La riqueza y actualidad de la Introducción al libro "Apocalípticos e integrados", sugiere diversas aristas de contenido para su análisis crítico. Intentaré, sin embargo centrarme en aquello que en mi criterio constituye la columna vertebral de esta exposición introductoria que a su libro-ensayo hace Umberto Eco.
Para comenzar, estimo como buena guía la expresión que construye Néstor García Canclini para dar título a una conferencia suya: "Todos tienen cultura: ¿quiénes pueden desarrollarla?" [1]Ella me resulta útil para plantear dos cuestiones que considero como prolegómenos de este análisis:
1ro.- La aseveración de que todos tienen cultura.
Su significado, a estos fines, se expresa, en mi criterio, en el recalcar algo aparentemente obvio pero que a veces se maneja de un modo que resume la impresión de que existe una parte de los hombres y mujeres para los cuales la cultura es algo accesorio, colocado fuera de su actividad o que están despojados de la posibilidad de tener cultura (otro asunto sería la legitimidad humana, en el más profundo sentido cualitativo distintivo de la condición humana, de eso que llamamos cultura y que vive en la diversidad de los mentefactos, artefactos y actos de los hombres y de sus interrelaciones histórico-concretas).
De modo que, al apoyarme en esa aseveración de García Canclini procuro subrayar mi entendimiento de la cultura como aquel conjunto dinámico de premisas reguladoras de la actividad humana relativamente estables -y de los valores materiales y espirituales que las sustentan, penetran y activan- que una comunidad y los individuos que la integran conforman históricamente, seleccionan, movilizan y desarrollan creadoramente, en relación directa con las circunstancias histórico-concretas en que realizan el proceso continuo de producción social, a través del que se cualifica humanamente[2]el conjunto de relaciones sociales en que se desenvuelven.
Esta apreciación sobre la cultura si bien, como resulta lógico, estima al llamado mundo cultural del hombre[3]en permanente construcción, y especialmente en los valores materiales y espirituales creados históricamente y que sustentan las premisas reguladoras de la actividad de esos hombres y mujeres en una comunidad específica (nación, clase, grupo social, etc), centra, sin embargo, su atención en la relación de eso seres histórico-concretos con el mundo que heredan y transforman con su propia actividad, a partir de las condiciones que le movilizan y le permiten realizarlo. Es en esa relación donde anidan las determinaciones culturales más intensas de la comunidad e individuos dados.
Tal estimación destaca el componente subjetivo de la actividad, dado el papel que en una cultura éste posee, pues desde el mismo, condicionado materialmente, se configura relativamente la relación de hombres y mujeres histórico-concretos con el mundo cultural que heredan de generaciones anteriores o con el de otras comunidades e individuos con los cuales se interrelacionan, los que les llegan como referentes objetivos. A los efectos del análisis del trabajo que me ocupa, importa mucho esta consideración pues en el abordaje que su autor realiza es explícita la preocupación por el papel de la cultura en la construcción-reconstrucción de subjetividad; en la formación de identidades diversas.
2do. El ¿quiénes pueden desarrollar la cultura que tienen?-paráfrasis ésta del título de la referida conferencia de García Canclini- aporta una problematización del desarrollo cultural que a los efectos del examen de la Introducción de Eco permite advertir que la indexicalidad necesaria a ese desarrollo rebasa con creces el quiénes para incluir los cómo, los porqué, los para qué, los dónde, los con qué, etc, pero sobre todo el qué es, en tanto tal, el desarrollo cultural de un grupo humano específico.
Ambas puntualizaciones iniciales me parecen sustanciales para captar la visibilidad epistemológica de Eco pues, de uno u otro modo, subyacen en la insatisfacción que explicita al expresar: "Es profundamente injusto encasillar las actitudes humanas -con todas sus variedades y matices- en dos conceptos genéricos y polémicos como son "apocalípticos" e " integrados" "[4]. Es decir, Eco analiza dos actitudes culturales aparentemente polares en una trama de "desarrollo cultural": la cultura de masas, que constituye el contexto teórico y práctico que inspira el ensayo y que él mismo se encarga de calificar como anticultura[5]por cuanto limita las verdaderas potencialidades humanas para la actividad libre y consciente, histórica y sociológicamente condicionada.
