Fundamentos teóricos y metodológicos para fortalecer la competencia comunicativa profesional del estudiantado
Enviado por Esperanza
Fundamentos teóricos y metodológicos para fortalecer la competencia comunicativa profesional del estudiantado de la carrera de Comunicación Social en la universidad de Sancti Spiritus
La universidad como institución social constituye una red de comunicación cuya arquitectura y propósitos están mediados por el lenguaje. La necesidad del desarrollo de capacidades que debe dirigir el docente de manera consciente, para que el estudiante asimile los contenidos y se produzca en él estadios superiores de aprendizaje, es hoy una premisa importante en la formación de los alumnos que se forma en la carrera de comunicación social en la universidad de Sancti Spíritus. Para la concepción de ello y teniendo en cuenta que los alumnos en formación constituyen un por ciento elevado de los colectivos donde se requiere de un comunicador, se hace necesario que desde la formación de pregrado se preste especial atención a la competencia comunicativa profesional, como elemento clave en la garantía de un proceso pedagógico encaminado a elevar la calidad de los procesos formativos y de aprendizaje.
El problema educativo más generalizado y global de la educación de hoy está dado en las transformaciones educativas presentes en todas las culturas y países, independientemente del sistema social que impere. La causa está dada por la necesidad de mejorar la comunicación profesional por ser esta una arista donde aún existen dificultades y no está acorde con las exigencias que reclama el actual proceso de universalización, informatización e integración que la educación superior cubana.
Cuando se hace un análisis histórico y lógico de esta problemática se aprecia que esta situación se hace evidente intrínsicamente desde la sistematización de la ideología católica, cuando a finales del siglo XII, bajo la presión de la política de la Santa Inquisición en México, hace que proliferen la construcción de iglesias, seminarios y monasterios, pero además estimula la fundación de las primeras universidades en el continente americano, dentro de las cuales se funda la de La Habana.
Los primeros que se ocuparon de la formación docente establecen concepciones e ideas como la unidad entre lo intelectual y lo afectivo; la necesidad de educar la inteligencia, vinculada a la vida y en función del mejoramiento humano, la de defender la identidad latinoamericana, así como la unidad entre el estudio y el trabajo, de manera que en el proceso de educación e instrucción, el sujeto se eduque a partir de su contacto con el mundo circundante y su capacidad para significarlo y transformarlo durante su aprendizaje. Es obvio que subyace en ellos, la unidad entre educación y comunicación.
Al mismo tiempo surgen otras vías institucionalizadas entre el siglo XIX y primera mitad del XX: escuelas normales y centros universitarios para la formación regular de maestros, lo que trae consigo dentro de la Revolución Científico-Técnica, la Escuela de Pedagogía de la Universidad de La Habana, primer centro universitario de este tipo en un país de habla española.
Así, se producen cambios sustantivos en la formación de maestros vistos estos como los primeros comunicadores deseados por la revolución. Entre las figuras de la pedagogía cubana que más se destacan en este sentido de la comunicación y por el valor de sus reflexiones están Carlos Vaz Ferreira, Camila Henríquez Ureña, etc.
Otros también dieron sus aportes a esta nueva teoría: Agustín Nieto Caballero y Pedro Henríquez Ureña, quienes se dedicaron a investigar y a divulgar la originalidad e identidad de la cultura y la lengua, con el uso de nuevos resortes de comunicación.
Cuando se hace un análisis histórico de cómo ha sido tratada esta problemática en Cuba, es evidente que la educación siempre ha respondido a un proyecto político-social determinado, condicionado históricamente y fundamentado filosóficamente como resultado de la adecuación del pensamiento más progresista que se produjo en el país a partir de las obras de hombres como José Agustín Caballero, el padre de la filosofía cubana; Don Félix Varela y Morales, el primer gran combatiente por la escuela y por la Patria; José de la Luz y Caballero, sembrador de hombres y José Martí, quien sintetizó, con toda la grandeza de su alma, espíritu e inteligencia, lo más auténtico y verdadero del pensamiento educativo cubano.
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