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Abuso sexual infantil (página 2)

Enviado por Ruth Analia Bothner


Partes: 1, 2

– El abusador paidofílico: Es el que está fijado a etapas de su desarrollo infantil. Es el típico perverso. Puede ser un pedófilo homosexual o heterosexual. Se encuentra involucrado en actividades donde está en contacto con muchos niños. Al igual que los niños, no actúa con violencia sino a través de la seducción y los regalos. Puede estar casado, pero prefiere las relaciones con los niños porque teme al mundo de los adultos. No siente culpa ni vergüenza por su "amor por los niños", lo cual dificulta su aceptación de un tratamiento psicológico. Un paidofílico famoso fue Lewis Carroll, autor de Alicia en el país de las maravillas, quien dejó un libro de fotografías de niñas que tomó estado público mucho después de su muerte.

– El abusador regresivo: Es una persona inmadura, reprimida, agresiva, que provoca miedo en sus víctimas. Las estadísticas dicen que es muy probable que el abusador también haya sido víctima de abuso en su infancia. Así, reproduce el acto traumático, pero invertido: ahora es él quien ocupa el lugar dominante y de poder. El goce del abusador no se encuentra tanto en la relación sexual en sí, sino en el deseo de humillar.

Otras características: es celoso de los niños, estimula actos sexuales, se ausenta del hogar por algún tiempo, posee antecedentes de falta de afecto, tiene una apariencia normal pero posee doble personalidad.

El papel de la madre en el entorno familiar: Muchas madres son cómplices del incesto e incluso estimulan a sus hijas a satisfacer sexualmente a su padre. Los motivos de tal conducta pueden ser retener al esposo, tener apoyo económico, odio por sus hijas, frigidez, etc. Generalmente, los padres incestuosos eligen una niña entre los siete y diez años, y el abuso se prolonga durante tres años o hasta la adolescencia. Así, la niña se convierte en el objeto sexual del padre, reemplazando a la madre. Por otro lado, existen casos de incesto en los que la madre ni siquiera sospecha. Ocurren cuando esta sale del hogar para trabajar o realizar cierta tarea. Estas madres se caracterizan por abandonar su papel principal de madres cuidadoras.

Traumas, desórdenes post-traumáticos y síndrome de acomodación

El trauma en el abuso sexual:

El trauma tiene su origen en cualquier situación que sobrepasa la capacidad del individuo de poder reaccionar y manejarlo. No debe confundirse con el estrés, ya que este último no es traumático. Cuando una persona es traumatizada, el tiempo se detiene, se descontinúa. Aparecen un antes y un después que serán el eje de muchas conductas de la víctima.

Existen dos tipos de traumas:

Tipo 1: Sucede una sola vez en forma repentina.

Características: recuerdos completos y detallados de lo acontecido; búsqueda de razones de lo sucedido mediante propias explicaciones; distorsión del tiempo.

Tipo 2: Es crónico y repetitivo.

Características: Sentimientos de indiferencia, furia, ataque al propio cuerpo; personalidad disociada; negación.

El desorden post-traumático:

Las secuelas negativas en las víctimas del abuso pueden manifestarse: a corto plazo, a dos años de ocurrido el abuso; o a largo plazo, luego de dos años de ocurrido el abuso.

A corto plazo:

砠Sobre la propia imagen: sentimientos negativos hacia su propio cuerpo; sentimiento de culpa y desprecio por su persona; desarrollo de la propia imagen basada en terminología sexual negativa (sentirse como una prostituta, etc.).

砠Sobre la actividad sexual: conducta seductora o actividad sexual compulsiva (sexualización traumática); ausencia de interés sexual.

A largo plazo:

砠Sobre la propia imagen: rechazo del propio cuerpo, autocastigo, trastornos en la alimentación, adicciones, psicosis, etc.

砠Sobre la actividad sexual: masturbación excesiva, exhibicionismo, voyeurismo, prostitución, abuso hacia otros. Esto último es un comportamiento frecuente, ya que la identificación con el agresor hace que quien fue abusado recree su propia experiencia de abuso sobre otra persona.

