1. La capacidad de generación de rentas
2. Distribución funcional de la renta andaluza
3. Consideración especial de las rentas del trabajo
4. La renta familiar disponible
5. Distribución territorial del ingreso
La evolución de la distribución de la renta en una economía es uno de los rasgos más determinantes del bienestar alcanzado en su seno. En realidad, éste último depende de la capacidad que tengan los diferentes sujetos y grupos económicos para disponer de ingresos que les permitan la satisfacción de sus necesidades. Sin embargo, resulta sorprendente que las estadísticas relativas a la distribución del ingreso y la riqueza sean las menos disponibles, lo que implica grandes dificultades para poder conocer el bienestar realmente alcanzado en una sociedad.
Esas limitaciones estadísticas se manifiestan básicamente en dos circunstancias. En primer lugar, sucede que los datos relativos a la distribución de la renta se conocen con bastante retraso. Así, en la fecha en que se escribe este capítulo sólo se dispone de estimaciones sobre las retribuciones de los diferentes factores productivos para cinco o siete años atrás, según cual sea la fuente utilizada. Si se quisiera conocer la distribución de los ingresos entre los hogares andaluces habría que acudir a los datos de hace diez años.
En segundo lugar, es característico de las cifras relativas a la distribución su enorme diferencia según cuçal sea la fuente estadística utilizada, lo que obliga a considerarlas con cierta aproximación y a no darles un valor definitivo y completamente acertado. Puede dar una idea de ello que, según las series homogeneizadas más recientes que publica el Banco Bilbao Vizcaya con el título de Renta Nacional de España y su distribución provincial, la participación de las remuneraciones del trabajo representan un 65,39% del total de las rentas andaluzas en 1991, mientras que si se toman los datos de la Contabilidad Nacional de España las retribuciones de los asalariados serían el 46,82% del total de las rentas andaluzas en ese mismo año.
Dados estos problemas de estimación y medición en este capítulo se presentan los datos menos controvertidos que permiten conocer a grandes rasgos y de la forma más actualizada posible la ditribución de la renta en la Comunidad Autónoma Andaluza.
1. La capacidad de generación de rentas
Una circunstancia previa a la hora de conocer cómo se distribuyen los ingresos en una economía, y en nuestro caso la andaluza, es determinar cuál es su capacidad efectiva para generar rentas. Es decir, su potencial creador de actividad económica pues, como es sabido, los ingresos que reciben los diferentes sujetos económicos no son sino las retribuciones que se establecen como consecuencia de su participación en las diferentes actividades.
Por lo tanto, es muy significativo partir de determinar el volumen de ingresos generado, las condiciones en que se genera y su ubicación espacial y sectorial concreta.
Para ello puede utilizarse como magnitud de referencia el Producto Interior Bruto. Esta variable mide el volúmen de actividad económica que se generado en una economía y en un periodo determinado.
Constituye una aproximación aproximada al total de las rentas percibidas en la economía porque su cálculo por la vía del producto, es decir contabilizando el valor de todos los bienen y servicios producidos en la economía, debe ser equivalente al total de los pagos que se han realizado para producirlos y obtenerlos por los consumidores finales.
Sin embargo, esta magnitud sólo proporciona una imagen aproximada de la actividad económica, pues no contabiliza el trabajo que no es remunerado, aunque constituye actividad productiva, el deterioro de recursos que puede producirse a medida que se produce y, sobre todo, porque no tiene en cuenta la calidad de los procesos, de forma que representa una adición al PIB tanto la creación de riqueza productiva como la actividad que se dedica, por ejemplo, a limpiar un vertido tóxico que lleva consigo destrucción futura de recursos.
Advertido esto, la evolución del Producto Interior Bruto Andaluz se puede cifrar en torno a los 10 billones de pesetas corrientes en 1998, lo que viene a ser un 13,14% del Producto Interior Bruto español.
