban eran las personas mayores, por el sólo hecho de ser "adultos" estaban en la potestad de enseñar y formar. Con el surgimiento de la Incanato, esta ocupación recae en los amautas; en la colonia fueron los curas o monjas de las diversas congregaciones religiosas, y recién en la república se funda la primera Escuela Normal (6 de julio), para efectivamente empezar a funcionar a inicios del siglo XX. Pero, no había formación universitaria de profesores sino a cargo de Institutos, algo así como carreras de mando medio o llamadas carreras cortas. Será recién en la década de los 40 del siglo pasado en que se crean en diversas universidades, las Facultades de Educación. Y es que la Facultad de Educación tiene más desafíos que entregar discursos, experiencias, títulos o más cartones. La Facultad de Educación se debe a quienes la forjan. Tiene por ello, la tarea de defender la educación profesionalmente, de devolverle alternativas al país y la región la calidad educativa, de poner a luz sus más elevadas investigaciones, sus obras escritas y sobretodo la alta calidad humana de sus egresados.

Las preguntas. ¿Pero qué hace diferentes una formación universitaria de otra no universitaria? ¿Acaso la universidad forma necesariamente mejor que los Institutos?, ¿Acaso los Institutos son mejores que las Universidades?, ¿Acaso la universidad sólo tiene el mérito de la "libertad" de cátedra, mientras en los Institutos tienen "responsabilidad" de cátedra?, ¿Acaso los Pedagógicos son sólo extensiones burdas de los colegios dedicados a obtener lucro tras lucro?, ¿Acaso las Facultades de Educación están realmente a los profesores del futuro?, ¿Cómo es posible que miles de profesores aún permitan que se dicten cursos tras cursos para titular profesores sin tener en cuenta las reales demandas educativas y lo que es más grave, que cualquier advenedizo crea ser "profesor" porque luce un "titulo" adquirido en cursos mal llevados "a distancia"?, ¿Acaso a las Facultades de Educación no les falta el liderazgo para empezar a ser entes de investigación antes que de ofertas de cursos?, ¿Acaso no debemos frenar a que las pensiones valgan más que la calidad?, ¿Acaso podemos hablar de dos grandes grupos de profesores, los graduados con tesis y los que nunca hicieron tesis alguna?

Estas preguntas deberán ser resueltas por quienes estudian en ella –en pre grado o post grado-, por quienes enseñan en ella, por quienes son sus graduados y sobre todo por la comunidad arequipeña, a quien finalmente se deben.

Padres de familia y educación

Respecto a los anuncios del rol de las APAFAS Asociación de Padres de Familia ¿Deben los padres de familia intervenir en la evaluación de los docentes?. En principio "sí", ya que tanto la Ley de Educación como el Proyecto Educativo Nacional 2006-2021, hablan de la participación de la sociedad en la educación. Pero no sólo debe incluirse a los padres de familia en la evaluación docente sino a los propios estudiantes, sujetos activos en la vivencia escolar, y no sólo ellos, sino los "ex alumnos", más libres para ser sinceros y para juzgar con una mirada más diáfana, lejos de la escuela, con menos presiones de sus docentes. También deben participar en la evaluación docente las universidades e institutos superiores que cada año reciben miles de alumnos egresados de las aulas escolares.

Pero la respuesta del rol de las APAFAS no es tan sencilla. Trae cola, como otros tantos temas controvertidos en la educación. Se debe responder antes ¿Cómo están organizadas y cómo se gestionan actualmente las APAFAs?. En general, las APAFAS se han convertido en organizaciones de tres posibles roles: a) De conflicto permanente con el colegio (mequetrefes, sensacionalistas, victimizados, provocadores para tomar locales, listos para acusar e insultar a veces sin pruebas pero que sirve a un tipo de prensa amarilla. Detrás de esa beligerancia de alguna APAFAS se esconde la tendencia a malgastar las cuotas, aprovechar de multas, y finalmente a no provocar el desarrollo educativo. B) Una segunda manera es la colaboracionista, de conducir las APAFAS como meros aduladores del director o como caja chica del colegio. Estas son las APAFAS que son los brazos y pies de los docentes, algo así como tontos tesoreros o serviles directivos, que a todo dicen sí, que no piensan, que no tienen planes, que se dejan llevar por la corriente y que han claudicado para tener autonomía, pensamiento propio. C) La tercera opción, de las APAFAs es que sean actores protagónicos del proceso educativo, ni obstruccionistas ni sobones, sino que se mantengan como aliados de los docentes y el director, que buscan el progreso, que facilitan las reformas y los cambios, que son transparentes en la gestión, y que ayudan a subsanar las deficientes que el estado neoliberal ha condenado.