Llegado aquí vale apuntar que, escrito en 1965, el libro de Eco, visto desde su Introducción, conserva una actualidad extraordinaria que da cuentas de la aguda visión escrutiñadora del devenir cultural que tiene su autor. Motivo éste que le permite encajar perfectamente en el espíritu y la letra de los "problemas actuales de la cultura y de su trayectoria conceptual a partir de 1960"[6] .
Actualidad que se recalca, tal vez, porque el presente ha agudizado las contradicciones que explican el fenómeno de la cultura de masas, y otros afines, hasta llegar a una especie de apoteosis suya donde la presencia de "apocalípticos" e "integrados " lejos de ser rareza o rezago del pasado resulta un hecho demasiado corriente. Cuestión ésta comprensible no solo -ni a consecuencia inmediata per se- por el boom en las tecnologías de la comunicación al que asistimos desde las últimas décadas del siglo pasado, sino también por estar éstas involucradas en una época de profundos cambios globales que dibujan, cada vez más, un inusitado peso de la calidad cultural de la participación de las masas en la suerte de los rumbos sociales. Asunto éste que fundamenta, mas allá de lo económico pero conteniéndolo de manera esencial, la imprescindible necesidad sentida de fundir cultura (burguesa) y desarrollo (capitalista), como cuestión de seguridad del establishment global hegemonizante. Fusión que entendida en buena ideología liberal encuentra magnífica síntesis pragmática en las llamadas industrias culturales que expanden la cultura de masas o al menos en las formas más abundantes y aberrantes de esas industrias culturales[7]
Siendo la cultura de masas el contexto de inspiración del ensayo de marras, como antes se refirió, resulta prudente en este análisis plasmar la manera en que la visibilizo conceptualmente, la que creo en la misma cuerda de Eco, aún cuando él mismo declara el verse obligado a " echar mano de un concepto genérico y ambiguo como el de ""cultura de masas". Tan genérico, ambiguo e impropio, que a él se debe precisamente el desarrollo de los dos tipos de actitud contra los cuales vamos a establecer debate"[8] . Sin embargo, cualquiera que sea el alcance de esa ambigüedad, en ese concepto están captadas determinaciones histórico-sociales que es posible apreciar.
Desde esta perspectiva razono que la cultura de masas concuerda, en la acepción contemporánea del concepto (ya que Eco en su trabajo va dando cuenta de su gestación histórica, particularmente a partir del surgimiento de la imprenta ) con el despliegue de la llamada sociedad de masas que se expande, finalizada la Segunda Guerra Mundial, en los países (capitalistas) más desarrollados, como consecuencia de procesos de democratización y de toma de conciencia política de las capas medias y bajas de la sociedad, de la industrialización y el crecimiento demográfico y urbano, del intervencionismo y fortalecimiento históricamente condicionado de los Estados en el concepto de estados de bienestar. Cuestiones éstas que se acompañaron de un proceso de adaptación psicológico-social que hubo de tener su parangón cultural pertinente para mantener el status quo de esas sociedades urgidas además por la mayor presencia de procesos alternativos al capitalista.
Esa cultura de masas es aquella destinada a fabricar -a gran escala, con dimensión industrial y haciendo uso de los desarrollos científicos y tecnológicos afines- una producción simbólica cargada de estereotipos, cuyos pilares son la cultura comercial, la sociedad de consumo y las respectivas instituciones publicitarias encargadas de estetizar "convenientemente" la realidad en sus mensajes. Es, por tanto, una cultura que se denigra en su reducción a medios de entretenimientos y de distracción. Junto a ella, impulsándola, se desarrollan, como ya se apuntó, las llamadas industrias culturales[9]como conjunto de empresas y otras entidades cuya principal actividad económica es la producción-distribución de mercancías con contenidos simbólicos, desplegando en su proceso una tensión mutua entre creatividad y estandarización de los individuos y sociedades.