En el cuadro nº1 se resgitra la evolución resumida de su participación en el total español a lo largo de las últimas décadas.
Como puede comprobarse, a pesar de que en la última década se ha producido un incremento significativo resulta que hoy día la participación del producto interior andaluza sobre el total nacional es más reducida que hace veinticinco años, lo que expresa claramente que la economía andaluza no ha mejorado sustancialmente su capacidad endógena de generación de rentas respecto al conjunto de la economía española.
Esta debilidad intrínseca de nuestra economía se puede constatar si se tiene en cuenta que Andalucía representa aproximadamente un 18% de la población y de la superficie nacional, lo que permitiría establecer que, si se guardasen las proporciones, ese debería ser también el porcentaje que debería más o menos corresponderle en cuanto a generación de actividad económica. Téngase en cuenta, por ejemplo, que el PIB de Cataluña, cuya población representa aprximadamente el 15% de la población nacional, es el 19,07% del español también en 1998.
Por lo tanto, la primera debilidad de la economía andaluza respecto a la nacional, y en sí misma considerada, es su relativamente menor capacidad de generación de actividad económica y,por tanto, de rentas endógenas, es decir, obtenidas a partir de la producción que se lleva a cabo a partir del uso de sus propios recursos productivos.
En gran medida, este fenómeno se produce porque la economía andaluza tiene como característica que crece a mayor ritmo que la nacional en épocas de expansión económica, pero también crece bastante menos en épocas de recesión. Precisamente por ello, le resulta más difícil mantener una senda continuada de convergencia respecto a los valores del PIB nacional.
Pese a ello, si se considera la evolución del PIB per capita, es decir, teniendo en cuenta el montante de población, la senda de convergencia de la economía andaluza presenta registros algo más positivos. En el cuadro nº2 se presenta el recorrido de Producto Interior Bruto andaluz per capita comparado con el español y el de la Unión Europea. Ahí puede comprobarse el movimiento oscilante por la razón que se acaba de señalar y, a pesar de ello, el predominio de una tónica, aunque lenta, de convergencia. Destaca, en cualquier caso, que Andalucía se encuentra aún bastante lejos de los niveles de nuestro contexto más próximo, pues nuestro PIB per capita era en 1998 el 72,26% del español y el 58,86 del europeo.
Finalmente, hay que considerar la forma en que se generan los ingresos en el interior de la propia economía andaluza. En este sentido, el cuadro nº 3 muestra la contribución de cada provincia a la generación de la renta interior total andaluza.
Como puede comprobarse es muy significativo que sólo dos provincias, Sevilla y Málaga, representen por sí solas el 42,08% de toda la renta interior andaluza, y que si a ellas se suma la aportación de Cádiz resulta que más del 60% de la renta total se produce en sólo tres provincias, lo que indica un grado de concentración muy elevado.
En el cuadro nº 4 se puede destacar, por último, que ninguna provincia andaluza alcanza la media nacional en cuanto a capacidad de generación de rentas endógenas y que la capacidad global de la economía andaluza ha bajado en los últimos años, al pasar de ser el 72,09% de la media nacional al 69,15, a pesar de que este último dato se refiere al año 1993 y muy posiblemente se haya producido un incremento de esta magnitud en los últimos periodos. también se confirma desde esta perspectiva la enorme disparidad interior, pues puede observarse que hay una gran diferencia, por ejemplo, entre la participación de Granada (61,73% de la media nacional) y Sevilla (que representa un 75,84%). Y es muy destacable así mismo la enorme disminución relativa de la provincia de Cádiz.
2. Distribución funcional de la renta andaluza
Una vez conocida el volumen total de rentas generadas en la economía andaluza puede conocerse como se distribuyen entre los diferentes factores productivos. A este respecto se suele distinguir entre remuneraciones del trabajo, haciendo referencia al trabajo que se presta en los diferentes sectores productivos, entre las rentas del capital, distinguiendo entre intereses y dividendos que perciben los propietarios de las empresas, el ahorro neto de éstas últimas y las rentas inmobiliarias, y las llamadas rentas mixtas, que son las que perciben los trabajadores, profesionales o empresarios autónomos.
