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Los Derechos Humanos

Partes: 1, 2

    1. La emancipación política y la emancipación humana
    2. Estado y sociedad civil
    3. Vida genérica y vida particular
    4. Las dos concepciones filosóficas sobre los Derechos Humanos: la burguesa y la marxista
    5. Concepto de los Derechos Humanos
    6. ¿Por qué se llama "hombre" al miembro de la sociedad burguesa?
    7. La emancipación humana
    8. El idealismo de izquierda

    Introducción

    Los derechos humanos deben ser considerados como el fruto de una época histórica determinada en la evolución de la humanidad: la capitalista. A los marxistas nos interesa dejar claro este nexo histórico y ponerlo siempre a la vista de todos, mientras que la burguesía progresista, donde hay que incluir a la izquierda reformista, trata de borrarlo y de ocultarlo. Se quiere dar a entender que estos derechos humanos pueden formularse independientemente de cualquier época histórica, como se hace en el artículo primero de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948: "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos…". O se trata sencillamente de limar aquellos aspectos de la declaración de los derechos humanos que sean signos manifiestos de la época histórica que la engendró.

    Es cierto que la declaración actual de los derechos humanos se diferencia de la Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia de 12 de junio de 1776 y de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano del 26 de agosto de 1789. Pero aunque sea cierto que los derechos humanos hayan experimentado ciertas modificaciones y cierto grado de evolución, no por ello han perdido su entronque histórico con la burguesía y su revolución.

    A los marxistas nos interesa sobremanera destacar el papel revolucionario que ha desempeñado la burguesía en la evolución de la humanidad. Primero, porque es una verdad histórica, y segundo, porque así se legitima que los trabajadores desempeñen también su papel revolucionario en dicha evolución: acabando de una vez para siempre con la explotación del hombre por el hombre. Tal vez a partir de ese entonces el derecho humano fundamental sea el siguiente: ningún hombre puede apropiarse del trabajo ajeno o el derecho de propiedad sólo puede basarse en el trabajo propio.

    También es cierto que con la llegada del socialismo real la declaración de los derechos humanos tuvo que experimentar algunas modificaciones, que certificara el nuevo estado de cosas existente en el mundo. Así la Declaración Universal de Derechos Humanos, adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, en su artículo 17 dice lo siguiente: "Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente". Pudiera parecer que el reconocimiento de la propiedad colectiva es señal de una concesión del capitalismo a favor del socialismo. Pero esto es un engaño: en las sociedades anónimas el propietario no es un individuo, sino muchos individuos. En las sociedades anónimas hay propiedad colectiva, aunque sea la propiedad de un colectivo de capitalistas. Así que el reconocimiento de la propiedad colectiva no tiene porque ir más allá del reconocimiento de la propiedad colectiva existente en las sociedades anónimas. Sucede además que todas las economías del mundo son economías mixtas, esto es, una parte de la economía, casi la mitad, es pública. Así que reconocer como derecho humano el derecho a la propiedad colectiva no es más que el reconocimiento del estado capitalista actualmente existente. También puede considerarse como una concesión al socialismo lo que puede leerse en el Artículo 23 de la Declaración citada: "Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo". Todos sabemos que tener un trabajo no es un derecho sino una posibilidad económica. Como sabemos igualmente que el Estado no puede garantizar el cumplimiento de ese derecho. Así que esta declaración de derechos no deja de ser más que una manifestación de idealismo: dar expresión a un derecho que la sociedad capitalista no puede satisfacer, por ser justamente una cuestión a resolver en el seno de la sociedad civil por los capitalistas, que son los creadores de puestos de trabajo, y no por el Estado. Y el Estado, claro está, no puede obligar a los capitalistas a crear trabajo. F. A. Hayek, en su obra Derecho, legislación y libertad, plantea esta misma crítica desde la defensa de la sociedad libre: nadie puede tener derecho a una situación determinada si a nadie se le obliga a proporcionarla. Pensadores como Hayek tienen la ventaja de expresar la conexión que existe entre los derechos humanos y la sociedad libre, esto es, la sociedad capitalista, incluso la de señalar las limitaciones de tales derechos, mientras que la izquierda reformista quiere, dentro de los límites de la sociedad capitalista, promulgar derechos humanos socialistas, que nunca serán verdaderos derechos porque no se determina quien es el responsable de satisfacerlos. Los liberales quieren que la burguesía se comporte como tal burguesía y defienden unos derechos humanos que no superen el marco capitalista, y así se comportan como materialistas, mientras que la izquierda reformista quiere que la burguesía se ponga de vez en vez un ropaje socialista, y así se comportan como idealistas.

    Los liberales no cuestionan la premisa fundamental del Estado social y democrático de Derecho, esto es, el individuo egoísta. La izquierda reformista tampoco la cuestiona, pero la quiere reformar, quiere hacer solidario al hombre egoísta. Cuando todos sabemos que la conciencia solidaria de los ciudadanos de las sociedades capitalistas es un acontecimiento puntual y ocasional. No es una conciencia sustancial del miembro de la sociedad burguesa, ni puede serla. Sólo la visión marxista de los derechos humanos cuestiona la premisa del Estado social y democrático de Derecho: el individuo egoísta. Y no quiere reformarlo, sino liquidarlo.

    No quisiera dar por acabada esta introducción sin antes haberme referido a las dos concepciones filosóficas oficialmente dominantes sobre los derechos humanos: la iusnaturalista y la positivista. Los iusnaturalistas consideran que los derechos humanos son derechos naturales, derechos que tiene el hombre por su propia naturaleza, y que lo único que hace el estado es reconocerlos, mientras que los positivistas consideran que los derechos humanos no son naturales sino que son otorgados por el Estado, que fueron acordados por los hombres en cierto momento histórico y que quedan plasmados en leyes.

    Aquí, mirando las cosas más de cerca, no hay dos posiciones diferentes, sino que es el mismo problema captado desde dos lados interrelacionados, aunque se manifiesten como opuestos. Aquí se distingue entre ser humano y estado, como si el estado no fuera humano. O se habla de naturaleza humana, como si la naturaleza humana no incluyera su carácter histórico y la existencia del estado. Si consideráramos el estado natural del hombre como aquel estado donde el hombre apenas se había diferenciado del animal, veríamos que en ese entonces entre los hombres dominaba la violencia y la crueldad, no la libertad y la igualdad. Muy lejos de esta superficial contradicción, Marx se plantea la siguiente pregunta: ¿Por qué se llama al miembro de la sociedad burguesa "hombre", el hombre por antonomasia, y se da a sus derechos el nombre de derechos humanos? Y el propio Marx responde: Por las relaciones entre el Estado político y la sociedad burguesa, por la esencia de la emancipación política. Y añade: Registremos, ante todo, el hecho de que los llamados derechos humanos, a diferencia de los derechos del ciudadano, no son otra cosa que los derechos del miembro de la sociedad burguesa, es decir, del hombre egoísta, del hombre separado del hombre y de la comunidad. De todo esto daremos cuenta detallada más adelante. Sólo quiero que vean la gran diferencia que existe entre los planteamientos de Marx, que pone el dedo en la llaga al preguntar por qué se llaman derechos humanos a los derechos del miembro de la sociedad burguesa, y los planteamientos superficiales de los iusnaturalistas y positivistas, que separan la naturaleza humana de la historia del hombre.

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