Observaciones indirectas: se realizan por medio de satélites meteorológicos y radares que detectan el comportamiento del sistema, así como sus características físicas.
Varios son los instrumentos meteorológicos y oceánicos utilizados para obtener datos de un huracán: aviones de reconocimiento, barcos, radiosondeos, radares, satélites, estaciones meteorológicas en tierra, boyas marinas… Todos estos instrumentos toman los datos necesarios para alimentar los modelos numéricos que preverán, con la incertidumbre del caso, la trayectoria más probable que hará el huracán.
Nombre de los huracanes
Los meteorólogos empezaron a nombrar los huracanes y tormentas tropicales para permitir facilidad de comunicación entre ellos y el público en general en áreas relacionadas con las previsiones, avisos y peligros. Al darle nombre a los huracanes, hay una reducción en la confusión sobre qué tormenta es la que se está describiendo.
Los nombres permiten una mejor identificación entre los servicios meteorológicos y los usuarios que reciben la información (informes de alerta, información en general), ya que particularizan el fenómeno y de esa manera se conoce a cuál fenómeno se refieren los boletines de alerta.
¿Cómo se desarrolló la idea de nombrar los huracanes?
Por siglos, muchos huracanes en las Antillas eran nombrados por el santo del día en que afectaba el huracán. Por ejemplo, el "Huracán de Santa Ana", que azotó Puerto Rico con excepcional violencia el 26 de Julio de 1825, y "San Felipe" (el primero) y "San Felipe" (el segundo) que afectaron Puerto Rico ambos en Septiembre 13, el primero en 1876 y el segundo en 1928. Igualmente, el "Huracán de San Zenón", que destruyó la ciudad de Santo Domingo (República Dominicana), el día 3 de Septiembre de 1930.
El primer meteorólogo que utilizó un nombre propio (de mujer) para referirse a un huracán fue el australiano Clement Wragge a finales del siglo 19 y principios del 20.
Un ejemplo temprano del uso de nombre de mujer para una tormenta fue el de la novela "Tormenta" de George R . Stewart, que luego Walt Disney llevó al cine. Durante la segunda guerra mundial (1939-1945), esta práctica se hizo común, especialmente por los meteorólogos de la Fuerza Aérea y de la Armada de los Estados Unidos de América, quienes tenían que seguir los movimientos por el gran espacio del Océano Pacífico.
En 1953, los Estados Unidos abandonaron, por confuso, el plan de nombrar las tormentas usando un alfabeto fonético (Able, Baker, Charlie) cuando se introdujo un nuevo alfabeto fonético internacional. En ese año (1953), la Oficina el Tiempo de Estados Unidos de América los llamó únicamente con nombres de mujeres.
La práctica de usar únicamente nombres de mujeres terminó en 1978 cuando se incluyó nombres de mujeres y de hombres en las listas de tormentas para el Pacífico Norte Oriental. En 1979 la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Servicio Meteorológico de Estados Unidos (National Weather Service) incorporaron nombres alternos de hombres y mujeres.
La experiencia ha demostrado que el uso de nombres de hombres y mujeres en la comunicación escrita y hablada es más corto, más rápido y causa menos errores que cualquier otra identificación de huracanes usada hasta la fecha.
Cada año, se prepara una lista potencial de nombres para la venidera temporada de huracanes. La lista contiene un nombre por cada letra del alfabeto (las letras Q, U, X, Y, Z no se incluyen debido a que pocos nombres empiezan con esas letras). Estas listas son recicladas cada seis años y se reemplazan los nombres cuando el nombre de un huracán ha sido retirado.
Los nombres de huracanes muy destructivos se retiran, quedando en los registros históricos, y son sustituidos por otros que inician con la misma letra.
Los nombres para los años 2008 – 2013 en la Cuenca del Atlántico (Golfo de México+Mar Caribe+Océano Atlántico) son:
Nombres de huracanes que se han retirado
Los nombres de huracán se retiran (es decir, no se usan otra vez para una nueva tormenta) si se considera que fue muy notable debido al daño y/o muertes que causó. Al retirar el nombre de tormentas memorables evita confundir una tormenta bien conocida históricamente con una actual.
