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El origen de la economía de producción: un proceso sin ruptura o una ruptura sin proceso

Enviado por leyla diaz


Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Andalucía
  3. Cataluña
  4. País Valenciano
  5. Bibliografía

Resumen

En este trabajo se desea poner en evidencia las frecuentes confusiones con respecto de la atribución del concepto "neolitización", a menudo asimilado a la etapa antigua del neolítico. A la vez se intenta poner de manifiesto la enorme carencia de datos seguros y científicos que actualmente poseemos para evaluar el origen de esta nueva etapa cultural caracterizada por la nueva economía productora. Se valora la economía agrícola como un proceso largo que tuvo que seguir diferentes estadios de evolución, cuestionando por tanto su imposición debida a una colonización exógena. Los estudios paleobotánicos realizados hasta la fecha para el Mediterráneo occidental no concuerdan aparentemente con las tesis de un origen oriental. Quizá la ausencia de datos paleocarpológicos y botánicos del norte de Africa puedan en su día aportar mayores bases para comprender la complejidad de esta transformación económica.

Abstract

In this work we wish to show the confusions frequents about the attribution the concept "neolithisation", often assimilated to ancient neolithic"s stage. At the same time we purpose to make manifest the enormous deficiency of sures and scientifics documents that at present possess for to evaluate the origin of this new cultural stage distinguished for the productive economy. We value agricultural economy like largely process that had to follow differents evolutional periods, controverting therefore our imposition owing to a exogenous colonization. The paleobotanics studies makes till now for western mediterranean are not in correspondence apparently with the oriental"s origin. Perhaps the absent about paleocarpologic and botanics documents of the north Africa can , at the proper time, to furnish more basis for embrace the complexity of this economic transformation.

Con demasiada frecuencia cuando consultamos la bibliografía científica sobre este tema, vemos cómo se confunden los términos "neolítico antiguo" con el de "neolitización", como si de algún modo éstos significasen lo mismo, o fueran sinónimos. Desearíamos aquí mostrar la gran diferencia que existe entre ambos. El primero, define un estadio cultural, el neolítico, dentro de su fase más antigua o si se quiere en su etapa inicial. Mientras que el segundo, describe un proceso evolutivo que abocará a un cambio socioeconómico distinto al que existía. Cómo tal proceso transforma, adapta, modifica o capta una serie de cambios hasta conseguir un salto cualitativo, que se basa en la economía de producción. De la misma manera así se entiende este término cuando nos referimos a "hominización" y jamás se confunde con las primeras presencias de H. sapiens sapiens, sino con los procesos que han conducido a su aparición. Según lo expuesto creo razonable pensar que con anterioridad a la implantación de una nueva cultura, en este caso sería la neolítica, debió existir un proceso evolutivo de cambios que finalmente se consolidarían en un modo de vida distinto al anterior.

Ahora bien si estamos convencidos, por las evidencias científicas, y éstas quizá nos pueden parecen suficientes, como para asimilar el término "neolitización" al de "neolítico antiguo", sin duda estamos negando la existencia de una evolución procesual que pudiera dar lugar a unos cambios económicos distintos basados en la producción.

Esta negación supone a la vez una afirmación: que la nueva etapa neolítica se debió a una imposición, y que por tanto produjo una ruptura con las culturas anteriores. La imposición de origen exógeno, como así se viene manteniendo, no requeriría de ningún proceso de neolitización , puesto que el nuevo modelo económico se impondría inmediatamente.

Es así como deben entender muchos de nuestros investigadores el término neolítico cuando defienden que esta etapa, con conocimiento total de agricultura y domesticación, es la más antigua, y con anterioridad a ella sólo existieron grupos epipaleolíticos o mesolíticos.

Sorprende verdaderamente que en las reuniones científicas dedicadas a este periodo cultural no se aborde nunca la problemática del proceso de neolitización y se dediquen sus sesiones a exponer los resultados de yacimientos perfectamente neolitizados. Esta postura de negación de un proceso anterior, como ya indicamos, está absolutamente de acuerdo con el empeño por la aceptación de un origen exógeno.

Quizá deberíamos reflexionar nuevamente acerca de las dificultades que existen para alcanzar esta nueva economía de producción, aún cuando se debiera a un préstamo exterior.

