Descargar

La elección y el Pacto de Israel (página 2)


Partes: 1, 2

Es por medio de esta crisis que encontramos en la Biblia lo que se conoce como el protoevangelio, Génesis 3:15. Había entonces un camino que seguir. Dios es perfecto y todo lo ha hecho perfecto, desde el principio sus planes son perfectos.

La Redención también la vemos simbolizada, pues Dios mató a un animal inocente para cubrir la desnudez de Adán y Eva. Del mismo modo que Dios envió a su Hijo inocente para que muriera por nosotros y nos proporcionara expiación para el alma.

El plan de Dios entonces, para poder manifestarse, necesitaba de un hombre perfecto que quisiera aceptar la voluntad y los planes de Dios en su vida y canalizar este plan. Un pueblo para poder llegar a todas las naciones. En pocas palabras Dios debía hacer un pacto con el hombre. Afortunadamente para todos los seres humanos, Dios encontró ese hombre.

EL PACTO ABRAHÁMICO

Cuando hablamos de pacto, estamos hablando de un trato entre dos personas. Cada uno debe cumplir con su parte.

La palabra hebrea para pacto siempre es berith, una palabra de dudosa derivación. Sin embargo, algunos prefieren pensar que se deriva de la palabra asiria beritu, que significa "atar".[3]

Dios, como hemos dicho, buscaba un pueblo para santificarlo y usarlo como luz a las naciones. Podría ser por el motivo de la obediencia y la fé que Dios escogió a Abram, pues en aquel tiempo la gente ya tenía muchos dioses, sin embargo por medio de la revelación general  y conocimiento primitivo sabían de la existencia de un Dios creador de todas las cosas. Considero entonces que Abraham temía a aquel Dios misterioso de quien no se tenía mayor información, pero que desde hacía tiempo estaba tratando con Él

El gran problema de Abram fue entonces, creerle a un Dios que no conocía. Sin embargo, a pesar de lo oscuro de esta situación, aceptó por la fé las promesas de Dios, aunque estas no eran del todo claras.

Dios siempre ha sido un Dios de pactos, que espera lo mejor de su pueblo pues Él ha dado lo mejor.

Hay dos clases de pacto, uno de obras: Adán y Dios. Y uno subsecuente de gracia entre Dios y sus elegidos por medio del cual los redime Cristo. Para iniciar el pacto de gracia se necesitaba un hombre con el cual hacerlo. Dios buscó un hombre perfecto a sus ojos, aunque sabía que como hombre podría fallar en muchas ocasiones.

Desde ya debemos tomar en cuenta que la Biblia no habla de los patriarcas como de hombres perfectos, es por ello que el peligro más grande para el pacto tuvo que ver con las faltas y errores de los patriarcas. Por ejemplo, Abraham no debió salir a Egipto, pero Dios sin embargo superó el pecado de su siervo y mantuvo su plan. No tenía necesidad de ir, pero Dios alcanza al hombre aun en los límites de su voluntad para traerlo otra vez hacia Él. También se dio el problema del caso de Agar.

En el pacto de Dios con Abraham encontramos varios aspectos importantes:

  1. Dios se da a conocer

La manifestación de Dios es importante en este momento de la historia. Indudablemente el Dios que guió a Abraham, Isaac y Jacob, era Yahveh. En este sentido la autorrevelación de Dios estaba actuando. El mandato de Dios es lo primero que se ve en el pasaje de Génesis 12, Dios no se identifica, simplemente dice: "Sal de tu tierra y de tu parentela". En base a nuestra incredulidad moderna nos preguntamos: ¿estaba seguro Abram que se trataba de Dios, o dudó en algún momento? Sin duda alguna Abraham creyó firmemente a Dios.