Como se señaló al comienzo, los datos relativos a este reparto muestran sustanciales diferencias según cuál sea la fuente estadística utilizada. Así, según las citadas serie de la Fundación BBV las rentas del trabajo representaría en 1993, último año para el que se tienen datos, el 69,2% del total de las rentas, las rentas mixtas el 25,74% y las rentas del capital el 12,46%.
Sin embargo, la Contabilidad Nacional de España elabora la llamada cuenta de renta de los hogares de Andalucía que permite comocer el origen de los diferentes ingresos de los mismos. Según esta fuente, la remuneración de los asalariados representaría en 1995 el 43,64% del total de las rentas y el excedente bruto de explotación el 27,9%. En el cuadro nº 5 se refleja la diferente composición de la renta interior andaluza atendiendo a los diferentes factores productivos para 1993. Como puede comprobarse, destacan, dentro de las remuneraciones del trabajo, las correspondientes al sector servicios, lo que indica el alto grado de terciarización de nuestra economía. Por lo que hace referencia a las rentas mixtas destacan así mismo las relativas las de profesionales, trabajadores y empresarios autónomos. El relativamente importante peso de estas rentas puede interpretarse como consecuencia de la debilidad del sector industrial andaluz, lo que ha llevado posiblemente a que muchos trabajadores hayan optado por generar actividad como autónomas en sus diferentes modalidades.
Es también muy significativo conocer el peso relativo de las remuneraciones que perciben los factores andaluces en la remuneración total que cada uno de ellos percibe en el conjunto nacional.
El cuadro nº 6 muestra la evolución desde 1995 de cada una de estas remuneraciones. De él pueden obtenerse algunas conclusiones significativas.
Por un lado destaca que sólo las rentas agrarias, tanto las correspondientes al trabajo como las mixtas, tienen un peso relativo mayor al que debería corresponderle si seguimos utilizando el listón del 18% que representa la población y la superficie andaluza en el total andaluz. El hecho de que su peso prácticamente no deje de aumentar significa que la economía andaluza no logra incorporarse de forma definitiva a las tranformaciónes estructurales generales que se producen en la economía española, o al menos, que en nuestra economía se mantiene un peso de la actividad agrícola que no se corresponde con el que tiene en el conjunto nacional.
Paralelamente, destaca también la disminución igualmente progresiva, aunque mantenida en los últimos periodos, de las retribuciones en el sector industrial, lo que muestra el declive de esta actividad en Andalucía. Ni tan siquiera las remuneraciones del trabajo obtenidas en la construcción y los servicios han logrado aumentar su peso relativo sobre el conjunto español.
Algo parecido debe señalarse respecto a las rentas mixtas, salvo en el caso ya mencionado de las que corresponden por este concepto a los agricultores.
Por su parte, las rentas de capital andaluzas en relación con las que se obtienen en el total español reflejan una evolución que es muy significativa.
Puede comprobarse en el cuadro nº 6 que en conjunto han disminuido su peso lo que corrobora un proceso de descapitalización empresarial en nuestra economía. Pero quizá lo más llamativo de la evolución de estas rentas sea que las correspondientes a intereses y dividendos aumentan su proporción sobre el total, lo que muestra una mayor tendencia de las empresas andaluzas a retirar de la circulación productiva las rentas empresariales generadas. Y eso es precisamente correlativo con la muy considerable disminución del ahorro neto de las sociedades y empresas, cuyo peso en el total nacional prácticamente disminuye a la mitad en el periodo considerado.