¿Pueden evaluar – entonces- esas APAFAS a los docentes? ¿En qué evaluarían? ¿Cómo los harían?. Si, lo pueden y lo deben hacer. Entonces, sólo debe definirse bien los términos, prepararlos para evaluar, y hacer que en este proceso los coloque no por encima o supervisores, sino en co-responsables, aliados, protagonistas. Entonces, las tareas son claras. Las APAFAs no son verdugos ni de los docentes ni de sus hijos. Son protagonistas en el destino de las escuelas, y en estos meses, en el la vigilancia adecuada de los millones que se piensa invertir en educación. Las APAFAS al evaluar a los docentes se evalúan también a sí mismos. Por ello, debe crearse una "cultura de evaluación" que nos libere de las improvisaciones y de las rutinas, enfermedades contagiosas en el magisterio nacional.

SUTEP: elecciones universales

A pesar de los criterios y las costumbres antidemocráticas con que se ha manejado y se sigue manejando el SUTEP, estos próximos días se elegirá mediante el voto universal a los representantes de los docentes de la Provincia de Arequipa. El SUTE Provincial Arequipa parece entrar en una etapa de democratización que no termina en este voto universal, sólo lo inicia.

Hay dos opciones, marcadamente diferentes. La lista tradicional y agotada, la que siempre tuvo el poder, la que confundió sindicato con partido, o camarilla o grupo de amigos. De otro lado, está la lista que parece representar a las tendencias más renovadoras y democráticas.

Las elecciones sindicales parecen estar empañadas en prácticas tan comunes como realizar escrutinios a altas horas de la noche, o ser irrumpidas por "anforazos" o por golpizas a los grupos nuevos y apartidarizados magisteriales. Este proceso no puede estar amenazado por prácticas erróneas y de primitivas reacciones de viejos dirigentes que sienten amenazada su hegemonía de cúpula.

Problemas en evaluación docente y discente

Cada cierto tiempo se anuncia en el país que se procederá a evaluar a los docentes y a estudiantes del país en el marco de permitir establecer la realidad de los desempeños educativos y tomar medidas en consecuencia. Tal anuncio agarró de sorpresa a los propios funcionaros del Ministro de Educación y por supuesto provoca a los docentes en general, no porque se oponga a la evaluación sino porque muchas de las cosas que se siguen diciendo en educación surgen parece de eufóricos momentos y de la elucubración quizás bien intencionada pero realmente no forma parte de una plan que permita dibujar por donde se dirige la educación.

El tema de la evaluación docente NO ESTÁ de moda. Ya fue anunciado, ya fue propuesto en el proyecto de Carrera Pública del Magisterio, ya se sabe que viene, ya estamos preparados. El problema es definir indicadores de esa evaluación. ¿Cómo saber que un profesor es bueno?. Es más, puede haber profesores buenos? Para muchos el tema es de cartones o carreras acumuladas, de diplomas de segundas especialidades, o de maestrías o doctorados. Esa es la clásica manera de juzgar las competencias, basadas en el papel, en lo formal. Pero hay otra manera, complementaria sino pertinente como los productos escolares. No me refiero al rendimiento escolar expresado en notas o en número de ingresos a la universidad. Esa es una manera relativa y hasta peligrosa de medir la calidad de los colegios, de los profesores y de sus estudiantes. La mejor manera, si es que existe una, es la sumar por lo menos tres variables: calidad de su formación inicial, capacidad de innovar en el aula y fuera de ella, y competencias sociales de investigación y sistematización.

