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Fisonomía del español: Razones de su configuración (página 2)

Enviado por Gerardo Roa


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Al mismo tiempo, la pregunta ¿por qué el español cuenta con preposiciones, tales como: a, ante, bajo, con contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, según, sin, so, sobre y tras? encuentra respuesta en este estadio evolutivo. Las preposiciones españolas actuales fueron el resultado de la sustitución de las desinencias, por ellas. Y, aunque el latín clásico no usaba el artículo, pues es de procedencia griega, el vulgar fue incorporándolo poco a poco, usando demostrativos con valor de éste.

Aspecto sintáctico del latín hispánico

En este aspecto, los lingüistas consultados coinciden en afirmar que el orden rectilíneo se impuso al curvilíneo, respecto a los miembros de la oración. Esto sucedió como consecuencia de la pérdida de la desinencia, el uso de las preposiciones y el empleo del artículo indicador de la función nominativa. Estos cambios morfológicos afectaron la estructura de la oración. Valga decir, que este orden rectilíneo es el que prevalece aún en la sintaxis actual de la lengua hispana. El orden curvilíneo, propio del latín clásico, es muy escaso en la sintaxis del español actual. Por ello, la pregunta ¿a qué se debe que el orden sintáctico de la oración en lengua española sea rectilíneo, esencialmente? queda respondida en el intervalo de 625 años que produjo el llamado latín hispánico.

A continuación, presento los resultados fonéticos que se produjo con la romanización.

Aspecto fonético: En este tenor, los estudios más antiguos, también los actuales, indican que el acento de cantidad, predominante en el latín clásico, fue sustituido por el de intensidad, trayendo las siguientes consecuencias:

  • Las vocales largas se convirtieron en cerradas y las breves en abiertas.

  • Las vocales postónicas se sincoparon, convirtiéndose el acento esdrújulo en grave.

  • Las dos "aes" (breve y larga) se redujeron a una sola;

  • La "u" breve y la larga, la "i" breve y la larga, igualmente, se confundieron debido a la contigüidad de sus timbres respectivos. Por tanto, la "i" breve y la "e" larga se fundieron en "e"; la "u" breve y la "o" larga se fundieron en "o", con lo que las diez vocales quedaron reducidas a siete.

  • La "i" larga y la "u" larga, átonas, se transformaron en semiconsonantes y dieron origen a la J, yod, sonido que hacen surgir las consonantes palatales "y" y "ñ".

  • Se simplificaron las consonantes dobles se redujeron las consonantes agrupadas.

Como es evidente, aunque este estadio no responde el porqué de las cinco vocales en el español actual, ya nos indica el proceso en que fueron reduciéndose de diez a siete. Probablemente, el siguiente estadio de mezcolanza lingüística pueda aportar respuesta a esta interesante pregunta.

Una pregunta que halla respuesta en este aspecto es ¿Por qué las palabras graves o llanas son las más abundantes en el idioma español? La respuesta se hace ver, en el hecho de que las vocales postónicas se hayan sincopado en este estadio de evolución de la lengua, convirtiéndose, la gran cantidad de palabras esdrújulas, en llanas.

Corriendo el tiempo, el estadio de evolución de la lengua hispana, que se extiende del 409 hasta el 711 d. C. produjo grandes transformaciones a lo interno de la lengua. Por ejemplo, en el aspecto fónico tuvo como consecuencia el que las vocales se redujeran de siete a cinco. Habíamos señalado como en la mezcla del latín vulgar con las lenguas vernáculas de la Península redujo las diez vocales del latín clásico a siete del latín hispánico. También, las consonantes sordas se sonorizaron.

En cuanto al aspecto lexical, la fusión del latín hispánico con la lengua germana produjo 4, 000 palabras con sus derivados, aunque los historiadores lingüistas no logran ponerse de acuerdo respecto a este dato. Estas palabras fueron adoptadas en las diversas áreas del saber. Como ejemplo de ello, Benavides (2006, p. 102) cita las siguientes:

"a) Matemáticas: algoritmo, álgebra, cifra, b) Medicina: jaqueca, alquimia, alcohol, elixir, jarabe, alambique. c) Astronomía: cenit, nadir, almanaque, auge. d) Botánica: aceituna, acelga, algarroba, azafrán, azúcar, berenjena, albahaca, azahar, etc…"

