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La Parranda ¡Aleluya!


  1. Génesis
  2. Éxodos y nuevas semillas
  3. Bibliografía consultada

Génesis

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En la década del 20" del pasado siglo XIX, surge en la iglesia mayor de la villa de San Juan de los Remedios, ubicada hacia el norte y centro de la isla de Cuba, la iniciativa, por parte del clero y la comunidad religiosa asociada a la parroquia, de convocar a los vecinos del poblado a las misas de Aguinaldos a través de algarabías matutinas generadas por comitivas de fieles, que saldrían por las calles incitando a los remedianos a asistir a las actividades oficiadas entre el 16 de diciembre y el día 24 del mismo mes, en que concluía la semana con la tradicional Misa del gallo.

El fraile Francisco Vigil de Quiñónez fue el encomendado para organizar aquellos grupos iniciales, que armaban sus bulliciosos convites valiéndose de instrumentos populares como güiros, matracas, fotutos, latas, piedras y pitos.

Muy pronto la costumbre se desembarazó de su origen religioso para transformarse en un festejo de carácter pagano organizado por los barrios: El Carmen, Cristo, La Bermeja, San Salvador, Camaco, La Laguna y Buen Viaje, hasta conformarse posteriormente los dos barrios rivales que se enfrentan hasta los días de hoy: El Carmen y San Salvador.

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A los sucesivos jolgorios fueron incorporándose las cornetas, tumbadoras, guitarras, arpas, claves, quijadas, botijuelas, filarmónicas y cantos corales. Ocurriendo el salto decisivo para el rumbo ulterior tomado por las fiestas en la década de 1880-1890, con el nombramiento de Cristóbal Gilí Mateu, y José Celorio como presidentes de los barrios, ambos de procedencia española y responsables de la aparición en estos festejos populares de las carrozas, trabajos de plaza y faroles.

"El ruido infernal", como aludían los periódicos de la época a las incipientes parrandas, se transformó progresivamente en música. El laterío se tornó en repique, en orquestas callejeras con rejas, cencerros, gangarrias, alcahuetes y atamboras.

Surgieron las polkas remedianas creadas por Perico Morales (Barrio San Salvador) y Laudelino Quintero (Barrio El Carmen), curiosas composiciones musicales, carentes de letra y con un referente directo en la música europea, que fueron arraigándose dentro de la tradición popular y aún no se revisa su existencia en ningún otro pueblo de Cuba.

Las polkas, acompañan a los barrios al irrumpir en la plaza que lleva actualmente el nombre de José Martí, convirtiéndose el ritmo en una rumba al penetrar en el área donde se queman los voladores, y retornando a la polka en el anuncio de la retirada.

El repique, a decir del folklorista Pedro Capdevila, es el preámbulo callejero antiquísimo que precede la parranda, que con sus intermitentes salidas dos o tres meses antes de diciembre, va reanimando los bríos. El repique remediano es inconfundible con la conga del carnaval, en la conga hay bombo, sartenes y tumbadoras, el repique recuerda las campanas de las misas de Aguinaldo, cada barrio lo hace diferente, en el Carmen todos llevan el mismo ritmo y las que repican son las atamboras, en San Salvador las rejas dibujan y las atamboras están quietas, repican las rejas, las gangarrias y los cencerros.

Las rumbas son de dos tipos: las de desafío y las de victoria. Una de las más conocidas en la villa es la que tradicionalmente entona el barrio de El Carmen bajo los fuegos artificiales:

Aquí te espero,

aquí te espero

Aquí te espero sansarí pa´darte cuero.

Los barrios poseen insignias y banderas que los identifican. La de San Salvador es un gallo y una bandera roja con un cuadrado azul en el que ondea la insignia. El Carmen tiene dos emblemas, El Gavilán y La Globa, y en su bandera carmelita con un triángulo rojo, aparece bordada la globa.

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El rito teatral de la parranda, siempre se inicia con la iluminación de los trabajos de plaza y el saludo de los barrios con sus faroles, insignias, estandartes y espectáculos pirotécnicos, prosiguen las salidas de las carrozas y el recorrido triunfal de los adversarios con sus rumbas, cantos y fuegos artificiales.

Es un festejo que ha generado consigo un sinnúmero de eventos artísticos y manifestaciones típicas que la singularizan, con un particular valor al convertirse en fuente de una inmensa variedad de oficios populares entre los que la artesanía sobresale por su innegable frescura, originalidad y sus innovadores proyectos hábilmente adaptados a los medios y las carencias existentes.