Por la primera medimos no a la institución que lo formó, solamente, sino, los aprendizajes que hayan acumulado en sus años de pre grado, en cada oportunidad que tuvo para forjarse como un profesional más allá de ser un enseñador. Uno es la mitad de lo que le dieron, la otra mitad se forja, a veces contracorriente y a veces producto de su incesante autoformación. Por eso, hay institutos pedagógicos que deben cerrarse, por eso hay mucho pan que rebanar en las Facultades de Educación de las Universidades y lo más peligroso, deben cerrarse sistemas de titulación de profesores hechas sólo con el fin luicrativo

¿Cómo saber que un estudiante es bueno? Acaso sólo porque aprueba un examen de comprensión lectora, o de razonamiento matemático o un concurso de "valores"? La condición de estudiante no la da portar libros, aparecer en actas oficiales ni menos el "prestigio marketero" que pueda exhibir un colegio. El estudiante debe ser medido en la calidad de los aprendizajes aprendidos, más allá de sus notas, sino en la valides y utilidad de los mismos. De nada nos valen ingresantes a la universidades que no sena capaces de compartir sus conocimientos ni capaces de emprender nuevas tareas, cada vez mincesantes, centradas en el desarrollo humano sostenible.

Mientras las peligrosas afirmaciones del Papa pueden provocar más tensión en zonas del mundo que viven hastiados de violencia, de abuso y de inculpaciones. Mientras los peligros de la guerra de miles de jóvenes de Irak y Palestina. Mientras se incrementa el desempleo en jóvenes

Los jóvenes son los rayos solares a las 12 del mediodía. Los jóvenes tienen más que pocos años, tienen esa fuerza capaz de producir cambios, de desafiar la vida y la rutina, de saltar, de correr, de encumbrar. Pero al mismo tiempo, esa juventud no garantiza en sí mismo el éxito.

Colofón

La problemática docente hoy está siendo discutida en torno al acceso o no a la carrera pública magisterial conocida por sus siglas CPM. El propósito esencial consistió en evaluar a los docentes para exigirles mayor calidad y al mismo tiempo mejorar sus ingresos, a aquellos que muestren mejores méritos. Esa política es una política de estado y no de gobierno, sin embargo, las cuestiones legales y de procedimientos concretos para efectivizar una carrera magisterial aún no están debidamente consensuados.

La mayor oposición lo lideran los viejos dirigentes del SUTEP que llaman a una defensa de la ley anterior, que no discrimina méritos sino trata de manera semejante a todos. En ese anonimato se han escondido profesores mediocres y corruptos, y bajo ese manto de arcaísmo (retomando las palabras de Nicolás Lynch) subsiste una férrea oposición a la capacitación y a la evaluación. Detrás de ese discurso sindical están los intereses económicos y los poderes que se derivan de la Derrama Magisterial, la participación ciega y a espaldas del magisterio de los delegados sindicales en el SUBCAFAE y CAFAE, las gollerías que se derivan de las comisiones de reasignación y de las prebendas que otorga el poder.

El sector que ingresó a la CPM tiene sus méritos y sus perlas. Está formado por un grueso número de docentes que les importa primero el dinero o sueldo antes que el servicio y el derecho-deber a la educación. Se han hecho maestros o doctores para usufructuar de cargos, de ser "capacitadotes" de PRONAFCAP o PELAs, y obtener beneficios rentables. Otro grupo tiene aún una débil presencia para hacer reformas y cambios en la educación peruana, a pesar que ganan mejor que antes.

Entonces el problema docente no es cuestión normativa de a qué ley pertenecer, o buscar ingenuamente juntar las dos leyes para sacar nuevamente ventaja a favor de los dirigentes sindicales. El problema radica en provocar cambios desde el ingreso a las universidades o pedagógicos, en el proceso de la formación inicial, de las competencias de los profesores que enseñan a los futuros profesores, de la calidad de las investigaciones académicas del magisterio. El problema es más complejo que un nuevo rostro o un nuevo funcionario. Y en eso se requiere compromiso con el desarrollo humano antes que con el mercado.

 

 

Autor:

Gabriel Vela Quico