Si bien es cierto que la domesticación de los animales es bastante más sencilla que la de las plantas y muchos investigadores, como Davidson, Poulain, Ducos y Bahn creen que pudo existir un control del caballo y reno en el paleolítico superior, y otros como Jarman, Chaplin y Dimbleby son partidarios de un control de ciervos y jabalíes en asentamientos mesolíticos pirenaicos (Jarman, Wilkinson, 1972, 84; Bahn, 1976; 1977). También algunas evidencias encontradas en Europa occidental desde el paleolítico, como las ovejas en Lazaret (Pech de l"Azé), o en el epimagdaleniense de Balma de Glos, con bóvidos de talla reducida, o en el aziliense como en Abric Pages y Valorques, con ovicápridos, al igual que en los niveles mesolíticos de Chateauneuf, Rouffignac, Gramari, Gazel y Dourgne, o incluso plenamente domésticos como los de Cuzoul de Gramat en sus niveles del tardenoisiense I, o en los niveles mesolíticos de los yacimientos bretones de La Torche, Téveec, datados en el 7000 BP, que contienen bóvidos y ovicápridos domésticos, o en los niveles precerámicos de Gazel y Dourgne, con cerdo doméstico, por citar sólo algunas de las evidencias arqueológicas bien constatadas especialmente en yacim ientos franceses.Estas contradicciones del actual paradigma las consideramos suficientes como para plantearnos alguna duda razonable sobre la imposición exógena. Se hace difícil creeer cómo pudo ocurrir esa "lección domesticadora" tan fulminante desde el Próximo Oriente, que consiguió enseñar a las poblaciones prehistóricas de la Bretaña, por ejemplo, la domesticación de los animales. Sorprende realmente las vías de alta velocidad que comunicaron y permitieron dispersar este conocimiento con tanta rapidez. Ante este fenómeno, creo que deberíamos demostrar cómo se produjo y qué recursos de comunicación, locomoción o traslado utilizaron. No sé hasta qué punto las teorías vigentes pueden explicar la vertiginosidad de la enseñanza de la domesticación de los animales por colonos orientales. Actualmente se han propuesto diferentes modelos teóricos, como la llamada "colonización alterna" (Zilhao, 1993; Morais, Arnaud, 1992) que implica movimientos de poblaciones, en un principio rápidos, pero discontinuos y evitando las zonas ocupadas por grupos mesolíticos, para finalmente asentarse los nuevos colonos; este modelo nos parece bastante difícil de acoplar a las propias evidencias arqueológicas, puesto que existen yacimientos mesolíticos con animales domésticos, y nos preguntamos cómo llegaron a adquirir esta nueva economía si los colonos los evitaban; similar es el modelo propuesto por Gallay (1989) de fronteras móviles con una expansión continua, tampoco entendemos aquí en qué sentido se maneja el término "frontera" puesto que a nuestro juicio sus connotaciones administrativo-políticas son evidentes; o el modelo del filtro de Lewthwaite (1986) con poblaciones fijas que movilizan la información mediante redes de larga distancia, nos interrogamos acerca de la naturaleza de estas redes de larga distancia; o el modelo de la "capilaridad" propuesto por Vicent (1996) que se iguala o se parece al de Guilaine con sus contactos de vecino a vecino.

Por el momento contamos con una serie de hipótesis que tratan de explicar el origen de la economía de producción, en la mayoría de los casos los modelos teóricos se refieren o enfatizan acerca de la presencia de los llamados "colonos agrícolas" sin hacer apenas mención a los conocimientos de la domesticación de animales.

Por nuestra parte, y junto a otros investigadores ya mencionados, creemos que hubiera sido posible, ante algunas de la evidencias arqueológicas indiscutibles, un control de ciertas especies, quizá como ya algunos han apuntado desde el fines del paleolítico superior. ¿Se ha reflexionado suficientemente qué podría ocurrir entre una comunidad de cazadores si ésta capturara recién nacidos o piezas muy jóvenes vivas?

Sin embargo, dejemos aparte estas reflexiones, y admitamos en principio que realmente el proceso de domesticación de animales se "importó" y fue rápidamente asimilado. No cabe duda que domesticar a un animal no es un proceso demasiado lento, y su doma pudo ser en ciertos casos, aprendida fácilmente. Si bien no se trata de una especie domesticada en esta etapa pensamos por ejemplo en el escaso esfuerzo que debe ponerse en la doma de un caballo salvaje, si uno está dispuesto a recibir unos cuantos revolcones durante unas horas.

Pero ¿y en el caso del cultivo?, ¿conocemos realmente la complejidad del mismo? A menos que todas las muestras de cereales, que no son muchas por cierto, se deban a cultivos de los colonos y no de los colonizados, no entendemos cómo pudieron alcanzar unos conocimientos tan complejos en un espacio de tiempo tan corto. Quizá la escasez de muestras, especialmente de cereales, se deba a este estado de experimentación o de ensayo por parte de las poblaciones indígenas, de no ser así las muestras de plantas comestibles deberían ser mucho más abundantes ya que los cultivos estarían realizados por los expertos colonos.

Dejando aparte la idea de la imposición de "colonos agrícolas" nos parece mucho más verosímil una asimilación autóctona de los nuevos elementos de domesticación, si se quiere de procedencia exótica, antes que la presencia de nuevas poblaciones que practican una economía innovadora, ya que los hallazgos arqueológicos son tan escasos que de ningún modo concuerdan con la presencia de gentes expertas agricultoras, para expresar que en el neolítico antiguo hubo una agricultura extensiva o intensiva, o como se viene imponiendo, siguiendo la "moda" al mencionar la existencia de "fronteras agrícolas". Recordemos que los estudios sobre el neolítico de Próximo Oriente han demostrado que la formación de este nuevo modo de vida económico de producción se produjo o gestó a partir del epipaleolítico, comenzando a fines del pleistoceno y no a inicios del holoceno (Moore, 1982, 232).