Siempre que un huracán haya tenido un impacto importante, cualquier país afectado por la tormenta puede solicitar que se "retire" el nombre del huracán por acuerdo de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Retirar el nombre realmente significa que no puede ser reusado durante por lo menos 10 años, para facilitar las referencias históricas, acciones legales, actividades de reclamaciones de seguros, etc., y evitar las confusiones del público con otra tormenta del mismo nombre. Si el nombre es retirado, se selecciona un nombre del mismo género en inglés, español o francés, para las tormentas en la Cuenca del Atlántico.
Un buen ejemplo es Huracán Hugo en 1989. Hugo se movió a través del Caribe nororiental, devastando a muchas pequeñas islas al este de Puerto Rico. Luego azotó Puerto Rico antes de ir a 'golpear' Carolina del Sur. El Huracán Hugo causó daños por más de US$8 mil millones y ocasionó la muerte de 82 personas. Cuando se hizo la solicitud de retiro del nombre "Hugo" de la lista de nombres, la tormenta "H" fue reemplazada por el nombre "Humberto", un nombre español. Humberto se usó por primera vez en 1995 y luego de nuevo en el 2001.
Sin embargo, hay una excepción a la regla de retiro. Antes de 1979, cuando empezó la primera lista permanente de seis años, algunos nombres simplemente no se usaron más. Por ejemplo, en 1966 "Fern" fue sustituida por "Frieda" sin que se diera una razón.
A continuación se presenta una lista de los nombres retirados para la Cuenca del Atlántico y los años en que ocurrieron. Sin embargo, hay gran cantidad de tormentas destructivas no incluidas en esta lista debido a que ocurrieron antes de establecer el uso de nombrar los huracanes en 1950.
NOTAS:
"Carol" fue usado de nuevo para nombrar un huracán en el Océano Atlántico Medio en 1965. Sin embargo, debido a que su nombre no vuelve aparecer luego de esa vez, se asume que el nombre fue retirado retrospectivamente por los daños causados por la tormenta del mismo nombre en 1954.
¿Cómo se forma un ciclón tropical?
Los ciclones tropicales se forman sobre las cálidas aguas del trópico, a partir de disturbios atmosféricos preexistentes tales como sistemas de baja presión y ondas tropicales. Las ondas tropicales se forman cada tres o cuatro días sobre las aguas del océano atlántico, cerca de la línea ecuatorial. Los ciclones tropicales también pueden formarse de frentes fríos y, ocasionalmente, de un centro de baja presión en los niveles altos de la atmósfera.
El proceso por medio del cual una tormenta tropical se forma y, subsecuentemente, se intensifica al grado de huracán depende de, al menos, tres de las condiciones siguientes:
Un disturbio atmosférico preexistente (onda tropical) con tormentas embebidas en el mismo.
Temperaturas oceánicas cálidas, al menos 26 °C, desde la superficie del mar hasta 15 metros por debajo de ésta.
Vientos débiles en los niveles altos de la atmósfera que no cambien mucho en dirección y velocidad.
(Imagen del Programa COMET)
La energía que el ciclón tropical transforma en energía cinética de rotación y en procesos termodinámicos proviene del contacto entre el ciclón tropical y las aguas cálidas del mar y, por ende, del intercambio de energía entre las aguas del mar y el sistema ciclónico. Los vientos en los niveles bajos de la atmósfera, muy cerca de la superficie marina, circulan hacia el área de baja presión, es decir, confluyen hacia un lugar determinado. Las aguas cálidas le suministran al entorno del disturbio atmosférico la humedad y el calor necesarios para que se desencadenen los procesos de formación de nubes y, generalmente, de lluvia y actividad eléctrica. Se forman las bandas de lluvia y los topes de las nubes que se han formado se elevan muy alto en la atmósfera. Si los vientos en los niveles altos de la atmósfera se mantienen débiles, el ciclón tropical puede continuar intensificándose, alcanzando las subsecuentes categorías hasta llegar a huracán.