Cuando hablamos de autorrevelación de Dios, debemos reconocer que fueron teofanías, pues Dios se dejó ver por estos patriarcas (heb. wayyéráh). Estas apariciones de Dios conectaron íntimamente a estos hombres y Dios, por lo que El pudo transmitirles sus propósitos. Por lo tanto, yo personalmente creo que estos hombres experimentaron personalmente el impacto de Dios en sus vidas. Kaiser dice al respecto:

No fue solo a Moisés a quien Dios habló cara a cara (Nm. 12: 6-8), sino a Abraham, Isaac y Jacob.  [4]

Creemos entonces que la autorrevelación de Dios para con los patriarcas es enigmática pero a la vez explícita en la Biblia, ya que los patriarcas también recibieron mensajes de Dios a través de sueños y visiones. La visión sirvió a Abraham para poder contemplar un panorama completo de detalles de la perfecta voluntad de Dios. Yahveh quiso revelarse de este modo a Abraham porque su énfasis era tener comunión con su pueblo.

Aquí se encuentra el núcleo central de la religión de Antiguo Testamento; el lazo íntimo que existía entre el Señor y su pueblo. Iba a ser por mediación de ese pueblo y ese lazo de unión cómo Dios iba a bendecir a todas las naciones.

Dios buscaba un pueblo para cumplir su plan redentor. Un pueblo por medio del cual pudiera llegar a los demás pueblos. El plan salvífico de Dios para la humanidad debía ser canalizado por un hombre para que la simiente se viera nacer entre ellos, esto es el Mesías. Dios escoge a Abram, pero no se da a conocer desde un principio como Yahveh, sino como El Shaddai: EL Todopoderoso.   Esta alianza es algo fundamental en la perspectiva teocrática del autor sagrado. La del Sinaí será una concreción y rehabilitación de ésta.

En este momento, Abraham conocía a Dios por las obras y antropomorfismos que veía en El, su poder, misericordia, provisión, protección. Pero este conocimiento era al principio muy limitado.

En los capítulos del 15 al 17, Dios se vuelve a aparecer a Abram para formalizar su pacto con él, promete ser un escudo para él  y se identifica como el Todopoderoso. No sabemos porqué Dios se manifestó con este nombre, pero lo más seguro es que quería demostrarle a Abram que a comparación de las debilidades y flaquezas suyas, Dios era un Dios fuerte que le quería ayudar, ser su escudo y demostrarle que era un Dios en el cual podía confiar plenamente.

Su significado se centra probablemente en el poder de Dios que se resalta al compararse con la debilidad de los seres humanos.  Por lo tanto creemos que el Todopoderoso Dios obró de esta manera por la necesidad que Abram tenía de conocer que tan grande y poderoso era este Dios que hacía poco estaba tratando con él. Esta relación con Abram, una relación de amistad y compañerismo, refleja la naturaleza de Dios pues El es Amor y desea compartir con su creación.

La revelación de Dios con Abraham estuvo acompañada de mandatos y peticiones de Dios. Entendemos entonces que Dios primero se identifica y luego da las instrucciones siguientes:

"Anda delante de mí y sé perfecto". (17:1)

La respuesta que pide el Señor es moral. Desde el principio la revelación de Dios con su pueblo tiene una dimensión moral.

Abraham debía comprender que para poder entablar una relación con Dios era necesario buscar la santidad. Dios desde el principio quería relacionarse con un pueblo santo y para iniciar el patriarca debía ser santo.

Cuando Dios le da a conocer su nombre antes de hacer la petición fue de gran importancia para Abraham, pues sabiendo ya el nombre de Dios, las personas tendrían a alguien a quien apelar, pedir su presencia, pero también un nombre que blasfemar.

Dios se da a conocer a Abraham como un Dios al principio desconocido, pero que después se autorrevela como el Dios Todopoderoso. Después que se da a conocer le manifiesta su plan redentor.

  1. Le presenta su plan

Cuando Abram ya tenía un concepto personal de Dios y había creído en Él, entonces Dios le presenta su plan para él y su descendencia. Este plan consistía de tres bendiciones:

·      Haré de ti una nación grande

·      Te bendeciré

·      Haré famoso tu nombre

·      Bendeciré a los que te bendijeren

·      Maldeciré a los que te maldijeren.