Electricistas, carpinteros, decoradores, vestuaristas, músicos, maquillistas, y artilleros son sólo algunos de los oficios que precisa sincronizar un espectáculo parranderil para su realización.

Los trabajos de plaza conforman enormes armazones de madera donde se aplican y combinan diversas técnicas lumínicas. En su mayoría, alegan directamente a temáticas políticas, históricas, sociales, literarias o sencillamente, de origen ficticio. Su complejo diseño se basa en movimientos electrónicos, mecánicos o hidráulicos, que constituyen, en muchos casos, manifestaciones de arte cinético por la acción simultánea y creativa de la luz.

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La fabricación de las tamboras de intermitencia por Manuel Rodríguez en 1973, especies de computadoras artesanales que toman el principio de funcionamiento de un intermitente industrial, facilitaron el desarrollo de estos trabajos, que no siempre fueron como los que conocemos en la actualidad. En 1875 se exhibieron los primeros, por aquel entonces los modestos proyectos de carpintería se desarrollaban desde la madrugada del 16 de diciembre hasta el 24 y los barrios se disputaban la puerta y el costado de la iglesia mayor en la antigua plaza Isabel II.

A partir de este momento sólo se interrumpieron sus construcciones en el período de 1895-1897, debido a las guerras de independencia, en 1930 por las tensiones políticas existentes, en el período de 1956 a 1958, debido a las luchas revolucionarias, y en 1969 por la zafra azucarera.

• A continuación, se relacionan algunos de los tópicos recreados en los Trabajos de Plaza desde el siglo XIX hasta nuestra época:

-1889- El Morro y el submarino español de Isaac Peral.

– La torre Eiffel, la estátua de la Libertad de Bartholdy y el puente colgante de Broocklin.

-1899-Cuba libre

-1905- Torre de Nanking, imitando las porcelanas asiáticas.

-Monumento a José Martí.

-1906-Busto del mayor general Antonio Maceo.

-Obelisco a las guerras de independencia.

-1923-Molino holandés.

-1926-Sombrilla japonesa.

-1929-Kiosko árabe.

-1933-Tras el Kremlin surgió un nuevo sol.

-1934-El descubrimiento del radio.

-1938.Empire State.

-1941-Monumento a la democracia.

-1942-El Maine.

-Unidad del continente americano.

-1943-La pagoda del dragón rojo.

-1946-La Divina Comedia.

-1947-Campana de La Demajagua.

-1955-El salto del Hanabanilla.

-Tumba del Taj Majal.

-1961-Por la paz y el socialismo.

-Campaña de alfabetización.

-1962-Vuelos cósmicos.

-1968-Centenario de las luchas independentistas.

-1973-Homenaje a Picasso.

-1975-Primavera por el Congreso.

-1977-XI Festival de la Juventud y los Estudiantes.

-1980-Olimpiadas de Moscú y Vuelo conjunto Cuba-URSS.

-1994-Génesis.

-1998-Vitrales para Lorca.

-1999-Rumbo al 2000.

Las carrozas, por su parte, conforman escenografías rodantes en las que a diferencia de las que se construyen en el carnaval, los maniquíes humanos permanecen inmóviles, y no existen tantos "descubrimientos" como en las charangueras, que frecuentemente poseen una disposición horizontal, y ocurren en ellas sorpresivas apariciones de objetos. Las preferencias temáticas poseen origen mitológico, literario, histórico y fantástico. Antiguamente se hacían acompañar por las polkas pero luego se incorporó la narración de la leyenda.

Estas obras de arquitectura efímera, espacios idílicos de luz y color, están poblados de personajes ataviados con máscaras, maquillajes, artísticos dibujos, vestuarios decorados con perlas, encajes, mostacillas, canutillos, cintas de colores, y gigantescos adornos de cabeza realizados con alambre, poliespuma, cartón, papier maché, hojalata, telas y yeso, con fastuosos e imaginativos adornos.

Al igual que los trabajos de plaza, las carrozas precisan de un arduo trabajo de carpintería, diseño y luminotecnia. Casi siempre se elevan sobre grandes chasis de rastras o raíles soldados de ferrocarril que confeccionan la armazón rodante.

En cuanto a la pirotecnia, Remedios constituye el ejemplo más atractivo en la realización y exhibición de pirotecnia civil en Cuba. En las noches de parranda el cielo se dibuja con caprichosas figuras iluminadas, formadas a través de voladores, palenques (de luces o explosivos), cascadas, palomas, paracaídas, bengalas, piezas giratorias y fijas con mensajes alegóricos a los barrios, tableros, morteros, pitos, ramilletes y cabelleras lumínicas.

