Usos de Weber en las transiciones intelectuales a la democracia.
Enviado por Juan Manuel Nuñez
De la revolución al acuerdo, del proletariado revolucionario al ciudadano participativo, de la dictadura proletaria al sistema político, de Lenin o Guevara a Bobbio o Max Weber. En fin, de la escisión al consenso, de la convicción a la responsabilidad, toda una figura intelectual empieza a cambiar con el advenimiento de la primavera alfonsinista, no sólo en sus blancos, también en las fuentes y modos de proceder. En este trabajo intentaremos problematizar la recepción de la obra de Max Weber en la transición intelectual a la democracia. Intentaremos acercarnos a las condiciones de lectura que posibilitaron que una franja importante de intelectuales ligados a esos procesos lean con nuevos prismáticos la obra del autor alemán.
Si es cierto, como decía Althusser, que no hay lecturas inocentes, tampoco hay recepciones que lo puedan ser.
Luego de la derrota de los procesos radicalizados de los 70" infinidad de intelectuales de izquierda tuvieron que purgar el exilio -interno o externo-, sufrieron cárcel, tortura, etc. La experiencia traumática del proyecto de cambio radical derrotado implicó para muchos de ellos la realización de un balance y la reflexión en clave crítica de lo actuado.
Con la asunción de una derrota política es repensado el pensamiento que pensó la tentativa.
El concepto de democracia, antaño despreciado por oscurecer la opresión social real, es el concepto emblema con el cual son balanceadas negativamente, por estos intelectuales, las prácticas anteriores ligadas a la idea de revolución -que había conducido al militarismo de las organizaciones guerrilleras, a los golpes de estado y no al hombre nuevo o a la sociedad transparente, sin explotadores ni explotados-.
En la argentina, la invención intelectual de la democracia como valor político significó, en plena dictadura y en la temprana transición alfonsinista, en la reivindicación de la vida frente a la muerte, sirvió como bandera aglutinante de las aspiraciones proscriptas por las dictaduras, además de convertirse en una frontera respecto de lo no querido -el autoritarismo de izquierda o de derechas-.
La idea de democracia organizaba un campo de experiencias con el que los intelectuales de la transición democrática querían distanciarse, y un horizonte de expectativas cada vez más auspicioso a medida que el régimen militar se derrumbaba luego del desastre de Malvinas.
Este viraje intelectual puede seguirse desde las orientaciones de diferentes revistas de pensamiento político (Crítica y utopía, Controversia, Punto de Vista, La ciudad futura) y desde diversos pensadores de la política (Aricó, Altamirano, Portantiero etc).
Excede los objetivos de este trabajo trazar el itinerario de esas publicaciones o pensadores. Consignaré tan sólo que la relación democracia/dictadura es el par conceptual dicotómico con el cual toda una generación de pensadores construye su frontera respecto de aquellas experiencias radicalizadas del pasado que los tuvo como actores.
Cómo dice Lesgart "la democracia, utilizada como término e idea, tiene el poder de impulsar otra historia, opuesta al autoritarismo, al ideario socialista aglutinado detrás de la idea de revolución, a las prácticas llamadas populistas y de transformarse en la lente a través de la cual revisar las nociones de política que se tenía hasta ese momento" (Lesgart: 2003: 68).
Es la derrota del espacio de experiencias setentistas lo que permite una bifurcación en las sendas del pensamiento político. De alguna manera, esa derrota es la que permite leer con nuevos prismáticos autores que otrora, si bien no desconocidos, no eran el centro de sus referencias.
Así, por ejemplo, editorializa el primer número de la revista Controversia "Muchos de nosotros pensamos, y lo decimos, que sufrimos una derrota, una derrota atroz. Derrota que no sólo es la consecuencia de la superioridad del enemigo sino de nuestra incapacidad para entender el país, de nuestra concepción de la política. Y es posible pensar que la recomposición de esas fuerzas por ahora derrotadas será tarea imposible si pretendemos seguir transitando el camino de siempre, si no alcanzamos a comprender que es necesario discutir incluso aquellos supuestos que creímos adquiridos de una vez y para siempre para una teoría y práctica radicalmente transformadora de la sociedad" (Controversia: N° 1: p.2).
Max Weber va a ser uno de los principales autores que los intelectuales de la transición utilizaran como guía para partir agua respecto de la experiencia derrotada. La recepción de la obra del autor alemán por parte de estos pensadores y publicaciones, es homogénea al intento de reformular una concepción de la política que llevó a la derrota e ir esta vez por nuevos senderos conceptuales, ligados al concepto de democracia.
Los procesos de recepción y de aperturas a nuevas lecturas no son externos a las condiciones subjetivas y políticas que lo posibilitan. No es que ante el descubrimiento del oscurantismo asfixiante de los conceptos marxistas, ciertos autores hayan descubierto la luz en el modelo weberiano. Son, antes de ese descubrimiento, las duras condiciones de la derrota de todo un proyecto emancipatorio y sus ulteriores búsquedas de alternativas, lo que abrió las compuertas a la recepción de Weber y su transformación en hombre faro o guía de la transición intelectual hacia la democracia.
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