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Breve panorámica de la vida del héroe de la República de Cuba Coronel Orlando Cardoso Villavicencio (página 2)


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Como consecuencia de este accidente pierde el sexto grado. Permanece más de tres meses enyesado y debe repetir el grado el próximo curso escolar. Cuando comienza nuevamente el curso lo hace con denuedo, es necesario obtener buenas calificaciones, quiere estudiar en los Camilitos. Llega el mes de diciembre y la dirección de la escuela le informa que no llegaran carreras para este centro de estudio. Se decide por la carrera de maestro, es cierto que no le gusta como la de los Camilitos pero es interesante y se siente atraído, recoge la planilla en la dirección para que su mamá se la firme. Cosas de la vida, se le olvida entregarla a su madre y es firmada por su hermana Onelia que es menor de edad.

En el mes de abril de 1970 escucha el rumor de que han llegado capacidades para los Camilitos. Muy entusiasmado corre a la dirección, pide que lo incluyan, pero no hay remedio, no puede ser militar, ya le ha sido otorgada la carrera de maestro. Llorando llega a la casa, muy afligido y triste le cuenta a la madre de lo sucedido.

Al otro día en horas de la mañana van juntos a la esuela, uno para estudiar y otro para decidir el futuro de su hijo. Parecía que nadie la quería escuchar. No la entendían. Si su hijo quería los Camilitos por qué no se le otorgaba. Por fin la directora le informa que Orlando había llenado la planilla para ser maestro, se le había otorgado y no se podía dar marcha atrás. Pregunta la madre que de qué planilla están hablando, ella no conoce nada al respecto. La directora le muestra la planilla de Orlando. Casualidades de la vida que deciden el futuro de una persona. La planilla no tenía validez, estaba firmada por una menor y no estaba firmada por la madre. Después de mucho batallar le es otorgada la carrera en los Camilitos de Camagüey. Años después afirmaría que este fue el día más importante y feliz de su vida.

En el barrio donde vivió tuvo muchos amigos. Entre ellos se encontraba Eduardito, Felo, Luís, el blanco, el negro, todos ellos contemporáneos con él y otra muy numerosa tropa un poco más pequeña donde estaban Jorge, Ramón, sus hermano y otros. Sus juegos predilectos eran la bola, el béisbol – el cual siempre jugó muy bien incluso después de grande – el bolero, empinar papalote y correr bajo la lluvia chapoteando agua por toda la calle. Cuando llovía, el agua del arroyo que pasaba por detrás de la casa se unía con el agua que corría por el medio de la calle, atravesando libremente cada una de las casas más bajas de la cuadra, entre estas se encontraba la de Orlando. Gustaba ir de excursiones al naranjal de Cristía o al río de Benjamín muy cerca del emplazamiento actual de la EMCC.

Por fin llegó el mes de agosto, era el año 1970. Sorpresivamente su mamá es ingresada en Maternidad el día 24, él tenía que partir el 25. Con la ayuda de sus hermanas mayores, el 25 a primera hora prepara la ropa, no era mucho lo que tenía que llevar. A las dos de la tarde pasa a despedirse de su madre por Maternidad. Tendría que irse solo, nadie lo podía acompañar. Su madre no pudo bajar de la sala a despedirlo, lo hace desde la ventana del segundo piso, ambos lagrimean y se lanzan besos de despedidas. Cuando comienza a caminar para coger la guagua solo lo acompañaría un mar de inquietudes, una jaba de nylon donde llevaba la ropa y un mundo de esperanza.

A quienes se habían decidido por los Camilitos les es mostrado una película titulada " Contra viento y marea" en el Teatro Principal de la ciudad. De allí salió con miles de sueño, ese sería su futuro y lucharía por alcanzar metas superiores.

Ya en la escuela, ubicado en Alas Cívica, antiguo aeropuerto militar, es matriculado y ubicado en el Batallón 3, Compañía 6, Pelotón 4, su número sería el siete. A los pocos días son enviados por cuarenta y cinco días a la Escuela al Campo. Orlando no olvidaría que andaba siempre nostálgico, lloroso y extrañaba mucho a su familia. Por fin se da por terminada la etapa y le es otorgado el primer pase. ¡Con que alegría llegó a la casa!  Sus hermanos pequeños se peleaban por abrasarlo y ponerse su ropa, la madre lo besaba junto al igual que sus hermanas con lágrimas en los ojos. Esta escena se repetiría muchas veces, dos de hermanos varones fueron posteriormente militares, uno de ellos es Tte. Coronel y el otro, después de licenciarse de las FAR por enfermedad, labora en la EMCC, donde con anterioridad estudiara Orlando y sus hermanos. Su ejemplo los llevó a optar por esta carrera.

