Resumen
La sociedad actual exige cada vez más personas mejor preparadas que atiendan las necesidades que se suscitan; es por ello, que la educación, como uno de los motores principales del desarrollo social, económico y tecnológico, se plantea enfoques de enseñanza y aprendizaje que correspondan a las características y demandas del contexto a través de perspectivas pedagógicas pertinentes y factibles.
Abstract
Nowadays society demands better prepared people who assist the necessities taking place in the context: furthermore, education, a one of the main engines to provide social, economic and technological development, sets learning and teaching approaches that are proper to the characteristics and requests of the context through appropriate and possible pedagogical perspectives.
"Tan sólo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él."
—– Emmanuel Kant
"La educación ha logrado que las personas aprendan a leer, pero es incapaz de señalar lo que vale la pena leer."
—– George Travelyan
Introducción
Al iniciar este breve análisis, cuyo tema central es la educación, podemos visualizar dos ideas un tanto controversiales y contradictorias entre sí. La primera, expresada por Emmanuel Kant, asume que el ser humano necesita ampliamente de la educación para lograr llegar a ser un individuo apreciado por la sociedad en su transitar por la vida. Él delega una gran responsabilidad a la educación: el compromiso y la tarea de formar y transformar a cualquier persona en un verdadero hombre (entendiéndose este término como el logro de cualquier ser humano, hombre o mujer, de ser convertido en algo valioso y valorado por la sociedad). Por otro lado, George Travelyan nos confronta con una percepción distinta del concepto de educación. Haciendo cierta inferencia de su breve pero muy concisa frase, podemos deducir que él considera a la educación como un proceso de formación un tanto trunco, pues no alcanza a producir un verdadero sentido de razonamiento en el ser humano. Esto se refleja en la aseveración que declara de manera explícita la incapacidad humana, a pesar de haber recibido una educación, para saber decidir si cierta cuestión es realmente valiosa y productiva o si carece de significación alguna; en este caso se hace referencia a la selección de los textos y lecturas apropiadas. Claro está, en palabras de Travelyan, que el hombre ha aprendido a leer a través de un proceso educativo; sin embargo, no ha logrado niveles más abstractos para saber descifrar si lo que lee es realmente conveniente, significativo y relevante.
Pese a sus marcadas diferencias sobre la concepción de la educación, ambos autores reconocen, de cierta manera, la trascendencia de ésta. Kant sostiene que sin la educación no hay hombres formados como tales y, por lo tanto, la posible existencia de seres capaces de producir y ser apreciados por la sociedad es totalmente nula. Si bien para Travelyan la educación carece de un sentido de consumación de objetivos, hace notar que sin la educación se está más lejos de llegar a una proyección de un hombre completo, con los recursos académicos y la capacidad de utilizar su razonamiento para discernir lo que es provechoso y meritorio para él.
Ahora bien, en el contexto globalizado del que formamos parte, la educación representa uno de aquellos factores considerados radicales en el desarrollo de una sociedad (Navarro, 2000). En ámbitos de incentivación de los procesos cognitivos, la educación brinda una oportunidad a las personas para ser capaces de elegir al momento de tomar una decisión, es decir, promueve el análisis más detallado de las posibles consecuencias en la determinación de cierta medida. Esto debido a que se pueden tomar en cuenta más elementos dentro del proceso de análisis para la elección; elementos que de no ser por la educación pasarían totalmente desapercibidos. Por si esto no fuera suficiente, un pueblo no educado y vendado por el lienzo de la ignorancia puede ser llevado al engaño de manera simple. Recordemos el dicho popular que acertadamente ilustra al comparar al que no sabe con una persona que carece de visibilidad física, dado que cualquier ser humano con un cierto grado de educación podría emitir juicios de manera sucinta y fundamentada.
En la época contemporánea, la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, o Comisión Delors, ha postulado cuatro pilares para orientar la transformación de la educación en un contexto internacional de cambios constantes, atribuidos al acelerado progreso tecnológico y a la mundialización de la economía (Delors, 1996): aprender a conocer, aprender a actuar, aprender a ser y aprender a vivir juntos.
