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Transición del esclavismo al feudalismo (página 2)

Enviado por jose luis cabrera


Partes: 1, 2

Los Germanos: El pueblo germánico fue penetrando pacíficamente en el imperio romano, a través de la colonización de tierras y de relaciones comerciales. Poco a poco fueron adoptando las costumbres y la cultura romana, mientras los romanos recibían a su vez las influencias germánicas, especialmente a través del ingreso de bárbaros (nombre que recibían los germanos por parte de los romanos) a su ejército, llegando a ocupar altos cargos militares.

Los Hunos: Este pueblo nómada proveniente de Asia Central se caracterizaba por su brutalidad y su violencia. Vivían de los botines que recogían en los pueblos que conseguían dominar. A su llegada al norte de Europa comenzaron a empujar a los germanos hacia el oeste. Ellos fueron ocupando los territorios que los germanos dejaban libres al desplazarse.

Hacia fines del siglo V d.C. y tras la caída del emperador Rómulo en manos del general germano Odoarco, los germanos ya se habían adueñado de todos los territorios anteriormente pertenecientes al Imperio Romano de Occidente. De esta forma Europa Occidental se encontró dividida en reinos de origen germánico, llamados reinos Romano-Germánicos. La duración e importancia de los mismos fue variable, pero entre ellos hubo tres que se destacaron especialmente:

Reino Franco: fundado por los pueblos francos en las Galias (hoy, Francia)

Reino Visigodo: Fundado por los visigodos en la península hispana (hoy, España).

Reino Ostrogodo: Fundado por los Ostrogodos en la península itálica (hoy, Italia).

En tanto al norte de África se establecieron los Vándalos, pueblo germano que conquisto Cartago y se dedico especialmente a la navegación y la piratería.

Los reinos romano-germánicos

Los distintos pueblos germánicos se asentaron en diferentes zonas del antiguo Imperio Romano de Occidente, fundando reinos en los que los germanos pretendieron inicialmente imponerse como una élite social separada de la mayoría de la población local. Con el tiempo, los más estables de entre ellos (Visigodos y Francos) consiguieron la fusión de las dos comunidades en los aspectos religioso, legislativo y social con las instituciones romanas.

La diferencia cultural y de grado de civilización entre los pueblos germánicos y el Imperio romano era muy notable, y su contacto produjo la asimilación por los germanos de muchas de las costumbres e instituciones romanas, mientras que otras propias de sus antiguas tradiciones e instituciones se conservaron, formando así la cultura que se desarrollaría en la Europa feudal y que es la base de la actual civilización occidental.

Características comunes

Todos los pueblos germánicos se regían por una monarquía electiva. El rey o jefe de la tribu era elegido por una asamblea de guerreros, que además administraban la justicia, pactaban la paz o declaraban la guerra. No poseían un código legislativo, por lo que se regían por el derecho consuetudinario (basado en las costumbres).

La organización política en cuanto al poder era bastante simple. Encabezada por la clase de los nobles, que tenían acceso a los puestos de mando (asamblea de guerreros, mandos militares) y podían ser nombrados reyes de su tribu. Luego los hombres libres, quienes formaban parte del ejército, eran agricultores, pastores, practicaban la caza y otras actividades cotidianas. Por ultimo los esclavos, quienes debían trabajar las tierras y obedecer a un amo; sin embargo, recibían un trato más o menos similar al de un hombre libre, al contrario de culturas como la griega y la romana.

Su organización social era de tribus independientes, que ocasionalmente se confederaban para la guerra, aunque a menudo también lo hacían entre ellas. Eran pastores y agricultores seminómadas, cuyos asentamientos eran poco duraderos. No tenían alfabeto (el rúnico de los escandinavos se usaba sólo para fines religiosos), por lo que no hay registros escritos de su historia hasta su encuentro con los romanos. Tenían esclavos y hacían vasallos semilibres a los pueblos conquistados. Algunas tribus, como los francos salios, establecieron relaciones de clientela con los romanos, sirviendo ocasionalmente en sus ejércitos. Estas relaciones sentaron la base del futuro régimen social y político feudal, y los dominios que establecieron fueron el origen de los reinos medievales y los actuales países europeos.

