De hoja facciosa a empresa periodística moderna. La transformación finisecular del diario La Capital
Enviado por Florencia Pagni – Fernando Cesaretti
- La prensa rosarina del siglo XIX: un periodismo explícitamente faccioso
- El Decano de la Prensa Argentina. Un origen faccional para una empresa comercial
- "Las columnas de La Capital pertenecen al pueblo"
- Bibliografía
Hay ciudades con historias y ciudades nada más,
unas miran adelante, otras viven hacia atrás.
Yo vengo de una modesta donde nadie piensa mal,
ciudad con un solo vicio: el diario La Capital.
La leyenda de Rosario. Rafael Ielpi.
Introducción
En este trabajo vamos a intentar acercarnos a la emergencia de una nueva forma de periodismo en el cambio del siglo XIX al XX, tomando como caso testigo a un diario rosarino en particular enmarcado en el contexto general del escenario social, político y periodístico en que estuvo inserto, considerando para el análisis la pertinencia de la noción gramsciana de hegemonía cultural.
En los procesos históricos los cortes producidos suelen ser tener mayor contundencia que las continuidades. Conviven ambos en el común espacio de un tiempo de transición. Este es un período privilegiado en tanto modelo temporal de análisis, ya que se instituye como bisagra entre tiempos con rémoras de las actitudes vituperadas por los defensores del progreso y evidentes cambios estéticos y de prácticas en un sentido más moderno; ve acrecentarse el influjo de la modernidad liberal y el mercado que paulatinamente destruye o transforma las viejas situaciones y comportamientos de los más diversos sectores. Un tiempo relativamente corto (casi "espuma de la historia" si se lo mide en términos braudelianos), donde los diarios pasan a ser regulados no por el sistema político sino por el mercado periodístico. Centramos entonces nuestra investigación en la emergencia de esa prensa que en el término de pocos años transforma el hierro de la espada facciosa en el oro de las ganancias empresariales, Hacemos objetivo principal de estudio al diario que surgido en una vorágine de efímeras hojas facciosas perduró el tiempo suficiente para -tras producir las necesarias operaciones modernizadoras – constituirse primero entre pares en el campo periodístico local y en referente hegemónico por sobre las distintas corrientes políticas, con capacidad de establecer legitimaciones a partir de su propio discurso.
La prensa rosarina del siglo XIX: un periodismo explícitamente faccioso
En la prehistoria del periodismo rosarino corresponde señalar a la imprenta volante del Ejército Grande que fue desembarcada por Sarmiento en la aún villa del Rosario en diciembre de 1851. El sanjuanino imprimió entonces una carta a los rosarinos, donde agradecía el entusiasmo con el que el vecindario había recibido a las tropas urquizistas que transitaban rumbo a la provincia de Buenos Aires a terminar con la larga y ya insostenible autocracia rosista.
A partir de ese hecho módico y fundacional a la vez, realizar la crónica del periodismo rosarino en la segunda mitad del siglo XIX es tarea ardua, dada la multiplicidad de publicaciones editadas, la mayoría de ellas de efímera existencia. Podemos sin embargo señalar cronológicamente algunos hitos.
El primero se da en 1854 con la aparición del inicial periódico rosarino, La Confederación, dirigido por Federico de la Barra. Al igual que la estructura estatal que le dio título, desaparecerá en septiembre de 1861, tras la pactada farsa bélica de Pavón.
En 1856 se suma El Comercio. De 1860 es El Progreso. De 1861 es El Eco Comercial. En 1864 se fundó El Cosmopolita. En 1865, editado en inglés, The Argentine Citizen. Todas hojas de corta existencia
El Ferro-Carril expresó entre 1863 y 1868 el ideal de progreso que la proyectada línea a Córdoba encarnaba. Enrolado de modo explícito con el gobierno de Mitre, finará al término de la presidencia de este, no llegando a ver terminado el camino de fierro por el que había bregado desde su título mismo.
De 1870 es La Opinión Nacional.
Desde 1871 y hasta 1877 apareció La Cabrionera, popularísimo semanario dominical que hizo de la sátira política y de la burla de costumbres su línea editorial.
Hijo putativo de La Cabrionera fue entre 1899 y 1906, El Negro Sinforoso, semanario, liberal, político, "chillón", y literario. Autodefinido como "cívico radical hasta la grasa", gozó también de gran popularidad.
En 1872 surgió El Mercurio, que alcanzó dos años de existencia con una impresión tipográfica de excelente factura.
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