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Capital social, paradigma base para construcción de identidades locales (página 2)


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Es el alto grado de capital social que poseen las mujeres de la Feria Pinto , lo que les permite en cierta forma, hacer mas llevadera y amena su vida, que prácticamente lo constituye su lugar de trabajo, ya que es aquí donde pasan el mayor tiempo. Permitiéndoles, el capital social desarrollado una mayor confianza reciproca y cooperar en la formación de nuevos grupos o alianzas para la realización de acciones en común.

Específicamente en las tres mujeres de la feria Pinto, esta representado la presencia de las redes y agrupaciones que facilitan las relaciones fundamentadas en la asociatividad, y la solidaridad. Vinculándose por el efecto y cariño que configuran relaciones estrechas en el grupo, enlaces de afinidad o compañerismo basadas en sentimientos de respeto

Es el concepto de sororidad lo que le da vida al paradigma del capital social, como lo señala Marcela Lagarde, feminista y antropóloga mexicana: "La alianza de las mujeres en el compromiso es tan importante como la lucha contra otros fenómenos de la opresión y por crear espacios en que las mujeres puedan desplegar nuevas posibilidades de vida".

Es importante, comentar que el concepto de capital social, ha resurgido como respuesta a los fracasos de las ideas economicistas del desarrollo, resaltando la necesidad de valores como la confianza interpersonal, la asociatividad, la conciencia cívica, la ética y los valores predominantes en la cultura de una sociedad, a fin de formular políticas con objetivos de lograr una estrategia de integración de los países en desarrollo al mundo globalizado.

En América Latina los graves errores en la concepción y aplicación de las políticas de desarrollo, han contribuido a acrecentar el déficit de capital social de la región.

El paradigma de capital social plantea que los términos y niveles de intercambio no sólo dependen de nuestro deseo por bienes, servicios físicos y por activos productivos; sino también por la búsqueda de bienes socio-emocionales que siempre estarán presentes en todas las relaciones humanas.

El capital social es importante porque contribuye, en forma determinante a mejorar la calidad de vida de los individuos y las comunidades, viéndose a los actores como agentes protagónicos en la solución de sus problemas y articuladores de la dinámica socio-cultural de la región.

Es por ello, que el capital social es uno de los pilares fundamentales del desarrollo local, adquiriendo importancia la dimensión cultural, que entiende que en un territorio operan identidades locales que se revelan y se niegan a desaparecer ante la fuerza de las tendencias globales homogeneizantes. Sobre esos particularismos; se constituyen actores que pueden impulsar procesos de desarrollo localmente controlados y gestionados.

Respecto a lo señalado es importante expresar: ¨Lo global no puede prescindir de lo local, ni lo local puede expandirse o aún sobrevivir, desconectado de los movimientos globalizadores ¨(Garcia Canclini 1998:50)

Por tanto, es necesario revalorar y visibilizar el papel de la mujer indígena-trabajadora en el manejo de los recursos naturales, sus capacidades, en la transmisión de valores, en la conservación y transmisión del conocimiento ancestral, y en la conservación de la diversidad cultural y natural, que conforman un capital social como una forma contrarrestar los efectos negativos de la globalización, promoviéndose de esta manera un desarrollo notablemente endógeno. No hacerlo, invisibiliza, desconoce, y no ayuda la construcción de la identidad.

Reconocer y reconocerse favorece la construcción del sujeto social. Toda persona se constituye como sujeto social desde el reconocimiento de su nombre, identidad, demandas, necesidades, deseos y temores.

Por otro lado, el empoderamiento de las mujeres indígenas pasa por la recuperación, reconocimiento y valoración de los saberes indígenas previos como base para la incorporación de nuevos saberes. Es a partir de este reconocimiento que las mujeres indígenas pueden trascender el espacio privado y acceder a mayores espacios de decisión sin perder de vista la identidad de género y la identidad étnica que crean condiciones para el desarrollo de capacidades propias con dignidad.

En condiciones de subdesarrollo, como las nuestras el modelo neoliberal, como proceso se hace mas desencarnado, ya que la mayoría de las personas se vuelven objeto del poder económico de una minoría.

Además, hay que ser concientes que bajo este modelo económico no todos somos competentes, ya que la mayoría de las personas no cuenta con las habilidades y recursos para entrar a competir en el sistema, como es el caso de las mujeres de la feria pinto, ya que no sólo tienen mayores dificultades para acceder a los servicios educativos, sino más aun dificultades para salir de la pobreza por las responsabilidades familiares y el cuidado de los niños, la discriminación para acceder al mercado de trabajo, la segmentación de las ocupaciones y los menores salarios.

Hay una complementariedad entre la dominación étnico-cultural y la de género, es decir las mujeres indígenas son consideradas inferiores no sólo por ser mujeres, sino también por ser pobres e indígenas.

Pareciera ser que el modelo económico esta diseñado solo para favorecer a cierto segmento de la población en desmedro de otros. Es por ello que el modelo neoliberal resultaría eficiente si todas las personas contaran con recursos y capacidades para moverse en un sistema competente e individualista, y esto lamentablemente pasa a ser solo una mera utopía.

Es por ello que a partir de ésta reflexión se hace necesario pensar en la importancia del desarrollo local, sin dejar de tomar en cuenta los procesos globalizadores y sus efectos sobre lo local.

Este desarrollo al cual hago alusión, busca privilegiar el fomento del capital social y la microeconomía, con la finalidad de promover el desarrollo a partir de las propias necesidades y riquezas de la población local. Como un mecanismo para enfrentar todos los elementos e impulsos de carácter exógenos que cotidianamente nos bombardea desestructurando nuestras pautas identitarias.

Es por esta razón que se requiere engendrar una nueva reconstrucción respecto a la formación de identidades locales, como símbolos de un desarrollo endógeno, en donde participan de manera activa y comprometida los diferentes actores sociales.

Un desarrollo en el cual se dependa de las propias capacidades locales para generar iniciativas y compatibilizar esfuerzos y en donde se revalorice la importancia del capital social en un contexto global, como fuente de relaciones en donde se recrean las praxis sociales locales de muchos actores, que forman parte de una cultura identitaria que no esta destinada a desaparecer si se les deja de considerar invisibles.

Bibliografía:

 

Maria Loreto Pérez Solís

Alumna de Trabajo Social,

Universidad San Sebastián Sede Valdivia

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