Además de Benavides (2006), otros autores, como Antonio Quilis (1976) y Rafael Lapesa (1981) apuntan en el aspecto léxico, la siguiente lista de palabras como una de las características léxicas del romance hispánico:

Relativo a la guerra: guerra, espía, espuela, tregua, guardián, guarnecer, arenga, guardia, bregar, amagar, botín, Burgos…

Relativo a la agricultura: res, pastoril, zagal, noria, albufera…

Relativo a la fauna: jabalí, alacrán, alondra…

Relativo a la justicia: alguacil, alcalde, albacea, alcabala, alcaide…

Relativo al Comercio: quintal, arroba, fanega, aduana, almacén, almonedas…

Relativo a la milicia: alférez, adarga, algara, alcaide…

Relativos a otras diversas áreas: sastre, alfayate, alfarero, albañil, ajuar, alfombra, babuchas, arrabal, aldea, alcázar, atalaya, trompeta, tambor, rebato, algorada, alarde, adal, alforjas, talegas, acémila, aljabar, alhajas, albóndigas, Benacosín, Manzil, Guadalquivir, Guadalajara, Arrabida, Almade, Almadena; estos últimos siete son topónimos provenientes del árabe.

En el plano morfológico, tenemos los siguientes rasgos:

Prefijos provenientes del árabe "ibn": benin, bene, bena, con significado de "hijo de", en español. Para cuando inició el período conocido como español preliteraririo (711-1140, d. C), ya el castellano había completado todos sus aspectos, según lo que indica el mismo Benavides (2006, p. 53) en la siguiente cita:

Las lenguas que participaron en el primer estadio [el de formación, 218, a. C.- 711, d. C] son las lenguas prerromanas, que se hablaban en la Península antes de que los romanos la invadieran en el 218 a C; el latín, que hablaban los conquistadores; las lenguas germánicas, de los invasores bárbaros que diezmaron el imperio romano, y el árabe, la lengua de los invasores musulmanes. En este estadio, el idioma alcanza su formación primaria, expresión del romance castellano, primitivo o antiguo".

Pues, como señala Benavides, si para el 711 d. C. ya el castellano había completado su formación, el siguiente estadio exigiría su imposición y modernización sobre otras lenguas. Concentremos nuestra atención en las características fisonómicas del español durante el período del español preliterario que ofrecen los tratadistas del tema contemporáneos:

  • Vacilación en el uso de los verbos: haber/tener, ser/estar, salir/exiir, cabeza/tiesta, fiestra/penetra/ventana…

  • Empleo de galicismo: palafrenero, vergel, vianda…

  • Vacilación vocálica: e/i, o/u (menguar/minguar, mejor/mijor, soltura/sultura, por ejemplo)

  • Apoce de la vocal final: noch (cost, mont)

  • Variedad de formas para flexión verbal: cenir, cingo, cinxe, cinto…

  • Uso de los demostrativos como artículos: este por él, estos por los, esos por los…

  • Iniciaron las formas enclíticas con supresión de algunos elementos, como en: lo hirió, se levantó, lo que dijo…

  • En el aspecto sintáctico la pérdida de la desinencia hizo que predominara la yuxtaposición en la producción oracional.

A las etapas de desarrollo de la fisonomía de la lengua hispana que a la sazón he mencionado, le suceden otras etapas, con el denominador común de modernizar e internacionalizar el español, como lengua oficial de la península. Esta etapa inicia con la publicación del Cantar del Mio Cid, en 1140, d. C. obra con la que se inicia la práctica de la escritura en lengua hispana. Ya para este período, los tratadistas Díaz Plaja (1955), (Bolaños (1956), Qulis (1976), Lapesa (1981) y Benavides (2006), coinciden en señalar las siguientes características lingüísticas para el español medieval.

  • Aparecen en la sintaxis algunas subordinantes: como así, como, que, por que…

  • También en la sintaxis prevalece la repetición de la conjunción et/o/e.

  • Se usa el artículo delante del posesivo: "la mi casa".

  • Perdura el uso de los pronombres enclícticos: quandol, membros…

  • El verbo ser conserva el valor de existir.

  • Un verbo haber conserva el valor de tener: "una niña que avié"

  • Conservación de la "d" intervocálica en los morfemas verbales de la segunda persona: sabedes, por sabéis; amades, por amáis.