Una de las maneras que tiene Eco de referir en su Introducción el fenómeno de la cultura de masas resalta que: "La situación conocida como «cultura de masas» tiene lugar en el momento histórico en que las masas entran como protagonistas en la vida social y participan en las cuestiones públicas. Estas masas han impuesto a menudo un ethos propio, han hecho valer en diversos períodos históricos exigencias particulares, han puesto en circulación un lenguaje propio, han elaborado, pues proposiciones que emergen desde abajo. Pero, paradójicamente, su modo de divertirse, de pensar, de imaginar, no nace de abajo: a través de las comunicaciones de masa, todo ello le viene propuesto en forma de mensajes formulados según el código de la clase hegemónica. Tenemos, así, una situación singular: una cultura de masas en cuyo ámbito un proletariado consume modelos culturales burgueses creyéndolos una expresión autónoma propia. Por otro lado, una cultura burguesa -en el sentido en que la cultura "superior' es aún la cultura de la sociedad burguesa de los últimos tres siglos- identifica en la cultura de masas una "subcultura' con la que nada la une, sin advertir que las matrices de la cultura de masas siguen siendo las de la cultura "superior'. "[10]
Es valiosamente sintético el autor cuando reseña la encomienda de la cultura de masas como" la adecuación del gusto, y del lenguaje, a la capacidad receptiva media"[11]. De modo que su encargo y fin es el consumismo, a un nivel de degeneración humana tal que puede experimentarse incluso con las manos vacías, a través del incentivar el perenne desear las ofertas simbólicas que se lanzan a la circulación como fetiches o fantasmagorías en series que colocan en sus consumidores reales o virtuales la ilusión de llegar, a través de su apropiación aunque sea ideal, a ser parte de un todo poderoso. El solo consumo de esos mensajes paradójicamente crea el delirio del poder llegar y estar entre los ganadores, acompañado de disímiles complejos.
A partir de esas perspectivas resumo el análisis crítico del contenido central de la Introducción del libro "Apocalípticos e integrados" en la identificación de las dos siguientes aportaciones significativas para establecer, como afirma Eco, el debate contra ese tipo de actitudes:
1ro.- Una caracterización sintética y esencial de la cultura de masas como producente de una bifurcación sociológica desde el punto de vista de la formación-valoración-comportamiento cultural: los apocalípticos y los integrados. Ramificación ésta que se hace borrosa y aparencial al expresarse entre sus polos una relación de unidad dialéctica de discordancia-concordancia, sobre todo en su expresión social.
Si por una parte, la actitud del apocalíptico trasciende socialmente desde una visión de estratificación social entre élites cultas, con capacidad crítica (la que por cierto Eco nos advierte que para nada se debe desestimar) y una masa de individuos informes en tanto tales, enajenados culturales que se agotan en lo humanamente efímero y epidérmico de sus aprehensiones culturales, la actitud del integrado, por otra parte, implica el amordazamiento definitivo del disenso social esencial y la muerte terminante de todo gesto de pensamiento emancipatorio radical. Así, si los primeros se encierran en la creencia arrogante y ataráxica de los distinguidos, los otros se enclaustran en la alucinación de creerse partícipes, o desear serlo, de los términos más contemporáneos de la realización social de los individuos. A los integrados no se les niega la acción, se les proponen recetas incluso para ser "creativos", diferentes. Por eso, si los apocalípticos se sienten cada uno parte de esa especie de superhombre que al estilo nietzschiano " opone el rechazo y el silencio a la banalidad imperante, nutrido por la desconfianza total en cualquier acción que pueda modificar el orden de las cosas "[12], los integrados tienen también su Übermensch, al que aspiran y para lo que se cuidan de no perder su capacidad de buen "interlocutor" (receptor) en la relación "cultural" que establecen con el espectáculo que se les ofrece y por tanto de no entrar jamás en la sospecha de querer cambiar las esencias del orden establecido, aunque a veces se comporten, contando con las permisividades de ese orden, como masa crítica. De modo que el superhombre de los apocalípticos y el de los integrados convergen en la pasividad ante el estado esencial de cosas existentes, aunque en unos vaya enmascarada fundamentalmente como rechazo y en los otros como aceptación.
