Inteligencia Militar, Colombia: Álvaro Uribe, los Paramilitares, las FARC y Juan Manuel Santos (página 2)
Enviado por José María Rodríguez González
Con el fin de los gobiernos de Uribe los uribistas creyeron llenar ese vacio convirtiéndose en el brazo derecho de la propaganda de las FARC. Basta con que las FARC digan ¡buuu! en cualquier parte del país e inmediatamente los uribistas ponen el grito en el cielo, reproducen fotografías si las obtienen, describen con pelos y señales lo que hayan hecho las FARC, así no lo hayan hecho, y exigen inmediatamente que la prensa les de titulares de primera página a las acciones de las FARC. En la época de Uribe, éste quemaba millones de dólares adivinando dónde estaban y atacándolas para decir que él no se dejaba montar de las FARC, que él si tenía pantalones, que era un verdadero "macho". Uribe estuvo a punto de meter al país en una deuda letal de nuevos miles de millones de dólares para internacionalizar su guerra. Se imagina uno las carcajadas de las FARC frente a tamaña desesperación y torpeza de Uribe.
La explotación reeleccionista del uribismo de la actual situación de guerra no tiene pies ni cabeza. Basta con exponer los principios, el conocimiento y la experiencia sobre los conflictos armados en Colombia y el mundo para echar por tierra las falacias con que insisten en engañar a la opinión pública y torcer el camino de Colombia hacia la paz.
La ultraderecha uribista ha logrado acumular dentro de sus filas la mayor desinformación que cualquier grupo en Colombia haya podido tragarse tan inútilmente.
Uribe no solo fue un pésimo administrador de los asuntos militares que persistió obcecadamente en una estrategia obsoleta y contraproducente. Ahora intenta volver con su embeleco de Seguridad Democrática, que fuera de ser contraproducente y cinismo sangriento, es realmente un insulto a la inteligencia y al sentido común de cualquier profesional militar que se respete.
Como comandante en Jefe de las Fuerzas Militares de Colombia Uribe tiene que responder por los falsos positivos de sus militares subalternos condenados, por los desaparecidos durante su mandato cuando tenía la obligación constitucional de velar por la vida y los bienes de los ciudadanos, por su agitación pública contra sindicalistas, periodistas y opositores que hizo que muchos de ellos perdieran sus vidas o terminaran en el exilio, por las chuzadas cometidas bajo su dirección desde su central de Inteligencia DAS y por la sangrienta limpieza social que impulsó su política desde cuando fue gobernador de Antioquia.
Muchos de estos hechos y asuntos de inteligencia militar son desconocidos para la opinión pública de Colombia debido a la negación de la existencia del conflicto armado político y por la falsa creencia de que las FARC no planean cuidadosamente sus movimientos militares, no elaboran acciones de complejos resultados políticos, no estudian tácticas y no participan de una guerra como contraparte ineludible. Uribe creyó que con llamarlas "terroristas narcotraficantes" las cualidades de combate, resistencia, planeación política y el hecho de ser destinatarios de los presupuestos más altos y de la mayor concentración de actividad militar y policial de Colombia, las FARC iban a desaparecer como por arte de magia. Eso es como creer que haciendo propaganda de que Einstein es un burro su teoría de la relatividad desaparecería y con ella el conocimiento de la energía atómica.
Era necesario que estas cosas se dijeran y que los interesados en estos temas tuvieran una información más amplia de lo que significó el descalabro de la Seguridad Democrática y el porqué de la urgencia que Estados Unidos y Colombia tuvieron para desmontarla.
Glosario
Insurgencia es el alzamiento en armas contra el Estado, sin importar el tipo de estado que sea, dictatorial, democrático, monárquico, simplemente si es un estado, el levantamiento en armas contra ese estado es insurgencia.
Cualquier acción y recurso contra el estado así sea crimen como narcotráfico o secuestro, saboteo y terrorismo son todos crímenes políticos porque obedecen al objetivo de toda organización subversiva que es siempre la destrucción del estado, el cambio y la toma del poder. Y la sola toma del poder no es nada más que política pura.
Si la organización no busca la toma del poder ni tiene un partido que la dirija ni afecta la política del estado, entonces no es una organización subversiva sino que sería exclusivamente una organización criminal como lo fue las AUC cuyo máximo objetivo fue usar el poder pero no cambiarlo y sus acciones no estaban dirigidas por ningún partido.
