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Reflexiones sobre la gran mentira

Enviado por arturonegro61


    "Nuestra vida es como un sueño, pero en nuestras mejores horas nos despertamos estrictamente lo suficiente como para darnos cuenta que estamos soñando, la mayor parte del tiempo, sin embargo, estamos profundamente dormidos"

    L. Wittgenstein

    Resulta en un imperativo moral, averiguar y hablar de la verdad a las personas lo mejor que uno pueda, y hablar acerca de las cosas que importan.

    Arthur Schopenhauer decía "Mientras se esté sometido al caos de los deseos, con sus permanentes esperanzas y temores, no será posible alcanzar nunca un estado de felicidad o paz duradero", y tiene razón, nosotros imponemos en el mundo lo que creemos, pensamos y sentimos y, luchamos para conseguirlo.

    Todos en algún momento emprendemos la búsqueda del estímulo, argumenta Desmond Morris. Cada uno de nosotros tiene necesidades primarias, que sí no son satisfechas, morimos, y si nuestras necesidades puramente humanas, tales como la Seguridad Personal, la Intimidad, el Placer, el Reconocimiento, la Identificación, la Filiación, el Arraigo y, las pasiones como el ansia de Poder, de Vanidad, de conocer la Verdad, de Amor y Fraternidad, y la pasión por la Creatividad, no estan lo suficientemente satisfechas, entonces "enfermamos" y, la consecuencia es la Neurosis, que el entorno nos impone conductas que pueden estar manifestadas en una forma o defecto socialmente modelado, y que de cierta forma sea subsanado.

    Lo que un hombre, dice Erich Fromm, puede haber perdido en riqueza y en sentimiento auténtico de felicidad, por las condiciones sociales en las que está inmerso y que estan impuestas por las reglas sociales, puede estar compensado por la seguridad de hallarse adaptado al resto de la humanidad o al grupo que pertenezca, en realidad este "defecto", puede haber sido convertido en virtud por la cultura y, puede así de esta manera procurarle un sentimiento más intenso de éxito. Nos comportamos de la manera como los demás lo esperan de nosotros, la autenticidad de nuestros actos dependerá de la aprobación social. Y esto parece ser, el destino de cada hombre en sociedad.

    En una breve revisión de los inicios de la filosofía, se descubre el interés por la preocupación del conocimiento, interrogándonos sobre los aspectos fundamentales de la existencia y la experiencia. La filosofía intenta ver que tan lejos es capaz de llevarnos la razón, preguntándose sobre la naturaleza de la percepción, la experiencia y el entendimiento humano, es decir, la esencia última de todo aquello que existe, (Ontología) y cómo después de todo, podemos conocer, (Epistemología)

    Es la razón lo que permite distinguir la filosofía de la religión y el arte. A su vez la ciencia, el arte y la filosofía, no son mas que distintas formas de abordar una realidad, el misterio del universo y del ser humano. Toda persona con un mínimo de curiosidad intelectual se sentirá atraída por cualquiera de estas tres actividades, de una u otra forma.

    Desde hace mas de dos mil años, en los inicios de la filosofía en la antigua Grecia se pretendió comprender el mundo con el uso de la razón, no de la religión, se les enseñaba a otros a valerse de su propia capacidad de razonamiento, de pensar por si mismos y discrepar de las mismas enseñanzas establecidas, lo cual resultó ser un valioso instrumento en el proceso del conocimiento y el entendimiento.

    Heráclito en el siglo VI a.c., discípulo de la escuela de Mileto, cuyo fundador es Tales, del mismo lugar, afirmaba que el todo es la conjunción de sus contrarios, tendencias o fuerzas opuestas, decía que sí se eliminaba la contradicción se eliminaba la realidad, donde ésta misma realidad posee un carácter inestable, que todo está sometido a un perpetuo cambio, todo fluye y nada permanece, la realidad se muta y se altera constantemente, surgiendo así, de esta manera los inicios de la posición dialéctica de la existencia. Opuesta a la idea que el hombre siempre ha buscado y creído en algo estable y permanente que sobreviva a través del tiempo y nunca perezca, Heráclito irrumpe en este contexto afirmando que ese algo no existe, que el cambio y la transformación constituyen la ley básica sobre la que se asienta la vida y el universo y de la que nunca se podrá escapar.

    Jenófanes a finales del siglo VI a.C., escribió, "Por lo que respecta a la verdad absoluta ningún hombre ha sido capaz de llegar a ella, ni nadie lo logrará, ni tan siquiera los dioses, ni nada de lo que yo diga conseguirá alcanzarla, y ya que en el supuesto de que alguien lo logrará, nunca tendría constancia de haberlo conseguido. La realidad no es más que una telaraña entretejida con conjeturas".