Por otro lado, hay que destacar el importante volumen que representan en Andalucía las rentas inmobiliarias. Es muy significativo, por ejemplo, que en 1993 su montante total fuese de 390.945 millones de pesetas, una cifra que supera a la suma de las rentas percibidas en concepto de intereses y dividendos (232.164 millones de pesetas) y del ahorro empresarial (150.552 millones de pesetas). Refleja una especialización del capital hacia los usos menos productivos que sin duda influye sobre las potencialidades de la economía andaluza.
Todas esas circunstancias manifiestan un fenómeno que debe ser muy tenido en cuenta pues indica que la empresa andaluza hace frente a su actividad productiva con cada vez menor capacidad de financiación interna, o que cada vez capitaliza en menor medida sus beneficios para fortalecer su forteleza endógena en el mercado.
Es por todo ello relevante que las rentas de capital sean, si se excluyen las rentas públicas, las que menos proporción representen sobre las correspondientes al conjunto nacional, lo que prueba que la debilidad de la estructura empresarial andaluza es uno de los cuellos de botella que afectan al desarrollo de nuestra economía.
Por todo lo que se acaba de señalar es fácilmente explicable que las rentas públicas generadas en Andalucía hayan visto también reducir su peso en las correspondientes al total nacional como consecuencia de la mayor atonía productiva relativa y de la menor capacidad de generación de rentas que muestra la economía andaluza.
3. Consideración especial de las rentas del trabajo
Las encuestas de salarios y la propia Contabilidad Nacional permiten conocer con algo más de detalle la composición de las remuneraciones del trabajo y su distribución.
Según se desprende de la Encuesta de Estructura Salarial del Instituto Nacional de Estadística, en 1995 la ganancia media anual en España fue de 2,79 millones de pesetas y en Andalucía de 2,5 millones.
No sólo destaca esta disparidad global, sino que, al analizar con más detalle las retribuciones, resulta que en Andalucía se registran (aunque de forma parecida a lo que ocurre en el conjunto nacional) considerables diaparidades y discriminaciones salariales.
La diferencia más relevante es la que se da entre hombres y mujeres, pues estas últimas obtienen una ganancia media que es el 65% de la que reciben los varones.
Sin embargo, a partir de la información que proporciona el cuadro nº7 que muestra las diferencias existentes por edad y sexo en las retribuciones, pueden observarse tendencias quizá más positivas.
En la actualidad las diferencias son muy acusadas como puede comprobarse pues, en términos generales, antes de los treinta años, se percibe una ganancia media muy por debajo de la que corresponde a perceptores de edades más avanzadas. Pero es muy significativo que las mujeres de edades entre 20 y 49 años muestren una tendencia a superar en ganancia a todos los demás niveles, lo que puede indicar que la reciente incorporación femenina al trabajo puede estar contribuyendo a disminuir la discriminación salarial hasta ahora existente.
La encuestas de salarios muestran también grandes diferencias entre las remuneraciones del trabajo en los diferentes sectores económicos. Así, si se da el valor de 100 ptas. a la ganancia media en Andalucía, resultaría que, en 1995, los trabajadores en actividades agrarias, ganaderas y pesqueras percibirían 29,79, los la enseñanza y sanidad 76,62, los de hostelería y restauración 70,18, los de comercio y reparaciones 92,26, los de construcción 95,28, los de actividades industriales 132,83, los de transporte y comunicaciones 162,71 y los de servicios financieros y seguros 235,24.
Se trata, por lo tanto, de un abanico demasiado abierto que muestra la existencia de una distribución de las ganancias del trabajo muy desigual en la sociedad andaluza.
4. La renta familiar disponible
Conocida la remuneración de los diferentes factores productivos es importante determinar la renta de la que disponen finalmente las familias para poder destinarla al consumo y al ahorro. Es la llamada renta familiar Bruta Disponible
Lógicamente, esta es una magnitud de gran trascendencia pues expresa la capacidad final que tienen las familias para poder satisfacer sus necesidades.