La insurgencia tiene diferentes formas como son: unidades terroristas, de guerrilla o ejército. Ninguna de estas formas cambia su carácter insurgente ni su carácter político.
El crimen es una trasgresión de la ley y de los derechos de los demás a la propiedad, la vida, raza, género, o creencias.
El crimen es un arma fundamental en la insurgencia porque destruye el orden establecido por la ley, lo transgrede y lo vuelve vulnerable para ser transgredido por otros. Por esta razón el crimen es el arma política más importante de los grupos alzados en armas.
Robar un banco por una banda criminal corriente lleva el dinero generalmente a cantinas, prostíbulos y lujos. El robo de un banco por una organización armada que obedece a objetivos políticos termina en logística, armamento, propaganda y financiamiento de acciones subversivas. En el robo criminal ordinario hay un atentado a la economía, pérdida recuperable por seguros, pero en el robo subversivo hay un atentado a la economía que pasa a segundo plano ante la multiplicidad de recursos subversivos contra el Estado. Ese robo en sí es una amenaza directa al Estado.
Por eso, decir que los subversivos son criminales solo encubre a los subversivos. De la misma manera que ejecutar individuos que no son de las FARC y hacerlos pasar por las FARC solo protege a los verdaderos militantes de las FARC. Si las FARC emboscaran policías que no son policías en nada afectarían al cuerpo policial. Decir que las FARC son criminales es una ingenua manera de tapar su amenaza y sus ataques al Estado colombiano.
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La paz es la reconciliación y convivencia como resultados de que ambas partes logran la resolución de un conflicto armado.
La paz se acuerda entre enemigos.
Entre amigos no se bombardean ni se destruyen, entre enemigos si.
Cuando se abusa de la amistad y se cometen desmanes se la viola y, como cuando se viola la ley, se impone el castigo.
Cuando los enemigos acuerdan la paz se impone el perdón.
En los conflictos armados unos tuvieron que pagar un precio alto por la paz y otros fueron pagados para conseguirla, pero eso es justo porque la paz es para todos por igual, no importa cuánto trabajaron o no por ella, lo que importa es que todos la pueden mantener y gozar.
Un militar se compromete a dar su vida por la patria y esa debe ser su mayor satisfacción y compensación más importante que cualquier salario.
Un guerrillero nunca se comprometió a dar su vida por la patria, si deja sus armas y se acoge a la ley su satisfacción debe ser el respeto, la colaboración y la admiración de todos como premio a su decisión, lo que es justo.
Las parábolas de los hijos diferentes, los jornaleros y la del hijo pródigo ayudan a entenderlo desde el punto de vista cristiano.
La paz es un asunto de gracia y perdón donde con justicia se borran las deudas.
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Terrorismo es la acción de afectar las decisiones de la gente a través de la intimidación violenta. El terrorismo puede ser privado, subversivo o estatal.
En general el terrorismo se ejecuta con ataques a civiles al tiempo que se atacan cosas o símbolos del poder enemigo.
Si un grupo armado, cualquiera que sea, pone bombas en los puestos de votación, eso es terrorismo porque afecta la decisión de la gente de ir a votar o no, por un medio violento.
Si se derriban dos edificios símbolo del poder de una nación, como las torres gemelas de Nueva York, eso inmediatamente obliga a cambiar la decisión sobre la seguridad de todo un país. Desde ese momento nadie puede sentirse seguro. El terror es tal que puede llegar a crear miedo a los aviones que vuelan sobre las ciudades, a los edificios altos sin una fácil salida de emergencia, a toda persona islamista, a todo enemigo de los Estados Unidos, etc. El terror producido por la demolición violenta de las torres gemelas obligó al gobierno a cambiar posiciones sobre inmigración, diplomacia y lo llevó hasta la declaración de guerra.
Aquí no hay que confundir cambio de políticas y decisiones a nivel gubernamental y social con medidas de seguridad contra el terrorismo o cualquier otra amenaza.
Las medidas de seguridad como requisas selectivas en el transporte público o la identificación para entrar a los edificios, son corrientes y se caracterizan por una constante actualización y por ser preventivas. Que la gente tenga que quitarse los zapatos para su inspección en los aeropuertos no es producto de ningún acto terrorista en el que haya existido una sola víctima. Fue un fallido intento de un posible acto terrorista el que señaló que los zapatos podrían ser transporte potencial de explosivos o componentes de explosivos y por prevención se adoptó su inspección. Eso es una medida de seguridad.