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"Éxodos y nuevas semillas"

En los últimos años del siglo XIX, las parrandas comienzan a extenderse hacia los pueblos vecinos: Zulueta, Caibarién, Camajuaní, Vueltas y Yaguajay, y con posterioridad hacia Taguayabón, Chambas, Punta Alegre, Guayos y Cabaiguán, por solo citar las más nombradas. Territorios pertenecientes a la antigua provincia de Las Villas y que con la nueva división político-administrativa fueron redistribuidos entre Ciego de Ávila, Sancti Spíritus y Villa Clara.

La extensión hacia otros sitios estuvo determinada fundamentalmente por las cercanías geográficas, el sabor popular de la festividad y el apoyo de los comerciantes que se beneficiaban con su realización.

En 1892 se registran las primeras fiestas en Caibarién, ciudad costera en la que ha existido la tradición de realizar el festival acuático de botes de velas cada dos años y la celebración de juegos populares como el palo encebado, el huevo en la sartén, la cucaña y las carreras en saco.

Los barrios fueron denominados La loma y La marina, y las insignias elegidas para representarlos fueron el ancla, el tiburón y la palma real.

Estos festejos tomaron elementos del carnaval como los muñecones o frijolillos, que bailan junto al pueblo en el changüí, y a diferencia del piquete remediano, la conga es el toque básico de la percusión que prevalece, hecho distintivo del carnaval.

En Caibarién el paseo de las carrozas es alrededor del parque y durante dos noches, a diferencia de Remedios que pasea por los costados de la plaza sólo una noche. Los trabajos de plaza son mucho más modestos y aparecen las comparsas incluidas en los festejos.

Camajuaní comienza sus festividades el 24 de diciembre de 1894 con los barrios China y Japón, que más tarde se hicieron llamar Chivos y Sapos, la tradición fue iniciada por familias procedentes de Remedios. En este pueblo prevalece el tambor en el changüí, la reja de arado y algunos metales, la conga toca números en boga pero con letras de las fiestas para desafiar o satirizar al barrio contrario:

Flores, flores

Ahí viene el barrio los chivos

Viene regando flores.

No se realizan trabajos de plaza ni faroles, los esfuerzos son principalmente para la carroza. El espacio determina que no se hagan otros trabajos porque no existe un parque, sino un paseo estrecho con una calle ancha y larga. No existen líneas divisorias bien situadas entre los barrios, pero la pirotecnia posee un vigor muy fuerte.

Con el decursar de los años, la tradición parrandera ha ido evolucionando, adquiriendo mayor dinamismo y formas eclécticas, desprendiéndose de su carácter más ortodoxo, determinado por las características de los festejos remedianos. Con fresco desenfado se entretejen en los distintos poblados herederos de la tradición, características típicas del carnaval, la charanga y la clásica representación parranderil, maniquíes danzantes y escenas teatrales durante el paseo de las carrozas (Taguayabón, Camajuaní, Guayos), parrandas infantiles, cabezones, leyendas, comparsas y trabajos de plaza. Todo mezclado en un sabroso ajiaco de cubanía, como dirían seguramente Nicolás Guillén y Fernando Ortiz (con todo el respeto que merecen) para referirse a estas celebraciones en las tierras del señor Feijoo (de haber coincidido en el tiempo estas tres joyas de nuestra cultura nacional).

Los referentes más diversos conviven de forma orgánica; hibridando tradición y modernidad, cultura y contracultura. Parranderos de la diáspora y parranderos de la isla; todos compartiendo el sueño común de la parranda y sus imaginarios, salvando su vitalidad, y haciendo crecer el número de adeptos en el mundo entero, como el milagro de multiplicar panes y peces: abriendo mares para hacer caminos donde los imposibles, dejan de serlo.

Bibliografía consultada

• Anales y efemérides de San Juan de los Remedios, Martínez Fortún y Foyo, José.

• Las parrandas de Remedios, tradición centenaria, Martín Farto, Miguel.

• Las parrandas remedianas, arte popular e identidad cultural, Capote Gamoneda, Dely.

• Las parrandas de Remedios: su proyección a los pueblos de Caibarién y Camajuaní, Farto Muñiz, Rafael.

• Fotografías y videos de las parrandas de Taguayabón. (Propiedad del director y diseñador de proyectos artísticos parranderiles Tomás Manso).

• Trabajos investigativos y fondos fotográficos del Museo de las Parrandas de Remedios.

 

 

Autor:

Oliday García Castillo.

Licenciada en Historia del Arte