La dinámica socioeconómica de Europa tras las invasiones germanas

Entre los siglos V al VIII d.C. en Europa Occidental se implanta el sistema agrario resultado del choque de las culturas germana y tardo-romana. Mientras que de los romanos se heredan el ager (cultura agraria sin demasiada tecnología) y el saltus (ganadería en lugares donde no se cultivaba), por parte germana se hereda directamente una cultura agropecuaria (es decir, agricultura y ganadería en directa relación), favoreciendo una cultura productiva agraria mixta con medidas como la de permitir pastar a los animales en los campos donde ya se han recogido los frutos. De esta forma se puede decir que la llegada de los germanos a las provincias del imperio aceleró la ruralización de la economía, ya existente en el imperio, y la decadencia de las ciudades. Mientras el medio rural se dinamiza la vida urbana comienza a decaer.

Cuando los jefes guerreros y la nueva nobleza germana formada tras las invasiones se dejan deslumbrar por la vida romana, las ciudades comienzan a revivir lentamente. Sin embargo, ya no eran ciudades, si no meras aglomeraciones, ajenas a la economía, de orden político-militar y religioso. Ya no cumplían las funciones económicas urbanas como centros comerciales y de manufacturas como durante el dominio romano, si no que llegan a ruralizarse.

Pese a todo, las ciudades plenamente romanas se ven favorecidas por su posición privilegiada y llegan a ser reconquistadas o influenciadas por el Imperio romano de Oriente, que continua con el comercio y controlando las rutas comerciales con Asia. Pero si bien siguen siendo ciudades comerciales las tareas de manufactura pasa a manos de los campesinos, debido a que estos no son especialistas sus artículos se producen únicamente para el uso básico y diario.

Por lo tanto, aun cuando el comercio se encuentra en declive las relaciones económicas no se interrumpen. Pese a que comienza un cierto comercio en el Atlántico, el centro más activo sigue siendo el Mediterráneo, sostenido por artículos de gran calidad y costo (marfil, especias…). Estos artículos de lujo no estaban al alcance de todos, tan sólo de los nobles. Se importan de oriente y los encargados de mantener este tipo de comercio son los negociadores (mercaderes de larga distancia).

Otro indicador económico es la moneda. Occidente hereda el sistema monetario tardo-romano, basado en el patrón Oro. Sin embargo, este patrón dificulta las transacciones diarias, basadas principalmente en el trueque, ya que la moneda se emplea en grandes operaciones comerciales y no existía la moneda fraccionaria. También servía como medio de propaganda política, ya que llevaban impresa la cara del rey y se consideraba que eso acrecentaba su poder. Aún así, para los pueblos que nunca usaron moneda, ésta no deja de ser un simple pedazo de metal.

Después de las llamadas "Grandes invasiones" germanas, Europa quedó configurada económicamente en tres grandes regiones: la de herencia tardo-romana (en el oriente, influenciada por la cultura romana de Bizancio), la de herencia germana (al norte, en las antiguas fronteras influenciada por las costumbres germánicas) y la de herencia ponderada (al sur en Europa occidental, mixta entre la cultura germana y la cultura romana).

Asimismo, la pertenencia de la tierra practicada con la fusión de ambas culturas se divide en tres tipos:

1.- Pequeña propiedad individual (practicada por campesinos germanos y romanos en lugares poco apreciados por su aridez o dificultad para cultivar), manteniendo la costumbre romana de la propiedad familiar hereditaria.

2.- Propiedad comunal (utilizada para trabajar las tierras marginales como bosques y montañas), manteniendo la costumbre germana de una economía mixta y propiedad colectiva de la tierra.

