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Alicia detrás del espejo

Enviado por omar.perez


     

    Indice1. Introducción 2. Con las palabras del propio Freud 3. Bibliografía

    1. Introducción

    Las Organizaciones como Entidades Psíquicas. Al principio, las amibas No eran complejas; pero Se dividieron y entonces Comenzó el sexo Articulación sobre las conductas de las organizaciones. He aquí un tema que ha sido objeto de estudio de muchos teóricos, pero quizás todavía no lo suficiente. El título de este ensayo, fue elegido, como un punto de partida y al mismo tiempo como un disparador, para pensar y producir ideas que giren en torno a la temática del curso: el self y su influencia en las organizaciones. Sigmund Freud. Reprimido, sexual, pervertido; polémico, sin duda. Si se le toma a rajatabla, probablemente inaceptable. Pero con el mérito gigantesco de haber abierto toda una nueva área de reflexión. El teórico austriaco, partiendo de una fuerte formación en ciencias naturales, llegó a una articulación de los análisis de la realidad social e individual; a la cual dotó de una fascinación muy particular. Muy criticado, perseguido hasta el fin; no obstante su obra sirvió de punto de partida a muchos desarrollos ulteriores. Los humanos tienen el don de quedarse atrapados en la telaraña de sus propias creaciones. En esta obra, abordaremos algunas de las maneras en las que se da, analizando la idea de las organizaciones como entidades psíquicas. Esta metáfora asocia la idea de que las organizaciones son un fenómeno psíquico, en el sentido de que están creadas y operadas por personas y en última instancia por procesos conscientes e inconscientes de las mismas; con la noción de que la gente puede estar realmente influida o limitada por las imágenes, ideas, pensamientos y acciones a las cuales estos procesos dan alza. La metáfora nos anima a comprender que mientras las organizaciones pueden ser realidades socialmente construidas, estas construcciones suelen ser atribuidas a una existencia y poder en sí mismas que les permite ejercer una medida de control sobre sus colaboradores. A continuación, un ensayo de sus obras psicoanalíticas publicadas por primera vez en 1900, donde se aborda uno de los ejes del pensamiento Freudiano: el inconsciente.

    2. Con las palabras del propio Freud

    "Nací el 6 de mayo d 1856 en Freiberg, Moravia, un pueblecito situado en lo que hoy es Checoslovaquia. Mis padres eran judíos, y yo mismo he seguido siendo judío" . A los cuatro años Freud llegó a Viena, en donde, posteriormente estudió medicina, hasta recibir su título en 1881. La amistad de Freud con Joseph Breuer, el año que pasó en Francia con Charcot estudiando técnicas de hipnotismo, las cuales le parecieron muy limitadas, y su regreso al lado de Breuer, con quien desarrolló conjuntamente una técnica catártica, basada en "confesarse", fueron pasos previos para su obra psicoanalítica. Aunque en su brillante y amena obra, Freud no asentó ningún principio definido, podemos deducir ciertos conceptos fundamentales, de importancia teórica suficiente como para construir principios sobre la conducta humana.

    • Principio del placer: aquí no se usa el concepto en una connotación hedonista y filosófica; que es un "deber" buscar placer, sino que, más bien, se le usa en la más amplia connotación psicológica de que lo que motiva todo acto es el deseo de placer y, hasta cierto punto, de evitar el dolor. Por ello, en este ensayo la rasión d´être del hombre es hacer y mantener las cosas en un nivel tan placentero como le sea posible.
    • Principio de la realidad: el hombre no sólo busca placer, sino que va atado por límites reales, que le aconsejan cuándo posponer un placer inmediato a favor de un placer futuro más importante. En este caso, sigue buscando placer, pero también es realista y crea un orden jerárquico de placeres, y los placeres futuros que considere más importante tiene prioridad sobre los placeres actuales que juzgue menos importantes.
    • Principio de reducción de la tensión: su relación con los anteriores principios es evidente cuando se comprende la necesidad de algún mecanismo para ir de un extremo a otro de la realidad y el deseo, especialmente cuando estos, en sus formas más avanzadas, entran en conflicto. En consecuencia, el principio freudiano considera que el hombre se tensará cuando dos intereses diametralmente opuestos tiren de él.
    • Principio de polaridad o dualidad: de nota la existencia de dos fuerzas opuestas siempre presentes en la vida del hombre. Por consiguiente, todo lo que pertenece a la vida se manifiesta en dos cualidades disímiles.
    • Principio de repetición compulsiva: aborda el papel del hábito en la conducta humana. Una vez que el ser humano se acostumbra a hacer algo de cierto modo, tiende a repetir la actividad de modo muy parecido, hasta lograr realizarla sin mayor atención consciente. Y como este modo de enfrentarse a problemas queda fijado de una manera tan completa, el hombre lo sigue, lo lleve o no al éxito. En su Moisés y su monoteísmos, Freud dice:

    "La compulsión a la repetición procura revivir en la realidad el trauma psíquico – vivir una vez más su repetición"; si se trataba de una temprana relación afectiva esta es revivida en una relación análoga con otra persona o entidad.

