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La computadora, eje del intercambio cultural (página 2)

Enviado por Antonio Manfredi


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El diseño de la herramienta

Con toda esta información, se diseñó una pequeña herramienta específica para nosotros con tecnología de Base de Datos, muy simple, pero suficiente para que los alumnos pudieran construir sus propios medios de comunicación, publicar y despublicar con toda libertad y, sobre todo, albergarlas en la Red para su discusión posterior, lo que, por otra parte, llenaba de alegría a los alumnos, puesto que ver su trabajo inmediatamente reconocido les animaba a continuar adelante.

El problema surgió de la propia idea de los alumnos de jugar con las computadoras después de un cierto tiempo de trabajo lo que, en principio, no nos pareció grave, pero luego se convirtió en un handicap que, finalmente, resolvimos con un control exhaustivo de cada pantalla, mediante una pequeña aplicación informática que nos permitía en todo momento monitorizar el trabajo de cada alumno, contando siempre con la ayuda de un ayudante, cuyo único trabajo era controlar el uso de cada computadora y, en su caso, resolver las dudas técnicas que pudieran surgir para manejar la aplicación. En cualquier caso, la sencillez de la aplicación hizo que los alumnos se hicieran con ella prácticamente en las primeras dos horas de clase, dado que el problema principal hubiera sido una masiva concurrencia de usuarios -como ocurre en la realidad- pero en este caso nunca eran más de 25 alumnos los que concurrían, lo que no saturaba la base de datos.

Nos planteamos también la posibilidad de utilizar algún sistema de software libre para trabajar con los alumnos, especialmente Guadalinex, desarrollado y avalado por la Junta de Andalucía (gobierno autonómico de la región) a partir de Ubuntu, lo cual nos hubiera reportado todavía mayor reconocimiento en la comunidad universitaria. Sin embargo, los ordenadores de que disponíamos ya tenían cargado Windows XP y los alumnos manifestaron todos un conocimiento importante de este sistema, por lo que decidimos continuar con él, aunque en un futuro no muy lejano espero que podamos asumir Guadalinex, siempre que los alumnos reciban la debida formación previa, que no tiene por qué ser muy larga en el tiempo, pero sí muy especializada.

Distribución del trabajo

Cuando los alumnos habían recibido ya la suficiente información para manejar con soltura la aplicación, les planteamos una organización de nuestra peculiar redacción informativa, distribuyendo el trabajo por áreas: Nacional, Internacional, Cultura y Deportes (solo cuatro, para no complicar demasiado la organización)  a razón de seis alumnos por sección, eligiéndose un coordinador. Finalmente, todos los coordinadores tenían que volcar el trabajo final de su sección en el ordenador del coordinador general o director que, finalmente, diseñaba la portada.

Siendo nuestro curso de tres créditos universitarios, el equivalente a 30 horas, procuramos que todos los alumnos ocuparan, al menos, una plaza de coordinador y, al final, conseguimos que se editaran seis medios distintos (cada grupo le puso el nombre que quiso a su medio) y que otros tantos alumnos ejercieran de directores. Ningún alumno permaneció siempre en la misma sección y cambiaron, al menos, en tres ocasiones de lugar. En este sentido, fuimos muy flexibles y respetuosos con los gustos de cada periodista (no hay que olvidar que eran estudiantes de último año de carrera, muchos de ellos con experiencia real en medios de comunicación) dentro de las posibilidades que nos permitió nuestro sistema de enseñanza, de modo que los redactores estuvieron siempre a gusto y trabajaron en aquellos temas que realmente les gustaban.

El sistema de trabajo fue siempre el mismo. Les dimos a los alumnos un tema obligatorio por sección para desarrollar y la posibilidad de incluir hasta nueve más a decidir por ellos, siempre bajo la responsabilidad del coordinador. Decididos los temas y trabajando cada redactor en ellos, los coordinadores y el director mantenían una reunión en la que se decidía la portada principal del medio, y cada coordinador informaba al resto de cómo pensaba organizar su portada de sección, incluyendo gráficos, audios y vídeos si los hubiera. De este modo, como profesores, manteníamos un conocimiento exacto desde el principio del trabajo de cada redactor, a los que asesorábamos permanentemente para que consiguieran su objetivo. En este sentido, es importante señalar que pusimos a disposición de los alumnos una serie de fotografías, videos y audios procedentes de www.canalsur.es que los cedió gratuitamente para la ocasión, lo que facilitó también mucho el trabajo de nuestros redactores que, además, dispusieron siempre de un contacto directo con las agencias de noticias españolas, Efe y Europa Press, y todos los medios con que cuenta un periodista digital, obviamente.

Prohibido copiar

Se prohibió taxativamente a los alumnos copiar contenidos completos de cualquier medio y se les obligó a respetar los derechos de autor y reproducción, de modo que no podían disponer libremente de ningún contenido que lo permitiera expresamente. Cumplido así el plazo de dos horas de investigación de contenidos y planteamiento de la noticia, se facilitaba una nueva reunión de cada sección, esta vez dirigida por el profesor que atendía todas las sugerencias de publicación, gráficos y, sobre todo, portada, para dejar claro el objetivo. A partir de ese momento, tras un breve descanso, los alumnos disponían de 90 minutos para configurar finalmente cada noticia, cada portada de sección y el director la portada general, tiempo más que suficiente. De hecho, los alumnos siempre terminaban antes del tiempo previsto lo que, de hecho, suponía un nuevo acicate para los alumnos, que veían cumplidos los objetivos marcados.

