Los piqueteros como movimiento social
La corriente piquetera es hija directa del Santiagueñazo (1993), pero dio sus primeros pasos en Tartagal en 1997 y en Cutral-Có entre el 20 y el 26 de junio de 1996; cuando los trabajadores despedidos de YPF y sus vecinos cortaron la ruta nacional 22, tránsito clave de la provincia de Neuquén y de la Patagonia.
El movimiento piquetero pronto llegó a la provincia de Buenos Aires. Comenzó en Florencio Varela y La Matanza y se fue expandiendo al ritmo de la crisis.
Este movimiento social fechó su constitución como voluntad organizada el 4 de septiembre de 2001, fecha del Segundo Congreso Piquetero Nacional.
Basta considerar las enormes cifras de trabajadores que quedaron desempleados luego de las privatizaciones de la última década y la decadencia de las estructuras de los partidos políticos para comprender este advenimiento.
A simple vista parece de carácter nacional, pero el piquetero es parte de un fenómeno internacional (al menos latinoamericano) de movimientos sociales que surgen como respuesta a la crisis económica y social, producto de las políticas neoliberales.
Hoy, con el paso de los años, son cuatro las ramas más importantes que representan a los excluidos del país: la CTA, la Corriente Clasista y Combativa, el Bloque Piquetero y la Coordinadora Aníbal Verón. Entre éstas y otras más pequeñas, existen dos posturas predominantes. Una más moderada y tendiente a pactar con el gobierno, de la cual forman parte la CTA la CCC y los dirigentes piqueteros Luis D'Elía y Juan Carlos Alderete; opta por hacer cortes (de rutas, puentes, accesos) parciales con menos violencia y busca no "ganarse" el odio de la clase media.
La otra postura más sobresaliente entre las agrupaciones (Bloque Piquetero y Aníbal Verón) es más radical y, según algunos, violenta. Responden a una estructura más horizontal (a diferencia del verticalismo de las anteriores construido en torno a figuras como la de D'Elía), por ejemplo, su mesa de conducción nunca esta compuesta por menos de 12 personas que a demás van rotando.
Lo cierto es que, por más radicalizados que puedan estar alguno de estos grupos, todos ellos se nutren de los planes estatales de asistencialismo.
Es una práctica clientelista y todas las agrupaciones son conscientes de ello, pero también de que mediante su esfuerzo los planes se convirtieron en medio de financiación y organización.
Los piqueteros saben que son paliativos y no soluciones definitivas; aspiran a trabajos verdaderos que son solo posibles mediante políticas muy distintas a las actuales, pero también saben que no pueden rechazar esos subsidios. Mientras tanto hacen de ellos un instrumento de mejoramiento colectivo de las condiciones de vida en los barrios.
Con las agrupaciones piqueteras como gestores de los planes jefes y jefas de familia, se obtuvieron grandes logros: comedores comunitarios, apoyo escolar, bibliotecas, a cambio de la participación de los beneficiarios en los cortes de ruta.
Un problema que reconocen los líderes piqueteros es que gran parte de las bases los apoyan porque cobran los planes o porque así consiguen un plato de comida y no por una profunda conciencia militante, lo que los termina situando en aquel estilo clientelista que tanto critican.
El movimiento de piqueteros está compuesto casi en su totalidad por obreros desempleados y en sus filiaciones políticas hay figuras de izquierda y anarquistas (por ejemplo en la Verón), partidarios de alianza de clases (CTA) y hasta trotskistas de estirpe sindical en el Bloque Piquetero.
Es importante resaltar el rol que desempeñan aquí las mujeres (la proporción es de un 65% sobre el total de los piqueteros) ya que mientras los hombres se atienen a cumplir con las cuatro horas laborales diarias que deben realizar a cambio de recibir los planes, o con la participación en los cortes de ruta, son las mujeres quienes llevan adelante las tareas sociales en las organizaciones, como emprender comedores, salas de emergencia.
El tema del movimiento de piqueteros es relevante en relación con el texto de Arturo Fernández "Movimientos Sociales en América Latina"; para este autor en el presente se están gestando distintos movimientos sociales de resistencia determinados por: el debilitamiento de los partidos políticos obreros y de los sindicatos, consecuencia del desempleo generado por la modernización de la industria y la terciarización de la actividad, la pérdida de confianza en los partidos políticos, las instituciones estatales y la política en general debido a su carácter represivo y corrupto en el caso latinoamericano, la toma de conciencia que siguió a las dictaduras militares, acerca de las carencias de la sociedad civil y de la democracia y por la crisis en general que produjo el abandono del Estado de bienestar y que afecto sobre todo a los trabajadores.
Según Fernández, existen tres modos de clasificar los movimientos sociales:
Según su pertenencia de clase. Al respecto existen autores (marxistas, por cierto) que consideran los movimientos sociales como dependientes de la clase a la que pertenecen. Para ellos los movimientos sociales, al igual que las clases, son acciones de grupos postergados y marginados con el objeto de acceder a los medios de producción que sustentan el sistema y que son propiedad privada de la clase dominante.
Es decir, que las acciones llevadas a cabo por los Movimientos Sociales pueden resumirse, en última instancia, como producto del conflicto capital-trabajo.
