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Taller de empleo y población

Enviado por Horacio Chitarroni


Partes: 1, 2

    Introducción

    La población en edad pasiva (de 60 o 65 años y más) ha incrementado su gravitación en la estructura demográfica de la Argentina, tal como sucede en otros países y regiones del mundo (especialmente en Estados Unidos, Canadá, Europa Central y Japón) que se encuentran en una etapa avanzada del proceso de transición demográfica. Este incremento es el resultado combinado de moderadas tasas de natalidad, disminución de la mortalidad y consiguiente extensión de la esperanza de vida. Generalmente, puede ser evaluado como un indicador de desarrollo (avance en el proceso de transición demográfica).

    El crecimiento del peso relativo de la población en edad pasiva configura el fenómeno del envejecimiento poblacional, que tiene numerosas consecuencias. Una de ellas es el incremento del gasto en salud, pero la principal estriba en las crecientes dificultades para financiar los sistemas de seguridad social.

    En especial, esto es así cuando los sistemas de seguridad social están organizados conforme al llamado modelo bismarckiano o corporativo (Costa-Sping Andersen, 19..; Van Parijs, 19..), en el que la cobertura está condicionada al aporte previo y se financia con la cotización de los trabajadores activos. Ocurre que la relación entre activos (potenciales aportantes) y pasivos desmejora permanentemente. Cada vez hay menos personas en edad de trabajar para sustentar a un número creciente de ancianos. Pero el problema se ve incrementado por la desestructuración e informalización del mercado de trabajo: la proliferación de las ocupaciones precarias y no registradas, que no aportan a la seguridad social.

    En los países en vías de desarrollo aún un incremento moderado de la clase pasiva puede plantear graves problemas de sustentabilidad, especialmente cuando la base tradicional de financiamiento del sistema (los aportes de los trabajadores formales urbanos, más estrictamente los asalariados registrados) tiende a reducirse rápidamente, tanto por la disminución del peso de los potenciales contribuyentes sobre la PEA total cuanto por la contracción de sus ingresos y también del empleo en general.

    Este trabajo se propone indagar tales aspectos: el peso de los adultos mayores en la estructura demográfica, la probabilidad diferencial de acceso al sistema previsional y, por otro lado, el peso que adquirirán las personas en edades pasivas carentes de recursos provenientes del sistema previsional, en distintas proyecciones.

    En una segunda etapa se aborda el problema relativo a la sustentabilidad del sistema previsional. Ello se basa en el análisis de la evolución de la relación entre los potenciales aportantes (asalariados registrados) y los beneficiarios en los últimos años.

    A tales fines se utiliza, de manera predominante, información proveniente de procesamientos propios de la Encuesta Permanente de Hogares, en su mayor parte correspondiente a la onda de mayo de 2003. Se trabaja con bases consolidadas de todos los aglomerados disponibles. Adicionalmente, se emplea información proveniente de los censos nacionales, así como del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones (SIJP).

    Evolución del peso de los adultos mayores en la estructura demográfica

    El peso de los adultos mayores sobre la población de la Argentina se ha visto incrementado en el último decenio. Este aumento fue más importante entre las mujeres, en razón de su mayor esperanza de vida. Se entiende aquí por adultos mayores a las personas que cuentan con 60 o más años de edad. No obstante, dado que este trabajo está centrado en los beneficiarios de jubilaciones y pensiones, eventualmente se ha considerado en forma separada a aquellas personas que tienen 65 y más años, teniendo en cuenta que a esta edad casi todas ellas se han incorporado al sector pasivo. La edad de acceso a la jubilación varía según el sexo y se ha modificado en el transcurso del último decenio: pasó de 60 a 65 años para los varones y de 55 a 60 años para las mujeres. Asimismo, la última reforma llevada a cabo determina que el límite de 60 años es opcional para las mujeres, que pueden acogerse a la jubilación con un beneficio menor a esa edad o permanecer voluntariamente en actividad hasta los 65 años. Para las personas que se encontraban próximas a la edad de retiro (60 en el caso de los varones y 55 en el caso de las mujeres) al momento de sancionarse la reforma, se estableció un régimen de transición gradual. De tal manera, no es posible establecer con precisión una edad teórica en que las personas estén en condiciones de jubilarse. Por lo demás, los beneficiarios de pensiones, cuyo grupo más numeroso está constituido por mujeres en estado de viudez, no tienen un piso de edad.

    Cuadro 1. Total del país: evolución del peso de los adultos mayores sobre la población total y de los índices de dependencia potencial y envejecimiento.