Ha sido reconocida en el mesolítico europeo, a través de evidencias arqueobotánicas, la existencia de estrategias de uso intensivo de plantas comestibles, con prácticas muy semejantes a la agricultura, wild plant food husbandry, el impacto de otras poblaciones hubiera significado en este caso una simple adición de nuevas especies a la gestión preexistente de los recursos indígenas (Zvelebil, 1994).

De igual modo en la Balma de l"Abeurador (Aude, Francia), se encontraron vestigios vegetales datados en 8740±90 BP (6790±90 BC) de frutos: avellana, cerezas, uvas y leguminosas, tales como lentejas y guisantes; con un sólo grano de trigo y algunos huesos de cordero. Su situación se encontraba en la parte superior del nivel mesolítico y en contacto con los niveles neolíticos, dado que este hallazgo no era adecuado con el paradigma, se explicaron como elementos intrusivos (Vaquer, 1987) al igual que los pequeños fragmentos cerámicos de tipo epicardial hallados en este mismo nivel. En este sentido es curioso como se vienen imponiendo teorías denominadas de los "contextos arqueológicos aparentes" en las que se tiende a poner en duda los resultados arqueológicos que frecuentemente no se adaptan al paradigma consensuado (Zilhao, 1993, Bernabeu, 1997) atribuyendo su presencia a factores no antrópicos.

El mencionado fenómeno, de domesticación con asociación de cereales, se dará en diversos conjuntos mesolíticos entre el VIII y VII milenio en el sur de Francia, por ejemplo en el yacimiento de Fonbrégoua 8400±110 BP (6450±110 BC) y Montclus 8130± 100 BP (6180±100 BC) (Vaquer, 1987). También en Pompignan (Gard) se encuentran semillas salvajes de Prunus, Corylus, Vitis y algunas especies de la familia de las Papilionáceas, en un contexto datado en el 9850 BP (7900 BC).

El problema es muy complejo ya que la presencia de estas leguminosas y cereales aparecen en un contexto cronológico casi simultáneo en Oriente (Jarmo, Cayönu, Jericó) lo cual se podría difícilmente explicar como una difusión fulminantemente rápida, que vendría a ser casi instantánea a través de la cuenca mediterránea.

En este sentido mencionaremos la cueva de Franchthi (Grecia) donde se encontraron lentejas y otras leguminosas en un contexto cultural de fines del paleolítico superior, datadas entre 13.000-10.000 BP y que perdurarán en el 9000-8000 BP dentro de un contexto epipaleolítico, cuyo tamaño corresponde a las dimensiones de las especies ya cultivadas (Hansen, Renfrew, 1978).

Se han rechazado generalmente todas las hipótesis basadas en una recolección intensiva desarrollada a partir de economías propias de las comunidades pertenecientes al tardiglaciar y principios del holoceno, porque se creen poco contrastadas a través del registro arqueobotánico, y en efecto no tenemos suficientes datos para aseverar esta hipótesis, pero nos preguntamos si tenemos en realidad las evidencias necesarias para asegurar que los primeros cultivos se deben a la presencia de "colonos agrícolas" del Próximo Oriente (Miró, Bosch, 1990; Buxó, 1991)

Como hace ya algunos años apuntaba Marinval (1988) "Nous désirons évoquer, à ce propos, les problémes que pose la connaissance de la flore spontanée. Il est, en effect, courament admis que les végétaux […] sont originaires de Proche Orient où ils furent domestiqués dès les VIIIé et VI VI é millénaires (Van Zeist, 1980). Or, la méconnaissance de la flore méditerranéenne française au boreal nous incite à rester prudent. Ou ne peut exclure a priori l"hypothèse de la présence de certaines de ces taxons en region méditerranéenne française à cette période" .

En este sentido Courtin (1975) y Vaquer (1980) ya señalaban la existencia de una protoagricultura o de una horticultura, definida por la aparición de especies consideradas aloctonas, tales como la Lens sculenta M . Vicia ervilia , Cicer artinum, Lathyrus cicera L., Ervum ervilia L., Vicia sp. y frutos de Corylus avellana L., Vitis sylvestris gmel y Prunus, Lens sculenta y Piscum sativum. Curiosamente en el neolítico cardial francés, no se atestiguan ni la Vicia ervilia , ni la Lens sculenta, ni la Cicer artinum. Sin embargo, sí aparecen en Provenza a partir del VIII milenio en niveles epipaleolíticos, como en L"Abeurador.

El primero que desarrolló un concepto de horticultura que identificaba con una fase inicial de la agricultura fue Ames (1939), definida como una etapa en la cual las plantas individuales, sobre todo de árboles, eran domesticadas mediante una preservación selectiva de las plantas. En esta fase "horticultora" se considera que el ser humano experimentó con ciertas plantas, hasta que finalmente abocaron en la práctica de una actividad agrícola. La diferencia que Ames establecía entre agricultura y horticultura es que ésta última se basa en el cultivo de plantas individuales, mientras que en el primer caso se cultivan en gran número para obtener una producción rentable.