Todo esto nos lleva a la reflexión de que efectivamente la educación tiene un rol de gran importancia en el desarrollo y conservación de los pueblos así como en la transmisión y conservación de conocimiento valioso y útil para generaciones futuras. La educación entonces mueve al mundo y crea gran impacto cuando es llevada a cabo apropiadamente. Esto implica que se debe enseñar y aprender lo que sea realmente valioso, pertinente y factible para la sociedad. Ante este panorama, ¿cómo formar a ciudadanos valiosos y competentes?
Desarrollo
Los cambios que la sociedad experimenta en las áreas científica, tecnológica, económica, social y cultural han llevado a repensar el proceso educativo, dando lugar al surgimiento del concepto de competencias en la educación como una medida para coadyuvar al desarrollo de destrezas y habilidades en los educandos. El trabajo por competencias en el aula implica retomar los principios propuestos por la UNESCO: aprender a conocer, a actuar, a ser y a vivir juntos y, así, recuperar los conocimientos previos del estudiante, transformarlos y aplicarlos a situaciones reales de aprendizaje, logrando un desempeño eficaz, eficiente, apropiado e idóneo.
El término competencias ha sido definido desde diferentes perspectivas, cada una de ellas con las luces y sombras propias del contexto de su concepción. Así, por ejemplo, la UNESCO (2003) las define como el conjunto de comportamientos socioafectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un desempeño, una función, una actividad o una tarea.
Por su parte, la ANUIES (2006) concibe la educación basada en competencias fundamentada en un currículum integral y enfocado a la resolución de problemas favorecido por el trabajo cooperativo o por equipos y las tutorías, donde las competencias son determinadas como un conjunto de conocimientos, habilidades y destrezas, tanto específicas como transversales, que debe reunir un titulado (Medina & Guzmán, 2011) para satisfacer plenamente las exigencias sociales; pudiendo ser evaluadas en diferentes etapas del proceso educativo.
Como se puede observar, el concepto de competencia se ha modificado conforme se identifican elementos no contemplados en las definiciones previas. De esta manera, Tobón (2008) reconoce cuatro enfoques a través de los cuales se pueden abordar las competencias:
– Conductual. Se asume a las competencias como comportamientos claves de las personas para la competitividad de las organizaciones.
– Funcionalista. Se concibe a las competencias como un conjunto de atributos que deben tener las personas para cumplir con los propósitos de los procesos laborales- profesionales, enmarcados en funciones definidas.
– Constructivista. Se define a las competencias como habilidades, conocimientos y destrezas para resolver dificultades y disfunciones en los procesos laborales- profesionales, desde el marco organizacional.
– Socioformativo o sistémico-complejo. se considera a las competencias como procesos complejos de desempeño ante actividades y problemas con idoneidad y ética, buscando la realización personal, la calidad de vida y el desarrollo social y económico sostenible, en equilibrio con el ambiente.
En este contexto, la socioformación adquiere sentido y valía como un enfoque de formación en competencias que implica una perspectiva integradora y compleja de las mismas, fundamentado en el pensamiento complejo de Morín. Desde la socioformación se concibe a las competencias como "desempeños integrales para identificar, interpretar, argumentar y resolver problemas del contexto, desarrollando y poniendo en acción de forma articulada el saber ser, el saber convivir, el saber hacer y el saber conocer, con idoneidad, mejoramiento continuo y compromiso ético." (Tobón, 2013).
Sin duda alguna, este enfoque pedagógico contemporáneo permite formar a estudiantes de una manera integral como personas, ciudadanos y, a la vez, profesionales competentes en determinada área de especialidad. La socioformación supone la demostración de una competencia a través de desempeños integrales, pues éstos implican actuar ante retos del contexto mediato e inmediato, con el fin de alcanzar una determinada meta educativa. Por lo tanto, se requiere que los estudiantes sean capaces de identificar, interpretar, argumentar y resolver esas necesidades sociales. De ahí entonces que las problemáticas del contexto se perciban no como obstáculos sino como retos y desafíos donde los estudiantes pueden demostrar las competencias formadas.