Eco nos hace sospechar que si bien los apocalípticos y los integrados no copan, por suerte, la totalidad de las actitudes culturales en este mundo si ofertan patrones cuya resonancia efectiva encharca bastante la actualidad y contamina de manera universal.
2do.- Una formulación de señales a estimar en la búsqueda de alternativas eficaces a esas actitudes, que pueden resumirse del modo siguiente:
a).-Para construir un mundo a la medida de lo humano es necesario no adaptar al hombre a las condiciones de hecho que han parido la industria cultural y los 'mass media' sino partir de esas condiciones de hecho, es decir tomarlas en cuenta porque " Nadie escapa a esas condiciones, ni siquiera el virtuoso que, indignado por la naturaleza inhumana de este universo de la información, trasmite su propia protesta a través de los canales de la comunicación de masas, en las columnas del periódico de gran tirada o en las páginas del folleto impreso en linotipia y distribuidos en los kioscos de las estaciones"[13].
b).- Por lo anterior, debemos plantearnos cómo lograr una relación libre con la cultura de masas ya que es un hecho que nos condiciona. Para ello lo primero es tomar plena conciencia de que esta contienda ocurre en el campo de la lucha de clases en sus particularidades actuales. De modo que si la cultura de masas se asienta en una industria cultural que parte del principio de la realizada superación de las diferencias de clases, su enfrentamiento exige el desarrollo cultural de las masas para esa contienda y en su contexto.
Resulta ineludible proponerse un desarrollo cultural de las masas que aporte capacidad para la búsqueda de referentes socio-estructurales proporcionados y actualizados, que orienten las elecciones humanas y la conformación y desarrollo de visiones propias del mundo.
c).- Se ha de prestar, por tanto, toda la atención debida a la comprensión y estudio de lo que es la masa, en general y en cada contexto, así como a cada mensaje de la cultura de masas y a la forma en que son consumidos, a fin de hacer transparentes sus características estructurales. Lo contrario es reproducir una actitud apocalíptica, incluso con presunto despecho.
A esa finalidad, Eco nos advierte[14]que resulta imperioso: 1.-no limitar el análisis a la forma del mensaje cultural, sino ver el carácter de "producida" de esa forma por las condiciones objetivas de su emisión; 2.-establecer por vía empírica las diversas modalidades de recepción, según las circunstancias históricas o sociológicas y de las diferenciaciones del público y 3.-precisar en qué medida la saturación de los varios mensajes puede colaborar realmente a imponer un modelo de hombre-masa, así como examinar qué operaciones son posibles en el ámbito del contexto existente, y cuales exigen distintas condiciones de base. Esto lo considera tarea por excelencia de la investigación histórica y en su estima exige la formulación de hipótesis políticas, con lo que subraya el incuestionable valor de la epistemología de segundo orden en este tipo de indagación científica.
En conclusión, el análisis de la Introducción de Eco a su libro "Apocalípticos e integrados", resulta suficientemente sugestivo para estimular la lectura de la obra; pero sobre todo para sentirlo como parte imprescindible de una plataforma ideológica para entender las condiciones necesarias que la actualidad impone a la lucha de clases, incluidas aquellas relacionados con la forja procesual de sujetos de alternativas sociales reales para lo que la actividad política, conceptual y práctica, deviene ante todo construcción cultural. Esto es, esa actividad debe procurar permanentemente trascender el estado de cosas vigentes desde la adecuada lectura y trascendencia -considerándola- de la cultura que acompaña cada una de las permanencias, recurrencias e innovaciones con las que el capitalismo se recicla en la subjetividad de no pocos hombres y mujeres del mundo.