El síndrome de acomodación:

El síndrome de acomodación comprende las reacciones más frecuentes de los niños abusados sexualmente. Poco se sabe sobre las posibles variaciones en los mecanismos de acomodación de los varones abusados debido a su reticencia a admitir que han sido abusados y a la alta probabilidad de que un niño sea abusado por alguien fuera del núcleo familiar. Existe, además, en nuestra cultura la idea de que quien abusa de un varón posee tendencias homosexuales. Tal vez, este sea un factor para que las víctimas sean mujeres en su mayoría.

Por ello y con el fin de una mejor comprensión, desarrollaremos este síndrome aplicado a la víctima femenina, lo cual no implica ignorar ni minimizar el abuso en el caso de los varones.

Este síndrome consta de cinco categorías específicas: el secreto; la desprotección; la acomodación propiamente dicha; la denuncia tardía; y la retractación. Las dos primeras son consecuencia directa de la vulnerabilidad del niño y las tres últimas se desprenden del abuso sexual.

El secreto

Ningún niño está preparado para enfrentar la posibilidad de ser abusado por un adulto en quien confía. Esta posibilidad es un secreto bien guardado aun entre adultos. Lo que menos imagina una niña es que pueda ser abusada por su propio padre, de quien espera protección y cariño. Entonces la víctima queda a merced del abusador para tratar de comprender qué sucede. De todas las "explicaciones" ilógicas y egoístas que recibe de su abusador, la niña sólo entiende que algo malo está sucediendo, que es peligroso y que debe guardar silencio al respecto.

Las "explicaciones" que utiliza el abusador incluyen amenazas, por ejemplo, "si dices algo, voy a matar a tu madre" "si dices algo, haré lo mismo con tus hermanos" "si hablas, destruirás la familia y terminarás en un orfanato", seducción "este es nuestro secreto" "¿ves qué lindo es hacer feliz a papá?" "si te callas, te regalaré lo que quieras" y provocación "si hablas, nadie te va a creer" "si le cuentas a mamá, se morirá de pena" "si dices algo, diré que tú tienes la culpa".

El miedo a no ser creído, a ser culpado de mentiroso e imaginativo, a perder el amor de los padres es una amenaza terrible para el niño. Una niña que es abusada por su padre y no creída por su madre ha quedado huérfana, psicológicamente hablando.

El secreto se convierte, entonces, en una doble fuente: por un lado, de allí nace el temor; y por el otro, brinda una promesa de seguridad, ya que al permanecer callada "protege" a su familia y a ella misma.

Los niños deben ser creídos cuando mencionen alguna actitud abusiva hacia ellos. El enjuiciamiento y la negación por parte de la madre hacen que el secreto quede aún más arraigado en lo profundo de su corazón.

La desprotección

Las encuestas norteamericanas indican que el 10% de la población femenina ha sido abusada sexualmente en su niñez por algún familiar. Muchas personas esperan que el niño actúe como un adulto frente al abuso sexual. Si no lo hacen, piensan que el niño es cómplice del abuso o que le gustó.

No es fácil para una niña sentirse amparada cuando el abusador es alguien jerárquicamente superior a ella, alguien a quien ella debe respetar y obedecer.

Hay casos de mujeres que mantuvieron relaciones con sus padres durante años sin saber que era una conducta incestuosa, creyendo que era la conducta normal de cualquier niña, enseñado así por la autoridad paterna.

Muchas niñas han relatado cómo su padre, padrastro o compañero de la madre se acercaba por las noches a su cama, recorriendo su cuerpo con las manos, la boca o el pene. Ante este relato, la sociedad espera una sola reacción por parte del niño: resistirse, pedir ayuda o intentar escaparse. La verdad es que la mayoría de los niños no puede reaccionar y queda paralizado.

La única defensa posible es hacerse la dormida, cubrirse con la frazada y hacer como si nada, entre sus escasos recursos. Esta falta de reacción por parte de la niña generará luego una gran culpa por creer que provocó el hecho o de que podía haberse defendido pero no lo hizo.