Así pues en una fase que podríamos denominar "horticultora", en especial de leguminosas, no se pueden definir exactamente sus orígenes, ya que son el resultado de una selección gradual de tipos, como el caso del garbanzo o la lenteja, que poseen una menor tendencia a la dispersión de las semillas (Ladizinsky, 1979, 286).

Otro punto de interés a considerar, en un análisis global de esta problemática, es que un cultivo previo de leguminosas favorece con un rendimiento mucho más alto para un posterior cultivo de cereales, por sus características de fertilizante natural de las bacterias nitrogenadas que contienen sus raíces.

Los grupos humanos que seleccionan, lo hacen de una forma igual a como se produce en la propia naturaleza, escogiendo la mejor planta, la que posea mayor rendimiento, la más fuerte y la que crece con menor esfuerzo. Su selección la efectúan en su entorno o paleohábitat inmediato. Este factor implica que en muchos casos la selección finalice con una buena adaptación, apropiada a los deseos del grupo humano, pero este proceso se puede realizar en periodos de tiempo no controlables, sin que se conozcan los resultados de la selección con antelación (Rindos, 1990, 4). La teoría de Hayden (1990) cuando asocia el origen de las prácticas agrícolas a la necesidad de abundancia del grupo social, puede ser cierta, pero satisfacer ese deseo de abundancia, plasmado en un excedente de grano solamente pudo ocurrir en etapas avanzadas de conocimientos agrícolas, en el origen la prácticas agrícolas creemos que van a satisfacer o complementar una alimentación más variada como alternativa a otros productos que pueden escasear en ciertas épocas del año, por lo que pudiera responder más a un deseo social de alimentación que de abundancia o excedente.

La relación planta-ser humano ha sido habitualmente confundida con la propia agricultura, la cual supone el estadio más desarrollado de dicha simbiosis.

Quizá antes de proseguir deberíamos hacer una reflexión sobre las dificultades que conlleva el cultivo de cualquier tipo, y más específicamente de cereales; así como también deberíamos repasar las evidencias que estos agricultores dejaron en los yacimientos neolíticos iniciales. En este punto hemos consultado la obra de Rindos (1990) acerca de los orígenes de la agricultura. Este autor ya señala que la mayor parte de los modelos propuestos para explicar el origen agrícola no han tenido en cuenta los aspectos inconscientes de las interacciones entre el ser humano y las plantas (Rindos, 1990, 4).

Siguiendo las propuestas de este autor nos dice que es posible diferenciar tres tipos principales de modelos de domesticación de plantas: la domesticación incidental, la especializada y la agrícola.

La domesticación incidental corresponde al resultado de la interrelación existente entre una sociedad no agrícola y algunas de las plantas que le sirven de alimento, que crecen en su entorno. Las presiones selectivas de esta interrelación se producirán en casos alcanzando los rasgos morfológicos más ventajosos para su consumo. Seleccionamos aquí una de las afirmaciones más interesantes de Rindos cuando dice "Los procesos y las relaciones de domesticación incidental son mucho más que un aspecto periférico del estudio del origen de la agricultura: son la base y las causas mismas del origen, el perfeccionamiento y la difusión de la agricultura. La aparición y el desarrollo gradual del domesticado incidental crea los feedbacks que cambian de forma fundamental los valores que el hombre atribuye a las plantas de las que se alimenta. Además es, a los efectos demográficos del perfeccionamiento de las relaciones incidentales, que se debe la transición hacia una domesticación, primero especializada, después agrícola." (Rindos, 1990, 166, 167).

La domesticación especializada se considera como el resultado de los primeros domesticados (incidentales) los cuales dieron lugar a nuevos tipos de interacciones entre los grupos humanos y su entorno o territorio de captación. Probablemente el rendimiento obtenido por este tipo de actividad agrícola era bastante bajo con referencia a la alimentación, ya que el tiempo total de manipulación que siempre requieren no compensaría con su valor calórico.

La domesticación agrícola será el producto de determinadas conductas humanas que conducen al establecimiento de una agroecología a través de manipulaciones ambientales, tales como el talado, la quema, el riego, el desherbaje, etc., que integrarán unos sistemas de cultivo, unas técnicas de cosecha que implique la separación de las malas hierbas, siega de las espigas y separación de la paja y las espigas, decorticado de los cereales, trilla, aventado, cribado, y finalmente el almacenamiento y conservación del cereal, mediante secado o torrefacción.

Para que se produzca el cultivo agrícola de una determinada planta debe distinguirse un centro o foco de derivación primaria que se caracterizará por una fuerte diversificación específica, de las cuales se distinguen unos caracteres dominantes, así como unas áreas de variación secundaria con abundancia de caracteres recesivos, ocultos en el centro de primera variación (Porteres, Barrau, 1982, 725). La localización, así como la distribución territorial de los diversos centros de variación, permiten determinar un centro primario agrícola. Por otra parte el centro de origen primario de una especie vegetal cultivada no es coincidente con las áreas de variación antrópica, con lo cual es fácilmente diferenciable una zona de cultivo de otra que pueden haber ocupado sus parientes salvajes o de las zonas donde la planta cultivada tuvo su origen, ya que en ésta ultima interviene la acción antrópica de la selección, domesticación y diversificación.