Autor:
Camilo Rodríguez Noriega.
[1] Dicha conferencia fue impartida, el 24 de febrero de 2005, en el Seminario sobre cultura y desarrollo efectuado en el Banco interamericano de Desarrollo, seg?n consta en nota al pie del documento consultado que contiene la misma.
[2] Asumo el criterio de que el entendimiento acerca de lo que constituye cultura debe estimar el grado de ?… dominaci?n por el hombre de las condiciones de vida de su ser, de su modo hist?rico concreto de existencia, lo cual implica de igual modo el control sobre su conciencia y toda su actividad espiritual, posibilit?ndole mayor grado de libertad y beneficio a su comunidad ? (Guadarrama P., Pereliguen N. ?Lo universal y lo espec?fico de la cultura? Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1998,p.32. ). Es decir, como considera Armando Hart, ?…la cultura no es algo accesorio a la vida del hombre, est? comprometida con el destino humano y ejerce un papel funcional en la historia…en ella hacen s?ntesis los elementos necesarios para la acci?n y el funcionamiento de la sociedad como organismo vivo? (Hart Armando. Prologo al libro Gramsci y la filosof?a de la praxis?, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1997,p.5.) .
[3] Por mundo cultural del hombre entiendo el conjunto de las creaciones materiales y espirituales realizadas por la sociedad y que en principio cada generaci?n recibe de las que le anteceden al tiempo que las desarrollan y les funcionan como indicador de su propio desarrollo.Ver al respecto: Rodr?guez Ugidos, Zaira, ?Interrelaci?n de los aspectos cient?fico y valorativo en el an?lisis filos?fico de la cultura?, Obras, tomo2, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,1989.
[4] Eco Humberto. Apocal?pticos e integrados.Introducci?n.Documento electr?nico, Portal Latinoamericano de Sociolog?a en espa?ol.http//www.sociolog?a.cl.; p5.
[5] Dice Umberto Eco: ??La cultura de masas es la anticultura?? Obr.cit. p.5.
[6] La idea rememora y parafrasea el t?tulo de una conferencia impartida por la Doctora Alicia Pino, investigadora del Instituto de Filosof?a de Cuba. El t?tulo exacto es: ?Problemas actuales de la cultura. Su trayectoria conceptual a partir de 1960?
[7] Se hace esta acotaci?n a tenor del criterio y de la experiencia pr?ctica de que las industrias culturales no absolutamente est?n asociadas a la llamada cultura de masas ni a la degradaci?n del arte. Un ejemplo de ello es nuestra industria cinematogr?fica fundada en los albores de los sesenta, entre otros. De igual manera lo consideran, por ejemplo, para su caso, los organizadores de la Feria de Industrias Culturales de Andaluc?a la que asumen como factor de apoyo al desarrollo general de la comunidad andaluza en tanto tal.
[8] Eco Humberto. Obr.cit. p.5.
[9] Este t?rmino fue empleado por vez primera por te?ricos de la Escuela de Frankfurt, espec?ficamente por Adorno y Horkheimer, utiliz?ndolo para referirse a los fen?menos de expansi?n del mercado cultural que progresivamente iba dando lugar a la cultura de masas y a la aplicaci?n de los principios de organizaci?n del trabajo a la producci?n cultural.
[10] Eco Humberto .Ob.cit. p.14.
[11] ____________. Ob.cit. p 7.
[12] ___________ . Obr.cit. p.6.
[13] ___________ . Obr.cit. p 7
[14] Ver obra citada de Humberto Eco, p.16.