Exégesis sobre la educación como eje principal para generar la articulación de las tres funciones universitarias
Enviado por MIGUEL RAMÓN GONZÁLEZ ALVARADO
Docencia, investigación y extensión
Los cambios que han surgido en las últimas décadas en el mundo, producto principalmente de la necesidad de los países, de sus comunidades y de sus habitantes, han originado que las universidades participen e intervengan en la resolución de los problemas sociales, económicos y culturales de los mismos; urge entonces, que quienes se desenvuelven en estos medios proporcionen respuestas inmediatas a la consolidación del encuentro universidad-pueblo.
Ante esta realidad, el presente escrito tiene como propósito generar una interpretación sobre la relevancia que tiene la educación como eje principal para la articulación de las funciones básicas universitarias, a saber, la docencia, la investigación y la extensión. Asimismo, se espera determinar la coexistencia e interrelación de las mismas. Para ello es importante tener en cuenta, que la educación como proceso formativo, adecua su instrumentación a las características de los individuos dentro del contexto social en la que se circunscriben, lo cual reclama la revisión permanente de los procesos que desarrolla en cada uno de sus ámbitos.
En este orden de ideas, Cabero (2006), señala que las universidades, son concebidas como instituciones sociales que se involucran de modo muy activo en el desarrollo económico, social y cultural de la sociedad. Para dar cumplimiento a este encargo social, deben trabajar por la preservación, desarrollo y promoción de la cultura, concebidas como funciones que se concretan en la ejecución de los procesos universitarios: docencia, investigación y extensión. Estos procesos, al relacionarse entre sí, responden a la integración de las funciones principales de la universidad.
Para el cumplimiento exitoso de estas tres funciones, se deben generar vínculos entre las universidades y los sectores externos, a fin de que se puedan diseñar lineamientos que impliquen su participación y contribución con las necesidades de orden político, cultural, económico y social del país. Es así, como Jiménez (2005), manifiesta que la existencia y aplicación de las tres funciones básicas en forma equilibrada, es de vital interés para los países subdesarrollados, donde la educación de su pueblo debe ser su principal reto y consigna. Extender a través de los muros universitarios el conocimiento adquirido a partir de la investigación y que la docencia sea el principal instrumento para difundirlo; debe ser la principal misión de una universidad, que enmarcada en los nuevos paradigmas emergentes sea protagonista de los nuevos tiempos y no mantenga una actitud silente ante un país que requiere de su intervención para alcanzar el crecimiento social.
Bajo esta premisa, la primera de estas funciones está relacionada con la docencia, a través de la cual, las instituciones educativas universitarias deben promover nuevas formas de enseñanza para el logro de sus objetivos en materia de formación profesional. Este principio, evidencia la función de la docencia como un medio para generar un impacto directo sobre la formación de profesionales altamente capacitados y con competencias que les permitan incorporarse al contexto profesional, con un cumplimiento ético, responsabilidad social y sentido humano en el ejercicio de sus funciones. Para ello, es pertinente que las universidades trabajen permanentemente en la actualización de sus diseños curriculares, de manera que los contenidos académicos estén actualizados. Asimismo, conviene incorporar programas de actualización docente, pues de nada sirve, fomentar cambios curriculares, si el personal encargado de la enseñanza, no está capacitado para la implementación de estas transformaciones.
Con respecto a la función de investigación, las universidades siempre han sido consideradas como centros de investigación, difusión y creación de conocimientos, de forma que tienen la facultad de orientar o dirigir la producción del saber, el desarrollo de las tecnologías, la selección de los temas de estudio y la determinación de la agenda científica de la sociedad, circunstancia que la hace responsable de promover una comunicación fluida entre ambas, así como un acceso universal a la ciencia y el conocimiento. Esto indica que el futuro del entorno depende directamente de los profesionales y actores que estas instituciones forman en sus aulas; por otra parte, la universidad está llamada a ser un referente para la sociedad, un actor social llamado a promover el crecimiento y el desarrollo de su entorno, a crear capital social, a vincular sus estudios y la formación de sus estudiantes con la realidad social y profesional del exterior, y a hacer el conocimiento accesible a todos. En este sentido, las investigaciones que se generen en las universidades, deben estar directamente relacionadas con las líneas de acción social, ecológicas, económicas y agroproductivas requeridas por el entorno.