El principal objetivo del terrorismo es demostrar que lo que parece más seguro no lo es. Al romper la sensación de seguridad obviamente queda el vacío de la inseguridad. La seguridad de que ir a votar no tiene peligro alguno o de que Nueva York no puede ser atacada, son las seguridades que el terrorismo busca romper. Darle fuerza y apoyar al terrorismo es exagerar el daño hecho, asegurarse de que el miedo cunda y extender ese miedo al mayor número de personas posible. La falta de conocimiento del terrorismo es lo que hace que mucha gente ingenuamente ayude al éxito del terrorismo sin darse cuenta.
El antídoto del terrorismo es la seguridad y ésta debe ser tarea de los servicios de inteligencia, contrainsurgencia y seguridad, nunca una política a nivel de Estado.
Si la seguridad se vuelve la política de un gobierno entonces valida las acciones terroristas como enemigas de la nación, las reconoce como acciones intimidantes contra la sociedad y el Estado y equipara equivocadamente esas acciones a un invisible ejército enemigo, que de ahora en adelante llamará "terrorismo". Hablar de seguridad se vuelve entonces una forma explícita e implícita de reconocer que el "terrorismo" es una amenaza constante, presente y real para la población. Si ese terrorismo es producto de las acciones de una organización política armada, la política de seguridad trae consecuencias aún más graves porque reconoce las acciones terroristas como las más temibles de la organización armada y al hacerlo reconoce la capacidad subversiva y beligerante que la organización política armada buscaba establecer ante la población.
Es inevitable que desde ese mismo momento lo que queda en tela de juicio es el poder del Estado, la fortaleza o debilidad del gobierno frente al "terrorismo" y no frente a la organización política armada. Así, lo que en realidad son solo unas acciones de la organización política armada, que el gobierno categorizó como del enemigo "terrorista" se transforman en el reconocimiento de la organización política armada como la fuerza beligerante más temida por el Estado. Ahora, todo lo que la organización política armada necesita hacer es resistir y con solo resistir siempre demostrará la debilidad o el proceso de debilitamiento del Estado. Ambos resultados juegan en su favor porque lo que ha quedado y lo que queda en cuestión es el poder del Estado debido a su política de seguridad de la que depende toda la sociedad, y no la organización política armada que ahora se beneficia del hecho de que la población misma demuestre la debilidad del Estado.
Para quitarle toda efectividad a las acciones terroristas estas deben prevenirse con sencillas pero eficaces medidas de seguridad. La neutralización de la actividad de la organización política armada es lo único que demuestra la superioridad y el poder del Estado. Y es lo único que realmente devuelve la seguridad a la población..
Una forma importante de conocer qué es terrorismo es comenzar por aprender todo lo que no es terrorismo.
Si un grupo armado, cualquiera que sea, roba un banco, hace un retén ilegal, estafa, explota una planta eléctrica o secuestra eso no es terrorismo porque ningún factor decisorio pudo ser afectado por esa violencia.
Un secuestro es una transacción extorsiva que puede ser económica o política pero no cambia ninguna decisión de la gente. Así haya millones de secuestros eso nunca va a cambiar u obligar a que la gente decida que la libertad personal deba acabarse o no. Por el contrario, cada secuestro aumenta la unión de la gente pidiendo por el respeto incondicional de la libertad individual. Es un delito de lesa humanidad porque nadie tiene derecho a decidir sobre la libertad de nadie, excepto la rama judicial.
Que haya personas que se aterroricen por el secuestro como las hay que se aterroricen por millones de cosas más, eso no las vuelve acciones terroristas.
En la guerra se acostumbra que unos ejércitos embosquen a los otros, pero eso en ningún momento es terrorismo, es simplemente uno de los avatares de la guerra y una de sus técnicas.
En toda guerra siempre hay daños colaterales, las bombas matan más inocentes porque están desprevenidos y desprotegidos; y menos objetivos militares porque estos andan alerta y muy bien resguardados. Los niños y las mujeres son generalmente los colaterales más afectados. Las bajas civiles se califican como colaterales siguiendo el patrón que internacionalmente han establecido los Estados Unidos y la OTAN. Los efectos colaterales de la guerra son algo deplorable, motivo central para acabar las guerras, pero tampoco son terrorismo. Para serlo tendrían que ser objetivos civiles.