Estructura de un huracán
Contrario a lo que pueda aparentar en los mapas climáticos, un huracán es más que un punto en un mapa, y su curso es más que una línea. Es un sistema grande que puede afectar una amplia zona, requiriendo que se tomen precauciones aún lejos de donde se predice que afectará.
Las partes principales de un huracán son las bandas nubosas en forma de espiral alrededor de su centro. El ojo es un sector de bastante calma, poca nubosidad y, aproximadamente de 30 a 65 Km de diámetro. La pared del ojo está compuesta de nubes densas; en esta región se localizan los vientos más intensos del huracán.
Las bandas en forma de espiral con fuerte actividad lluviosa convergen hacia el centro del huracán de manera antihoraria. En los niveles altos de la atmósfera, el viento circula en forma horaria (anticiclónico), contrario a como lo hace en los niveles bajos. El aire desciende en el centro del huracán dando lugar al ojo del mismo.
En la densa pared de nubes que rodea el ojo se localizan los vientos más fuertes del huracán.
(Imagen del Programa COMET)
En los niveles bajos se da la confluencia de viento que rota antihorariamente (ciclónico) y, por el contrario, en los niveles altos, en donde se da la salida del sistema, los vientos circulan horariamente (anticiclónico). En el gráfico superior, se observan las bandas de lluvia y una corriente de aire descendente en el centro del sistema, lugar en donde se forma el ojo del huracán.
Imagen de NOAA
Arriba, imagen del huracán Mitch cuando alcanzó la categoría 5. Se observa claramente el ojo y la pared del mismo. Nótense las bandas de lluvia que confluyen alrededor del centro del sistema. El ojo es oscuro ya que es una zona que no tiene nubes, lo que se observa entonces es la superficie del mar. El huracán Mitch es un reflejo de la alta organización que pueden llegar a alcanzar este tipo de ciclones tropicales, surgido de un sistema de baja presión, encontrando a su paso el ambiente favorable para su intensificación y organización tanto física como dinámicamente.
Fotos tomadas por el Dr. Black (NOAA) cuando volaba dentro del ojo de un huracán. Se nota el cielo despejado en la parte superior de la imagen y la espesa nubosidad de la pared del ojo. Esta región central del huracán es una zona estable, sin nubosidad y sin lluvia. Por el contrario, en la pared del ojo se localizan los vientos más fuertes del huracán.
Cambios en la estructura del ojo y de la pared del ojo pueden causar cambios en la velocidad del viento del huracán. El ojo puede cambiar de tamaño a medida que el huracán recorre las aguas oceánicas.
Las bandas de lluvia exteriores al huracán a menudo tienen vientos con fuerza de huracán o tormenta, pueden extenderse algunos cientos de kilómetros del centro y tienen un ancho de algunos kilómetros hasta 145 kilómetros y varían entre 80 y 480 kilómetros de largo.
El tamaño típico (diámetro) de un huracán es de 480 kilómetros de ancho, aunque este valor puede variar considerablemente. El tamaño NO es un indicador, necesariamente, de la intensidad del huracán.
(Imágenes de la NOAA)
El tamaño de un huracán varía considerablemente. La imagen izquierda muestra el huracán Danny (1997) y a la derecha, el huracán Fran (1996). El huracán Danny es comparativamente mucho más pequeño que el huracán Fran, aunque no necesariamente implica que el huracán Fran fue más destructivo.
La fuerza de los vientos huracanados puede extenderse hacia afuera de su centro alrededor de 40 kilómetros, si es un huracán pequeño, y más de 240 kilómetros si es grande, alcanzando, en ciertas ocasiones, hasta 500 kilómetros.
El huracán puede cambiar rápidamente de forma, tamaño, intensidad, velocidad de traslación y dirección de desplazamiento. La velocidad y la trayectoria de un huracán dependen de complejas interacciones entre éste la atmósfera y el mar: típicamente un huracán se desplaza a una velocidad de 24 a 32 kilómetros por hora.
