Las siete iglesias:
1. Éfeso
2. Esmirna
3. Pérgamo
4. Tiatira
5. Sardis
6. Filadelfia
7. Laodicea
Las siete divisiones básicas de la historia de la iglesia:
Un estudio de la historia nos revela que la iglesia atravesó por siete períodos o etapas básicas:
1. Efeso: la iglesia apostólica (30-100 d. C.)
2. Esmirna: la iglesia perseguida (100- 313 d. C.)
3. Pérgamo: la iglesia del estado (313- 590 d. C)
4. Tiatira: la iglesia papal (590- 1517 d. C)
5. Sardis: la iglesia reformada (1517- 1790 d. C)
6. Filadelfia: la iglesia misionera (1730- 1900 d. C)
7. Laodicea: la iglesia apóstata (1900 d. C)
B. La visión de Cristo:
Apocalipsis 1:12-20, esta visión de Cristo no solo describe gráficamente su gloria sino también su relación con la iglesia de sus días y las iglesias de todas las edades.
Cuando Juan se dio vuelta para ver quien era el que le estaba hablando, vio siete candeleros de oro y a una persona en medio de ellos. Enumera diez detalles de aquella persona que son muy descriptivos. Notemos que solo las estrellas y los candeleros requieren una interpretación. No hay nada acerca de la persona de Cristo que necesite interpretación. La pregunta que puede sugerir es: ¿Por qué? Es porque el Espíritu Santo interpretó estos detalles en otras ocasiones en las Sagradas Escrituras. Al contemplar este hecho, reconocemos el principio básico de estudio de la Biblia que debemos comparar escritura con escritura. Tomaremos cada una de estas características de la visión de Juan y veremos su significado a partir de las Escrituras:
LAS DIEZ CARACTERÍSTICAS DE CRISTO:
1. «Semejante al Hijo del Hombre».
Indica que esta persona no era una criatura grotesca del mundo sobrenatural; más bien, era humano en su apariencia. «Hijo del Hombre» es uno de los títulos que Jesús se aplicaba así mismo con más frecuencia. Se utiliza para referirse al Mesías en los cuatro Evangelios como en Daniel 7:13.
2. «Vestido de una ropa que llegaba a sus pies».
Esta descripción es típica de las largas túnicas que usaban los sumos sacerdotes cuando ministraban en el Lugar Santo en el templo. Hebreos nos dice que Jesús es nuestro gran sumo sacerdote en todo lo que concierne a nuestra relación con Dios
3. «Ceñido por el pecho con un cinto de oro».
Se refiere a un símbolo de fuerza y autoridad común para el mundo antiguo. El hombre común vestía una túnica corta de tela suelta. Solamente aquellos que tenían autoridad llevaban un cinto. Recuerde que Jesús, hablando de sí mismo, dijo: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra» (Mateo 28:18).
4. «Sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve».
Transmite la idea de antigüedad y nos recuerda la visión de Daniel 7:9-13 donde a Cristo se le llama «Anciano de Días». Además, la blancura aquí nos habla, por supuesto, de la justicia de Dios que dura desde siempre y hasta siempre.
5. «Sus ojos como llama de fuego».
El griego dice literalmente «sus ojos despedían fuego», indicando que Cristo estaba indignado por algo; al seguir adelante con la visión, encontramos que estaba indignado por la indiferencia, en algunos casos, de las iglesias apóstatas. Cada vez que la iglesia de Jesucristo no es lo que debe de ser, podemos estar seguros de que esto despierta la indignación de Cristo.
6. «Sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno».
El bronce nos habla del juicio. Nos recuerda al altar de bronce del tabernáculo donde se juzgaba al pecado.
