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Breve panorámica de la vida del héroe de la República de Cuba Coronel Orlando Cardoso Villavicencio


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    Un héroe de nuestro tiempo

    El más elemental conocimiento de la historia de Cuba demuestra que en todas las épocas han existido hombres y mujeres que con su actuar la han enriquecido, dejando huellas dignas de imitar.

    Hasta el año 2003, del Héroe de la República de Cuba Teniente Coronel Orlando Cardoso Villavicencio, se conocía poco. Con la aparición del libro Reto a la Soledad, se rompió el mito y nuestro pueblo pudo conocer más de cerca la vida de Villavicencio. Lo publicado por la Editora Verde Olivo sin embargo, sólo abarca la etapa en que estuvo prisionero en las cárceles de Somalia durante diez años, once meses y un día.

    Reto a la soledad se inscribe dentro de las tradiciones patrióticas de nuestro pueblo, como una muestra más de la intransigencia, el patriotismo y el altruismo de hombres que han dado lo mejor de sí en los momentos más decisivos. A lo largo del libro se puede palpar cuántos recursos puede encontrar en sí mismo el ser humano, aun en plena juventud y más todavía si está formado en los más altos ideales, para sobrevivir en amargas circunstancias, cuando parecen cerrados todos los caminos y sólo queda la esperanza.

    Hoy nuestros estudiantes conocen del heroísmo mantenido por Orlando y su vida posterior dentro de las FAR, pero nada conocen de cuándo y dónde nació y cómo llegó a ser oficial de las FAR.

    Este testimonio pretende llenar el vacío de información que nuestros estudiantes tienen sobre el Héroe de la República de Cuba Orlando Cardoso Villavicencio. Que conozcan a un hombre de nuestros tiempos, que salido de las entrañas del pueblo como Camilo Cienfuegos y por demás Camilito también, llegó a tener una digna posición y alcanzar la más alta condecoración entregada por nuestro Gobierno, el titulo de Héroe de la República de Cuba.

    El año 1957 fue un año decisivo para la organización y consolidación del Ejército Rebelde. Año donde el pueblo cubano fue poco a poco adquiriendo mayor conciencia y confiando en este ejército de harapientos y en cómo podía cambiar la precaria situación en que se encontraba el país.

    Corría el mes de agosto de 1957. En una humilde casa de la ciudad de Camagüey, una mujer embarazada trajina en las labores domestica. A las tres de la tarde sintió fuertes dolores y a las 3.30 la fuente se le rompió. Inmediatamente fue llevada al Hospital Materno donde a las 12 de la noche del 31 de agosto venía al mundo su tercer hijo, se llamaría Orlando Ramón, ese fue el nombre escogido por la madre.

    Cuando el pequeño tenía seis meses de nacido se agudizan las contradicciones matrimoniales llevando al padre de Orlando a poner en la calle a la madre con los tres hijos. Estaba completamente desamparada. Muchas penurias sufrió en aquella sociedad corrompida y viciosa. Para vivir lo tuvo que hacer en un cuartucho que delante tenía un puesto de viandas. El mal olor de las viandas y verduras en descomposición se enlazaba con las precarias condiciones de aquella única habitación. Para dar de comer a sus hijos lavó y planchó ropas, cocinó y limpió casas por solo un plato de comida al día quedándose ella sin probar alimentos en la mayoría de las veces.

    Cuando Orlando tiene un año y medio triunfa la Revolución. Su situación presentó nuevos cambios, se puede afirmar que se alivió en algo su vida y la de sus hijos. En el mes de marzo de 1959 la necesidad llevó a la madre a buscar ayuda para el sostén de los mismos. El nuevo estado revolucionario les proporcionó capacidad en el Internado Alfredo Gómez de la cabecera municipal. En este lugar sus hijos no se morirían de hambre y podrían tener aquellas cosas que ella no les podía proporcionar.

    A la semana de haber ingresados sus hijos en el internado la madre es llamada con urgencia a la dirección del centro. Se hace necesario que se llevara al más pequeño, a Orlando. Le informan que desde que llegó no ha cesado de llorar, no duerme y no come. Lo traen, ambos se abrazan fuertemente y se retiran del lugar, no volvería a estar becado hasta los Camilitos. Antes de llegar a la casa ya estaba dormido.

    En el año 1962 comienza la escuela. Desde el preescolar y hasta el cuarto grado estudiará en la Escuela # 50 Narciso Monreal. En varias ocasiones y debido al bajo poder adquisitivo de la familia tuvo que ir descalzo a la misma y en otras la madre lo obliga a ponerse un par de zapato tenis del padrastro que le quedaba bastante grande.

     Durante mucho tiempo residió en la calle E · 25 e/c Arroyo y Sabanilla en el Reparto La Mascota. El lugar por cierto muy pobre, se ubica al lado de la vía férrea que va de la ciudad hasta el Municipio de Santa Cruz del Sur. La vivienda de madera y tejas contaba con portal, sala, dos cuartos y una cocina, fuera de la vivienda se encontraba la fosa, por cierto aún existe esta casa. En esa humilde casa residió junto a su mamá, el padrastro y siete hermanos más, cuatro hembras y cuatro varones. A la hora de ir a la cama se dormía en parejas o de tres según el tipo de cama que fuese.

    Pese a vivir en aquellas condiciones tuvo una educación exigente. Su madre veló siempre porque sus hijos respetasen a las personas mayores y no cometieran indisciplinas que provocaran el disgusto de los vecinos.

    Cuando pasa para el quinto grado es trasladado de escuela, esta vez para la Ciudad Escuela Ignacio Agramonte donde permanecerá hasta terminar el sexto grado. Estando en este grado sufre un accidente automovilístico cuando viajaba en una moto junto a su tío. Sin querer introduce el pie derecho en los rayos de la moto perdiendo casi por total el calcañal el que le queda prácticamente en un hilo. En el cuerpo de guardia del hospital le dan los primeros auxilios y es introducido urgentemente en el salón de operaciones donde se culmina el trabajo.  Gracias a la labor urgente de los médicos se le salva el pie.

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