Como regla general el lado derecho del huracán (relativo a la dirección de su desplazamiento) es la parte más peligrosa del mismo debido a que a su velocidad se le suma la velocidad de la corriente de viento en el cual éste está embebido. El incremento de la velocidad del viento en el lado derecho del sistema aumenta la marejada generada. Además, los tornados son más frecuentes en esta parte del sistema. (Ver animación)
¿Dónde se forman los huracanes?
Los huracanes se forman en muchas regiones oceánicas del mundo. Así como existe la Cuenca del Atlántico existen otras 6 cuencas o áreas en las que se forman ciclones tropicales.Sin embargo el nombre que reciben estos fenómenos atmosféricos depende de la región del mundo en que se formen.
Las áreas en rojo indican las zonas marinas en las quepueden formarse los huracanes alrededor del mundo
Zonas geográficas donde se forman los huracanes |
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Al Huracán se le llama Ciclón si se forma en la Bahía de Bengala y en el océano Índico norte; Tifón, si se forma en el oeste del océano Índico (Japón, Corea, China…); Willy-Willy en Australia; Baguío en Filipinas.Todos son nombres equivalentes referidos al mismo tipo de sistema atmosférico.
Cuenca del Atlántico
La Cuenca del Atlántico está compuesta por el océano Atlántico, el golfo de México y el mar Caribe. En este artículo nos referiremos únicamente a la Cuenca del Atlántico, lugar donde surgen los huracanes que afectan ocasionalmente a Costa Rica. La zona de la Cuenca del Atlántico en donde se forman estos fenómenos es una función del mes del año, es decir, las zonas de formación de depresiones tropicales cambian con respecto al mes del año.
Los huracanes que inicialmente nacen como un sistema de baja presión en los alrededores de las islas de Cabo Verde (frente a las costas norteñas de África), llevan a cabo trayectorias enmarcadas dentro de la flecha indicada en la figura. A medida que transcurre el año, los lugares de nacimiento de los huracanes se trasladan hacia el oeste de su posición inicial, frente a las costas africanas, trasladándose al Mar Caribe especialmente en los meses de setiembre y octubre.
Los mapas que se muestran a continuación ilustran cómo las áreas de formación de ciclones tropicales en la cuenca del Atlántico son función del mes del año. Las flechas indican las trayectorias predominantes. Las probabilidades (baja, media, alta) de formación de un ciclón tropical (depresión tropical, tormenta tropical, huracán) en el área del color correspondiente se muestran en la esquina superior derecha. Los huracanes pueden formarse en cualquier parte de la trayectoria predominante o dentro de las áreas coloreadas. (Imágenes adaptadas de NOAA)
Efectos asociados con el huracán
Los riesgos asociados con los ciclones tropicales, especialmente con los huracanes son: marejada, vientos fuertes, intensas precipitaciones, deslizamientos e inundaciones. La intensidad de un huracán es un indicador que generalmente refleja el potencial destructor del mismo.
Marejada
La marejada es un domo de agua de 80 a 160 kilómetros de ancho, que choca con la costa debido a que es impulsada por la fuerza de los vientos generados por la tormenta. La marejada combinada con la marea crea lo que se llama la marea de tormenta. Ésta puede incrementar el nivel normal del agua en 4.5 metros o más.
El aumento del nivel del agua puede causar inundaciones severas en las áreas costeras, particularmente cuando coincide con la marea. El nivel de la marejada en un área en particular está relacionada, en principio, con la intensidad del huracán y la pendiente de la placa continental.
Los efectos de la marejada en las costas dependen de la forma de la placa continental. Si la costa es muy plana y extendida los efectos suelen ser devastadores (ver animación – 363.7KB); por el contrario, si la placa continental es alta la marejada encuentra la resistencia suficiente como para no afectar severamente la parte costera, tierra adentro (ver animación – 357.8KB).