Debe enseñarse que, más allá de cualquier circunstancia, ella no tuvo más remedio que quedarse callada y someterse.

La acomodación propiamente dicha

El abuso puede ocurrir sólo una vez o reiteradas veces; la experiencia nos indica que, lamentablemente, sucede en forma reiterada.

El perpetrador sabe que puede acceder a su víctima fácilmente. Ella vive con él en la misma casa y la ve todos los días; sólo debe ir y abusar de ella. Así, se produce una conducta adictiva y repetitiva, a la cual solamente el descubrimiento pondrá fin. De esta manera, lo único que el niño puede hacer es aprender a sobrevivir, a "acomodarse" a esta situación tan desagradable. No hay salida; no hay dónde correr ni a quién recurrir. Una niña razona: o el papá es malo o ella es mala y merece castigo. No puede formarse la idea de un padre cruel y tirano. Entonces, comienza a verse ella misma como la culpable de lo que está sucediendo. Este razonamiento explica por qué muchas niñas que fueron abusadas se perciben a sí mismas como prostitutas o luego desarrollan conductas sexualmente seductoras frente a los demás.

Como debe guardar silencio para proteger a su familia, se genera entonces una inversión de roles. La niña debe proteger la supervivencia de la familia y la seguridad de los demás. La víctima entra en un doble vínculo en el cual queda atrapada: si calla el secreto, se siente cómplice y culpable; pero si lo dice, puede destruir la familia y a los padres. Entonces queda encerrada en un círculo sin poder salir.

La denuncia tardía

La mayoría de los casos de abuso sexual nunca llega a denunciarse, al menos fuera del entorno familiar. Si el conflicto familiar es un detonante para la denuncia, esto ocurre generalmente algunos años después del abuso continuo. La víctima del incesto suele permanecer en silencio hasta la adolescencia, cuando tiene la capacidad de desafiar la autoridad de los padres.

La adolescencia también convierte al padre en una persona más celosa y controladora, que trata de guardar a su hija de los peligros del mundo exterior. El control estricto y el castigo derivan en conflictos entre padre e hija. Finalmente, el enojo llevará a la hija a revelar el secreto. Ella tratará de conseguir comprensión e intervención en el momento menos indicado. Su enojo por el castigo parece mayor que por las atrocidades sexuales que revela. Entonces la sociedad supondrá que ella está fantaseando, sobre todo porque nunca antes había dicho una palabra acerca del abuso sexual de su padre. El veredicto será que ella inventó la historia para vengarse de la disciplina impuesta por su padre.

No todos los adolescentes reaccionan de esta manera. Otro mecanismo de acomodación es ocultar todo indicio de conflicto. Entonces, el adolescente es exitoso en lo que hace y trata de complacer a sus profesores y a sus pares. Cuando revela su condición de víctima de abuso sexual, entonces la actitud de los adultos es aún más incrédula. El veredicto es que no ocurrió nada o, si ocurrió, no tuvo consecuencias para la víctima.

La retractación

Lo más probable es que si una niña confiesa el abuso luego se retracte.

Detrás del enojo y de la denuncia impulsiva subyacen la culpa y la responsabilidad de preservar la familia. Además, descubre que los miedos y las amenazas de mantener todo en secreto son ciertas: su padre la abandona y la llama mentirosa; su madre no le cree o sufre un ataque de histeria; la familia queda fragmentada y sus hermanos quedan a la deriva.

Una vez más, la víctima carga con la responsabilidad de preservar o destruir la familia. La inversión de roles se prolonga en la mala elección de decir la verdad y la buena elección de retractarse y mentir para salvar la familia. Esta mentirá tendrá más credibilidad que la acusación de incesto y restablecerá el precario equilibrio familiar.

Indicadores de abuso sexual

Existe abuso sexual si la víctima presenta los siguientes síntomas:

Físicos: dolores en la zona genital, ropa rota, enfermedades venéreas, infecciones orales o anales, heridas.