    Lo que nos lleva a generalizar el concepto en un sentido de formación de hábito de la conducta. Cada uno de estos principios interactúan dentro de la misma persona, sin embargo, para tratar de describir la personalidad tanto de un individuo como de una organización, hace falta mucho más que los principios expuestos arriba. Pasamos de describir lo que el hombre hace al ejercer su personalidad, a explicar porqué actúa como lo hace. La dinámica de la conducta está compuesta por tres entidades:

    • El ello: esta entidad solo conoce el principio del placer y no se interesa por nada más. Es esa materia cruda, salvaje, indisciplinada, hedónica y fundamental que da energía al hombre durante toda la vida. Da al hombre la voluntad para seguir adelante y pone en movimiento todos los otros sistemas de energía que pudieran imponérsele. A pesar de su proclividad a tomar cualquier dirección que se le antoje, el ello debe adaptarse a otros sistemas; esta adaptación hace necesario el principio de polaridad y otro de reducción de tensión. Como lo señala Freud:

    "A la más antigua de las agencias o provincias mentales le damos el nombre de ello. Contiene todo el material hereditario, lo que está presente al nacer, lo fijo en la propia constitución biológica- por encima de todo, por tanto, los instintos se originan en la organización somática y que encuentran su primera expresión mental en el ello."

    • El yo: es de suponerse que si se dejara al ello original a merced de sus propios recursos, se destruiría a sí mismo. Es necesario vigilar su energía y dirigirla hacia el logro tan total como permitan las exigencias de la vida, sin permitir que se autodestruya. El yo, cumple tales funciones, siguiendo el principio de la realidad. El yo es la parte organizada del ello, sin juicios de valor ético; sólo busca medios para que el ello logre su propósito sin destruirse.
    • El superyó: Freud, nuca lo llamó conciencia, sin embargo se acerca más que ningún otro a éste concepto. El superyó se interioriza; constituye el brazo ético-moral de la personalidad. Sólo cuando desarrolla un superyó dentro de sí, adquiere el hombre un total desarrollo de su personalidad. Es idealista, no realista. Busca la perfección.
    • El libido: es una parte de la estructura del ello, que busca gratificarse con actividades sexuales. Como los apetitos sexuales prevalecen en un sentido orgánico al igual que otros apetitos, son obviamente un factor de la constitución física de todas las personas. El lector común o público en general deberá cuidar de no distorsionar el contenido de éste concepto al considerarlo de naturaleza predominantemente sexual o genital. En un sentido más amplio, se hace referencia a la energía que mantiene "vivo" al ser humano y a las organizaciones. Corren libremente por el cuerpo, esto le permite ser espontáneo ante los cambios y la vida misma; "emotivamente" flexible a las circunstancias, y ser capaz de entregarse libremente al análisis de sus propios procesos.

    Como ya hemos visto, el yo es un componente de la personalidad. También hemos visto que el hombre desea seguir feliz, aunque comprenda que ciertas realidades de la vida pueden posponer su tal felicidad. Para poder enfrentarse a las vicisitudes de la vida diaria, que no tienen en cuenta a su yo, el hombre debe defender su dicho yo en contra del mundo externo; en algunos casos hasta en contra de sí mismo. Esta defensa se vuelve mecánica, dada la proclividad a la compulsión de repetición. Una característica principal de un mecanismo de defensa del yo, es que no entra en el estado consciente del razonamiento, sino que funciona en el inconsciente. Así mismo, el mecanismo defensa puede distorsionar la realidad, e incluso negarla. Los principales mecanismo de defensa son: la represión, la racionalización, la reacción formativa, la proyección, fijación, negación, desplazamiento, sublimación, idealización. Poco podrá hacerse con el enfoque freudiano de la personalidad sin incorporar al sistema descriptivo alguna explicación de los estados conscientes. Es fácil enredarse en una posición semántica con respecto a los términos conscientes e inconscientes, al grado que se experimenta el deseo de inventar nuevas palabras. Sin embargo, toda posición Freudiana se relaciona a la creencia de que existen en el estado mental del hombre algo opuesto al estado consciente. Mejor que discutir si existe o no el consciente-inconsciente, así como la forma en que se abusa de ellos, dedicaré esfuerzos a describir lo que Freud daba a entender con ello

    • Consciente: es una parte mental de la que se está por completo enterado. Estar consciente permite saber en donde se está, que sucede alrededor, quien ese es, cómo hacer lo que en un momento dado se está haciendo.
    • Subconsciente: la entidad que se encuentra debajo o fuera de la conciencia, pero que no necesariamente se opone al término conciente. a la descripción anterior han de agregarse los procesos mentales innatos y que, en gran parte son autónomos por naturaleza, aun cuando requieran de algún esfuerzo mental. Las funciones físicas, sensoriales y los procesos de la organización se dan en el inconsciente.
    • Inconsciente: dice Freud que en algún lugar de la vida mental del hombre puede existir un estado que explique cosas que la mente no puede captar en determinado momento, pero que ya ha experimentado en forma pretérita. Tal estado es el inconsciente, el almacén mental del pasado del hombre y su campo de recreo en el presente.

