Pero el grado de crudeza que alcanzaron las imágenes transmitidas, estimulada por la competencia, fue limitando la capacidad de asombro de los espectadores; lo que no disminuyó fue su necesidad de espiar en las vidas ajenas, pero ese "endurecimiento del ojo" propiciado por la situación a la que hacíamos referencia al comienzo del párrafo requirió, para la satisfacción de dicha necesidad, historias que no tuvieran el carácter previsible del género y que estuviera más al nivel de la realidad, conflictos más cotidianos. Adquieren entonces un rol protagónico los Talk Show, donde se exponían en público conflictos personales; en un comienzo con la intención solucionarlos y estimulando la sensibilidad de los espectadores. Con el correr del tiempo, y siempre atendiendo a las necesidades comerciales, los conflictos que se presentaban suscitaban fuertes discusiones en cámara. Estos son los primeros vestigios de la televisión a la que hacemos referencia.
Se diseminaron entonces en el espacio televisivo estas producciones que comenzaron a ser sospechadas en lo que respecta a la verosimilitud de los conflictos; la cantidad y la reiteración disiparon el interés inicial; se echó mano, en consecuencia, a las figuras intocables, merecedoras hasta entonces de la devoción de la tele – audiencia, personalidades dueñas de un prestigio brindado por los medios que ocultan sus facetas personales, cotidianas. Es justamente ese lado oculto lo que estimula la curiosidad del espectador que disfruta de quebrar la inaccesibilidad a las cuestiones cotidianas de las personalidades mediáticas.
Pero hay algo que podemos agregar, no es la anterior la única característica referente de la televisión escándalo, esta utiliza además como material casos policiales retomando todas aquellas versiones que la investigación descarta por falta de pruebas ¿De qué manera capta el interés de público? estimulando el imaginario social, dándole crédito a las hipótesis que circulan en la sociedad, satisfaciendo de esta forma su necesidad de protagonismo que le está vedado en otros campos.
En el extremo final de esta competencia por la Cuota de Mercado, juegan un rol destacable los Reality Show, programas en los que se hace convivir a un grupo de personas, siendo estos observados permanentemente por cámaras permitiendo a los espectadores acceder a la intimidad de los participantes.
Decíamos que la nueva forma de aumentar la Cuota de Mercado era desmitificar a las personalidades mediáticas. En pos de este objetivo los programas del espectáculo preocupados en un comienzo por develar detalles de la vida privada de estas personalidades, en lo que se refiere a amoríos y cirugías, nuevos trabajos y eventuales peleas de cartelera, encontraron un nuevo recurso, poner en la palestra los conflictos personales en los que ellas estaban inmersas.
¿De que manera se logra esta atención? Es necesario en primer lugar detectar un problema que será a partir de ese momento de dominio público. Lo que es en primera instancia un rumor se podrá confirmar con una entrevista con el involucrado. La negación del mismo a esta instancia es uno de los principales fertilizantes de la noticia. Como por lo general se basan en conflictos de relaciones, el segundo factor importante es la voz del antagonista, situación que generará un cruce de opiniones que estimulará a ambos a aumentar la ponzoña de los comentarios. Agotado este recurso, salen a escena aquellas personas que dan su opinión, positiva o negativa, sobre el caso y los involucrados lo que genera dos bandos. Se abre aquí otra problemática tomando importancia los conflictos entre los grupos formados.
Suele suceder que a alguno de los involucrados le moleste algún comentario realizado por el periodista lo que genera un nuevo conflicto que puede desembocar en reacciones violentas que aportan más material al programa y mayor interés de la audiencia, que como dijimos, más se involucra en el relato (justificaré más adelante porqué utilizo este término) cuando más grandes son los conflictos, y cuando más se puede conocer de esa faceta oculta.
Desde la construcción discursiva – y aquí entra la justificación del término relato – se realiza una fragmentación de la noticia, y se dilatan los tiempos para completar la información, que se puede prolongar por semanas, aumentando de esta manera el clímax hasta su desenlace. Esta dilatación es coherente con las necesidades de captar a la audiencia, que, cumple además, con la función de distraer la atención de otros temas relacionados con los acontecimientos que afectan la vida de los ciudadanos.
Otro recurso característico es manejar la ambigüedad del lenguaje, desde la entonación y la simplificación en los adelantos y títulos, generando de esta manera una falsa expectativa de lo que se va a decir. Lo imprevisible radica en las respuestas de los involucrados en el escándalo, pero cuando esto falla se echa mano a este último recurso.