    Para él, toda idea tenida por cierta podría sustituirse por otra que estaría más próxima a la verdad absoluta

    Empédocles por su parte, que vivió hacia la primera mitad del siglo V a.C., hace aportaciones al entendimiento de la realidad al defender la realidad cambiante de los sentidos y su pluralidad inherente, la materia, decía, no puede salir de la nada, ni tampoco convertirse en nada, argumentando que todo está compuesto de cuatro elementos diferentes, tierra agua, aire y fuego, cuya idea fue retomada por Aristóteles, desempeñando un papel fundamental en toda la filosofía occidental, hasta el renacimiento.

    Sócrates, que nació en el año 471 a.C. y murió en el 399 a.C., defendió la idea de que lo más importante era saber como dirigir nuestras vidas y a nosotros mismos, al preguntarse ¿ Qué es el bien?, La justicia y lo correcto revistieron para él, una profunda e importante trascendencia.

    Aristóteles, que nació en el año 384 a. C. y murió en el 322 a. C., sostiene que el único mundo sobre el que se puede filosofar no es sino el mismo en el que vivimos y percibimos, y que en sí mismo constituye una enorme e inagotable fuente de fascinantes y maravillosas experiencias. El objetivo de Aristóteles de conocer todo lo relativo al mundo de los sentidos, constituye un empeño de dimensiones faraónicas, al que dedicó por completo toda su energía y pasión a través del estudio de las materias mas variadas, no en vano la primera clasificación de las diversas ramas del saber parten o han tomado su nombre de los títulos de algunas obras de éste filosofo, tales como la Lógica, Física, Política, Economía, Psicología, Metafísica, Metereología, Retórica, Ética. Algo que resulta extraordinario si se toma en cuenta que, se trata de la labor de un solo hombre, de hace más de dos mil años.

    Durante los mil años que median entre la caída del Imperio Romano, en el siglo V de la era, y el inicio del renacimiento, en el siglo XV, la antorcha de la cultura de la Europa occidental, fue transportada, principalmente por la iglesia, de manera que, antes de aceptar nuevas teorías y descubrimientos, los cristianos debían asegurarse de que fueran compatibles con el dogma. Así, los escritos de los filósofos más destacados de ésa época fueron escudriñados para determinar que ideas podían ser admitidas por el cristianismo y cuales debían ser rechazadas y proscritas.

    San Agustín que nació en el año 354 d.C. y murió en el 430, se considera una síntesis entre el platonismo y el cristianismo. Cree que los seres vivos se hallan sujetos al transcurso del tiempo, y que éste existe sólo desde la pura experiencia de la realidad. La existencia para él, tiene cabida sólo en el presente y que el conjunto de nuestra presencia en el mundo, como seres materiales, incluido el intelecto, se basa en la voluntad. Y como un adelanto a René Descartes, San Agustín argumenta que para dudar de algo, incluso de todo, es preciso existir, y por lo tanto, si de algo no se puede dudar, es de la existencia de uno mismo. Sí se es posible saber que se existe, también se tendrá la certeza de que existen igualmente otras cosas y, por lo tanto se puede llegar a conocer.

    Al contrario de lo que se pudiera pensar a simple vista, la ciencia, que es la estética de la inteligencia, no empieza con el estudio de las cosas más inmediatas o más cercanas al hombre, sino con el entendimiento de lo más lejano, concebido hasta entonces, los astros del firmamento. Es decir, sigue un curso paradójico, partiendo del estudio de los cielos y descendiendo a lo terrenal. La novedad de la ciencia moderna, inaugurada por los astrónomos, radica en la continua confrontación de las teorías o explicaciones de la realidad y la meticulosa comprobación de la veracidad de los datos sobre los que se basa, en detrimento de la discusión y la argumentación, que habían sido los métodos empleados hasta entonces.

    El trayecto de la historia de estos acontecimientos es la concepción del universo desde Copérnico hasta Newton.

    La concepción del universo que imperó a lo largo de toda la edad media fue la heredada de los antiguos griegos y, sobre todo de Ptolomeo, un astrónomo de la Alejandría del siglo II d.C., según decía, que la tierra era una esfera que flotaba en el espacio y que constituía el centro de todo el universo, alrededor giraban el sol y el resto de las estrellas y planetas, describiendo grandes círculos. La iglesia asumió como propio el sistema de Ptolomeo como una manifestación más de su empeño por conciliar el saber de los antiguos con el dogma cristiano. Pero en el siglo XVI aparece el clérigo polaco Nicolás Copernico, que demuestra cómo la totalidad de esas incoherencias matemáticas dejan de tener sentido, sí en vez de considerar a la tierra como centro, se toma al sol, esto es, era la tierra la que giraba alrededor del sol, con lo que no solo echaba abajo lo que la iglesia había impuesto a sangre y fuego durante más de mil años, y lo peor era que contradecía a la misma Biblia. No es de extrañar que un siglo después de la publicación de las teorías de Copernico, éstas estuvieran todavía proscritas por el clero.