En oposición a esta óptica, se encuentra la accionalista, según la cual, los movimientos sociales conservan una autonomía con respecto al análisis de clase. Según este enfoque existen también sociedades industriales en las cuales debido a la influencia de grupos étnicos, filosóficos y de otros factores tales como una elevada movilidad social, es imposible clasificar los actores sociales en empresarios o proletarios, solamente.
También hay posturas más radicales que sostienen que las clases están en vías de extinguirse y que los enfrentamientos entre los diversos movimientos responden a otras causas (étnicas, raciales, nacionales) diferentes a las clasistas.
Consecuentemente, según este enfoque, los movimientos sociales se clasifican en: aquellos que responden a la estructura de clases o en aquellos otros que no pueden ser analizados tan sintéticamente y por lo tanto corresponden a estructuras sociales más plurales.
Según su permanencia y proyección histórica. Los movimientos sociales pueden ser clásicos o antiguos y nuevos o de reciente aparición. Esta división es muy relativa ya que muchas veces se denominan "nuevos" muchos movimientos sociales que existieron desde hace tiempo y sólo cambiaron en sus formas. Contrariamente, suelen denominarse, por ejemplo, "clásicos" a los movimientos obreros que datan en su mayoría del siglo pasado
Según sus objetivos. Esto es, la relación entre los movimientos sociales con su contexto político. Siguiendo este esquema los movimientos sociales se dividen en:
– Aquellos con un carácter político marcado, que interactuan con el Estado, buscan los cambios sociales desde éste y no pretenden cambiar el orden establecido.
– Aquellos que buscan nuevas maneras de hacer política, nuevas "formas de involucramiento en un escenario social que trasciende las relaciones puramente estatales" y se consideran capaces de generar un cambio de vínculos entre la sociedad civil y el Estado, ante la creciente decadencia de los partidos tradicionales.
– Aquellos de índole culturista, más que política, ya que no luchan por el poder, y buscan cambios por vías extra-poder
Entonces aplicando estos sistemas clasificatorios, podemos considerar al piquetero un movimiento social que, está en su mayoría compuesto por una clase obrera desempleada; es relativamente nuevo: surgió en entre los años 1996/1998 ante una problemática no tan nueva (el desempleo y la despolitización social) y que persigue distintos objetivos dependiendo en cual de las alas del grupo estemos situados.
Conclusión:
Para finalizar nuestro trabajo nos pareció conveniente destacar varios puntos acerca del tema desarrollado.
Estamos en condiciones de afirmar que la aparición de nuevos actores sociales, en este caso los piqueteros, ha provocado una recomposición del tejido social, pues asoman como la vuelta de los sectores mas castigados de la sociedad a la acción política. Lo que en un principio se nos presentó como un fenómeno que nació y creció con el desempleo ha mutado en un movimiento social organizado.
Los piqueteros se configuraron como grupo cuyo reclamo radica en el principio de privación relativa o sea de una materialidad demandada, reclamada e insatisfecha.
Adherimos a la idea de que un movimiento social no es, sino que llega a ser en el recorrido de su propia autoreproduccion, debemos reconocer que hoy existe una gama de intereses que motivan la acción de dicha organización. Así, los que no pueden desprenderse de la urgencia de lo cotidiano, basan su reclamo en la posibilidad de satisfacer las necesidades básicas del día a día. Son los piqueteros que reivindican los Planes de Ayuda Social.
Otros grupos que se encuentran dentro de esta estructura, los cercanos a la autorepresentacion (no son flexibles, ni creen viable la unión con otras organizaciones), están impacientes por instaurar la discusión pública sobre cómo crear fuentes de empleo estables. Son los mismos que priorizan la discusión de propuestas concretas en las ciudades donde viven por encima del pedido de planes. En palabras de uno de ellos: "lo que queremos son soluciones, no parches". Son conscientes de que centrar la protesta en el tema de la ayuda social del Estado es tener que volver al piquete una y otra vez.
Estas divergencias complican los consensos y explican que cada grupo vaya por su lado en algún sentido, estos nuevos actores sociales se adaptan así y delinean sus propias estrategias para lograr perdurabilidad y relevancia en el contexto socio político de nuestro país.
Se introducen aquellos que pretenden cambios más profundos del orden existente, por ejemplo los postulados del Bloque Piquetero que aspiran a la "Revolución Popular", o a una "Revolución sin Fidel".
También están los que piensan en términos de política actual (CTA), intervienen en la discusión electoral, aceptan cargos en el gobierno y mantienen una postura menos radical, de dialogo con el gobierno nacional.
No podemos escapar a la cuestión de la lectura que hace la sociedad entera acerca de los piqueteros, si bien se percibe cierta hostilidad hacia este grupo por el malestar provocado por las características de la protesta que llevan a cabo, se detecta un alto grado de solidaridad con la demanda ya que no existe un contra-movimiento para instrumentar otra estrategia de protesta.
Desde nuestro enfoque concluimos diciendo que los piqueteros se han constituido como una red organizada que cumple el papel de un verdadero contra poder critico, es una fuerza en movimiento y a su vez un proceso de creación colectiva que viene en busca de una utopía realista.
Gastón Pacua
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