La última estrategia a la que haré referencia al describir las características de este tipo de programas, es el posicionamiento por parte de los periodistas con una mirada sobre la realidad acorde a las del público, en la mayoría de los casos.
En orden de aparición estos son los primeros productos audiovisuales que intentan romper la naturaleza irreal de las telenovelas, la formula repetida del género antes mencionado a pesar de la identificación con los personajes y las situaciones, no satisfacían las necesidades voyeuristas de los espectadores. Estas situaciones y personas están más próximas a la vida cotidiana, son presentadas como el "reflejo" de la realidad, estas representan conflictos que pudieran suceder en la familia de cualquier espectador; son, ante todo, la legalización de la intromisión en la vida privada.
¿Cómo funcionan los Talk Show? Como en el caso de los programas de espectáculos se recurre a la confrontación de las partes en conflicto. A diferencia de los anteriores el conductor toma el rol de un aparente mediador pero este también representa la mirada de la mayoría del público y expone "su" postura ética frente a la actitud de los participantes. La principal función del conductor es generar conflicto y lo hace realizando una lectura manipuladora de la realidad sentimental de los invitados. Aportan a la generación de enfrentamientos los participantes de la tribuna, que, como ya lo dije, cumplen el rol de representantes del público que solo puede participar de la discusión a través de llamados telefónicos. No es este terreno adecuado para conjeturas pero cabe sospechar, a la luz de los intereses comerciales, y al cambio de roles de la gente de la tribuna a participante del conflicto, de un programa a otro – denunciado repetidas veces por los programas que critican la televisión – que todo lo que ocurre en el interior del programa es solo una farsa, o que lo es la postura ética de la tribuna, dándole la función de recurso de fuerza de choque. Lo que facilita este intercambio es la fugacidad de la información que circula en el medio televisivo.
A diferencia de los programas anteriores los bloques no sirven en este caso para atrapar al público dilatando el desenlace, el punto del clímax se logra en el interior de los mismos cuando la discusión llega a extremos dramáticos, son precisamente las caídas de tensión el momento propicio para la tanda.
Este tipo de programa es el último de los representantes de la televisión escándalo que se ha instalado en la circulación mediática, la generalidad del último término es adecuada pues no se agota en la emisión televisiva, todas las instancias del relato – nunca mejor utilizado y veremos porqué – aparecen en los demás medios – radio, prensa gráfica, internet –
El principal objetivo de este tipo de programas es generar enfrentamiento entre los participantes, y el primer recurso que facilita esta construcción es la posibilidad que tiene cada uno de acceder a un premio lo que genera competencia, protagonistas y antagonistas.
Ya podemos vislumbrar el porqué de la idea de relato, pero la construcción del espació llega más allá. Tenemos la sinopsis antes de consumirlo, un grupo de personas de edades homogéneas, deberán convivir en una casa, y tendrán como misión administrar y hacer funcionar un bar. Semanalmente, entre los participantes, se elegirán dos candidatos y el día viernes "por decisión del público" uno de ellos dejará el programa. La misma metodología se utilizará hasta el último programa en que uno de los participantes se llevará el premio.
El casting permite la selección de un grupo heterogéneo de personalidades que favorece dos situaciones, futuros encuentros conflictivos por la convivencia, e identificación de los espectadores con el participante más a fin a su personalidad.
El éxito de estos programas no radica en la posibilidad de espiar la vida de este grupo de personas, salvo en determinadas patologías, el voyeur disfruta de espiar situaciones, la acción conflictiva, erótica, conspirativa, más aún cuando sabe que no comete delito como en este caso; la audiencia consume entonces la edición de las situaciones que acabo de nombrar, mostrando las líneas narrativas que se van formando con el devenir del programa y que permiten prever desenlaces.
En este tipo de programas se dilata la información, y en el final de bloque se utiliza un gancho para el próximo, y aún uno más fuerte para el próximo programa. En cada emisión se logra, gracias a la manipulación de esa realidad una introducción un nudo con un punto máximo de clímax y un desenlace, y lo que funciona de gancho es que lo que ya sabemos tendrá consecuencias en la relaciones internas. A la vez, estas emisiones son breves capítulos de una historia mayor, el logro del objetivo final, el premio.
Función comercial y función sociológica de la Televisión Escándalo
Si bien ambas funciones persiguen objetivos diferentes, como ya veremos, tienen una estrecha vinculación.