    Hasta el momento habiendo realizado un breve recorrido sobre las bases teóricas del psicoanálisis, me centraré en la comparación de estas, con las entidades organizacionales. El ello se encuentra en la base de la pirámide organizacional, constituido por la base operativa. Es la base mayor de la organización –personalidad- y soporta toda la estructura. Es fundamental para el ello la capa inferior de los procesos inconscientes, de la que depende la organización. Esta entidad se caracteriza por realizar sus actividades laborales de manera "inconsciente", es decir; trabaja de una manera automática, sin "ver" más allá de una cadena de actividades por los que recibe un reforzamiento positivo –monetario y/o social -. Pocas veces los operativos hacen consciente la normatividad, sólo saben que deben seguirla y de no hacerla tendrán un reforzamiento negativo. El yo, encargado de la realidad, esta separado por del ello por la pequeña membrana del subconsciente. Este actúa más bien como portero que como depósito de la actividad organizacional. Esta constituido por el grupo "sándwich" , pues median las necesidades del nivel operativo –ello- y las exigencias de perfeccionismo del grupo directivo –superyó-. Solo puede facilitar o restringir el paso de materiales e información del personal operativo, pero no puede imponer nuevas reglas al juego. El superyó, representado por el grupo directivo dicta las normas y reglas que deberán seguir el juego, las demás entidades. Se centra en la idealización de su propia organización, muestra conciencia de sus propios procesos y ha aceptado e interiorizado la cultura en que se desenvuelve. Centro de toda la estructura organizacional es la filosofía organizacional –libido-, que se eleva en medio de la organización, para disminuir en el ápice del superyó; por lo mismo, la libido es el núcleo de gran parte de lo que ocurre en la organización y resulta afectada por aquella. Todo el conjunto de valores, creencias e imágenes que mantiene a la organización, son determinados por esta esencia organizacional, la parte no escrita de los manuales. Alrededor de toda la estructura y protegiéndola de presiones y roces procedentes del mundo externo, se halla una fachada de ladrillo, una estructura física que mantiene unida el cemento de los mecanismos de defensa del yo. En consecuencia, aunque las organizaciones – mecanismos de defensa- pueden cambiar su apariencia externa de la estructura, nunca llegan a alterar la estructura fundamental de su energía libidinal. Las aproximaciones generadas durante el presente ensayo, proporcionan las bases para un entendimiento más completo de la naturaleza y significado de las organizaciones como fenómenos característicamente humanos. Al pensar en las organizaciones de esta manera, estamos alerta sobre las entidades que influyen en las conductas de las organizaciones y por añadidura, nuestro modo de pensar. Y nos anima a reconocer la importancia de probar fuerzas y debilidades de las suposiciones que configuran la visión y trato de nuestras organizaciones con el mundo exterior. La principal limitación de este tipo de enfoque organizacional, la encontramos en el hecho de que la analogía incrementa el espectro de un mundo "Freudiano" donde intentamos manipular la mente de los demás. Derivado de resaltar el papel del inconsciente en la organización existe el peligro de que muchos desearían encontrar modos de dirigir no sólo las conductas de los colaboradores, sino también el inconsciente. No quisiera concluir sin mencionar que mientras sea posible actuar de un modo que sea racional a la existencia y papel del inconsciente en la vida diaria de las organizaciones, el conocimiento del inconsciente no producirá mayores reformas. La analogía que se presenta, promueve un estilo muy útil de crítica del pensamiento que puede ayudarnos a penetrar en muchas de las complejidades de la vida organizacional, pero no siempre proporciona respuestas y soluciones fáciles a los problemas que muchos esperan encontrar.

    3. Bibliografía

    1. GARETH, MORGAN; Imágenes de la organización; 1998; Ed. Alfa omega; México, DF. pags. 189-194.
    2. BISCHOF, LEDFORD; Interpretación de las teorías de la personalidad; 1994; Ed. Trillas; México, DF. pags. 41-89.
    3. HAMPDEN-TURNER, CHARLES; El hombre radical; 1978; Ed. Fondo de Cultura Económica; España. pags. 153-163.

     

     

     

     

     

     

    Autor:

    Psic. Omar Alejandro Perez Cruz.