Otro de los factores de análisis acerca del origen de los primeros cultivos en la cuenca mediterránea y Próximo-Medio Oriente, se centraría entorno a los tipos o especies cultivados, En un principio deberíamos suponer que si los primeros cereales de la cuenca occidental proceden de una "colonización" de especies traídas de Oriente por los mencionados colonos, todas las especies serían iguales, pero no es así. El mapa de distribución como veremos ahora es sorprendente a la luz de los estudios paleobotánicos que en la actualidad poseemos, puesto que el Mediterráneo queda dividido en dos partes perfectamente diferenciadas, una que incluye Italia, Grecia y Oriente, otra que se integraría por Francia y España. De estos dos últimos países parece sin duda que Francia ofrece hoy por hoy las evidencias más antiguas de domesticación de cereales.

En efecto, los cultivos identificados el Mediterráneo occidental, incluyendo los dos países mencionados, se concentran en las especies del llamado trigo Triticum aestivo-compactum y la cebada del tipo Hordeum vulgare var. nudum, si bien en España aparecen más los cultivos del Hordeum vulgare, e incluso también, pero siempre en un plano secundario, del Triticum dicoccum y monoccum, pero con unas dataciones bastantes más recientes que en Francia, como las que tenemos procedentes de Cova de l"Or, con un 6600 BP; pocas son, sin embargo las muestras analizadas y los restos encontrados en nuestro país. En Francia los cultivos aparecen con fechas del VIII milenio (7500/7000-6500 BP), concentrándose prioritariamente en la especie ya citada de Triticum aestivocompactum. Como ya hemos dicho, este tipo de trigo no se encuentra curiosamente ni en el Próximo ni Medio Oriente, y su aparición, como su cultivo fue muy poco significativa, siempre con un papel secundario, hasta el extremo que no queda atestiguada hasta el VI milenio. En Oriente los cultivos de trigo más antiguos corresponden a la especie de Triticum dicoccum, y serán los dominantes, tal y como ocurre en Grecia, Italia o la antigua Yugoslavia.

En efecto, si repasamos el Mediterráneo oriental y central comprobamos como Grecia sigue las mismas pautas de Oriente, apenas existe el trigo desnudo (Triticum aestivo-compactum ) y cuando se halla siempre tiene un carácter secundario con respecto al T. dicoccum, el cual aparece a partir de los niveles proto y pre-Sesklo (6500 BP). Los cultivos prioritarios en Grecia, al igual que ocurre en Italia como veremos, se centran sobre el T. dicoccum y monococcum siendo las cebadas Hordeum vulgare y Hordeum distichum, cultivos que ocuparon un lugar secundario (Coppola, Costantini, 1987; Follieri, 1983; Renfrew, 1979; Kroll, 1981).Esta situación es totalmente igual a la que se da en el Próximo y Medio Oriente (Zeist van, Barker-Heeres, 1985; Zeist van, 1980).

En Italia el trigo del tipo Triticum aestivo-compactum se menciona para la fase I de Rendina (7110 BP) (Follieri, 1977; 1983) al igual que en la Grotta dell"Uzzo, en cuyos niveles 7 y 8 también aparece -6850 BP(Costantini, 1983). Pero los cultivos habituales son los mismos que en el Mediterráneo oriental centrados en el T. monococcum y T. dicoccum durante el neolítico antiguo , entre 8150-7250 BP , por el contrario como ya hemos indicado no ocurre lo mismo con el tipo T. aestivo-compactum ya que no aparece en la mayoría de asentamientos de esta fase e incluso se considera su hallazgo excepcional durante el neolítico medio. Nos parece pues sorprendente la tesis de Guilaine (1976; 1986) cuando hace recaer el origen del neolítico francés, y por tanto de su agricultura en el neolítico de cerámicas impresas italiano.

En Próximo Oriente como ya hemos indicado el T. aestivo-compactum no se encuentra hasta el VI milenio, mientras que en Francia ya queda atestiguado en el VIII milenio.

Resulta muy complicado ante estas evidencias aceptar un origen agrícola a partir de Oriente para el sur de Francia y España. En este sentido, como ya intuye Marinval (1992, 262) quizá el norte de Africa tuvo un papel mucho más decisivo de lo que en la actualidad creemos, "Mais il apparait que l"existence d"un courant de diffusion des céreales en provenance de l"Afrique du Nord ne soit pas à écarter." La zona marroquí, argelina y tunecina se encuentran a mucha menos distancia que el foco del Próximo Oriente, sin olvidar el área saharo-sudanesa, donde ya se encuentran cerámicas en el IX milenio y su medio ambiente resultó en esos momentos muy adecuado para las prácticas agrícolas cerealistas (Robert-Chaleix, 1985; Camps, 1974).