·      En ti serán benditas. Heb. Bendíganse en ti.

Estas son las bendiciones que acompañan el pacto abrahámico.

Yahveh expuso su plan histórico a Abraham, este lo aceptó como una cosa real y en ella se apoyó. En esto consistió su fe.[5]

Según von Rad, la fe de Abraham consistió en creer las promesas de Dios, aunque no las entendiera en ese momento. Cuando se habla de fe, se trata de emunah: fe obediente. No significa solamente creer, sino que esa fe se ve demostrada en las obras de obediencia.

La principal promesa de Dios para Abraham era poseer ese país y tener una descendencia innumerable.  Dios haría famoso el nombre de Abraham a cambio de su fe. El nombre de Abraham se hizo grande, no solo como padre de los Israelitas (judíos) y musulmanes  sino también como el gran ejemplo de fe para los cristianos.

El plan que Dios le presentó constaba principalmente de tres aspectos:

1.       La constitución de un pueblo

2.       La relación especial de ese pueblo con Yahveh

3.       El don salvífico por excelencia mediante su descendencia.

Para poder Abraham participar en este plan perfecto de Dios, necesitaba un heredero, pues las promesas eran:

·      Una herencia

·      Un patrimonio

·      Una bendición.

De lo contrario, con él morirían todas las promesas.

Para Abraham, aceptar estas promesas de Dios significó renunciar a todo esfuerzo humano por asegurar esa promesa y depender solamente de la divinidad que habló de las promesas, pero que también obraría en el presente y futuro, a fin de cumplir con  ellas.  Abraham entonces poseyó las promesas de Dios, aunque cuando poseyó "al Dios de las promesas estas no se hicieron realidad.

Es cierto que Abraham fue profeta en el sentido de recibir revelaciones de parte de Dios y comunicar a otras informaciones que él había recibido, pero vivió en una época anterior a la formación de Israel como nación.[6]

Abraham tuvo el privilegio de ver cómo Dios iba a obrar con su descendencia, Wood dice que no se puede llamar a Abraham profeta en todo el sentido de la palabra, pero que debe asumirse que él recibía revelaciones de Dios y por lo tanto fue un profeta de Dios.

La fe de Abraham era lo más importante en este momento, pues sin verse algo claro creyó y le fue contado por justicia.

  1. Abraham acepta la Promesa

Al escuchar los planes de Dios y sus propósitos para su descendencia creyó firmemente. Von Rad opina:

Creer significa en hebreo "apoyarse" en Yahveh. Pero, el objeto hacia el cual Abraham orienta su fe, es como casi siempre ocurre en el Antiguo Testamento, una realidad futura.[7]

El gran problema para Abraham era creer en cosas futuras e inciertas, sin embargo acepta la promesa de Dios y se apoya en ella. Para que la palabra de Dios se cumpliera y todas las naciones recibieran la bendición de la cual Abraham era portador, éste debía creer y aceptar la promesa. Toda la vida de Abraham se centra en el pacto que Dios celebró con él, y es de tal importancia que supera el pacto en Sinaí.

Podemos decir que esto le fue suficiente a Abraham para aparecer en la galería de héroes de la fe de Hebreos 11. Un hombre que sin saber ni conocer mucho de Dios le creyó las promesas no claras pero salvíficas. Incluso Dios le anunció el sufrimiento del pueblo de Israel en Egipto, pero se comprometió a guardarlos de todo mal para cumplir su plan perfecto. Dios es un Dios perfecto y todo lo va a hacer perfecto. En el ministerio cuando él  llama a la persona, lo respalda y pase lo que pase, el llamado de Dios es el que lo alienta y no lo deja titubear. Así como Abraham le creyó a Dios, nosotros debemos creerle para que él nos llame justos y por esa justicia la bendición sea alcanzada por muchos más. La intima comunión y camaradería que existe entre Dios y Abraham está bellamente retratada en el capitulo 18 donde él intercede por Sodoma y Gomorra.