 Cuando matricula en los Camilitos en agosto de 1970 era su director Manuel Vázquez Novoa. Años después al referirse a esa etapa recordaría con mucho cariño al entonces director, Vázquez Novoa, era un viejito chiquito y colorado, pero muy bueno, como un padre para todos, especialmente para él. " Lo vez – decía Orlando en una ocasión – para dirigir ni ofende, ni grita. Su sola presencia inspira respeto". Pasado 16 años, cuando Orlando visitaba el Municipio de Nuevitas, ambos se encontraron y rápidamente se reconocieron fundiéndose en un profundo abrazo rememorando aquellos años ya pasados. ¡Con que orgullo intercambiaron aquellas dos personas! Vázquez se sentía orgulloso porque su alumno, uno de los más humildes, fuera Héroe de la República de Cuba y Orlando se sentía orgulloso y agradecido ante aquel viejecito sencillo y cariñoso que había contribuido con su ejemplo y educación a que él fuese oficial de las FAR y Héroe de la República de Cuba. En su actitud y comportamiento en las prisiones en Somalia estaba también un granito de arena de su querido director.

Muchos profesores contribuyeron a su formación por los Camilitos. Muchos hoy ya no trabajan en el centro, otros han fallecido y a otros les ha perdido el rastro. De los que hoy se encuentran en el mismo lugar está Caridad Soler, Alina Vázquez, Rigoberto Estévez, Nelia González, Georgina Navarro, entre otros. Todos y cada uno de ellos puso su granito de arena en su formación, en la potenciación de sus valores, los mismos que lo acompañaron durante diez años, siete meses y un día en las cárceles de Somalia.

Como estudiante en nuestro centro mantuvo siempre una actitud positiva, siendo acreedor en muchas ocasiones del sello de cumplidor y vanguardia en la etapa por los resultados académicos y su actitud ante el cumplimiento de las ordenes de sus superiores.

En septiembre de 1973, la Escuela de Artillería de las FAR " Comandante Camilo Cienfuegos" abrió sus puertas a un grupo de Camilitos de varias provincias. En aquel entonces los alumnos respondían por un número que se le asignaban. Orlando era el 778 del pelotón 13. Desde que entró al CEM comenzaron las dificultades. Primero con el vestuario, posteriormente con las botas, todas les quedaban pequeñas.

Durante su paso por este centro fue miembro de los bloques de ceremonias que recibían a los visitantes extranjeros, siendo siempre designado como guía derecho en el bloque de ceremonia. Durante las salvas siempre fue tirador, era quien más tiraba, nunca falló. Para ganarse el titulo de cadete tuvo que marchar a labores agrícolas en la caña. Cortaba más que nadie y sobre todo, tenía siempre un hambre atroz, defecto de siempre que aun no ha podido superar. Cuando se le pregunta cómo pudio sobrevivir pasando tanto tiempo hambre en Somalia, responde con cierta ignorancia que ni él mismo sabe cómo pudo aguantar tanto. Sin lugar a dudas pudieron más los principios que la necesidad de alimentos.

Durante un buen día mientras se encontraba en las actividades agrícolas dieron natilla, como siempre comió más que nadie, estaba tan sabrosa que no escatimó en cantidad. Al amanecer tenía diarrea, no podía sostenerse de la debilidad, pero así y todo marchó al campo. Al mediodía tuvieron que sacarlos en una carreta de lo mal que se encontraba. Al montar se viró para un compañero y como si fuera algo normal le pidió que le alcanzara " un trocito de cañita, no podía más con el hambre". El compañero lo regaño fuertemente en medio de un mar de risas de los que allí se encontraban. Así era él.

Era muy sacrificado y cumplidor de las indicaciones que se le daba. En el año 1975 su curso es designado para cumplir misión internacionalista en la República Popular de Angola. Su número de chapilla sería 120160. En la tierra de Neto contribuyó a instruir a los combatientes angolanos. Aquel 10 de julio de 1976, los pioneros en la Plaza de la Revolución en la Ciudad de la Haban ocuparon el lugar de aquellos jóvenes que habían marchado a otras tierras del mundo a dar su contribución a la independencias de otros pueblos entre estos se encontraba Orlando. La graduación la realizan de forma simbólica. Solo tenía 17 años de edad, había sido ascendido a teniente.

Al regresar a la patria con el deber cumplido es asignado a una unidad de artillería reactiva en Ciudad de la Habana. Se preparaba con denuedo, mostraba inquietudes muy tempranas si tenemos en cuenta que solo contaba con 18 años de edad. Durante una maniobra ocurre un accidente. Una granada detona muy cerca de Orlando y una esquirla lo hirió en el ojo izquierdo. El médico lo rebaja de servicio. Su unidad es seleccionada para escoger a varios oficiales que cumplirían una misión internacionalista. Solo hace seis meses que regresó de una, no presenta la rebaja y se enrola en ella No conocen para dónde van, pero para donde sea allí estará él.

Sólo tuvo tiempo para visitar a un viejo amigo en la Habana Vieja, al doctor Alberto Edreira Pérez. Le pide que localice a la familia, viajaría y no conoce adónde ni cuándo, que esperen carta. A los pocos días, un grupo de oficiales, entre ellos Orlando, marchan a Etiopía, ésta sería su segunda misión internacionalista, en ella escribiría momentos trascendentales y con su ejemplo entraría en la historia de la patria como un digno ejemplo a imitar.

 

 

 

 

 

Autor:

Omelio Rivero Villavicencio

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