Para el caso del norte de Africa, si bien verdaderamente tenemos pocos testimonios, existen algunos que enfatizan la posible importancia de este territorio hacia una economía de producción, así encontramos una serie de referencias a identificaciones de Ovis y Capra preneoliticas, si bien muy escasas, que ya hace años fueron manifestadas (Vaufrey, 1955, 391); a este respecto otros investigadores no han podido distinguir el Ammotragus de Ovis/Capra en algunos yacimientos como Haua Fteah (Cirenaica) 6750 BP (4800 BC) (Higgs, 1967, 314), Medjez II (Setif), 8950-6450 BP (7000 al 4500 BC) donde se identifica un tres por ciento de Ovis (Bouchud, 1975). Por lo que en la actualidad no se puede afirmar ni negar rotundamente la existencia de ovicápridos preneolíticos salvajes africanos, sin embargo anteriormente en este último yacimiento de Mejdez II fue identificada la oveja sin reconocer si era salvaje o doméstica (Bouchud, 1975) pero sí correspondiente a niveles epipaleolíticos.

Por otra parte el yacimiento de Nabta Playa en el desierto occidental egipcio, presenta una presencia de oveja de talla elevada encontrada en los niveles del neolítico medio local, datado entre 7650-6150 BP (5700-4200 BC), también se constata actividades agrícolas en el 7150 BP (5200 BC) pero sin especificar los tipos de cultivo (Wendorf, 1980; Wendrof, Schild, 1984, 417). Otro de los yacimientos africanos citados con presencia de ovejas domésticas es el de Haua Fteah datado en el 6750 BP (4800 BC), y donde se muestra nuevamente la dificultad de distinguir el Ammotragus de Ovis/Capra, pero sin duda está domesticado (Higgs, 1967). De nuevo en la cueva de Capeletti, fechada en el 6550 BP (4600 BC) se cita la presencia de huesos de oveja y cabra poco numerosas, pero que aumentan en el siguiente nivel datado en el 5850 BP (3900 BC) (Carter, Higgs, 1979).

En Argelia oriental, en el macizo de l"Aurès, las investigaciones llevadas a cabo en 1979 en la cueva de Capéletti, definida como perteneciente a un neolítico de la llamada "tradición capsiense", han identificado seguras evidencias de domesticación de ovejas y cabras, con recolección selectiva de gramíneas y compuestas muy abundantes, durante el 7000 BP, lo que indica que sus moradores practicaban sistemas de economía pastoril seminómadas.

Lo mismo ocurre con la fauna de ovicápridos domésticos de los montes de Tébessa (Damous el Ahmar, cuevas de Bou Zabaouine). Por lo que recientemente se considera el Maghreb como un territorio ampliamente frecuentado por comunidades neolíticas pastoriles. De igual modo la zona norte de Libia coincide con una presencia de ovicápridos domésticos desde el VI milenio BC (Roubert, Carter, 1984, 443).

Para la zona de Oran los datos son aún más escasos, únicamente se menciona el yacimiento de Er Rahel con restos faunísticos de posibles animales domésticos, con presencia de bóvidos.

Finalmente, no queremos dejar de citar las cuevas de Achakar, en el noroeste del Magreb, cerca de Tanger, que en niveles neolíticos de cerámicas impresas de tipo cardial se encontraron gran cantidad de restos de ovejas y cabras (Jodin, 1959); también la cueva de Oued Guettara (Orán), fechada relativamente hacia el 4700 anE, a través de asociaciones cerámicas, ha presentado restos faunísticos de oveja (Camps, 1974, 264).

Varios prehistoriadores apuntan hacia la hipótesis de una domesticación muy temprana en Africa, entre éstos destacaremos a Desmond Clark cuando dice: "This special relationship and the fossil remain suggest that the north African wild cattle were ancestral to the first domesticated cattle there, perhaps as early as 6000 B.C…." (Clark, 1984, 26). De este modo también existen otras referencias que ponen especial énfasis al protagonismo que para la domesticación tuvo la región sahariana (Barich, 1984, 402).

Por el momento, contamos con una serie de hipótesis que tratan de explicar el origen de la economía de producción. En la mayoría de los casos los modelos teóricos se refieren o enfatizan acerca de la presencia de los llamados "colonos agrícolas" sin hacer apenas mención a los conocimientos de la domesticación de animales.

Si bien ciertamente conocemos muy poco sobre los datos paleobotánicos para esta etapa en el norte de Africa, no debemos olvidar que la especie Triticum aestivum es uno de los cultivos más antiguos detectados en los oasis saharianos, que probablemente proceden de los primeros cultivos neolíticos, ya que este tipo de trigo presenta caracteres especiales de forma espeltoide, muy parecidas a las de grano desnudo, consideradas como correspondientes a los primeros trigos cultivados por los grupos humanos, o bien de formas compactoides, que recuerdan a las que Schiemann denomina Triticum aestivo-compactum. Respecto a la variedades de trigo encontradas en el norte de Africa, y particularmente en Argelia, hay cuando menos veintidós, este polimorfismo motivó en su momento a considerar estos territorios por Vavilov (1922) y Orlov (1923), como un "centro de origen primario", incluso de los trigos duros tipo T. durum, o como un "centro secundario de diversificación" (Erroux, 1991, 1530).