7. Su voz como estruendo de muchas aguas».
Esta figura retórica se puede ilustrar mejor pensando en las cataratas del Niágara. Cuando se llega al borde de las grandes cataratas, los demás sonidos desaparecen devorados por el ensordecedor rugido de las aguas turbulentas. Esta figura parece indicar la actitud del Hijo de Dios al venir en juicio en el día del Señor. Hoy en día hay demasiadas personas que no pueden escuchar su voz, pero en ese momento la escucharán. En el día de hoy, el llamado del mundo, del materialismo, de la ciencia, de la educación, de la psicología y de las demás voces que llaman al alma del ser humano parecen sobrepasar la voz de Jesucristo. En aquel día, todas esas voces quedarán silenciadas por la ensordecedora y poderosa voz del Hijo de Dios, a quien todos le prestarán atención, porque estarán entrando en la hora del juicio. Sin embargo, la iglesia o el cristiano que así lo desee puede escuchar su voz hoy.
8. «Tenía en su diestra siete estrellas».
El mismo Señor le dio a Juan la interpretación de las siete estrellas. En el versículo 20 dice: «las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias». El significado de la palabra griega que se traduce como «ángeles», literalmente quiere decir «mensajero». Hay dos puntos de vista sobre este asunto:
1) Muchos santos eruditos de la Biblia cree que aquí la palabra «ángel» no se refiere a los seres angelicales sobrenaturales, sino a los mensajeros divinamente señalados por Dios para conducir a las congregaciones locales. Por ejemplo, al dirigirse al líder espiritual o pastor de la iglesia de Éfeso se usa la siguiente expresión en el 2:1: «Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso».
2) Otros sostienen que el mensajero es en verdad un ángel, un ser creado sobrenatural y especialmente designado a esa iglesia. esto pudiera significar que todas las iglesia tienen un ángel guardián, así como Cristo indicó que cada niño tiene un ángel guardián (Mateo 18:10). En el Antiguo Testamento podemos ver reinos bajo los dominios de ángeles principados (Daniel 10:12-14). La principal objeción es evidente y es que algunos de los ángeles fracasaran en mantener puras a las iglesias. Sin embargo, en respuesta a esto, ni siquiera los ángeles, a pesar de ser sobrenaturales, son divinos; ni tampoco pueden forzar la voluntad humana, porque esta es una libertad que Dios ha otorgado. Si Cristo se presenta como alguien que está fuera de la puerta de la iglesia, llamando para poder entrar (Ap. 3:20), no podemos imaginarnos que los ángeles tengan capacidad para hacer más que esto. Si una iglesia fracasó en su misión, no es debido a que su ángel haya sido irresponsable, sino porque la iglesia rechazó la dirección del Espíritu Santo.
9. «De su boca salía una espada aguda de dos filos».
Efesios 6: 17 se refiere a la Palabra de Dios como a «la espada del Espíritu». Hebreos 4:12 nos dice que la Palabra de Dios es «más cortante que cualquier espada de dos filos». Ciertamente, la palabra que Cristo emitirá en el día del juicio traspasará como una afilada espada contra la cual no habrá defensa alguna. De esta forma podremos ver que en realidad no habrá una batalla contra el anticristo, porque este se encontrará indefenso ante la presencia de Cristo en su segunda venida (Ap. 19-20).
10. «Su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza».
Esto habla de la naturaleza divina de Cristo y nos trae a la memoria lo que sucedió en el monte de la transfiguración, donde Cristo (Mateo 17:2). Solo por un instante en su ministerio terrenal; Pedro, Santiago y Juan vieron a Jesús en su gloria divina, tal como Juan lo vio aquí en esta visión.
C. La reacción de Juan frente a la visión de Cristo:
Aunque somos los hijos de Dios, «coherederos con Cristo» (Romanos 8:17), debemos tener bien claro que nunca seremos divinos ni «deidades». Cristo está exaltado tan por encima de nosotros, que aun cuando seamos glorificados estaremos dispuestos a adorarle postrados a sus pies. Este Juan que se postró a los pies del Cristo resucitado es el mismo Juan que estaba tan familiarizado con el Señor Jesús como para recostar su cabeza sobre el regazo del Señor en el aposento alto. Ahora encontramos a Juan cayendo a sus pies «como muerto», helado ante su gloria. Cualquiera que tenga verdadera comunión con el Espíritu de Dios por instinto se inclina para adorar a Jesucristo. Cualquier espíritu que nos motive a desafiar a Cristo no es el Espíritu Santo.
Autor:
Julio C. Torres
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