En las zonas costeras la marejada es la principal amenaza asociada con un huracán, la cual, históricamente, ha causado la muerte de 9 de cada 10 personas; este efecto es particularmente importante en países en donde los huracanes provocan efectos directos, es decir lugares que son sobrepasados por el huracán, tales como Estados Unidos, Filipinas, India, Bangladesh, Nicaragua, Honduras, Cuba.
La marejada afecta severamente las embarcaciones y además, deposita grandes cantidades de sal en las áreas tierra adentro, alterando la salinidad normal de las zonas.
Vientos Fuertes
Los vientos asociados con un huracán suelen causar efectos devastadores en grandes zonas, especialmente en aquellas en las que el fenómeno afecta directamente. Un huracán categoría 1 tiene vientos de 119 km/h y, el huracán categoría cinco iguala o sobrepasa los 250 km/h.
En la cuenca del Atlántico el huracán Gilbert en 1988 registró la presión atmosférica central más baja jamás registrada: 888 hPa.
Por los destrozos causados, al huracán Camille (1969) se le asocian vientos de 165 kt, valor máximo registrado en la historia de la meteorología.
Estas imágenes muestran la fuerza destructiva de los vientos de un huracán. Ejemplifican, no solamente la capacidad de destrucción, sino que también la fuerza con las que un objeto puede ser impulsado.
Fuertes Lluvias
Un huracán genera, en promedio, entre 150 y 300 mm de lluvia o más, la cual causa severas inundaciones, deslizamientos y derrumbes. Las lluvias más fuertes se relacionan, generalmente, con las tormentas tropicales o huracanes que se desplazan más lentamente (menos de 16 kilómetros por hora).
Grandes cantidades de lluvia pueden ocurrir hasta 160 kilómetros sobre tierra adentro donde las inundaciones repentinas y los deslizamientos son típicamente las mayores amenazas.
Registros máximos: en 12 horas el ciclón tropical Denise (1966) acumuló 1144 mm; en 24 horas la misma tormenta acumuló 1825 mm; en 48 horas un ciclón tropical (1958) acumuló 2467 mm; en 72 horas se acumularon 5678 mm con el ciclón tropical Hyacinthe (1980).
Las lluvias intensas y continuas generadas por un huracán pueden provocar inundaciones severas, tal y como sucedió con el huracán Mitch (1998). Las imágenes muestran las inundaciones causadas por este huracán en la costa norte de Honduras. En el centro, se observa el aeropuerto de San Pedro Sula, en la costa norte del mismo país.
Tornados
Los tornados ocurren generalmente en el cuadrante frontal derecho del huracán. Sin embargo, pueden ocurrir en cualquier parte las bandas de lluvia asociadas al mismo.
Típicamente, mientras más intenso es un huracán más intenso es el tornado que se genera; la mayoría de los tornados ocurren dentro de un radio de 240 kilómetros a partir de la costa.
Los tornados causan destrozos materiales de gran magnitud. Arriba a la derecha, destrucción causada por los tornados generados por el huracán Andrew. Abajo, un tornado típico, unido a su nube madre. (Imágenes de la NOAA)
Vida Silvestre y Huracanes
¿Qué sucede cuando amenaza un huracán? Los residentes y visitantes localizados en la trayectoria de la tormenta pueden proteger sus hogares y viajar a lugares seguros, pero parte de la vida silvestre no es tan afortunada.
Los científicos del Servicio Nacional Biológico de Estados Unidos (NBS) han encontrado en sus investigaciones que, aunque pueda haber algunos cambios estructurales en el hábitat y las poblaciones pueden sufrir pérdidas notables, la mayoría de las poblaciones de plantas y animales que viven en zonas de tormentas son capaces de sobrevivir y recuperarse con el tiempo de estos fenómenos.
Las especies inmóviles como los mejillones y ostras pueden ser completamente eliminadas en la zona de impacto. Algunas de estas especies pueden ser transportadas con los restos del huracán a localidades distantes a lo largo de la costa y tierra dentro, con frecuencia a hábitats donde es difícil, sino imposible, que sobrevivan.