El trigo duro (T. durum ) se considera como el más antiguo, tiene las espigas y frutos gruesos y duros, de color ambarino o rojizo, y por su alto contenido de gluten se puede mezclar con otros tipos de harinas. En la actualidad todavía su cultivo se extiende por España, Argelia, Rusia y la India, dentro de regiones de clima seco.

En España las plantas domésticas no parece que superan su aparición hasta mitad del V milenio, por otra parte, tanto podemos asociar estos cultivos con la presencia de cerámicas impresas, del tipo cardial, como con la presencia de cerámicas incisas o engobes a la almagre, caso de yacimientos andaluces especialmente, por tanto se debería rechazar la idea, repetida continuamente en todas las publicaciones, que los primeros cultivos cerealistas corresponden al neolítico de cerámicas cardiales o impresas, ya que en el mismo V milenio los encontramos junto a otros tipos cerámicos.

Por otra parte, los granos analizados hasta ahora pertenecen mayoritariamente al grupo de trigos duros, tipos Triticum durum/aestivum y Triticum aestivo-compactum (Buxó, 1991, 70) ¿cómo explicaremos que vienen de Oriente si allí no aparecen estos cultivos intensivos de este tipo de trigo, y no lo practicarán hasta el VI milenio y aún con todo de manera muy secundaria?, ¿deberíamos suponer un desplazamiento "fulminante" de los "colonos orientales" hacia occidente?; ¿qué vías se siguieron para extender un cultivo de este tipo de trigo con tanta rapidez, cuando conocemos las dificultades que entraña de por sí la agricultura cerealista?; ¿por qué traen hacia Occidente un trigo que apenas cultivan en Oriente? Todos estos interrogantes y otros, nos podríamos plantear; ¿qué nos induce a dejar de hacerlo, o cuando menos a no cuestionarnos los cuerpos teóricos actuales sobre el origen agrícola en el Mediterráneo occidental?

Es difícil abordar el estado de la cuestión sobre este aspecto de los orígenes agrícolas en la península Ibérica, dada la pobreza de datos aportados por análisis paleobotánicos y de semillas para este periodo del neolítico antiguo. Intentaremos recopilar aquí algunas de las referencias publicadas hasta el momento, sin incluir la presencia de otros cultivos como leguminosas o frutos, que más adelante comentaremos en otro apartado.

ANDALUCÍA

Cueva de Nerja (Nerja, Málaga), fechada dentro del VI milenio (5940±170, 5210±180 y 5180±180 BC) se detecta alguna lámina de sílex con pátina de cereal. En este yacimiento para el neolítico final se recogieron restos de cereales encontrados en un silo en las primeras excavaciones de Pellicer (Hopf, Pellicer, 1970) con presencia de Hordeum vulgare L. polystichum var. nudum, Triticum aestivo-compactum (Hopf, Pellicer, 1970; Rubio, 1988, 381).

edu.red

Tabla 1. Presencia de los tipos de cereales registrados en los yacimientos de la franja mediterránea peninsular.

Cueva del Bajoncillo (Málaga), se publicaron la existencia de restos de Triticum aestivum-compactum (López 1980, 2) de una etapa del neolítico medio-final.

Cueva de los Murciélagos (Zuheros, Córdoba), en los niveles II, IV y V, fechados por C-14, se detectó la presencia de Triticum dicoccum y Triticum aestivo, Hordeum vulgare var. nudum (Vicent, Muñoz, 1973; Hopf, Muñoz, 1974); Hopf, 1974, 295). Las muestras recogidas posteriormente dieron presencia de cebada vestida, y especialmente Triticum aestivum-compactum (López, 1980, 2), correspondientes al estrato IV (6170 BP).

Cueva de los Murciélagos (Albuñol, Granada), la muestra analizada también corresponde a Triticum aestivo-compactum, Trtiicum dicoccum, Hordeum vulgare var. nudum (Neuweiler, 1935; Netolitzsky, 1935; Hopf, 1974; López, 1980)

Cueva del Toro (Antequera, Málaga), se cita la presencia de trigo desnudo posiblemente del tipo Triticum aestivo-compactum y cebada desnuda Hordeum vulgare L. var nudum, como los cereales más frecuentes desde el neolítico pleno de mediados del V milenio (Martín, 1989; Buxó, 1993).

Cueva de La Carigüela (Carigüela del Piñar, Granada), se documenta la presencia de trigo sin especificar y Hordeum vulgare L. polystichum (Navarrete, 1976, 258).

CATALUÑA

Se detectan algunos datos, en su mayoría de dataciones muy avanzadas dentro del IV milenio, como son los de:

Cova del Toll (Moià, Barcelona), en sus niveles correspondientes a un "neolítico antiguo evolucionado" se documentaron las especies de trigo del tipo Triticum monococcum y dicoccum, Triticum sp., Hordeum vulgare cf. nudum, Hordeum sp. y Hordeum vulgare polystichum. (Mestres, 1989, 23; Hopf, 1971; Guilaine, Llongueras, Marcet et alii, 1982).

