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Ikebana: El camino de las flores (página 2)


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Tal vez ésta sea la razón por la que existen tan pocos textos sobre el Arte Floral y, además, normalmente se limitan a ilustraciones o sugerencias prácticas. En el siglo XVI se publicó el primer libro, que era prácticamente un código, en el que se enumeraban las cualidades fundamentales para aprender el verdadero Ikebana: paciencia, concentración, carácter, serenidad y espíritu dirigido simultáneamente hacia Dios y hacia la Humanidad.

Este sigilo fue quebrado en la actualidad con la publicación de una voluminosa obra ilustrada sobre el Ikebana, en cuatro volúmenes, del Maestro D. B. Takeda, pues él opina que el hecho de ser divulgados los conocimientos no perjudica el espíritu de la doctrina.

Pero pese a su empeño de exponer lo fundamental de las enseñanzas del Arte Floral, no consiguió transmitirlo de manera que pudiera ser asimilado enteramente de forma racional, pues tropieza en un límite allí donde se aproxima a la esencia, a la última instancia, aquel punto en el que nada más puede ser dicho ni enseñado, sólo vivido. Y no se puede aprender aquello que no se sintió y no se vivió. La verdadera enseñanza no puede ser expresada con palabras. Como dice Lao Tsé: «Aquel que habla, no sabe; aquel que sabe, no habla».

Así sucede particularmente con el arte oriental, ya sea con los arreglos florales, la pintura o el arte del arco, pues presuponen no sólo talento artístico, sino principalmente una actitud espiritual, adquirida a través de largos años de prácticas de concentración.

Según palabras del Maestro Bokuyo Takeda:

* El hombre y la planta son mortales y mutables; el significado y la esencia del arreglo floral son eternos.

* Se debe buscar la forma exterior a partir del interior.

* El material usado no tiene importancia. Sólo el pensamiento correcto conduce a Dios; se deben ofrecer sacrificios teniéndolo en mente.

* La belleza, unida a la virtud, es poderosa.

* La simple belleza no lleva a nada; ella sólo se completa en unísono con el sentimiento verdadero».

* El correcto trabajo con las flores sutiliza la personalidad.

* Reine en su casa con paz, autocontrol y justicia.

* Siga de modo obediente la autoridad y a sus padres.

* No sea negligente en el hogar ni en la profesión.

* Cultive la amistad con sinceridad y nobleza de sentimientos.

EL SIMBOLISMO DE LAS LÍNEAS O EL PRINCIPIO DEL TRES

El principio del tres, que constituye la base del Arreglo Floral, tiene su origen en el budismo.

Es un principio espiritual con un significado cósmico. Se representa por tres líneas maestras, definidas con ramas y hojas, que dan la forma de lo que se quiere expresar con el arreglo. De la armonía y equilibrio de estas tres ramas principales depende la belleza del conjunto.

Existen variaciones sobre el simbolismo del tres. Una de las versiones considera los tres principios:

* Zen (cielo, el ramo más alto).

* Jin (hombre, el ramo medio).

* Tchi (tierra, el ramo más bajo).

Según esta versión, el hombre está situado entre el cielo y la tierra. Recibe su alimento espiritual del cielo y su soporte son las raíces terrestres, de modo que al mismo tiempo es uno con el Corazón Universal y con el Fundamento Primordial, y vive a partir de su propio centro, que para él equivale al centro del mundo. Nuestra individualidad sintetiza la verdad del cielo. La fuerza que hace crecer las flores es la misma que conduce el arreglo floral.

El discípulo de Ikebana debe trabajar hasta conseguir la armonía de estos tres principios: la unión del corazón de la flor con el corazón del hombre y el corazón del Universo, que son una misma cosa. De este modo vivirán en comunión esencial con la planta y con todo el Universo.

Otra versión, adoptada por la academia Sangetsu, de vivificación floral en relación al simbolismo del tres, es la siguiente (dibujo 1- no disponible):

Esta versión considera que el Sol, la Luna y la Tierra son las fuentes de energía que garantizan la vida de todo lo manifestado en nuestro planeta.