 LA BENDICIÓN DEL PACTO

Al cumplir Abraham su parte del pacto que es la fe, Dios empieza a cumplir con su parte que durará hasta el día de la redención.

Al llamar a Abraham, Dios le promete: 

a) que él poseería para siempre el país, Canaán  

b) que sus descendientes serán una nación particularmente privilegiada

c) que ellos vendrán a ser el canal de una bendición universal.

Por el hecho de ser el elegido de Dios para echar a andar su plan salvífico, su descendencia, el pueblo de Israel fue elegido por Dios para que fuera un pueblo santo y por medio de el llegar a todas las familias de la tierra para cumplir el plan perfecto de Dios. Podemos dividir las bendiciones del pacto de la siguiente manera.

a.    La simiente

b.    La Tierra

c.    La Bendición de Dios

d.    Ser Bendición

Dios le prometió a Abraham que daría bendiciones espirituales, territoriales, nacionales y personales mediante su "Simiente"…, el cumplimiento pleno de todos los elementos será la segunda venida de Cristo, quien es la simiente de Abraham.

Las bendiciones de Dios para el patriarca no se limitaban únicamente a ser espirituales, sino en muchos aspectos. En este momento, lo que Abraham soñaba no eran posesiones, ni riquezas, ni ser famoso, lo que él necesitaba era un hijo. Dios lo sabía y le prometió un hijo. Abraham tiene a su lado a un Dios Todopoderoso, por lo tanto le cree. Aunque después de haber Dios prometido y cumplido le pide que lo sacrifique. Aquí se ve en crisis para Abraham la promesa que para Dios sigue en pie.

Desde aquel momento Abraham consideró a Isaac como un hijo redimido a quien Dios le había devuelto. De hecho, en su corazón lo sacrificó. [8]

a.  La Simiente

La primer parte de la bendición del pacto tiene que ver con todas las familias de la tierra. Para poder redimir a todas las familias de la tierra Dios dice: "En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra".

Este pacto garantiza bendiciones eternas sobre Abraham, su simiente y todas las familias de la tierra.

La primera bendición del pacto es la promesa de la simiente. Abraham que no tenía hijos se apoyó de la promesa de Dios de que en su simiente serían benditas todas las naciones de la tierra. Esta simiente es el Señor Jesús que ha venido a darnos salvación y bendición a todas las familias de la tierra. El es la simiente de Adán y Eva (Gn. 3:15) y de Abraham (Gn. 22:18).

La descendencia de Abraham sería innumerable como las estrellas del cielo. Para Abraham esta promesa era sumamente importante. Por el hecho de ser promesa de Dios, y aunque los descendientes de Abraham hicieron lo malo y cometieron muchos errores enojando a Dios en muchas ocasiones, El estaba dispuesto  cumplir con el pacto.

Es importante notar como Satanás estuvo siempre tratando de afectar y eliminar el pacto de Dios. Son innumerables las ocasiones en las que el diablo se inmiscuye para alterar el plan, pero Dios siempre abrió caminos para que el pacto permaneciera. Dios obró durante muchos siglos hasta que llegó el momento cumbre del pacto, el nacimiento del Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, la simiente de Abraham.  Un descendiente de Abraham bendeciría a todas las naciones con la oferta de la justificación por la fe.

Todas estas promesas de Dios, aunque oscuras, Abraham las creyó y Dios lo encontró justo. Del mismo modo, todos los que crean en Cristo, son justificados por la fe.

Abraham creyó  en lo desconocido. No había biblia, teología, religión liturgia, nada, sin embardo creyó.

 En esta historia se hace notar la falta de confianza que el hombre muchas veces demuestra ante Dios. Abraham, aunque creyó a Dios, obedeció a los consejos de Sara y heredó muchos problemas que los judíos aún sufren hoy.