3.- Gran propiedad (utilizada en las grandes llanuras y valles fértiles), continuando con las villas romanas, aunque ahora trabajadas con esclavos y hombres libres en forma conjunta.

En Europa occidental donde existe una amplia abundancia de tierras y poca población, lo que produce un renacimiento de la esclavitud, pero ya no de la forma antigua, se permiten los matrimonios mixtos entre esclavos y libres, provocando un nuevo trabajador rural: el siervo.

En cambio en el norte muchos hombres libres se encomiendan a un gran propietario buscando amparo y protección por la irrupción de bandas de guerreros hunos al territorio. A cambio, estos hombres les entregan la propiedad de sus tierras y se sitúan bajo la potestad de su patrocinador, además de prestarle servicios de trabajo. Patrocinador y patrocinados quedan unidos por lazos de naturaleza personal. Los patrocinados deben prestar determinados servicios, que a veces van de meras tasas económicas a (frecuentemente) trabajos gratuitos. A medida que los campesinos se encomiendan, también retrocede la esclavitud, que va haciéndose menos necesaria y da lugar a la servidumbre.

En el oriente, si bien hay una negativa de la iglesia a la esclavitud de los cristianos, la cual, sin embargo, hace nada por evitarla en el caso de germanos, islámicos o de otras procedencias. Convirtiéndose en el principal proveedor de esclavos a occidente, donde los precios son más altos. En esta región los campesinos caen en la dependencia señorial, lo que soluciona el problema de la mano de obra, y permite vender a los esclavos.

De esta forma, se perfila la clase señorial, compuesta por la aristocracia laica, producto de la integración de los señores romanos dueños de las grandes propiedades con la aristocracia germana, a la que se suma (tras la conversión germana al catolicismo) la aristocracia eclesiástica (de la iglesia).

Ésta aristocracia se basa, por un lado, en la propiedad de la tierra y, por otro, en el control que tienen sobre los hombres que cultivan esa tierra. Tienen, de hecho, un poder absoluto sobre los esclavos que aún hay, y también muy considerable sobre los campesinos que, aunque teóricamente son libres, están bajo su potestad.

Se distingue un círculo aún más selecto de aristócratas, formado por jefes guerreros germanos, que son más ricos que los demás, al poseer más tierras y porque cuentan con un número de hombres considerablemente mayor. Su poder sobresale porque sobrepasa los límites de sus propiedades y se proyecta de lleno en la política. Su poder emana de la realeza a la que deben su riqueza y su fuerza social y política.

La era carolingia: camino al feudalismo (siglo IX d. C)

En la era carolingia es cuando se dan los pasos decisivos para la formación del feudalismo como modo de producción dominante. En el año 800, Carlomagno, rey de los Francos, asumió el titulo de emperador de Occidente coronado por el Papa en Roma y llamando al territorio conquistado el Sacro Imperio Romano. En estrecha relación con la iglesia, el imperio carolingio pretendió revitalizar la antigua estructura imperial romana y su cultura. La expansión del imperio carolingio no se limito solo a una anexión de nuevos territorios sino que se tejió una extensa red administrativa centralizada que tenía como principal objetivo imponer la cultura occidental sobre las tribus asentadas al norte de Europa, especialmente la religión cristiana y el idioma.

Como dijimos antes, la iglesia cristiana contribuyó en principio al debilitamiento del sistema imperial romano cuando a fines del siglo IV d. C se convierte en religión oficial del imperio. Pero se convertirá en el transcurso de toda la transición al feudalismo, del siglo V al X, en un importante factor de transformación al emprender la conversión de las masas de población rural al cristianismo y la latinización de las lenguas germanas dando como resultado las lenguas romances que hoy conocemos (idiomas como el español, italiano francés, portugués, son producto de ello). El cristianismo sería así el elemento necesario e indispensable para someter a la servidumbre a los campesinos y pueblos conquistados, quienes en gran mayoría se convirtieron a la religión oficial y en campesinos dependientes de un señor.