Su valor se obtiene, básicamente, añadiendo a la renta generada en el interior de la economía andaluza las transferencias que reciben las familias (prestaciones sociales) y restando los impuestos indirectos que han de pagar así como las cotizaciones sociales.
Pues bien, la Renta Familiar Disponible en Andalucía prácticamente no ha dejado de aumentar en los últimos decenios.
Si se considera su peso en el total nacional, ha pasado de representar el 13,88% en 1967, al 13,75% en 1975, el 13,91% en 1985 y el 14,26% en 1998.
Puesto que hemos analizado anteriormente la evolución de la renta interior y se ha comprobado que ha sufrido una disminución relativa a lo largo de los últimos años mientras que ahora resulta que la Renta familiar Disponible muestra una tendencia contraria lo que se deduce, entonces, es que han aumentado los recursos netos que las familias andaluzas reciben de fuera de nuestra economía.
Como muestra el cuadro nº7 el porcentaje que representan las prestaciones sociales sobre el total de la renta interior andaluza se ha incrmentado muy significativamente en los últimos decenios, y en particular, desde comienzos de los años ochenta como consecuencia de la consolidación en España de las modernas estrcuturas de bienestar social.
Esta evolución se resalta aún más si se utilizan los microdatos que proporcionan las Encuestas de Presupuestos Familiares, aunque sólo están disponibles para los años 1981 y 1991.
En 1981 lo que se puede definir como rentas de no mercado, es decir, las que no derivan de remuneraciones por trabajo por cuenta ajena, por cuenta propia o del capital, que percibían las familias andaluzas representaban el 19,63% del total de sus rentas, mientras que diez años más tarde ya representaban el 28,62%.
El incremento de estas rentas exógenas significa que ha aumentado la función redistributiva del estado, de forma que los territorios con menos capacidad endógena de generación de ingreso se ven compensados con una mayor afluencia de prestaciones provenientes del sector público, lo que permite aumentar la renta disponible de las familias. Se trata, pues, de un fenónemo de solidaridad interregional y social positivo y típico y necesario de las sociedades más desarrolladas. Andalucía, como s eha comprobado, se beneficia del mismo.
Sin embargo, no puede desdeñarse el hecho de que este tipo de ingresos implicam lógicamente una dependencia significativa respecto de fuentes de renta que no tienen que ver con la capacidad económica propia. Desde este punto de vista pueden significar un cierto desincentivo de cara a desarrollar más intensivamente los recursos endógenos, una cierta cultura de la subsidiación y, a medio y largo plazo, un peligro para el bienestar si, por cualquier circunstancia, no pudiera mantenerse la tónica redistributiva hasta ahora prevaleciente.
En cualquier caso, dee tenerse en cuenta que las prestaciones sociales que percibe en general la economía andaluza (más adelante haremos referencia a la evolución de los impuestos para conocer el saldo total) no son mucho más elevadas que las que reciben otras comunidades más ricas como Cataluña, si se toman en términos per capita.
Así, en 1993 Andalucía recibió 263.000 pesetas por habitante por este concepto, mientras que Cataluña el ingreso correspondiente fué de 322.966.
Lógicamente, estas cifras de prestaciones sociales han de compararse también con el flujo impositivo entre comunidades para conocer con rigor el saldo neto de transferencias y, por lo tanto, el efecto final de la acción redistribuidora.
El cuadro nº9 muestra el porcentaje de aportación o ingreso sobre el total que realiza o recibe cada una de las comunidades autónomas españolas. Como puede comprobarse, se ha producido un cambio muy significativo de tendencia en los últimos años, lo que puede estar indicando que la pauta redistribuidora del sector público español quizá pierda sentido de la proporcionalidad y de la equidad interterritorialidad.
Puede comporbarse que, mientras que Andalucía se mantiene prácticamente en la misma situación y disminuye laaportación que recibe Extremadura, otras comunidades más ricas, como Cataluña o el País Vasco disminuyen considerablemente la diferencia entre lo que aportan y lo que reciben del resto de las comunidades.