    La verdadera revolución estuvo en el hecho de rebatir lo que la Biblia, el clero y los sabios de la antigüedad daban por cierto. Así se demostraba que la iglesia estaba equivocada, ¿Cómo demostrar que no lo estaba en el resto de sus postulados dogmáticos?. El orden establecido se encontraba seriamente amenazado y, con él, la misma noción de autoridad.

    Al astrónomo Tycho Brahe que vivió del año 1546 al 1601, se le debe la confección de unas tablas astronómicas que contienen la meticulosa descripción de los movimientos planetarios antes de la aparición del telescopio, que resultaron de inmensa utilidad al genial astrónomo alemán Johannes Kepler (1571-1639), para éste demostrar que, las órbitas planetarias no eran circulares, como las había descrito Copérnico, sino elípticas y, además presentaban diversas velocidades, según la fase en que se encontrara el planeta.

    A Galileo Galilei se le atribuye el doble "crimen" de sostener que la tierra giraba sobre su eje y, al mismo tiempo alrededor del sol. Con esto, fue el primer padre de la ciencia moderna que entró en conflicto con el poder y la autoridad, y terminó siendo condenado por la inquisición, salvándose al negar sus valiosas contribuciones al conocimiento.

    Es el mismo Galileo el primero en formular el principio de la objetividad en la ciencia, según el cual, el científico debería prescindir de todas aquellas experiencias, incluso las más directas e inmediatas, como el color o el olor, para que queden circunscritas al ámbito puramente personal y subjetivo. Y defendió el principio de que tanto el poder como la autoridad, incluida por supuesto la iglesia, no deberían interferir en las investigaciones realizadas por la ciencia, que en el fondo lo que busca es el esclarecimiento de la verdad última.

    Isaac Newton, nació en el año 1642 y murió 1n 1727, tal vez el mayor científico de todos los tiempos, inventor del cálculo infinitesimal, se dedico a rectificar las teorías de Kepler y Galileo, proporcionando a la humanidad una exacta demostración matemática de los mecanismos que rigen el conjunto del sistema solar. Este tipo de investigación recibió el nombre de filosofía natural, ya que pretendía explicar los mecanismos que rigen la naturaleza. De hecho la distinción moderna entre filosofía y ciencia no se realizaría hasta el siglo siguiente con el pensamiento de los racionalistas y, con Immanuel Kant, al frente, quien conjunta el empirismo y el racionalismo.

    De todos modos esta filosofía natural trajo consigo una de las mayores revoluciones habidas en toda la historia del pensamiento y, por fin, mas de dos mil años después,, la teoría de Pitágoras de que todo el universo sensible podría explicarse en términos matemáticos se hacia realidad. A partir de Newton, los mecanismos internos que regulan el funcionamiento estelar se pueden expresar a través de leyes inteligibles para el hombre en forma de ecuaciones matemáticas, que gracias a su constancia, permiten que por primera ves el hombre pueda predecir un fenómeno físico. Esta novedosa capacidad de predicción hizo que los científicos vieran de un modo diferente el universo, que dejaba de tener secretos para el entendimiento humano. Este cambio de mentalidad tuvo consecuencias inmediatas e incidió en el desarrollo de la revolución industrial que se avecindaba en las próximas décadas.

    El hombre podía dominar la naturaleza, no sólo desde el punto de vista teórico, sino en sus manifestaciones prácticas, y por lo tanto productivas.

    Poco a poco se fue imponiendo la idea de que ni la tradición ni la autoridad tenían cabida en la búsqueda de la verdad y el conocimiento. La concepción genuinamente aristotélica del universo, hasta entonces dominante, queda definitivamente superada, el binomio Iglesia-Aristoteles había quedado atrás.

    Si los movimientos de todo la materia presente en el espacio se basa en leyes y principios matemáticos, ¿Qué ocurre con el cuerpo humano? ¿También está sujeto a estas mismas leyes? ¿Cómo puede existir el libre albedrío en un universo determinista?, Como se puede ver, la obra de Newton no solo sentó las bases de la nueva ciencia moderna, sino que fijó las líneas por las que habría que seguir la filosofía y la aproximación al conocimiento, en los años sucesivos.

