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Camino de contemplación


Partes: 1, 2

    Andando por los distintos caminos, se llega a la certeza… A UNA certeza por lo menos. Lo que vemos, lo que hoy distinguimos, lo que tantas veces y con tanto calor aseguramos… Todo eso no es verdad tal cual lo suponemos.

    La VERDAD es de una hondura tal que no admite discursos vanos. Aun cuando nuestra búsqueda continúe y perdure, aún cuando no acabemos, o nos parezca que no acabamos, de buscar, aún entonces -digo- nuestra situación debe ser algo así como un respeto infinito por lo que se nos oculta a simple ojo.

    Quizá nos cuadre mejor decirlo de otro modo. Por lo que se nos oculta aunque lo estamos viendo siempre… Por eso que tenemos tan dentro y no alcanzamos a ver … precisamente porque está demasiado dentro; porque nos es demasiado propio.

    Queremos PARTIR, situarnos más allá de nuestra habitual desesperación y dolor. El hombre puja y busca, no puede conformarse con sus SITUACIONES, con lo que aparentemente se le impone desde fuera o desde donde sea… El ansia de liberación es enorme y no podemos callar ni ignorar el sonoro eco de sus voces.

    Sobre todo cuando otro tipo de reclamos bullen en el alma, cuando los límites del tiempo y del espacio se revelan tan estrechos, es preciso luchar en pos de un horizonte que no acepte fronteras opresoras.

    Pero las soluciones o las oportunidades que parecen ofrecerse al pobre peregrino son, por lo general, insatisfactorias. El hombre conoce una larga y penosa historia de fracasos y reveses, que, si a ella se atuviera, cayera abrumado por tanto peso y contradicción.

    El secreto es… la CONTRADICCIÓN. Que no puede ser aceptada sin más. Que requiere una valoración, o una actitud

    La TENSIÓN entre el deseo, o entre lo deseado, y los menguados logros, nos vuelven totalmente escépticos y descreídos. Desde luego no es ésta la respuesta ni la actitud que corresponden.

    Admitamos, con coraje, la existencia de esta QUEBRADURA, de esta herida, de tal distancia y de tal tensión. No quisiéramos… Pero el largo caminar ya nos indica que el paso se vuelve necesario.

    El PASO…, el primer paso, es, pues, tal aceptación. Y no es fácil. No puede serlo. No nos parece digno ni propio aceptar así nomás.

    Pero si lo realizamos, aprovechando para sumergirnos en el mar inmenso de un MISTERIO que nos excede por todos lados, y que es para nosotros, la perspectiva auténtica, tal vez lo más nuestro, lo más propio, nuestra SITUACIÓN resulte diferente.

    En efecto, mientras busquemos AFIRMACIONES a partir de lo exterior y superficial, a partir de todo aquello que no depende de nosotros ni propiamente nos pertenece, quedaremos postrados por tensiones, quebraduras y fracasos…

    El disconformismo halla todo el campo a su favor cuando pretendemos CRECER según medidas y cantidades, según una suerte de norma exterior, a imitación de alguna cosa o según algún ídolo de turno.

    El camino parece fatigoso cuando aparecen tantos obstáculos por superar. Sin embargo, se trata más bien de una verdadera y auténtica liberación. 

    Esto que aquí llamamos "camino" aparece sembrado de un sinnúmero de sorpresas, entre las que no vacilamos en contar las llamadas DERROTAS. En efecto, se trata de la tensión que resulta de la sensación de perder oportunidades. El hombre padece, a menudo, esta especie de manifestación del fracaso, muy frecuente en los tiempos que corren.

    Ahora bien, afirmamos -una vez más- que no es tal fracaso el que aquí se plantea o el que aparece ante la atónita y, a veces, desesperada mirada de quien juzga de sí mismo… Por el contrario, estas sensaciones, o como quiera llamárselas, representan otra cosa, llaman la atención acerca de otra cosa, de otra realidad… Son rampas de lanzamiento, obstáculos que casi obligan a que se los pase por encima; desde luego con no poco riesgo. Es un juego de saltos, donde lo que aparece aplastante y desilusionante es, en realidad, NOTICIA. Y noticia de otra cosa distinta, muy distinta de lo que se estaba intentando y proponiendo en ese mismo momento, cuando se aguardaba el triunfo de esta o aquella ambición.

    El hombre se adormece en la inmovilidad de ciertos modelos, caprichosamente elegidos. Y las pérdidas apuntadas, las sorpresas no muy gratas, acuden a arrancar la modorra, particularmente dura cuando la provocan los esquemas acostumbrados.

    El "modelo" se impone a partir de la "moda" o de costumbres perezosas. El modelo, del cual hablamos, es -casi siempre- un "lugar común". Así, al profesional le agradará el éxito en su profesión; al artista la celebridad que cree merecer (de acuerdo con esos modelos preestablecidos); al soldado le corresponderá la victoria y a tantos otros tantas otras cosas.

    Pero la interrupción de esta cadena lógica no ha de ser siempre desgraciada. Por el contrario, aquí la plantearemos venturosa cuando abre perspectivas ignotas, según el orden de la Providencia… Entonces no será desgraciada ni triste la aventura de quien se escape de los moldes prefijados o "SU CASO" no se halle anticipado en los libros o en los tratados.

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