De conducta: madurez precoz, cambios bruscos en la conducta escolar, conducta regresiva y agresiva, depresión, retraimiento, trastornos en el sueño, excesiva complacencia o sobreadaptación, miedos a familiares, desconocidos; al contacto físico, negación a participar en actividades físicas.

Aspecto sexual: búsqueda de información, masturbación exagerada, amplio conocimiento de sexualidad.

Aspecto espiritual: falta de deseo de ir a la iglesia, temor a que Dios se lo lleve, concepto de un Dios castigador o malo.

Otro indicador a tener en cuenta para evaluar si existe o no abuso es lo que se conoce como pre-condiciones: factores que motivan o contribuyen al abuso.

蠠Distorsión de roles en la familia, hijas que ocupan el papel de la madre.

蠠Hábitos o prácticas nocivas, alcoholismo, drogas, perversión, psicosis.

蠠Entorno familiar desfavorable, falta de afecto, violencia, conflictos de pareja, madres débiles o abusadas.

Algo de estadísticas

A partir de los artículos leídos se puede observar el maltrato, el odio y el desprecio de la dignidad Humana. Tal así que en la Argentina creció 50% el abuso sexual de menores, dando un resultado de que muestra una de cada cinco chicas y uno de cada ocho o diez varones han sufrido abuso sexual antes de cumplir los 18 años, y se ve que de un 25% a un tercio de los agresores no son adultos convivientes, sino otros adolescentes o chicos un poco mayor que la víctima.

En la Provincia de Misiones tres de cada diez niños son abusados al menos una vez antes de cumplir los 20 años de edad, más del 60% de los niños sufren estos maltratos, el 35% son mujeres y el 5% son varones consecuentes a esta problemática.

El Estado no toma un rol muy importante frente a estos crímenes contra los Derechos Humanos, ya que por lo visto las personas que ocasionan daños físicos, morales y éticos a otro ser, están libres sin cumplir algún tipo de castigo.

Conclusión

A partir del informe realizado he aprendido sobre el abuso sexual y el daño que provoca a las personas que lo padecieron.

La ausencia de este conocimiento nos lleva en repetidas ocasiones a juzgar a los individuos que poseen algún tipo de trauma derivado del abuso sexual y no se atreven a contarlo.

A partir de estos conocimientos podemos detectar a quienes están o han sufrido algún tipo de abuso y/o violación, y a partir de esto realizar las denuncias correspondientes para ayudar a quien lo necesita.

Unas de las cosas que más me llamó la atención es que muchas veces los niños nos cuentan cosas que ignoramos o tienen comportamientos que no vemos, y tras este desliz de atención podemos estar tratando con una víctima del maltrato y abuso sexual sin hacer nada al respecto.

Debemos tener en cuenta que el abuso no se ve solo en lugares humildes, sino también en lugares donde el dinero, la comida y la cobija sobran, es decir, que es un enemigo de la sociedad que ataca con mucha fuerza y sin que nadie lo puede parar.

Esta problemática es un claro ejemplo de lo lejos que estamos de Dios, de cómo lo hemos dejado de lado tratando de hacer nuestra propia voluntad y olvidándonos de que Él es quién nos creó. Al ocurrir esto dejamos que el mal entre en nuestras vidas y se apodere de nuestro interior, convirtiéndonos en personas pecadoras y naturalmente malas, pero gracias a la misericordia de Dios, podemos acceder a su amor eterno que entregó a su único hijo para morir por nuestros pecados y así quedar limpios de toda maldad.

Querido lector lamento si he herido susceptibilidades, pero le corresponde enterarse de este problema actual y unirse con más personas tratando de ayudar a quienes están padeciendo de este agravio.

La unión hace la fuerza y construye a una sociedad mejor, lejos de contiendas y divisiones.

Bibliografía

www.google.com

www.wikipedia.org

www.fmmeducacio.com.ar

www.infanciahoy.com

www.infanciarobada.org.ar

 

 

Autor:

Ruth Analia Bothner

Partes: 1, 2
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