Antecedentes y causas
Es común, entre los historiadores y analistas de la segunda guerra mundial, señalar que sus causas deben buscarse en el tratado de Versalles firmado en 1919 y que puso fin a la primera guerra mundial[1]Allá las potencias vencedoras se ensañaron con Alemania, arrebatándole territorios y colonias, reduciendo sus fuerzas armadas y, sobre todo, imponiéndole cuantiosas indemnizaciones de guerra. Por este motivo, la crisis económica que se generó en Alemania, después de la guerra, adquirió realmente proporciones inauditas. Baste decir que, cuando Alemania ya no tuvo más recursos monetarios para pagar la deuda, las potencias vencedoras se cobraron sus indemnizaciones en especie llevándose su producción agrícola y ganadera. La población había experimentado verdaderamente el hambre durante la guerra, producto del bloqueo comercial que le tendieron las fuerzas de la triple entente y, cuando la paz llegó, la situación de carestía de bienes y las consiguientes hambrunas no se habían solucionado en absoluto.
Esto provocó un profundo resentimiento en la población alemana que se convertiría, a la postre, en una ambiente propicio para la incubación del nazismo, un nacionalismo exacerbado, fascista, racista, expansionista con ansias de venganza. Durante la década del 20, el Partido Nacional Socialista fue creciendo aceleradamente hasta convertirse, a comienzos de la siguiente década, en uno de los partidos más grandes de Alemania, hablando en términos electorales. Sin embargo, su verdadera fuerza no puede ser correctamente valorada en esos términos, ya que se trataba de un Partido con una militancia fanatizada, terriblemente activa, casi paramilitarizada. Por eso, no le fue difícil a Hitler, en su calidad de canciller, hacerse del poder absoluto en 1933, cuando el presidente alemán Hidenburg falleció.
Una vez en el poder, los nazis desmontaron rápidamente la institucionalidad de la democracia liberal, ilegalizando a los demás partidos políticos, creando una extraña simbiosis entre las estructuras del partido y las del Estado, hasta tal punto que ya no fue posible distinguirlas. Transformado así el sistema político, el régimen nazi dio rienda suelta a sus impulsos y, entonces se estrelló contra los partidos políticos de oposición, especialmente los comunistas y contra las minorías, especialmente judías. A los judíos comenzó por arrebatarles los derechos ciudadanos, luego los segregó, los hostilizó hasta tal punto que crearon leyes de higiene racial en las que se prohibía los matrimonios entre germanos y judíos, para no hablar de las expropiaciones de sus bienes y los campos de concentración que ya en ese momento comenzaban a crearse.
Posteriormente, emprendieron una carrera armamentista sin precedentes, en las que violaron de modo sistemático los postulados del tratado de Versalles, militarizando las zonas que debían estar desmilitarizadas en la frontera con Francia y haciendo caso omiso a las prohibiciones de generar fuerza aérea y naval, además de exceder con creces los límites impuestos a la cantidad de tropas que debía tener su ejército.
Paralelamente, se dieron a la expansión de su territorio, propiciada por el programa del "Anschluss", según el cual las poblaciones alemanas debían unificarse en un solo gran estado alemán. De este modo, anexaron Austria a su territorio e invadieron la parte norte de Checoslovaquia con el consentimiento de las demás potencias europeas. El tercer paso en este proyecto expansionista sería la invasión de Polonia que desencadenaría la segunda guerra mundial.
Este desarrollo histórico en Alemania constituye, sin lugar a dudas, parte importante de las causas de la guerra. Sin embargo, aunque importante, no es suficiente como marco explicativo para desentrañar los motivos de la guerra. No lo es, porque el fascismo se desarrolló también en otras regiones del continente. En Italia, el fascismo, encabezado por Benito Mussolini, adquirió dimensiones parecidas a las del nazismo alemán generando un Estado Corporativo, en el que las corporaciones (organizaciones gremiales) eran definidas como órganos del Estado[2]y donde también tuvo las características expansionistas. Basta señalar la invasión italiana a Etiopía en 1935. En Portugal y España el fascismo también se enseñoreó y, aunque en menor proporción, también estuvo presente en Francia e Inglaterra.
Por otro lado, si el análisis se limita a la evolución histórica en Alemania, no se entiende por qué las potencias que impusieron a Alemania el tratado de Versalles le permitieron luego violar, de modo sistemático, todas sus cláusulas.
Es necesario, entonces, ampliar la visión para contemplar a toda Europa. En esta visión ampliada es indispensable considerar que otra de las consecuencias que trajo consigo la primera guerra mundial fue el estallido de la Revolución Rusa. Allá, los Bolcheviques, una vez consolidada su captura del poder, comenzaron la construcción de un nuevo sistema socio-económico, el socialismo. Se trataba de un sistema que, inspirado en las doctrinas de Karl Marx, había expropiado a los capitalistas todas las industrias e intentaban generar un gobierno obrero, en sus términos, una dictadura proletaria.
Página siguiente |