Siendo Abraham un hombre viejo, recibió de Dios la promesa de un hijo, pero cayó en el error de buscarlo por medio de consejos humanos, atendiendo a la recomendación de Sara para que procreara con Agar su sierva, que dio a luz a Ismael.

Cuando Dios promete algo, él cumplirá, todo ser humano debe esperar en la promesa de Dios sin buscar por sus propios medios y en otras partes lejos de Dios. Israel hoy sufre una de las peores guerras contra sus hermanos de sangre los palestinos descendientes de Ismael. Este error de Abraham puso en crisis por un momento el pacto, pero Dios le dice:

"Yo también bendeciré a Ismael."

b.  La Tierra

El pacto de Dios no solo incluía bendiciones espirituales, sino también materiales, pues le pidió a Abraham que dejara su tierra y su parentela para heredar la tierra que El le daría. Después de esto Abraham debía hacer un recorrido por la tierra para tomar posesión de ella. La promesa de tierra era para Abraham y para su descendencia. El término que más adelante fue usado es el de "Tierra prometida".

Según los geógrafos modernos, Abraham salió de Ur, conocida hoy como Tell El-Muqayyar, situada a catorce kilómetros al oeste de Nasiryeh, sobre el río Éufrates al sur de Iraq.

Además de las bendiciones espirituales, Dios hizo a Abraham promesas de bendiciones materiales. La tierra fue una de las promesas de Dios que más problemas y guerras ha traído al pueblo de Israel. Dios le dijo a Abraham: "Toda la tierra que ves la daré a ti y a tu descendencia para siempre" Gn. 13:15. Abraham, como ya hemos dicho, tomó posesión de la tierra por fe. Dios prometió que sus descendientes vivirían en ese lugar, que en su tiempo fue una de las tierras más deseadas de la Mesopotamia. Dios dijo que la tierra que la daría estaba "desde el río de Egipto, hasta el gran río, el Éufrates" y recalcó que la tierra sería de "posesión perpetua". Las promesas ancestrales se cumplieron en la última conquista de Josué. La conquista de Josué no agotó la promesa de esta tierra como el lugar escogido por Yahveh para su pueblo. Esta promesa de la posesión del país y una numerosa posteridad alegró mucho a Abraham, pues en aquellos tiempos vivía en sus tiendas junto a las fronteras de la tierra de cultivo.

c.  Canal de Bendición:

Dios no solo le estaba prometiendo a Abraham descendencia y tierra, sino le cambia el nombre de Abram al de Abraham, para que por medio de él fueran benditas todas las naciones de la tierra. Gramaticalmente hablando le añade una he hebrea, equivalente a una h  y que en hebreo significa poder.  También le prometió ser su Dios y el de sus descendientes. En este momento Dios ha prometido ser "su Dios", fórmula que después se vería completada cuando en el pacto del Sinaí Dios dijo: "Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo" Ex.6, 7.

Dios se estaba comprometiendo a cumplir sus promesas con un hombre, pero por el hecho de ser pacto ambos debían cumplir. Si Dios estaba ofreciendo mucho, también estaba pidiendo del pueblo santidad, pureza, adoración pero sobre todo, fidelidad.

La pregunta ahora es: ¿Cómo iban a recibir las naciones esta bendición de la que Abraham era portador? El método hoy es el mismo de Abraham, la fe.

Cuando Dios diseñó este pacto, no pensó solo en Abraham y su descendencia Israel, sino en todos nosotros los que por la fe hemos venido a sus pies y todos los que han de venir.

EL CUMPLIMIENTO DEL PACTO

Cuando  existe un Pacto y una promesa, debe existir también un cumplimiento. El pacto que Dios hizo con Abraham es un pacto eterno. Las promesas y bendiciones de este pacto se han cumplido parcialmente. Abraham es famoso, Dios ha bendecido a los que bendicen a Israel, y la simiente de Abraham ha venido a dar salvación a todas las naciones. Solamente falta que la totalidad del pueblo de Israel (diez tribus desaparecidas desde hace 2,586 años) regrese a su país y tome posesión de una tierra que muchos problemas le ha causado. Este pacto es un pacto perpetuo, la palabra hebrea es Olam, "perpetuo", este pacto tenía ya una idea básica de perpetuidad. El cumplimiento final del pacto será en el día de la redención. Que el Apóstol Pablo lo menciona como "el día del Señor", cuando seremos transformados a su imagen para estar siempre con Él.

