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El idioma y su responsabilidad

Enviado por Ernesto Izquierdo


Partes: 1, 2

    1. Breve comentario
    2. Desarrollo
    3. Definiciones previas
    4. Muestras de palabras
    5. Algunos barbarismos innecesarios, con su equivalencia española
    6. Conclusiones
    7. Obras de consulta

    Breve comentario

    En ¨La responsabilidad del escritor¨, dice Pedro salinas; ¨… ¿Es lícito adoptar en ningún país, en ningún instante de su historia, una posición de indiferencia o de inhibición, ante su habla? ¿Quedarnos, como quien dice, a la orilla del vivir del idioma, mirándolo correr, claro o turbio, como si nos fuese ajeno? O, por el contrario, ¿se nos impone, por una razón de moral, una atención, una voluntad interventora del hombre hacia el habla? Tremenda frivolidad es no hacerse esa pregunta. Pueblo que no se la haga vive en el olvido de su propia dignidad espiritual, en estado de deficiencia humana. Porque la contestación entraña consecuencias incalculables. Para mí, la respuesta es muy clara: no es permisible a una comunidad civilizada dejar su lengua, desarbolada, flotar a la deriva, al garete, sin velas, sin capitanes, sin rumbo… ¨

    ¨…Me parece una incongruencia mental, cuando la humanidad ha lanzado la facultad crítica a todos los rincones de vida humana, aspirando a su mejoría. La lengua, como el hombre, de la que es preciosa parte, se puede y se debe gobernar; gobernar que no es violentar ni desnaturalizar sino, muy al contrario, dar ocasión a las actividades de lo gobernado para su desarrollo armónico y pleno…¨

    ¨…Los países, o tienen ya una política del lenguaje, llámenla como la llamen, o necesitan con una suma urgencia adoptar una¨.

    Y al referirse al lenguaje como patrimonio espiritual de un pueblo, Pedro Salinas hace el siguiente ¨llamamiento¨:

    ¨…que cuando nosotros se lo pasemos a nuestros hijos, a las generaciones venideras, no sintamos la vergüenza de que nuestras almas entreguen a las suyas un lenguaje empobrecido, afeado o arruinado …¨

    Introducción

    Vivimos una era eminentemente técnica. A través de la prensa, la radiodifusión o la televisión, el video, la computación y la Internet, cada día son más numerosos los vocablos técnicos que pasan al acervo popular. Pero –y aquí la cuestión fundamental-, ¿debe dar entrada el Diccionario a todos los tecnicismos? Caso de hacerlo, ¿cuál debe ser el criterio para tal admisión? ¿Cómo saber, por ejemplo, si la voz ¨cosmonauta¨-con ya tiempo en uso-fue aceptada por la Academia?

    Para contestar a estas preguntas nada mejor que seguir la tesis expuesta por don Gregorio Marañón, en su ponencia al II Congreso de Academias de la Lengua, celebrado en Madrid en 1956, siendo esta un paradigma de conservación del lenguaje materno. El título de dicha ponencia ya es, de por sí, suficientemente significativo: ¨Utilidad de aumentar en el Diccionario los vocablos técnicos y científicos de uso corriente¨. Es decir, que ya en el enunciado de la ponencia se pone una condición esencial: la de que los vocablos admitidos sean de uso corriente.

    Como nos dice Marañón: ¨La técnica tiene la vitalidad y la razón de ser supremas de su necesidad y de que, inexorablemente, lo será más cada día. Y su lenguaje es igualmente inseparable de la vida y, en consecuencia, tiene derecho también al cuidado oficial, es decir, a la misma fijeza y al mismo esplendor de sus vocablos literarios¨.

    Lo malo no es la resistencia al tecnicismo, sino la diferencia. Como dice Marañón, ¨el hombre crea la palabra al par que el invento y, por lo común, no se cuida de que su parto filológico se atenga o no a las reglas del arte. Y por eso, con mucha frecuencia, nacen palabras que son abortos o monstruos; pero que, sin embargo, corren y se afianzan de boca en boca, y en cuanto ese contagio se ha realizado, ya nadie las puede variar. Porque es más fácil desarraigar una idea de la mente de los hombres que modificar una palabra incorrecta¨.

    Desarrollo

    A la hora de hablar de la correcta comunicación humana, teniendo en cuenta el uso correcto del tecnicismo en el Diccionario, se debe tener en cuenta lo expuesto en torno al problema de los barbarismos, neologismos y solecismos, cuya condescendencia- de acuerdo al criterio actual de la Academia de la Lengua- puede traer consigo la desfiguración del idioma.

    A este respecto queremos brindar a través de la exposición de este trabajo científico algunas de las ideas que, ante el II Congreso de Academias de la Lengua, celebrado en Madrid en 1956 (acontecimiento histórico notable por su importancia renovadora aún en la actualidad), expuso don José Antonio León Rey, ponente de Colombia. A continuación citamos los párrafos fundamentales de dicha ponencia:

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