  • Conservación del sufijo "iello" frente a "illo": castiello.

  • Conservación de la "f" inicial: facer, fijo.

  • Vacilación vocálica: o/u, e/i: hobe/hube, mesmo/mismo, sope/supe.

  • Vacilación entre el perfecto simple y el compuesto: ha venido/vino; ha querido/ quiso.

  • El participio pasado concuerda con el objeto directo: tenía un camión dañado.

  • Empleo de las formas sincopadas en futuro: recibrá/recibirá, vivré/viviré.

  • El participio pasado de la segunda conjugación terminaba en "undo" en vez de "ido": sabudo, tenudo, vendudo.

  • Se siguen usando los perfectos fuertes: apriso, aprendió, fuxo, huyó.

  • El tiempo imperfecto termina en ié, iá: tenié, habiá.

  • Apocope de la "e": adelant, pued, etc.

  • Disminuyen los llamados cultismos y en su lugar prevalecen las formas corrientes.

  • Y, finalmente, el arcaísmo es escaso.

Este período denominado Español Medieval, culmina en el 1384, cuando el condado de Castilla se deslinda de Portugal y, a través del reino navarroaragonés, llegan las ideas del Renacimiento. El estadio de lengua que inicia a partir de este año es conocido como el período del Español Preclásico, que culmina en el 1517 cuando se corona a Carlos V de Alemana, como rey de España. Esta coronación resultó ser un hecho relevante en la difusión internacional de la lengua hispana.

Las características lingüísticas principales de este período son citadas por Quilis (1980) y, ulteriormente, asumidas por Lapesa (1981) y por Benavides (2006). Los tres autores coinciden en presentar las siguientes características:

  • 1. "Continuaban las vacilaciones vocálicas: murciélago/murciélago, inefable/inefable, pelligeros/pellejeros, encomparable/incomparable…

  • 2. Habían desaparecido las vacilaciones en "d" y en "t" finales, afianzándose las formas con "d": merced, ceguedad, piedad.

  • 3. La "f" se mantenía en Aragón (fazer, farina, fambre…); en Toledo y Andalucía se mantenía la "h" (asirada faríngea): hacer, harina, hambre; mientras que en Castilla la Vieja había desaparecido completamente de la pronunciación: azér, arina, hambre…

  • 4. En Castilla se confundían en una misma pronunciación los grafemas b y v, confusión que había empezado mucho antes en Aragón.

  • 5. Las consonantes: dz, z y y g, j, habían empezado su proceso de ensordecimiento, en Castilla, ya estaba avanzado en Aragón.

  • 6. Las africadas dentoalveolares /ts/, c y /dz/ z habían perdido su momento oclusivo, conservando el lugar dental de articulación; las fricativas dentales así resultantes comenzaron a confundirse con /s/ ss y /z/ -s-, en Sevilla, mientras que Toledo permanecía al margen de todas estas innovaciones.

  • 7. La inestabilidad en la realización de los grupos consonánticos cultos se va resolviendo en el sentido de perder la consonante implosiva o postnuclear: perfeta/perfecta, dino/digno, mano/magno…

En lo relativo a la morfosintaxis, los autores citados, muestran cómo se usaban indistintamente los pronombres "os, y vos, antepuestos o pospuestos al verbo. Algunos ejemplos, son: darvos, daros, os despierta, y vos envidia…

En el mismo orden, el paradigma verbal ades, edes, ides fueron sustituidas por áis, ás, éis, ís, aunque en algunas obras de la época aparecen algunos de estos usos.

Otras características gramaticales de este estadio son las siguientes: a) El uso del artículo antepuesto al posesivo quedó relegado a los usos populares. Ya no aparecían en esta época, expresiones como: "la mi casa". b) Continúa el uso de oraciones de infinitivo: "ir conmigo/que vaya conmigo.