Para que podamos hablar del cumplimiento del pacto debemos mencionar que para que este tenga cumplimiento, han pasado muchas crisis y Dios se ha provisto los medios para que su pacto siga en pie.

  1. La Crisis:

Desde el tiempo de la creación han existido diversas crisis en relación al pacto salvífico, podemos mencionar entre ellas:

·      La caída de Adán

·      El diluvio

·      La torre de Babel

·      La desobediencia de Israel

Todas estas crisis han venido a afectar al hombre  mas no la parte divina del  pacto.  Nos enfocaremos más a la desobediencia de Israel, pues es una época post-patriarcal. Al dar Dios un pacto eterno, sabía que los hombres siempre cometerían errores y faltas, en una sola palabra, pecados y faltarían al pacto pero Dios siempre dio alternativas al pueblo para seguir con su plan perfecto.

Uno de los patriarcas que por sus actitudes provocó crisis fue Jacob. Cometió muchos errores, pero Dios lo motivo a luchar para ganarse las bendiciones de Dios. A pesar de sus errores, Dios cumplió con él y le bendijo confirmando su pacto y sus promesas. Reconoció humildemente que era inmerecedor de todas las bendiciones que Dios le había otorgado, su nombre fue cambiado, ya no fue Jacob el Impostor, sino Israel el elegido.

La emancipación de Israel es uno de los ejemplos más claros de la crisis que vivió el pacto en esa época Dios sacó a Israel de Egipto con mano poderosa y todo el pueblo vio la gloria de Dios, sin embargo, no es lo mismo tratar y hacer un pacto con una persona que con más de medio millón.

En algunas ocasiones vemos en el texto bíblico antropomorfismos como el ejemplo de cuando Dios se enojó y quiso consumir a todo el pueblo en el desierto. En verdad Dios sabía que su pacto con Abraham era perpetuo, pero cuando el hombre falla y no quiere hacer su voluntad, Él busca otros medios para cumplir su propósito. Vemos también las crisis en la monarquía, el pueblo de Israel no se daba cuenta que para poder ser pueblo de Dios, debía ser santo y diferente a las demás naciones. Sin embargo escogieron tener rey. En el tiempo de los profetas Dios trató con su pueblo de una manera más directa, sin embargo ellos no acataron la voz de Dios. El pueblo del pacto, heredero de la promesa no cumplía con su papel de pueblo de Dios. Al ver Dios esta situación cumplió con la promesa de la simiente de Abraham.

  1. El Redentor:

Este pacto de Dios, eterno como hemos dicho, incluía la simiente de Abraham. La promesa de Dios era que para poder Abraham bendecir a todas las naciones, contaría con la simiente, pues en su simiente serían benditas todas las naciones de la tierra. Al cumplimiento de los tiempos vino el redentor a cumplir con su misión de ser bendición a las naciones para que todo aquel que por la fe crea en El sea llamado justo ante Dios.

A pesar de las crisis que el pacto ha sufrido, Dios ha permitido que el redentor obre, cumpliendo así la promesa de Dios.

Comprendemos entonces que en la perfecta voluntad de Dios este pacto ha permanecido por ya muchos siglos y permanecerá hasta el cumplimiento en la segunda venida de Cristo. Nosotros los gentiles hemos sido agregados al pacto de Dios por la fe y gracia

Pablo es claro y dice que somos "miembros de la familia de Dios" (Ef. 2:19) y parte de la "simiente" de Abraham (Gá. 3:16) y también nos llamó "herederos según la promesa"  (Gá. 3:29). Entonces somos hechos partícipes de la bendición de Dios para Israel.