Ésta es la primera gran diferencia del enfoque socioformativo de otras perspectivas de formación en competencias, todo parte del contexto y se demuestra en él, en la resolución de problemas reales y, por lo tanto, significativos para los estudiantes; de esta manera, se busca la articulación de los distintos saberes (López & García, 2012). No obstante, este desempeño en actuaciones reales no se realiza de forma arbitraria, sino que se establecen ciertos criterios que valoran la idoneidad y calidad de los mismos.
Otra aportación de la socioformación como enfoque educativo contemporáneo radica en el principio de mejoramiento continuo de los estudiantes, es decir, el análisis, reflexión e identificación de áreas de mejora, pero sobre todo, de la definición precisa de acciones para el logro de retos cada vez más altos y de mayor exigencia. Asimismo, una de las directrices que señala este enfoque consiste en que los alumnos identifiquen y valoren los logros obtenidos; esto permite un cierto grado de seguridad y satisfacción de los estudiantes acerca de lo que van aprendiendo día a día. En enfoques anteriores se enfatizaba lo que carecían los estudiantes y lo que no sabían, ahora se busca que el alumno reconozca los resultados de aprendizaje que ha alcanzado (Tobón & Mucharraz, 2010).
Por último y quizá el elemento más transcendental de este enfoque sea la implicación de la ética como principio de aprendizaje y enseñanza. Lo anterior conlleva la demostración de las competencias a través de desempeños apegados a valores universales y actitudes humanistas. La adopción de la ética como parte de la formación de competencias diferencia a este enfoque de los demás, puesto que no sólo se busca contar con estudiantes competentes, sino también con personas íntegras e integrales que con su realización personal busquen el bien común de la sociedad trabajando de manera continua por el logro del tejido social, la paz y el desarrollo socioeconómico, buscando el equilibrio y sustentabilidad ambiental.
Conclusión
Las características anteriormente descritas cualifican a la socioformación como un enfoque educativo viable para la educación contemporánea, puesto que conlleva la formación de profesionales competentes y con calidad humana. Educar bajo estos principios nos mueve hacia una formación integral de los estudiantes puesto que se brindan las bases de un aprendizaje permanente, gradual, integral, por competencias, adecuado al contexto y extendido a las distintas áreas de desarrollo humano, preparándose cada día más y mejor para lo que Morín (1999) señala como saberes indispensables de la educación del futuro (conocimientos pertinentes y afines al contexto, formación basada en la condición humana, ética, comprensión intercultural, identidad terrenal, preparación para las incertidumbres de la profesión y de la vida misma).
Bibliografía
ANUIES (2000). La educación superior en el siglo XXI. Líneas estratégicas de desarrollo.
Disponible en: http://www.anuies.mx/servicios/d_estrategicos/documentos_estrategicos/21/sXXI.pdf
Delors, J. (1996). La educación encierra un tesoro. Madrid: Santillana-UNESCO.
López, N. & García, J. (2012). ¿Qué son las competencias en educación? México: GAFRA Editores.
Medina, L. & Guzmán, L. (2011). Innovación curricular en instituciones de educación superior. México: ANUIES.
Morín, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. Francia: UNESCO.
Navarro, M. (2000). Posponer la vida. Educación superior y trabajo en Tamaulipas. México: Editorial Porrúa.
Tobón, S. (2013). Formación basada en competencias. Colombia: Ecoe Ediciones.
Tobón, S. & Mucharraz. G. (2010). ¿Cómo abordar el modelo de competencias? en la práctica docente. México: GRA Rodríguez Impresores.
UNESCO (2003). Educación Superior en una sociedad mundializada. Disponible en: http://unesdoc.unesco.org/images/0013/001362/136247s.pdf
Autor:
Ezequiel Hernández Mendoza