Fue en la época de Carlomagno en la que se comenzó la síntesis fundamental entre las donaciones de la tierra y los vínculos de servicio que caracterizarían al feudalismo europeo. Las concesiones de tierras de los reyes a sus súbditos (beneficios) dejarían de ser simples regalos para pasar a ser condicionadas por la prestación de un servicio personal (militar o de trabajo) bajo juramento de lealtad mutua (feudo). De esta forma, la nobleza y familias ricas juraban fidelidad al rey y se transformaban en vasallos a cambio de grandes extensiones de tierra formando una clase terrateniente y a cambio organizaban ejércitos para ofrecer seguridad y servir en las campañas militares para expander el imperio. Por otro lado, los campesinos libres, de origen germano, se transformaron en dependientes del señor que había jurado fidelidad al rey, ya que las constantes guerras lo obligaban a producir por la constante demanda de alimento de los ejércitos.

La estructura de poder consolidada por el imperio carolingio en toda Europa Occidental tenia la forma piramidal propia de las sociedades no igualitarias y fue el origen del feudalismo: el rey en la cima ostentaba un poder absoluto sobre condes, duques y marqueses que gobernaban las provincias del imperio y recibían tierras del rey en forma de feudo (es decir, a cambio de protección y prestación de servicios militares); a la vez, estos señores tenían bajo su mando una cantidad variable de caballeros (hombres libres pertenecientes a las familias importantes de las provincias) que servían como generales de los ejércitos y también recibían como pago tierras y siervos para trabajarlas. Por lo tanto, en esta estructura puede verse por un lado relaciones de señorío (entrega de beneficios) entre el rey y los señores, y entre los señores y los caballeros; por otro lado, relaciones de vasallaje (prestación de servicios militares) entre los caballeros y los señores, y los señores y el rey.

Las nuevas invasiones a Europa

A partir del 850 (mitad del siglo IX) a la muerte de Carlomagno su imperio se dividió en tres partes, haciéndose cargo al frente de cada región uno de sus hijos. Ninguno de ellos pudo tener el control y la autoridad suficiente sobre sus vasallos entablándose una feroz lucha por el poder entre los nobles y una guerra civil que debilitaría al imperio. Coincidente con este hecho, se produce la segunda invasión de distintos pueblos con los que el imperio había guerreado constantemente, los vikingos en el norte por el mar, los magiares por el este y los sarracenos por el sur, por tierra, ingresaron en territorio imperial y asolaron a la población campesina. Al no existir un ejército unido que defendiera las fronteras el imperio carolingio se derrumbó bajo la presión de la invasión y la guerra. A diferencia de las anteriores invasiones estos pueblos no ocuparon territorio imperial sino que arrasaban con las ciudades y aldeas campesinas, robaban y hacían esclavos, retirándose luego a sus tierras de origen con el botín de guerra.

Por esta razón en las últimas décadas del siglo IX el territorio de Europa occidental se vio surcado por castillos y fortificaciones privadas de las ciudades, levantados por señores rurales sin autorización de los reyes, para defenderse de los ataques de los ejércitos invasores. Esta situación les permitió consolidar un poder local y casi autónomo de una autoridad central, pero también les permitió sujetar a los campesinos a la tierra para trabajarlas, ya que el campesinado se veía en la obligación de agruparse alrededor de los castillos para protegerse de los invasores y así lentamente fue arrastrado a la servidumbre total. Es por eso que a la caída del imperio carolingio por sus guerras internas y por la invasión externa se conformo en su territorio una red de señoríos (extensiones de tierra controlada por un señor y sus aliados locales) que mantenían entre ellos solo una alianza ante el ataque de los invasores o para mantener a los campesinos sujetos a la tierra para ponerlas en producción. Esta forma de organizarse será el comienzo del feudalismo en Europa.