En cuanto a la función de extensión, esta se debe plantear de una relación directa de las universidades con las necesidades reales del entorno. Para ello se deben proponer y desarrollar acciones con amplia pertinencia social y una precisa vinculación con las comunidades. No obstante, la extensión, no funciona de manera aislada a la docencia y a la extensión, sino que gran parte de sus productos se generan, como parte complementaria de estas.
Cabe destacar, lo señalado por Morín (1999), quien plantea que debe existir una estrecha comunicación entre las tres funcione universitarias, de lo contrario esto traería graves consecuencias, por lo que es necesario establecer un puente institucional para que exista la complementariedad en lugar de antagonismo. Estas funciones no se pueden separar dada la coexistencia de las mismas y además porque son campos esenciales que definen la naturaleza de la universidad y justifican su espacio en la sociedad.
De acuerdo a lo expresado en el párrafo anterior, se hace necesario que las instituciones universitarias estén orientadas a la producción del conocimiento, que esté acorde a las necesidades reales de la sociedad, de manera que es pertinente que los productos intelectuales generados en estas instituciones, estén vinculados directamente con los objetivos nacionales y las prioridades económicas actuales.
Estas aseveraciones enfatizan el hecho, de que la sociedad actual requiere de las universidades venezolanas, una educación que dirija sus esfuerzos hacia el desarrollo de competencias y habilidades en el individuo, propiciando procesos de transformación individual y social. A tal efecto, las instituciones de educación superior, como centros de preparación del recurso humano, deben generar respuestas creadoras de transformación y modernización de sus estructuras académicas, a fin de conferir un alto grado de pertinencia con las demandas de un colectivo que necesita desarrollarse bajo una perspectiva holística, requiriendo para ello de una formación integral. Esto se justifica por los planteamientos de la UNESCO (1999), donde se señala que la educación del futuro debe promover el conocimiento pertinente, el cual es necesario para abordar los problemas globales en sus contextos, complejidades y sus conjuntos, utilizando métodos que permitan aprehender las relaciones mutuas y las influencias recíprocas. Esto implica el análisis de cada una de las funciones universitarias dentro de sus límites propios sin perder el alcance que genera la vinculación entre ellas.
A manera de reflexión, se considera oportuno que la acción docente esté centrada en el proceso enseñanza aprendizaje, vinculado a redes de problemas, a necesidades de conocimientos y tecnologías, que despierten la curiosidad científica, la búsqueda e innovación de experiencias, la actualización permanente del conocimiento, sobre la base de diseños curriculares, flexibles, interdisciplinarios y transdisciplinarios, esto es, que trasciendan las esferas del currículo en el que se vincule a las líneas y programas de investigación, atendiendo a las directrices y necesidades sociales y comunitarias. Asimismo, los productos investigativos deberían promover el compartir experiencias, conformar grupos de trabajo sobre objetivos comunes que direccionen los esfuerzos de los docentes, estudiantes, el currículo, los planes y los programas de estudio, todo esto ajustado a las nuevas realidades sociales y demandas de los diferentes sectores académicos y empresariales y gubernamentales, en el marco de las líneas y programas propuestos por los centros, institutos, programas de investigación y extensión, como puntos de convergencia para las acciones docentes y de desarrollo de aprendizajes significativos.
Cavero, L. (2.006). La Responsabilidad Social Universitaria: Transformaciones para el Perú y América Latina. Pontificia Universidad Católica del Perú. Disponible en: http://blog.pucp.edu.pe/index.php. [Consulta: 28-05-2017]
Jiménez, M. (2.002). Principios que Orientan la Universidad Socialmente Responsable. Documento para el Proyecto Universidad Construye País. [Página Web en línea]. Disponible: http://www.construyepais.cl/ [Consulta: 28-05-2017]
MORÍN, E. (1999). Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. Colombia. UNESCO.
UNESCO (1999). Declaración mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI: Visión y Acción. Sede de la UNESCO, Paris, 05- 08 de julio de 2009. Documento en línea:http://www.unesco.org/education/educprog/wche/declaration_spa.htm. [Consulta: 27-05-2017]
Autor:
Miguel Ramóngonzález Alvarado.