La Cova 120 (Sales de Llierca, Girona), fechada en el IV milenio, proporciona en estas etapas más avanzadas del neolítico la presencia de Triticum durum/aestivum, Triticum turgidum Thell. ssp. dicoccum, Hordeum vulgare, Hordeum vulgare var. nudum (Agustí, Alcalde, Burjachs, 1987).

Cova de Can Sadurní (Begues, Barcelona), ha proporcionado la presencia de Hordeum vulgare y Triticum monococcum (Edo, Millán, Blasco, Blanch, 1986).

Can Tintorer (Gavá, Barcelona), se señalan los cultivos de Hordeum vulgare, Hordeum vulgare var. nudum, Triticum dicoccum y Triticum aestivocompactum (Villalba,Bañolas, Arenas, Alonso, 1986), en los niveles con enterramientos.

La Plansallosa (Tortellà, Girona), asentamiento al aire libre con cerámicas de tipo epicardial que presenta Triticum durum/aestivum, junto a Hordeum vulgare L. subsp. vulgare, y algunos tipos parecidos al Triticum dicoccum (Alcalde, Bosch, Buxó, 1987; 1991; 1992)

La Draga (Banyoles, Girona), asentamiento al aire libre en donde se han registrado restos de Triticum durum/aestivum, Triticum dicoccum, Hordeum vulgare nudum (Buxó, 1991, 71; 1993). Su contexto arqueológico corresponde a un neolítico de cerámicas impresas cardiales pero no fechado por C-14, que se ha atribuido a la fase antigua. En otras referencias sólo se menciona el trigo desnudo como única especie identificada entre los cereales (Buxó, 1997,158).

Para yacimientos de periodos más avanzados dentro de esta etapa neolítica, entre las fases medias a las finales, tenemos los siguientes análisis:

Bóvila Madurell (Sant Quirze del Vallès, Barcelona), se analizaron por Hopf las primeras muestras de las etapas del bronce antiguo (3759±90 BP y 3740±70 BP) las cuales proporcionaron restos de Triticum aestivo-compactum y Hordeum vulgare var. nudum, y que fueron corroboradas en los posteriores análisis (Llongueras, indicar els altres autors 1985-1986; Martín, Miret, Blanch et alii, 1988).

Institut de Batxillerat Antoni Pons (Manlleu, Barcelona), yacimiento cuya secuencia corresponde a fines del eneolítico y principios del bronce (4000-3800 BP). Se encontró Triticum aestivo-compactum y Hordeum vulgare var. nudum, (Boquer, Bosch, Cruells et alii, 1995; Buxó, 1993)

PAÍS VALENCIANO

Los más conocidos restos analizados corresponden al yacimiento del neolítico antiguo de:

Cova de l"Or (Beniarrés, Alicante), fechado entre principios principios a mediados del V milenio, con diversas especies de trigo como la escanda, Triticum dicoccum Schübl., la esprilla o Triticum monoccum L. y el trigo común, que es el porcentualmente más abundanteTriticum aestivo L. y Triticum aestivo-compactum Sciem. (6720±380 BP, 6630± 290 BP y 5980± 260 BP); también con vestigios de cebada vestida, Hordeum vulgare L. polystichum y de cebada desnuda, Hordeum vulgare L. polystichum var. nudum. (Martí, Juan, 1989, 32).

Cova de la Sarsa (Bocairent, Alicante), el número de granos de la muestra es muy reducido, tratándose de Triticum turgidum Thell. ssp. dicoccum y Triticum aestivum (San Valero, 1950; López, 1980).

Cova de les Cendres (Teulada, Alicante), la especie de trigo principal detectado corresponde a Triticum durum / aestivum y Triticum turgidum Thell. ssp. Dicoccum, en orden de frecuencia e importancia junto con el Triticum compactum, además de cebadas, Hordeum vulgare y Hordeum vulgare var. nudum, y en presencia mínima el Triticum monococcum. (Martí, Juan, 1987, 117 ; Bernabeu, 1989; Badal, Bernabeu, Vernet, 1994).

Cova de la Recambra (Gandia,Valencia), se han podido analizar algunas semillas de Triticum durum/aestivum , Hordeum vulgare var. nudum (Buxó, 1989).

Cova de la Cocina (Dos Aguas, Valencia), se cita la presencia de granos de trigo pero sin especificar los tipos.

En las tres áreas relacionadas se da una mayoritaria presencia de trigo duro, sobre las otras especies de este cereal, la cebada es común en todos los yacimientos. Por el contrario la presencia de los tipos Triticum monococcum y Triticum dicoccum, es minoritaria en las tres áreas, y cuando menos nos expresa que su imposición fue poco significativa en los asentamientos del neolítico mediterráneo (Tabla 1). Por otra parte en muchos de los yacimientos en que aparecen estas dos especies mencionadas, las dataciones absolutas y los materiales corresponden a momentos más avanzados de esta cultura.

Partes: 1, 2
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