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Valle-Inclán, el marqués de Bradomín (página 2)


Partes: 1, 2

La acción está situada en Hispanoamérica. Nos describe con trazos geniales el personaje y la institución de las dictaduras hispanoamericanas. En Tirano Banderas se observa el distanciamiento del autor frente a los personajes, la deformación grotesca y una actitud satírica.

Está ambientada en Santa Fe de Tierra Firme, una imaginaria república hispanoamericana situada en las costas del Pacífico. En ella funde todos los paisajes y razas de la América hispana, igual que sucede con la lengua empleada, que recoge términos y expresiones procedentes de varios países americanos. Con ello consigue una enorme fuerza expresiva del lenguaje que alcanza una las más altas cimas de la creatividad verbal castellana.

La novela narra el intento de derrocamiento del sanguinario tirano Santos Banderas. Los sucesos que desembocan en la muerte y descuartizamiento del dictador se alternan con los datos que definen la perversión del poder arbitrario. La sátira de esta dictadura se convierte en la sátira de los valores hispánicos heredados en el Nuevo Mundo, un testimonio de la historia americana plagada de corrupción, dictaduras, injusticias y una denuncia muy marcada del papel histórico desempeñado por la metrópoli en las antiguas colonias.

Tirano Banderas crea el prototipo del dictador americano e inaugura, en el siglo XX, un amplio e importante ciclo de novelas que son un alegato contra la tiranía y el terror creados por estos siniestros personajes tan frecuentes en la política hispanoamericana del siglo pasado: El Señor Presidente (1946) del guatemalteco Miguel Ángel Asturias, Muertes de perro (1958) del español Francisco Ayala, El recurso del método (1974) del cubano Alejo Carpentier, Yo el Supremo (1974) del paraguayo Augusto Roa Bastos, El otoño del patriarca (1975) del colombiano Gabriel García Márquez y La fiesta del Chivo (2000) del peruano Mario Vargas Llosa.

En Luces de Bohemia se pone en evidencia el paralelismo del esperpento de Valle con Goya. Ya desde el título se comprueba la ironía del autor: de un lado, la luz, el brillo de la época modernista; de otro, la bohemia, relacionada con la vida nocturna. Se dramatiza en ella el recorrido nocturno de un poeta ciego, pobre y bohemio, Max Estrella, por diversos lugares y ambientes madrileños, como tabernas, librerías, calabozos. En definitiva, una bajada a los infiernos, que evidencian toda una sociedad miserable y corrupta. Nada se escapa a la mirada crítica y satírica del autor.

Se trata de un esperpento trágico sobre la vida literaria en la sociedad española en la que no hay lugar para el genio ni para el trabajador. Sólo puede prosperar en esta sociedad la canalla y la infamia.

Valle pone de manifiesto la decadencia de España y los españoles, que vistos desde fuera son un esperpento. El protagonista principal de la obra, Max, es el único que a pesar de ser ciego ve la realidad de la vida, de ese Madrid absurdo, brillante y hambriento.

La acción comienza por la mañana y termina el día siguiente por la noche. Max Estrella sale por la mañana de su casa y pasa media noche en la cárcel. A la mañana del día siguiente lo encuentran muerto ante la puerta de su casa. Lo entierran hacia el atardecer y la acción termina por la noche cuando Don Latino está en el bar. Toda la acción transcurre en Madrid y el tiempo es real. Valle ha situado la obra en una época en la que había disturbios callejeros en España, época en la que Maura era Ministro de Gobernación.

Divinas Palabras es lo que se denomina una pieza de aldea. En ella Valle-Inclán abandona, prácticamente, el tema gallego. En ella el núcleo es la envidia, el odio, la avaricia, el adulterio sin faltar los rituales milenarios, la brujería y las supersticiones. Todo ello transmitido con una lengua versátil, capaz de revelar las personalidades y estados anímicos de sus hablantes, que se manifiestan a través del planto, el grito, la frase acerada, el refrán y las divinas palabras: el latín, lenguaje arcano capaz de detener, con su ignoto significado, la mano de quienes estaban dispuestos a «arrojar la primera piedra» sobre la adúltera Mari-Gaila, en una nueva versión de la evangélica María de Magdala.

En Divinas Palabras domina lo grosero, rudo y monstruoso. En esta obra dramática no hay una intención crítica positiva sino cínica, burlona y vengativa. Las motivaciones de cada uno de los personajes de esta obra teatral son siempre brutales, necias, impulsadas por los malos instintos.

La acción de la obra transcurre en la Galicia de principios del siglo XX. En la aldea de San Clemente, el sacristán Pedro Gailo es conocido de todos gracias a su conocimiento de la fe y aparte por la codicia de los hombres por su mujer María Galia, adúltera. El titiritero ateo Séptimo Miau, condenado por el sacristán por tener trato con el diablo y carecer de moral, seduce a María Galia, descubierta y humillada por el populacho, quienes la llevan desnuda ante su marido en la iglesia para finalmente intentar apedrearla. Para huir de la pobreza, la esposa del sacristán de aldea utiliza a un niño hidrocéfalo como atracción de feria. Eso la llevará a enfrentarse a su cuñada, que tiene el mismo propósito.

Con la trilogía de El ruedo ibérico (La corte de los milagros, 1927; Viva mi dueño, 1928 y Baza de espadas concluye la obra literaria de don Ramón del Valle-Inclán. Realmente esta trilogía estaba proyectada dentro de un proyecto más ambicioso en el que pretendía novelar un periodo histórico mucho más largo, pues, al igual que los Episodios nacionales de Galdós, pretende narrar la historia de España desde el reinado de su detestada Isabel II hasta la época contemporánea al autor. y compuesto de tres series, cada una de ellas formadas por tres libros. La muerte del autor hizo imposible este inicial proyecto del que solamente quedó la primera serie y no completa el todo.

Esta trilogía corresponde a los preparativos de la Revolución del 68 –La Gloriosa-, que destronó a Isabel II y que el autor da ficción partiendo de fuentes históricas. Se dice que este ciclo enlaza con el carlista, siendo un eslabón entre ambos Una Tertulia de Antaño, que su autor concibió como parte de la serie carlista y después independizó para incorporarla a la primera novela de la serie isabelina.

En El ruedo ibérico nos enseña los secretos de la vida palaciega, las camarillas cortesanas, las intrigas políticas de Prim y otros personajes históricos que buscaban sustituto para el trono de la reina Isabel II. El desfile de personajes es enorme y todos forman parte de ese "ruedo ibérico" que el autor trata como de pandereta y castañuela.

La protagonista de la trilogía es toda la España de aquel tiempo, una España contemplada como una gran plaza de toros en cuyo ruedo se representa el espectáculo de la degradación moral y social. El lector ve desfilar todo tipo de personajes de toda condición social en un revoltijo de supersticiones, amoríos, intrigas y milagrerías, donde los acontecimientos irán apareciendo sin que apenas exista una trama argumental. Valle-Inclán escribió esta serie novelesca con la rabia y la intención de mostrar que el inaudito espectáculo del ruedo ibérico de los tiempos isabelinos se podía aplicar casi al pie de la letra a la España contemporánea en la que él vivía, porque, en definitiva, nada había cambiado ni nada se había corregido.

 

 

Autor:

Francisco Jesús Portela León

 

Partes: 1, 2
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