La evolución de la renta familiar disponible per capita confirma estos últimos procesos, o dicho de otro modo, que la labor redistribuidora del sector público no es tan potente como a primera vista puede parecer.
Para el conjunto andaluz, la participación de esta magnitud sobre el total nacional ha disminuido en los últimos años y ocurre prácticamente igual para todas las provincias, salvo Granada, que tiene la renta familiar disponible más baja, y Huelva.
Si se comparan estos datos provinciales con los relativos a la renta interior puede deducirse como dato significativo que sólo dos provincias, Sevilla y Málaga, tienen una renta interior mayor, lo que expresa que su capacidad de generación de rentas endógenas les proporciona una menor dependencia respecto de los ingresos familiares procedentes de transferencias.
5. Distribución territorial del ingreso
También en la dimensión espacial de la distribución de las rentas existen grandes dificultades para conocer con precisión la pauta de reparto.
Una imagen aproximada de lo que ocurre en los municipios andaluces de puede deducir de los estudios que antes realizaba Banesto sobre mercados comerciales y que en la actualidad lleva a cabo el servicio de estudios de la Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona[2].
Utilizando diversos indicadores indirectos obtiene el llamado "nivel económico" de los municipios de más de mil habitantes de todas las provincias. Este nivel económico se divide en diez grandes estratos de renta, al igual que hacían los anuarios comerciales que para años anteriores había realizado Banesto, lo que permite cierta comparación aproximada.
Aunque se trata de un indicador de la renta municipal aproximado permite resaltar las grandes diferencias que se producen entre los diferentes territorios españoles. Así, para el conjunto nacional resulta que un 45,85% de la población habita en municipios que tienen más de 1.450.000 pesetas de renta media. Sin embargo, el porcentaje de población andaluzaq que habita en municipios con ese nivel de renta es cero.
En Cataluña, sólo el 5,9% de la población total vive en municipios con ingresos menores de 1.250.000 pesetas. En Andalucía, toda la población vive en municipios con ese nivel de renta.
6. La pobreza en Andalucía
Ningún análisis de la distribución de la renta puede dejar de mencionar los niveles de desigualdad más extremos que dan lugar a la aparición de bolsas de pobrez y marginación.
Para conocer la magnitud de la pobreza en una economía se suele partir de la distrbución de la renta de los hogares o de las personas considerando que se encuentra en esa situación quienes no alcancen a disfrutar del 50% de la renta media del contexto nacional en donde habitan.
Utilizando como fuente la Encuesta de Presupuestos Familiares puede deducirse que la pobreza, en sus diferentes manfifestaciones más o menos agudas, es un fenómeno aún demasiado persistente, no sólo en Andalucía sino en el conjunto nacional, aunque con niveles más elevados en nuestra Comunidad.
El cuadro nº11 muestra las tasas de pobreza estimadas para Andalucía en 1991 a partir de los microdatos que proporciona la mencionada encuesta. Puede comprobarse la enorme magnitud de esta lacra económica que en el año 1991 afectaba a un 30,2% de la población andaluza o a un 26,3% de sus familias.
Por provincias sobresalen Almería y Granada en donde una tercera parte de su población puede considerarse pobre.
Estos porcentajes significan, traducidos a magnitudes absolutas, que alrededor de 500.000 hogares o 2.000.000 de personas (más de ocho millones y medio en España) están sumidos en la pobreza en Andalucía.
[1] Fuente: FUNDACIÓN BBV. Renta Nacional de España y su distribución provincial. Serie homogénea.Años 1995 a 1993 y avances 1994 a 1997. bILBAO 1999.
[2] CAJA DE AHORROS Y PENSIONES DE BARCELONA. Servicio de Estudios. Anuario comercial de España 2000. Barcelona 1999.
Juan Torres López.
Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga
Juantorres[arroba]uma.es