EL AMBIENTE Y LOS REQUISITOS

En el ambiente donde se realiza el Arte de las Flores debe mantenerse una rigurosa vigilancia del orden, de la limpieza, del silencio y de la quietud, pues en su origen, el recinto donde se hacían los arreglos florales era sagrado, concepto que se mantiene hasta hoy. Por más simple que sea el recinto, éste queda consagrado a través del arreglo floral, si éste se hace con «verdadero espíritu». Debe evitarse cada ruido innecesario, cada movimiento brusco, y las plantas y herramientas deben manipularse en un silencio casi absoluto.

Como el principal requisito es la unión con el corazón de la flor, es natural que no se converse durante el trabajo y toda agitación esté prohibida. El principiante se ve así obligado a prestar atención al corazón de la flor. En primer lugar, para tocarla de forma correcta y en segundo lugar para vivir con naturalidad en su propio corazón.

La concentración es una condición indispensable para disponer las flores con calma interior. Además, el discípulo debe aprender a ser humilde y aceptar cuantas veces fuese necesario el rechazo por parte del Maestro del trabajo realizado, pues así aprenderá a tomar conciencia de sus errores. Además, la concentración es fundamental en cualquiera de las expresiones del arte japonés, como el Teatro No, el Arco y la Flecha o la Ceremonia del Té.

LA TÉCNICA

Los métodos más antiguos del arreglo floral, por ejemplo el Rikkwa, con plantas moldeadas en cajas de arena y colocadas en los salones o jardines de los templos, se fueron modificando y embelleciéndose con el correr del tiempo.

Hoy la forma triangular se mantiene como patrón básico, aunque permite en estadios más avanzados la técnica de la simplificación, que utiliza sólo dos líneas: el Jitsu (Sol) y el Tchi (Tierra). En la fase de perfeccionamiento el arreglo floral se va tornando cada vez más simple, pudiendo llegar a hacerse con una sola flor.

En el modelo triangular básico, tenemos las siguientes variaciones:

1. Moribana. Forma de arreglo que utiliza floreros bajos y anchos. Con un soporte para fijar las flores, puede reproducir paisajes. Esta es su estructura y modelo básico (dibujo 2- no disponible).

2. Nageire. Es la forma de arreglo que usa floreros altos y cilíndricos. Esta es su estructura y modelo básico (dibujo 3 – no disponible).

En cualquiera de estas variaciones, conforme sea la inclinación del triángulo, el arreglo puede ser vertical, oblicuo, horizontal o colgante, como muestran las ilustraciones anexas.

REGLAS BÁSICAS DE LA ACADEMIA SANGETSU:

1. Vivificar con naturalidad: no forzar nunca las flores, realzar sus características y obedecer la naturaleza de cada planta. Usar preferentemente las flores de la estación.

2. Vivificar inmediatamente: después del corte de la flor, manipularla lo menos posible, de lo contrario perderá su vitalidad.

3. Vivificar las flores pensando en la armonía: hacer el arreglo considerando el local donde va a ser colocado, los muebles, el color de las paredes. La flor, el florero y el ambiente deben estar en armonía, para realzar el valor artístico del Ikebana.

Como todo arte verdadero, el Arte Floral también tiene dos aspectos: el metafísico y el práctico, el suprarracional y el racional. La técnica del Ikebana consiste en escoger las flores, el florero, ser hábil en el manejo de las herramientas, en las proporciones armónicas del arreglo y del florero, en los ángulos de inclinación. Pero la mera maestría técnica no satisface. No nos permite entrar en el misterio del arte, en nuestro propio misterio, más allá de la técnica.

La propia vida es un arte, y para eso no basta una buena técnica del buen vivir. Es necesario comprender su significado, sus misterios. En lo profundo de nuestra conciencia hay Algo que aguarda ser descubierto. Tal vez sea hacia allí hacia donde nos lleva el «Camino de las flores».

Bibliografía

  • El Zen en el arte de la ceremonia de las flores, Gusty L. Herrigel. Ed. Pensamiento
  • Revistas especializadas de Ikebana, Academia Sangetsu.

Zelma D. Costahttp://www.revistaesfinge.com

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