    1991 – 2001

    Total del país

    1991

    2001

    Variación %

    % de personas de 60 años y más sobre la población total

    Total

    Cantidad de personas

    4.198.148

    4.871.957

    16,1

    % sobre población total

    12,9

    13,4

    Varones

    Cantidad de personas

    1814365

    2.054.151

    13,2

    % sobre población total

    11,4

    11,6

    Mujeres

    Cantidad de personas

    2383783

    2.817.806

    18,2

    % sobre población total

    14,3

    15,1

    % de personas de 65 años y más sobre la población total

    Total

    Cantidad de personas

    2892987

    3587620

    24,0

    % sobre población total

    8,9

    9,9

    Varones

    Cantidad de personas

    1212659

    1456892

    20,1

    % sobre población total

    7,6

    8,3

    Mujeres

    Cantidad de personas

    1680328

    2130728

    26,8

    % sobre población total

    10,1

    11,5

    Indice de envejecimiento

    0,42

    0,48

    14,3

    Indice de dependencia potencial

    0,65

    0,62

    -4,8

    Fuente: SIEMPRO, en base a datos de los CNPYV 1991 y 2001 (INDEC)

    Como se aprecia en el Cuadro 1, las personas de 60 años y más aumentaron 16% en términos absolutos entre 1991 y 2001 y alcanzaban, en esa última fecha censal, a 13,4% de la población total. Este incremento sería superior a 18% en el caso de las mujeres. Si se tiene en cuenta la población que excede de 64 años, creció en 24%, con lo que en el año 2001 casi uno de cada diez habitantes había cumplido 65 años de edad.

    El aumento del peso relativo de los segmentos de población de mayor edad se refleja, asimismo, en el incremento del índice de envejecimiento, que pasó de 0,42 a 0,48 entre 1991 y 2001. Sin embargo, debido a la disminución de la tasa de natalidad, el descenso del peso de los niños de hasta 14 años más que compensa dicho aumento en igual período, de modo que la tasa de dependencia potencial total pasa de 0,65 a 0,62 en el mismo lapso.

    Si se tienen en cuenta los principales aglomerados urbanos relevados por la EPH (la fuente principal empleada en este trabajo), la distribución a mayo de 2003 se revela similar a la que surge de los datos censales: una de cada diez personas tenía 65 y más años y esta proporción aumenta a casi 12% entre las mujeres.

    Cuadro 2. Principales aglomerados urbanos: peso de los adultos mayores sobre la población total e índices de dependencia potencial y envejecimiento.

    % de personas de 60 y más años sobre población total

    Total

    13.5

    Varones

    11.8

    Mujeres

    15.0

    % de personas de 65 y más años sobre población total

    Total

    10.1

    Varones

    8.2

    Mujeres

    11.8

    Indice de envejecimiento

    0.50

    Indice de dependencia potencial

    0.59

    Fuente: SIEMPRO, en base a EPH-INDEC (Onda mayo de 2003)

    La cobertura previsional de los adultos mayores

    Un segundo aspecto a tener en cuenta es el grado de acceso logrado por la población de adultos mayores a la cobertura previsional. Teniendo en cuenta que – como ya se ha señalado – la edad jubilatoria fue diferida hasta los 65 años por la última reforma del sistema previsional, conviene observar este indicador para las personas que han cumplido esa edad.

    Cuadro 3. Total del país: cobertura previsional de la población de 65 y más años, según sexo y tramos de edad (en %)

    Sexo

    Edad

    1991

    2001

    Diferencia

    Varones

    65-69

    74,3

    55,1

    -19,2

    70-74

    84,9

    75,8

    -9,1

    75-79

    89,0

    86,2

    -2,8

    80 y más

    88,8

    90,2

    1,4

    Mujeres

    65-69

    59,6

    50,8

    -8,8

    70-74

    70,4

    66,1

    -4,3

    75-79

    77,8

    77,1

    -0,7

    80 y más

    80,8

    85,6

    4,8

    Total

    65-69

    66,2

    52,7

    -13,5

    70-74

    76,6

    70,2

    -6,4

    75-79

    82,3

    80,7

    -1,6

    80 y más

    83,6

    87,1

    3,5

    Fuente: SIEMPRO, en base a datos de los CNPYV 1991 y 2001 (INDEC)

    Según los datos comparados de los dos últimos censos, la proporción de quienes contaban con cobertura previsional disminuye visiblemente en todos los tramos de edad, a excepción de quienes han sobrepasado los 80 años. La disminución es tanto más pronunciada cuanto menor es la edad y resulta mucho más intensa en el caso de los varones. Es difícil no advertir, en este fenómeno, la huella de la informalización del empleo iniciada en los años ochenta e intensificada en el último decenio, que impidió a una creciente proporción de quienes se encontraban en actividad formalizar sus aportes. En la década del ochenta incidió el fuerte incremento del cuentapropismo, en tanto que en los noventa tuvo lugar un proceso de recuperación del empleo asalariado, pero con un fuerte componente de ocupaciones no registradas, a lo que se añadió a la creciente desocupación.

    Entre quienes cuentan con ochenta o más años, en cambio, la cobertura aumentó. Se trata de personas que culminaron – en su gran mayoría – la vida activa antes de la iniciación de los procesos mencionados. Por lo demás, puede presumirse la influencia de la más temprana mortalidad de los estratos bajos, en los cuales tiende a concentrarse la población carente de cobertura.

    En el caso de las mujeres, entre quienes la disminución de la cobertura es proporcionalmente menor, debe tenerse en cuenta que la población pasiva incluye un elevado número depensionadas, cuya cobertura se sustenta en los aportes realizados por el cónyuge. La brecha de edades habitual en las uniones conyugales de las generaciones más antiguas, hace presumible que el integrante masculino de la pareja haya alcanzado la edad jubilatoria en un momento anterior al inicio de los procesos reseñados.

    Así, al incremento del peso de las personas en edades pasivas se añade la tendencia a disminución de quienes cuentan con cobertura de la seguridad social en esa etapa de la vida.

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