Sin embargo, en medio de esta unidad del pueblo de Dios y familia de fe, todavía queda una expectativa para una herencia futura que concluirá con la promesa de Dios de una nación de Israel revivida, el reino de Dios y cielos nuevos y tierra nueva.[9]

Es una verdadera bendición de Dios ser copartícipes de este pacto, sabemos con toda certeza que somos participaremos de algunos de los acontecimientos futuros, pero la mayor parte de este plan bendito y perfecto que nos une, aun espera su cumplimiento futuro y eterno.

CONCLUSIONES

1.      Comprendemos que en la perfecta voluntad de Dios, este pacto Abrahámico y la elección de Israel se hicieron con un propósito definido, alcanzar  a todas  las naciones. Dios buscaba un pueblo santo en medio de gente pecadora, los preparó, los probó y los ha usado para que otras naciones conozcamos al Dios verdadero: Elohim, Hashem, El Shaddai.

2.      En el tiempo de Dios, este pacto fue hecho con un hombre que delante de Dios fue hallado justo.

3.      Dios eligió a este pueblo y lo ha guardado a través de los siglos. Para cumplirse este pacto con sus promesas.

4.      Vino  el Redentor a nacer en el seno de este pueblo santo para llevar bendición y salvación a todas las naciones de la tierra y hacernos partícipes a los creemos en El de las bendiciones y promesas de este pacto salvífico.

5.      En ningún momento debemos descuidar y olvidar este pacto de gracia, pues, Cristo no vino a deshacerlo, sino a compartirlo a todas las familias de la tierra.

6.      Esperamos entonces su final y eterno cumplimiento en la Segunda Venida del Mesías.

7.      Para ver ese glorioso desenlace, acerquémonos pues al igual que Abraham, con fe obediente a la Simiente de Abraham, Yehshúa Ha Mashiaj,  Nuestro Redentor.

BIBLIOGRAFÍA

o      Wood, León J. Los profetas de Israel. Outreach Publications. Michigan. USA. 1990.

o      Turner, Donald D. Doctrina de Dios. Editorial Portavoz. Michigan. USA. 1999.

o      Pearlman, Myer. Teología Bíblica y Sistemática. Editorial Vida. Miami. USA. 1992.

o      Berkhof, Luis. Teología Sistemática. Eerdrans Publishing. Michigan. USA. 1987.

o      Kaiser, Walter Jr. Hacia el Conocimiento del Antiguo Testamento. USA. 1990.-

o      von Rad, Gerhard. Teología del Antiguo Testamento. Ediciones Sígueme. Salamanca 1993.

o      Taylor, Richard S. Diccionario Teológico Beacon. Casa Nazarena de Publicaciones. USA. 1995.

 

 

 

 

Autor:

PEM  Erick Saúl Cifuentes Chávez

DATOS DEL AUTOR

Erick Saúl Cifuentes es Profesor en Teología y actualmente está cerrando una Licenciatura en Pedagogía y Administración Educativa en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Es catedrático en el Seminario Bíblico Pentecostal de Guatemala y ha escrito diferentes estudios y libros de temas teológicos, bíblicos, históricos y autobiográficos.

Cobán A.V., Guatemala septiembre de 2008.

[1] Teología Bíblica y Sistemática. Pearlman, Myer. Pág. 23

[2] Teología Sistemática. L. Berkhof. Pág. 349

[3] Ídem. Pág. 313

[4] Hacia una Teología del A.T. W. Kaiser. Pág.  113

[5] Teología del Antiguo Testamento. G.von Rad Pág. 225

[6] Los profetas de Israel. León J. Wood. Pág. 147

[7] Teología del Antiguo Testamento. G.von Rad Pág. 225

[8] Doctrina de Dios. Donald. Turner. Pág. 71

[9] Hacia una Teología del A.T. W. Kaiser. Pág.  330

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente