En la actualidad, satisfacer las expectativas de los consumidores implica una tarea cada vez más difícil para las empresas. El rol de la sociedad no es el mismo de antes: el poder que han adquirido sobre las empresas no ha sido solo social, sino también legal; se crearon organismos reguladores encargados de que las empresas cumplan las normativas y ofrezcan información transparente sobre sus actividades. Así, las empresas que no demuestren un comportamiento socialmente responsable, son penalizadas no sólo por el mercado (que hace que sus resultados se vean disminuidos) sino también por leyes reguladoras.
IV. POSTURAS
Dos posturas generales pueden identificarse en torno a los cambios en la relación entre la empresa y la sociedad:
A. Una visión tradicional que considera a la empresa como un agente económico que se comporta de forma racional y persigue un fin que es la mera búsqueda de beneficios, sin necesariamente buscar favorecer a la sociedad. De esta manera, ante la situación actual, las compañías identificaron una gran oportunidad, pudiendo adjudicar a la responsabilidad social un valor económico directo, e integrándola como un instrumento más de su estrategia empresarial. Esto explicaría la creciente disminución exponencial de acciones filantrópicas o contribuciones caritativas durante las últimas dos décadas[5]y el surgimiento de herramientas puramente estratégicas como Marketing Social, Marketing con causa, Voluntariado Corporativo, RSE e incluso filantropía estratégica.
B. Una mirada que reconoce a las compañías como "un motor esencial de la economía (…) con una enorme incidencia en la vida de los ciudadanos"[6] y en parte responsable por el bienestar de los mismos. Aquí la empresa no sólo se separa de sus fines comerciales sino que desplaza al Estado en algunas de sus funciones, debiendo regular, gestionar los recursos, brindar seguridad, promover la educación, cuidar el medio ambiente, etc.…buscando mejorar la calidad de vida de la comunidad circundante.
V. INCLINACIÓN PERSONAL
En mi opinión, ambas posturas tienen su cuota de verdad. Es decir, las empresas por definición están destinadas a generar ganancias, beneficios, pero al mismo tiempo no pueden estar ajenas y deben actuar con responsabilidad frente a la enorme incidencia que tienen sobre la comunidad. Aún así pienso que no deja de actuar un factor arbitrario como lo es el grado de compromiso que el director general de la empresa adopta frente a la situación de la comunidad. Por lo tanto, "un frente clave es el de la educación de la RSE; se deben abrir (…) iniciativas sistemáticas de formación para los empresarios actuales."[7]
Por otro lado, es innegable que "los trabajadores buscan en la empresa algo más que la obtención de un salario que les permita cierta calidad de vida a ellos y a sus familias; también buscan (…) sentirse valorados dentro de la organización, y estar orgullosos de que se los identifique como parte integrante de la misma."[8] Al fin y al cabo, las empresas se componen de personas que también forman parte de una comunidad, en la cual todos nos vemos afectados por diferentes factores políticos, económicos, ambientales. En una sociedad avanzada, tecnologizada e intercomunicada como lo es la nuestra, sólo un necio ignoraría los problemas y necesidades globales e inherentes a cada comunidad. Las empresas y corporaciones pueden otorgar una gran ayuda, pero es en cada uno de nosotros, independientemente de qué rol juguemos en la comunidad, donde debe nacer una revolución cultural que modifique (y contagie) un comportamiento responsable que se transmita de generación en generación. Así es como evoluciona la cultura de una sociedad ante los problemas (reversibles, por cierto) que la atañen. Así es como se construye un nuevo paradigma, imperiosamente necesario.
[1] León, J.L. y Olábarri, E. Conducta del Consumidor y Marketing. Ediciones Deusto. Bilbao. 1996.
[2] García I. “Un Estudio de las Actitudes de los Consumidores Vascos hacia la Práctica del Marketing”. Tesis Doctoral. 1995.
[3] “Libro Verde”. Comisión de las Comunidades Europeas. Bruselas, 2001.
[4] “Libro Verde”. Comisión de las Comunidades Europeas. Bruselas, 2001.
[5] “La ventaja competitiva de la filantropía corporativa”, Michael E. Porter y Mark R. Kramer. 2002
[6] “Ética Empresarial: ¿Moda o Demanda Imparable?”, Bernardo Kliksberg.
[7] “Ética Empresarial: ¿Moda o Demanda Imparable?”, Bernardo Kliksberg.
[8] “Ética y Responsabilidad Social Corporativa”, Ma. Teresa Méndez Picazo. ICE, Ética y Economía, 2005. N.° 823.
Autor:
Tomas Ravalli
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