El avance del Islam

A principios del siglo VII d. C, surgió en Arabia una nueva religión predicada por Mahoma: el Islam. Basada en la creencia de un dios único: Ala. En principio, durante la vida de su profeta, el Islam se expandió por toda la península arábiga y convirtió a la religión a gran parte de sus habitantes. Con la muerte del profeta sus sucesores emprendieron una campaña expansionista hacia el interior de Asia Menor y el norte de África, logrando conformar un imperio basado en el idioma árabe y la religión islámica: el imperio Musulmán.

Después de su rápida expansión por estas regiones el imperio musulmán se interno en territorio de Europa Occidental por el sur de España, en el año 732 su avance fue detenido por la alianza de los reinos germánicos en los montes Pirineos (frontera actual entre España y Francia). De esta forma, el Islam se quedo controlando casi toda la península hispana integrándola a su imperio.

Durante la ocupación del Islam de esta región de Europa las ciudades desarrollaron una importante actividad comercial y cultural incluso mas ricas que las de Europa occidental dominadas por los señores feudales. Como centros del comercio con Asia Y África esta región adquirió un importante nexo para la provisión de artículos de lujo para los reyes y la nobleza feudal europea; asimismo, el desarrollo de una industria de productos agrarios que eran escasos allí eran negociados por mercaderes islámicos.

La respuesta de Europa Occidental al cerco del Islam y Las invasiones del norte

El constante problema que origino a Europa Occidental las guerras defensivas contra las invasiones desde sus cuatro puntos cardinales contribuyo para la formación socio económica de un nuevo sistema de producción. Encerrados en su territorio, con el cierre casi por completo de las tradicionales rutas comerciales con África y Asia, la falta de esclavos para producir alimentos, la decadencia de las ciudades, entre otros problemas, los sectores dominantes de Europa se fortalecieron alrededor de dos cuestiones: por un lado, la inmovilidad de los campesinos alrededor de los castillos de defensa les permitió disponer de mano de obra para producir; y por otro, la descentralización del poder, esto es, al ser cada señor la única autoridad en su región existían tantos centros de poder como señores feudales habían. Esta ultima cuestión dará como resultado una de las principales características del feudalismo: la falta de una autoridad central que ejerza el dominio de todo el territorio de Europa, como lo había sido el Imperio romano y el Imperio carolingio.

Una economía de subsistencia

La falta de un poder central que organice la vida social y económica de Europa occidental obligo a sus habitantes a idear una forma de sobrevivir a la situación de aislamiento que se veían sometidos por el cerco de los pueblos del oriente y del norte del continente. La respuesta económica fue el desarrollo de un sistema señorial compuesto por una gran finca propiedad de un señor y una gran cantidad de pequeñas parcelas de los campesinos, pero estos no eran propietarios de ellas sino que debían contribuir con donaciones para el señor como forma de pago por la protección. Asimismo, la imposibilidad de continuar con el comercio de otros tiempos los obligo a idear formas de conseguir o suplantar artículos y alimentos que antes llegaban de otras partes del mundo conocido.

El sistema señorial permitía producir alimentos y manufacturar artículos en una escala pequeña, en poca cantidad, que eran consumidos casi inmediatamente y sin posibilidad de acumular para destinar al comercio aunque sea local. Por otro lado, la escasa población producto de las numerosas guerras y pestes que asoló a Europa no permitía contar con fuerza de trabajo suficiente para producir a gran escala. De todas formas, este sistema económico fue exitoso para afrontar las amenazas y comenzar a idear un sistema que permitiera aumentar las fuerzas productivas (tecnología y población) para salir del cerco al que estaban sometidos. Esto va a desencadenar en el feudalismo, un modo de producción en el que Europa occidental va a encarar el recupero de su economía y de sus antiguos territorios.

Bibliografía

Anderson, Perry, Transiciones de la antigüedad al feudalismo, Siglo XXI, XXIII edición, 1999 (1979).

 

 

Autor:

José Luis Cabrera

Partes: 1, 2
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