En conflictos racistas, tribales, sectarios y religiosos los objetivos son siempre civiles porque buscan disminuir el número de creyentes del bando o ejército contrario, pero en conflictos de poder la gente de toda clase juega un papel muy importante de apoyo, y el ataque se concentra en la propiedad de los más poderosos, las fuerzas armadas defensoras del Estado y en la destrucción del funcionamiento normal de servicios e infraestructura. En Colombia los paramilitares hacen una guerra sectaria por eso sus víctimas son fundamentalmente civiles. Los otros grupos armados hacen una guerra subversiva y tanto el Estado, las fuerzas militares y policiales como la propiedad agraria e industrial son sus víctimas principales.
El terrorismo siempre es político sencillamente porque afecta las decisiones de la gente. Que ese efecto político se logre por medios violentos es a lo que precisamente se ha llamado terrorismo. Si el terrorismo no afectara las decisiones de la gente no sería político y sus ataques serían equivalentes a una catástrofe natural o al aislado incendio criminal de una casa o un edificio en el que pueden morir muchas familias
Si un edificio se incendia a causa de una falla eléctrica, esa causa no es política. Si lo es a causa de un descuido o la intención de un individuo o individuos contra el dueño del edificio tampoco es político así en ambos casos los destrozos sean enormes y las víctimas decenas. Pero en el instante en que un grupo político organizado reclame su autoría o sea acusado de causar el incendio, cualquier causa del incendio pasa inmediatamente a un segundo plano y la organización política armada pasa a ser la causa primera y única de ese incendio y su acción una acción política de carácter terrorista. Los destrozos así sean mínimos y las víctimas así sea una sola se convierte en un ataque y como tal un acto terrorista correspondiente a una determinada política de la organización política armada y logra un despliegue nacional e internacional porque son atentados contra la población y el Estado.
La organización política armada sabe que el presidente, los ministros y el gobierno en general pondrán ese acto en primera plana para el conocimiento público porque es imposible que se ignore un acto que atenta contra la población a cargo del Estado, pues, políticamente eso es lo que significa el acto terrorista. La sola manifestación del gobierno es en sí un efecto político y la denuncia de la política del grupo político organizado es un efecto político agregado. Toda esta reacción política que deja presente la capacidad de amenaza, beligerancia y subversión era la que buscaba la organización política armada con ese acto.
A un grupo lo pueden llamar terrorista aunque sus acciones terroristas sean mínimas como a un congresista lo pueden llamar Padre de la Patria aunque solo llene sus bolsillos. La definición legal de las cosas, sobre todo en la guerra, no necesariamente es exacta. Existe la guerra psicológica y la propaganda como parte de la guerra, que demuestra cómo ciertos calificativos que hagan perder valor público al enemigo o aumente el odio al enemigo son la razón de la existencia de ese lenguaje. Todos los hábitos de la guerra son malos y deben acabarse.
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Narcoterroristas. Los paramilitares son narcotraficantes por naturaleza, provienen del temprano patrocinio del gobierno a civiles y cuadrillas de sicarios que le abrió las puertas a los narcos para que camuflaran, extendieran y desarrollaran sus actividades criminales con la protección legal de un pretendido auxilio al Estado.
El narcotráfico existe en los orígenes del paramilitarismo y se ha desarrollado con él. La limpieza social es una actividad exclusivamente terrorista. Por cumplir estas dos condiciones plenamente los paramilitares responden con precisión al término narcoterroristas.
Solo en mentes desviadas cabe la limpieza social o exterminio de población civil.
Solo en mentes criminales cabe creer que el crimen tiene una utilidad social y se le ocurre encargársela a los paramilitares.
Para salvar de culpa al Estado que por decreto creó, entrenó y armó al paramilitarismo se dice que las FARC crearon a los paramilitares. Eso es tan absurdo como decir que los ladrones crearon la Policía. La Policía existe para asegurarle a la rama de Justicia el cumplimiento de la Ley y para detener a quienes la violen. Los paramilitares fueron creados por una desviada decisión del estado para atacar a la subversión.
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Esta clara manipulación de Uribe para que su familia haga lo que él quiere y nunca quedar él inculpado es la misma que con pericia ha empleado con su selecto y estrecho círculo de colaboradores que siendo convictos o no, los mantiene callados bajo el esquema de lealtad que les recuerda y refuerza con los desesperados obstáculos que ha presentado públicamente para que no confiesen sus crímenes.
Uribe incluso ha llegado a sugerir todo tipo de evasiones de la justicia hasta el extremo del asilo.
Autor:
José María Rodríguez González
19 de julio de 2012
Síntesis revisada y mejorada
1ro. de agosto de 2012
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