Hábitats terrestres pueden inundarse totalmente, eliminando por arrastre o ahogamiento a su fauna residente, especialmente pequeños mamíferos como ratones y conejos. Los lugares de anidamiento, con huevos y/o polluelos, de aves acuáticas coloniales (garzas, gaviotas, pelícanos) puede quedar completamente destruidos.
Científicos del NBS y sus colaboradores encontraron que la industria pesquera y de acuacultura de Louisiana sufrió enormes pérdidas a resultas del Huracán Andrew en 1992.
Se estimó que, solo en la Cuenca Atchafalaya al sur de Louisiana, murieron 184 peces. Los vientos de Andrew provocaron una amplia defoliación de árboles y arbustos, lo que resultó en un aporte grande de material orgánico en los humedales en un período breve. Este material, al descomponerse, causó niveles excesivamente bajos de oxígeno en el agua, sofocando los peces.
Al mismo tiempo, el 25 por ciento de los lugares públicos de crianza de ostras en Louisiana fueron virtualmente eliminados por el Huracán Andrew. Estos y otros organismos que viven en el fondo — que sirven como fuente importante de alimentos para las aves acuáticas en las Islas Barrera de Louisiana — sufrieron mortalidades masivas durante el paso del Huracán Andrew.
El Huracán Hugo ocasionó una devastación similar en la población de cotorras de Puerto Rico.
Se perdió, aproximadamente, la mitad de esta población en peligro crítico de extinción de menos de 50 aves. En algunos casos, las aves murieron como resultado de la tormenta, mientras que en otros los cambios en el hábitat provocados por la tormenta hicieron que las aves quedaran más vulnerables a los depredadores. Los científicos creen que las cotorras de Puerto Rico que sobrevivieron posiblemente estaban refugiadas en las cavidades de grandes y fuertes árboles, resistentes a los huracanes.
Un científico del NBS observó pájaros en el suelo y bajo cubierta durante el Huracán Hugo, tranquilas hasta que pasara la tormenta. Otras pueden haber sido 'sopladas' hacia el mar y murieron. Las aves oceánicas aparecen en lugares extraños luego de tormentas, habiendo sido transportadas por los vientos kilómetros tierra adentro. Lo mismo sucede con las aves de tierra adentro, que son transportadas al mar.
Los manatíes, grandes mamíferos marinos, están bien adaptados al ambiente acuático. Debido a que habitan en aguas interiores y cerca de la costa, usualmente pueden encontrar áreas protegidas durante tiempo tormentoso.
Los organismos que viven en corrientes usualmente están bien adaptados a las inundaciones, excepto a las más severas. Los mejillones de agua dulce permanecen enterrados en el sedimento del fondo y usualmente se encuentran en arroyos grandes, de gradiente inferior, donde las rocas y otros sedimentos no son removidos durante las inundaciones periódicas. En estos momentos, se sabe que los peces buscan inmediatamente refugio en aguas calmas detrás de grandes rocas u otros obstáculos en el arroyo.
Aún cuando sean arrastradas generaciones completas de insectos acuáticos en una inundación, usualmente hay sobrevivientes que permanecen para recolonizar y repoblar el arroyo en la próxima generación.
Ocasionalmente, una inundación severa "una de cada 1000 años" puede alterar drásticamente el hábitat de un arroyo y eliminar completamente sus organismos vivos. Sin embargo, las pérdidas directas en la vida silvestre usualmente son mínimas en un huracán. El Huracán Andrew apenas afectó a algunas especies de vida silvestre, e incluso benefició a otras.
Los estudios luego del Huracán Andrew demostraron que aunque las funciones de los sistemas costeros parecen recuperarse, la estructura y tamaño de las playas y pantanos con frecuencia cambian. Por consiguiente, las áreas a lo largo de la costa han sido moldeadas por las tormentas formando diferentes hábitats con nuevas funciones, nueva distribución de plantas y animales y una nueva composición de especies.
Autor:
David Abelardo Ayala Aquice
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