En este sentido, es importante reconocer que la figura del profesor tradicional, controlando cada movimiento del alumno, queda un tanto relegada de este sistema que, necesariamente, debe permitir creatividad y libertad al alumno para sacarle el máximo provecho. Actuar con un control absoluto supone perder las posibilidades reales de las nuevas tecnologías y, sobre todo, requiere un esfuerzo físico real muy importante para el profesor, equivalente al de un ajedrecista que juega 25 partidas simultáneas, cada una con su planteamiento y estrategia. En cuanto los alumnos reciben la debida formación, hay que dejarles que creen sus contenidos, siempre en libertad aunque sin perder nunca el objetivo real. Por eso, abrir este sistema de enseñanza a otro grupo de alumnos de otras especialidades y años, no de último curso, debe ser valorado siempre con cautela, porque puede no servir para los intereses previstos y, lo que es peor, generar una sensación de fracaso innecesaria. Nuestra experiencia ha sido seguida por muchas áreas de la Universidad, que han seguido atentamente nuestros movimientos, pero, hasta la fecha, desconozco otra experiencia similar a la nuestra, al menos en Sevilla, ya sea por la disponibilidad relativa de los profesores, por la falta de medios técnicos o por el necesario desarrollo previo de un temario que aclare exactamente los objetivos previstos.

Un ordenador por alumno

Sí conozco la experiencia de la Universidad de Navarra, un centro privado que ofrece a sus alumnos con la matricula del primer año un ordenador personal, en el que el alumno va recibiendo toda la información necesaria para el desarrollo de sus diferentes asignaturas. Con ello, se consigue un nivel de interacción que ha requerido toda una reforma completa del sistema de enseñanza, como ha reconocido el profesor de esa Universidad y alma de este sistema, Ramón Salaverría (http://www.unav.es/fcom/mmlab/mmlab/index2.htm).

Concluidos los 90 minutos previstos, todos los alumnos asistían a una visualización crítica de cada medio por parte del profesor. Cada portada, cada noticia, era explicada por su responsable y cada cual planteaba opciones y críticas al resultado final. Después, se analizaba también la portada general, de modo que todos los alumnos participaban de las dificultades y aciertos que hubiera tenido cada uno de sus compañeros, hasta completar un acuerdo final de publicación que siempre se conseguía, mediante el diálogo y la discusión positiva. Cada medio permanecía publicado durante una semana en la Red y los alumnos remitían, ya desde sus hogares, nuevos comentarios y adaptaciones y mejoras posibles al profesor, que eran vertidas a una lista de discusión y consensuadas por todos. De este modo, el resultado final era realmente el que querían los alumnos. El profesor, lejos de imponer, orientaba sobre las distintas posibilidades, lo que siempre supuso efectos positivos por la capacidad, entrega e ilusión de los alumnos, lo cual es, probablemente, el mejor tesoro con que se puede encontrar un profesor para desarrollar su trabajo.

¿Y la evaluación?

La calificación de cada alumno se hizo de acuerdo con un criterio objetivo de manejo de la aplicación, capacidad de búsqueda, contraste periodístico, redacción de noticias, creación de portadas y, finalmente, otro criterio más subjetivo a favor del profesor basado en la participación en el aula. Evidentemente, la asistencia es obligatoria en este sistema y solo se permitían faltas no superiores a dos horas, debidamente justificadas. Tratándose, además, de un seminario optativo para los alumnos y, en la mayor parte de los casos, de carácter gratuito, hay que decir que apenas hubo suspensos y siempre se hizo el esfuerzo de recuperar a aquellos alumnos que, por diversas razones, parecían descolgarse del resto a la hora de participar y redactar, lo que siempre nos dio muy buenos resultados.

Es, pues, una experiencia que se viene repitiendo a lo largo de los últimos años en, al menos, nueve ocasiones y que esperamos se siga repitiendo, puesto que la dotación técnica no es importante (un aula con un ordenador por alumnos conectados en red) y los resultados pueden ayudar mucho a que los futuros periodistas tengan un mínimo de preparación en Periodismo Electrónico, una de las salidas profesionales que mayores horizontes de futuro tiene. Además, muchos de los sistemas de trabajo que aprenden con nosotros también son utilizados en otras áreas periodísticas, como son todas las redacciones digitales de las modernas emisoras de televisión y radio que, por varias razones, demandan profesionales con nuevas fórmulas de aplicación de su trabajo y, sobre todo, con mentalidad digital, adaptada a los nuevos tiempos.

Una experiencia chilena

Katia Muñoz, desde la ciudad chilena de Viña del Mar, reportó que la escuela de Comunicaciones de la Universidad de Viña-UVM (http://www.uvm.cl/comunicaciones/) inició en mayo un programa de perfeccionamiento para otorgar el grado de Licenciado en Comunicación Organizacional destinado a profesionales de Chile y la región interesados en esa especialización.

La propuesta académica de 162 horas en cuatro módulos incluye una modalidad presencial de una vez al mes y la modalidad on-line, para integrar los conocimientos en un ambiente de aprendizaje que permita el contacto semana a semana del estudiante con el profesor de cada asignatura, a través de foros, chat y conferencias.

La plataforma virtual de la UVM posibilita el acceso a las presentaciones, archivos y discusión en tiempo sincrónico de temas tratados en clases como igualmente a través de foros con expertos internacionales.

El programa proporciona a los participantes conceptos teóricos, herramientas metodológicas e innovaciones tecnológicas para diagnosticar, planificar y gestionar proyectos de comunicación en organizaciones y que el estudiante desarrolle y fortalezca sus capacidades de diagnóstico, análisis, planificación y toma de decisiones relacionadas con la gestión comunicacional, ejercitando los conocimientos y técnicas de investigación aplicada a las organizaciones. Al finalizar el programa, cada estudiante desarrollará una investigación aplicada en comunicación organizacional con la respectiva guía didáctica.

 

 

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