El siguiente estadio de desarrollo de la lengua, es el denominado como Español Clásico, el mismo se extiende desde 1517, hasta el 1700. Este período tuvo mucha importancia en la conformación de la lengua española actual, pues como indican los tratadistas consultados, en él se estabiliza el aspecto fonológico del español. Veamos algunas de las principales características de este período, según la cuenta Benavides (2006, p. 151) parafraseando a Lapesa (1981):

Aspecto fónico:

1. Los viejos grupos consonánticos romanos /p, t /, b, d/ , /v, t/ que habían pasado a realizarse como /bd/ o /vd/ pasaron a /ud/: Cabdal/caudal, debda/deuda, rabdo/daudo…

2. Pervivió por algún tiempo el uso de la grafía X en posición final de sílaba, en lugar de "s": moxca, en vez de mosca; cáxcara, en vez de cáscara…

3. Existía confusión o intercambios entre los fonemas /g/, /j/ y /s/, debido a su naturaleza palatal, lo que hacía posible expresiones como las siguientes: cogecha por cosecha, tiseras por tijeras, relisión por religión, vigitar por visitar, colesio por colegio, etc. Debido a esa confusión, el pronombre /ge/ pasó a ser /se/: "ge lo dije"/"se lo dije".

4. Desaparece por completo la aspirada laríngea "h" proveniente de la "f" latina.

Desaparece definitivamente la diferencia de pronunciación entre la oclusiva labiodental "v" y oclusiva labial "b", que a partir de ese momento se unifican como "b".

  • 5. Las velares sordas y sonoras que se presentaban con diferentes grafías se reducen de la siguiente manera: g/j sorda y /x/ sonora se convierten en /j/ o /g/ delante de i-e.

  • 6. Se reducen las parejas sorda/sonora de las sibilantes: la s sorda (ss) y la (s) sonora se convierten en la "s" sorda actual. La c sorda y la z sonora se convierten en la /z/ sorda actual.

  • 7. Se redujo considerablemente la vacilación vocálica en el timbre.

  • 8. Se perdió la fricativa lateral en ll, en consecuencia, se neutralizó en "Y", fenómeno común en el español de América, con el nombre de yeísmo.

  • 9. Se produjo la confusión entre l y r, al final de sílabas, dando como resultado: corral/corrar, carrascar/carrascal, señal/señar. Este es un fenómeno que se da, de igual forma en sílabas trabadas y que pervive en el habla popular de algunas regiones hispanas.

En el campo fono sintáctico Benavides (2006) alista algunas características del español, que tuvieron su origen durante la época del español clásico. Algunas de ellas son las siguientes:

  • 1. El infinitivo y las formas pronominales proclíticas se fundieron, dando una sola unidad significativa besar te he paso a /"te besaré"…

  • 2. Se usaban indistintamente las expresiones: porné/pondré, verné/vendré, terné/tendré; al final prevalecieron las últimas y las primeras dejaron de usarse.

  • 3. Alternaban el condicional futuro medieval: debría/debería, valdrá/valerá, saldré/saliré…

  • 4. Señor, como adjetivo o como título, generó seo > so. Se usaba en la lengua popular, en expresiones como: so pícaro,o so guandul.

  • 5. La fórmula vuestra merced pasa sucesivamente a vuesarced> vesaced>voace>vucé>vusted>usted.

  • 6. El artículo /la/ sustituye a /el/ como determinante del género femenino y solo se conserva /el/ en las palabras que comienzan con a acentuada: el agua, el águila…

En el aspecto morfológico los autores señalan las siguientes características:

  • 1. En el imperativo las formas terminaban en "d": comprad, caminad…

  • 2. La desaparición en España de las formas cantás, cantabas, tenés/tuvieras, impuso el uso del pronombre "tú".

  • 3. Entre nos/nosotros, se imponen las formas nosotros y vosotros…

  • 4. Existían formas duples en los demostrativos. Por ejemplo: aqueste/este, aquese/ese, esotro/ese otro.

En el aspecto sintáctico, las características marcadas son las siguientes:

  • 1. Se definen las funciones de los verbos haber, tener, ser, estar, los cuales se usaban de manera indistinta.

  • 2. El verbo haber consolida su función como auxiliar, pues dejó de emplearse con sentido de posesión.

  • 3. Los verbos ser y estar se alternan, para algunos usos.

  • 4. Se hace común el uso de las oraciones pasivas iniciadas en "se".

  • 5. La forma terminada en –ra de los verbos (llorara) pierde su valor de pluscuamperfecto y adopta la función de imperfecto del subjuntivo, para la terminación –ra, cambia con –se.

  • 6. Se extiende el uso de la preposición "a", como encabezadota de los objetos directos de personas o cosas personificadas.

  • 7. Se producen los fenómenos de leísmo y loísmo, por el empleo de: /le, les/ y /lo, los/ en lugar del objeto indirecto y el objeto directo, respectivamente.

  • 8. Algunos adverbios como: luego, significaba en seguida. Al momento y a la hora, tenían igual valor…

  • 9. Se usaba el empleo del infinitivo, gerundio y participio con el pronombre antepuesto: me descansar, no le prometiendo…

En el aspecto lexical, Lapesa (1981, p. 413), citado, también, por Benavides (2006), indica que las principales expresiones de este período son las siguientes:

a)- Latinismos: repulsa, idóneo, ilustre, prole, posteridad, astro, metódico, proyecto, erudito, fecundo, invicto, hiperbólico, fino, sazón, emular, truculento, palestra, estupor, estratagema, privilegio, exención, argumento, implicar, humor…

b)- Italianismo: parapeto, esbozo, fachada, bisoño, cortejar, mesana, esbelto, condensar, equiparar, retroceder, novela, asunto, madrigal, pedante, estancia, bagatela, terceto, balcón, cuartero, cornisa, modelo, y otros.

c)- Galicismos: manteo, trinchera, chapeo, servilleta, batallón, sumiler, hujier, furiel, madame, damisela, rendibú, frenesí, piquete, batería, coronel, bayoneta, jefe, etc.

d)- Portuguesismos: payo, mermelada, brinquiño, sarao, menina, saudade, echar de menos…

e)- Germanismos: bigote, trincar, brindis, chambergo, lansquenete, escaparate, kermesse, etc.

f)- De las lenguas aborígenes de América: canoa, huracán, cacique, nagua o enagua, tabaco, tomate, patata, vicuña, chocolate, etc.

Como es evidente hasta este punto, la fisonomía que conserva la lengua hispana hasta nuestros días, obedece a razones diacrónicas que merecen ser estudiadas por investigadores y maestros, pues su reconocimiento y apropiación es capaz de repercutir determinantemente en el tipo de lingüística y maestro de lengua que demanda el objeto de estudio de la ciencia en cuestión: la lingüística. Verbigracia de estas ideas, el maestro, y el investigador, que indaga en las causas, en los porqués de las realidades lingüísticas para lograr que sus estudiantes aprendan a usar la lengua para lo que verdaderamente sirve, es capaz, al mismo tiempo, y como corolario de lo anterior, de producir un discurso docente idóneo, para responder a las carencias académicas que se observan en los estudiantes de los diversos niveles de la enseñanza.

Sin embargo, según un estudio que hemos realizado para describir el perfil académico del maestro de lengua, nos ha revelado que el 98% de los profesores no conocen las razones epistemológicas por que el español presenta ciertas fisonomías. Lo que es más grave, el 95% de los profesores no supieron responder si la lengua es oral o escrita, si el texto es oral o escrito, ni establecer diferencias entre discurso y texto. Obviamente, toda la culpa no es del maestro. Ya dijimos, desde la primera oración de este texto, que los lingüistas han desbordado su empeño en describir las características lingüísticas del español, sin indagar en las causas que han motivado tal fisonomía. Sin lugar a dudas, la estrechez de mira, o tal vez dejadez, de los investigadores ha repercutido desfavorablemente en la enseñanza de la lengua.

Conclusiones

Resulta ser un verdadero reto dar por concluido una investigación que pretende ser científica, especialmente, porque las realidades, como en el caso que me ocupa, la lengua, cambian. Esta realidad muestra lo difícil que es ofrecer una conclusión que desde el punto de vista de la semántica del término, lo sea. Sin embargo, el compromiso de la disertación me mueve a presentar algunos resultados a los que he llegado después de indagar satisfactoriamente en las fuentes que se desarrollan a lo largo del trabajo.

En un primer momento, indico que la revisión de una amplia bibliografía sobre el tema, reforzó mis competencias fisonómicas sobre la lengua; amén de que me brindó la oportunidad de descubrir obras y autores, que de otro modo hubiese ignorado durante larga posteridad.

El recorrido por las obras que describen la fisonomía de la lengua me hizo refrescar las características de la lengua que hace muchos años, cuando realizaba estudios de grados, estudiaba en la universidad. El soslayo de los aspectos: léxico semántico de la lengua, el morfológico y el aspecto fonetológico, me permitieron perpetuar aún más los conocimientos que como acervo lingüístico debe conocer todo maestro de lengua.

Con el soslayo de las obras en que se basa este texto, comprobé que todas estaban desprovistas de reflexiones epistemológicas con las que maestros e investigadores pudieran hallar una respuesta racional a la enseñanza de la lengua, como realmente es en su fisonomía. Tal inquietud, me hizo seguir revisando texto, hasta encontrarme con la obra de Celso Benavides (2006): "Fundamentos de historia de la lengua española". Esta obra es la historia razonada de XXIV siglos de historia de evolución de la lengua española, pero no se trata sencillamente de una historia superficial ni lineal, no. Más bien, el autor ofrece explicaciones apoyando en hechos sociales, históricos, sociológicos, etnográficos y culturales, los cuales suma al espacio y al tiempo para ofrecer una respuesta convincente de la formación y modernización de la lengua española. Aunque el propósito de esta obra no es describir la fisonomía de la lengua española en un único estadio de la misma, me sirvió de mucho para, desde ella, llegar a autores como Antonio Quilis (1976), Rafael Lapesa (1981) entre otros que ya había estudiado. Todos ellos, me permitieron inferir respuestas a la fisonomía de la lengua. Preguntas que mucho tiempo me había formulado, como: ¿Por qué cinco vocales?, ¿Por qué una sintaxis rectilínea? ¿A qué se debe la terminación del infinitivo: ar, er, ir? y otras, quedan respondidas en este interesante ensayo.

Recomendaciones

Si no incluyo el presente acápite, sentiría que mi trabajo no ha valido la pena, pues se perdería en el anonimato. Por ello, las siguientes sugerencias tienen a bien motivar a las siguientes instituciones para que den buen uso a este, mi ensayo.

A Atlantic International University, AIU y a otras universidades: Recomiendo leer y usar este texto como una de las fuentes bibliográficas que se ofrecen a estudiantes de Lingüística Hispánica y de Educación, sea en el grado, maestrías o doctorados.

A la Escuela de Letras de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD, recomiendo leer mi texto y asumirlo como bibliografía base en los programas de educación continuada, con la finalidad de que los maestros de lengua española conozcan y se motiven a conocer las razones epistemológicas que han configurado la fisonomía de la lengua hispana.

Recomiendo, igualmente, al Ministerio de Educación Dominicano, formar talleres de capacitación, en los que se pueda formar a maestros de lengua en fisonomía de la lengua española, a partir de los planteamientos que aquí presento.

Bibliografía

Alvar, Manuel. 2009. "Manual de Dialectología Hispánica". Madrid. España.

Benavides, Celso. 2006. "Fundamentos de historia de la lengua española". UASD. Santo Domingo, República Dominicana.

Criado de Val, Manuel. 1972. "Fisonomía del español y de las lenguas modernas". Editorial Saeta. Madrid, España.

.De Saussure, Ferdinand. 1995. "Curso de lingüística General" (libro de bolsillo). Madrid, España.

De los Santos, Julio. 2006. "Manual de Transcripción Fonética". Editora Centenario, S. A. Santo Domingo, RD.

González Tapia, Carlisle. 2002. "Fonetología general e hispánica". UASD. Santo Domingo, República Dominicana.

______________ 2008. "Metodología para la enseñanza de la Morfosintaxis Hispánica". UASD. Santo Domingo, RD.

Lapesa, Rafael. 1981. "Historia de la Lengua Española". Gredos. Madrid.

Lope Blanch, Juan Manuel. 1967. "El español de América". Alcalá. Madrid.

Mateos, Agustín. 1978. "Etimologías Griegas del Español". Esfinge. México.

Quilis, Antonio. 1976. "Historia de la lengua española". Grefol. Madrid.

Zamora Vicente, Alonso. 1970. "Dialectología Española". Gredos, S. A. Madrid, España.

 

 

Autor:

Dr. Gerardo A. Roa Ogando

Docente e Investigador, Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD

[1] Amén de estas, y para una mejor comprensión, pueden verse las taxonomías que presentan González (2002); García Molina (2005) y De los Santos (2005), en la República Dominicana.

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