    Cuando nos preguntamos quienes somos, resulta imprescindible remitirnos a Platón, cuando decía que el hombre se compone de tres entidades en permanente conflicto, Las Pasiones, El Intelecto y La Voluntad, donde la labor principal del intelecto es el control constante de las pasiones a través de la voluntad, idea que se mantuvo hasta la llegada del cristianismo. Si se hubiera mantenido por más tiempo esta idea, pienso yo, tendríamos un mejor entendimiento de nosotros mismos, sin haber desviado y entorpecido por mucho tiempo el pensamiento.

    El advenimiento de ésta corriente religiosa ha marcado tal vez irremediablemente el pensamiento de los seres humanos, al menos la parte occidental. En esta concepción del mundo de un solo dios, las personas se libran de la ansiedad de contestar las diversas interrogantes que nos plantea la existencia. Algunos osaron desafiar la corriente impuesta por el clero y en su intento perecieron, pero dejaron el camino preparado para la revolución del pensamiento que nos esperaba.

    Es difícil, al menos para mí, concebir la idea de un dios omnipotente y omnisapiente, imaginarse la existencia de un dios permitiendo todo el sufrimiento y daño de que somos sujetos desde el momento de nuestro nacimiento, nacer para morir, habiendo un dios que puede evitarlo, resulta bastante incomprensible.

    Ya oigo las voces que gritan, "Es el libre albedrío la bendición que se nos ha dado para tomar nosotros las decisiones que nos competen", libertad ¿ Para qué?

    Imagine la distancia enorme entre los que saben tanto y los que no saben nada, entre la sabiduría, el entendimiento y la ignorancia, entre los que tienen todo y los que nada pueden tener, entre los dichosos que se conforman con tan poco y los egoístas y especuladores sin medida, entre los que creen fielmente en un dios, cualquiera que sea y los ateos incorregibles, entre los que tienen un trabajo digno y remunerado y los que trabajan en condiciones infrahumanas, entre los que tienen la lucidez de pensamiento y los que no pueden comprender nada, entre los asesinos mas violentos y los compasivos, entre los que pueden tener lujos y placeres y los que morirán sin goce alguno, entre los que tienen salud y bienestar actual y los que están muriendo en este instante.

    Que trayecto de existencia resulta ser el que vivimos, parece sin sentido, absurdo, irreal, un enorme lugar donde cada cual es el centro del mundo y, los demás, sólo giramos.

    Finalmente que somos, en realidad seremos, como hace siglos se imponía, el centro de la creación y de este vasto universo, los hijos de un dios que nadie ha visto ni tocado o la más perfecta y sublime de las criaturas. Sinceramente no lo creo. Tal vez, sólo somos un producto de una evolución de la materia de un universo incomprensible, descubriendo que vivimos en un planeta insignificante de una estrella ordinaria, perdida entre dos brazos espirales en las afueras de una galaxia, arrinconada en algún punto perdido de un universo, en donde hay muchas mas galaxias que personas, refería Carl Sagan.

    Tal vez resulte demasiado frió y calculado esta aseveración, pero parece ser nuestra única realidad.

    No todo es pesimismo ni todo es en vano o todo esta perdido, los seres humanos hemos logrado tanto en tan poco tiempo, Noam Chomsky comenta, "Como es que con tan poca experiencia hacemos tanto y, con tanta información entendemos tan poco", si tomamos en cuenta nuestra estancia apenas reciente en este planeta, y si subrayamos el papel de la voluntad como la fuerza irracional de la naturaleza humana. Entonces habrá una esperanza, para el bien de todos, yo así lo creo.

    En realidad si somos diferentes al resto de los demás organismos del planeta,

    nuestra inteligencia no está toda al servicio de nuestra supervivencia, afortunadamente, los conocimientos que tenemos de nuestra realidad son enormes y valiosos, investigamos, descubrimos, inventamos y creamos una infinidad de cosas para entendernos y, comprender nuestra realidad, y este conocimiento se ve aumentado de manera exponencial a través de nuestra historia, nuestros niños al nacer tienen mas probabilidades de vivir que nunca antes en la historia de la humanidad, tenemos una más y mejor esperanza de vida, hacemos menos esfuerzos físicos para nuestra supervivencia que hace no más de 100 años, y más esfuerzos intelectuales para lo mismo, hemos creado un arte sublime en todas sus manifestaciones, la población de seres humanos no tiene precedentes, poblamos casi cualquier medio, el avance que hemos tenido en las comunicaciones es realmente asombroso.

    Pero resulta que es una verdadera lástima que todo esto no sea beneficio para todos, ni todos gocen de los mismos.

    Cuántas inteligencias habremos perdido al permitir morir a niños y asesinar a miles de seres humanos, matando a miles de hambre y desesperación.

    Recopilado y elaborado por:

    Lic.en Psic. Arturo Falcón Becerril