El conflicto entre dos o más personas es garantía atención de un espectador, pues rompen con la naturalidad cotidiana de las normas establecidas. Una pelea entre un taxista y un colectivero se sale del normal funcionamiento del orden público, y por lo general nos sentimos identificados con uno de los personajes; una discusión de una pareja abre una puerta a la intimidad de esas vidas, vedada en otras circunstancias a nuestra mirada; una situación de arrebato callejero nos sitúa como espectadores de un relato que comienza con un estado inalterado, un desequilibrio (el robo) la confirmación del equilibrio (la voz de alerta) el intento de restablecer el equilibrio (la persecución) y la recuperación del equilibrio (resignación de la victima o la aprensión del ladrón, también podemos sentirnos identificados. Todas estas situaciones funcionan a la vez como bálsamo a nuestras preocupaciones, tan acuciantes en estos momentos, alejándolas por un momento de nuestro pensamiento, y cumplen a la vez la función de catarsis de nuestra violencia; pero a la vez, el encontrarse en el escenario de la acción, por la sorpresa, por el miedo o por la culpa no nos permite que ellas cumplan su función terapéutica (reconozco la frialdad de estas palabras y me hago cargo de tomar el papel de espectador de las injusticias)
Reconociendo estas necesidades y conflictos, el medio televisivo nos las ofrece para que cumplan su función en la tranquilidad de la casa, con el tiempo necesario para contemplar la escena – previa introducción del periodista o conductor – alejados del peligro, y dándonos la posibilidad de indignarnos ante la injusticia y condenar nuestra indiferencia, juicios y reflexiones que morirán con el devenir de las noticias tan efímeras como la anterior.
A cambio de este favor, el medio reclama extrema atención y fijeza en la señal pues cualquier ruptura de esta continuidad tendrá como consecuencia perderse de detalles tan necesarios para el relato que se está construyendo; mientras tanto, en el lapso de esta espera, el espectador conocerá las bondades de tal o cual producto dedicado a esa determinada audiencia que el género convoca. Es esa presencia frente al televisor, medida
con datos estadísticos, lo que le permite al auspiciante confiar en la fuerza de la publicidad para aumentar sus ventas.
Hasta aquí la función comercial de la Televisión Escándalo ¿Pero dónde entra la función sociológica y como se vincula con la comercial? Hice referencia en este apartado a las preocupaciones que ocupan a los ciudadanos, y es precisamente la oferta mediática la que los aparta de estos pensamientos. Vale acotar además que son los mismos medios con su manipulación sensacionalista de las noticias, fugaz, y poco profunda – en función del acontecimiento que impacta, y en consecuencia vende – lo que favorece a este desconcierto. El medio funcionaría como causante y remedio de este estado anímico.
Es en este punto donde puedo aplicar el concepto Aparato Ideológico del Estado, que, recordemos, es un instrumento que utiliza el estado para poder someter a los ciudadanos, ejerciendo sobre ellos una violencia simbólica, legitimando el orden social establecido y naturalizando las situaciones que pueden ser atendidas desde otros ángulos afectando de esta manera al poder hegemónico.
La función sociológica de la Televisión Escándalo, como un antídoto escapista de la realidad construida de manera sensacionalista, aleja la atención del ciudadano de los temas que conciernen a sus condiciones, limitando o extinguiendo su necesidad de reclamar esa información, pudiendo de esta manera el poder hegemónico actuar sin oposición hasta la manifestación de las consecuencias, situación que provocará un estallido aplacado por los Aparatos Represivos del Estado, en que la violencia ya no es simbólica
Quiero a modo de cierre, terminar de redondear la condición que concierne a nuestra televisión aplicando la teoría de los campos de Bourdieu. El propone en esta teoría, que un campo es un espacio determinado donde coexisten y luchan un conjunto de fuerzas, una es el poder hegemónico que establece la reglas de funcionamiento del campo y trata de perpetuarse en su poder como la única alternativa. Goza de un importante capital simbólico,
constituido por el apoyo social. A la vez existe una serie de fuerzas que intentan subvertir ese orden y que podrán instaurarlo cuando su capital simbólico le de el suficiente respaldo a tal fin.
Creo que el poder hegemónico que regula el funcionamiento de los medios, tiene como estrategia la incorporación de productos de carácter transgresor a su orden, pero que solo se utiliza en pos de una segmentación del mercado, y que será necesario plantearse, antes que nada un proyecto de país, para que ese nuevo orden responda e incluso critique su funcionamiento sin priorizar los interese comerciales sobre los de formación, entretenimiento e información.
Autor:
Juan Pablo Manara
Guionista y Libretista de TV. y radio
Comunicador Audiovisual
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