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La teoría generacional de la personalidad


  1. La primera generación
  2. La segunda generación
  3. Tercera generación
  4. Cuarta generación
  5. Quinta generación
  6. Cómo ubicar la generación a la que pertenecemos
  7. Consideraciones

Las teorías de la personalidad se sustentan en tres postulados básicos. Por un lado, están las teorías innatistas que ubican el origen de la personalidad en la composición genética. Por otro lado están las teorías ambientalistas que buscan el origen en el entorno social donde se nace. Hay otras que combinan estas series, las catalogan como complementarias y explican la personalidad basándose en ambas.

La teoría generacional podría insertarse en la segunda visión. Sin embargo, no explica la conducta según la época de nacimiento sino en la generación en turno dentro de la historia familiar. Es decir, dos personas no son iguales por haber nacido en el mismo año y compartido los inputs culturales, sino por el nivel económico e intelectual de la generación anterior es decir, de sus padres, a la cual, a la vez que le transmite valores culturales, reacciona a ella, y en este sentido dos personas nacidas en la misma época pueden ser diametralmente opuestas. En este sentido, la teoría puede ubicarse dentro de las corrientes estructuralistas, donde predeterminadamente poseemos ciertas características definitorias de nuestra personalidad según el contexto donde nos criamos. La teoría tiene grandes similitudes con la teoría de las necesidades de Abraham Maslow, pero va más allá, y en vez de explicar con la jerarquía de las necesidades el desarrollo de una persona desde el punto de visa individual, explica el desarrollo de la personalidad de una generación a otra.

Todas las generaciones conviven en su juventud con ciertas generalidades culturales por lo que toman un matiz superficial igual, pero lo verdaderamente influyente son las características de fondo adquiridas por la generación familiar en la que surgieron. En el mismo sentido se puede afirmar que el contexto histórico pule los valores sociales, pero el contexto familiar generacional pule los afectos predominantes.

A partir de la teoría generacional se pueden describir a grandes rasgos 5 tipos de personalidad según la generación.

La primera generación

La primera generación se debate entre la carencia y la satisfacción de las necesidades básicas. Se puede identificar por la presencia de recursos económicos e intelectuales únicamente suficientes para lograr la subsistencia. Sus miembros no pueden aspirar a lujos ni acceder a estudios. La fuerza de trabajo es la única fuente de ingresos. Aquí se encuentran los obreros y campesinos, con todas las variantes intermedias.

El dinero es secundario por la imposibilidad de obtenerlo por lo que no lo valoran realmente y aparentemente la pobreza es el destino aceptado de este tipo de personas. Hay una especie de resignación a vivir con el precepto católico de que la pobreza es la forma de merecer el cielo. La única motivación es la satisfacción de las necesidades más inmediatas como comida y refugio.

Por la carencia de recursos económicos y la necesidad de ocuparse a temprana edad para la manutención de los demás miembros de la familia, el miembro de esta generación no tiene posibilidades de superarse académicamente y se resigna a vivir en un inframundo marginado y aislado de las posibilidades de éxito económico. Poco a poco abandona los valores de la superación tanto económica como académica y se instala en un mundo de eternos trabajadores asalariados. Esta generación se equipara al migrante que llega como elemento extraño a una cultura totalmente nueva con una lengua diferente de la cual desconoce sus valores y permanece marginado sin poder integrarse realmente.

Algunos de estos individuos renuncian a sus aspiraciones de superación, pero les dejan la tarea a los hijos que formarán parte de la segunda generación. Los hijos determinan si hay un avance en la escala de desarrollo si buscan la superación académica, de lo contrario tenderán a repetir el patrón del estilo de vida de ésta y repetirse como primera generación.

La segunda generación

La segunda generación se debate entre la seguridad y la inseguridad económica.

Son los hijos de aquellos que renunciaron o les fue imposible superarse tanto en lo económico como en lo académico, pero que recibieron de sus padres el valor del estudio y del esfuerzo aunque ellos no hayan logrado nada. La infancia de estos individuos corre de acuerdo a los recursos de sus padres que son escasos. Esta es la generación de la que más se puede hablar. Por las fuertes presiones de sus padres frustrados, sus miembros se tornan trabajadores compulsivos, estudios forzados o sufridos dadas las carencias de sus padres, llevan una vida demasiado ocupada ya que hay que combinar el estudio con el trabajo.

En el aspecto psicológico persiste una obsesión de de figurar, lograr la seguridad económica e intelectual y enterrar el pasado que vivió de niño con sus padres empobrecidos. En este sentido, el dinero se convierte en una obsesión, así como las ansias de poder y el estatus social como una compensación de una vida de carencias. Los miembros de la segunda generación, la generación del trauma causado por el choque cultural, es reconocida como la poseedora de la "cultura del esfuerzo", caracterizados por sus grandes sacrificios para lograr trepar la escala social. Se aprecia una suerte de insatisfacción y perfeccionismo e intentan cubrir todo aquello que les recuerde su pasado de carencias aunque nunca logran sepultarlo.

La verdad es que los signos son reveladores. Las marcas de la piel, la disposición de la dentadura, la desproporción física, las frases lingüísticas adquiridas inconscientemente, la angustia social en ciertas situaciones, son características que en la mayoría de los casos los delatan. Este fenómeno es muy claro en las comunidades inmigrantes en un contexto de un idioma diferente. Mientras los padres hablan solo el idioma del lugar de origen, sus hijos son bilingües por el input de las dos culturas.

Esta generación es una generación neurótica y conflictiva con valores contrapuestos por su inserción en dos mundos. El mundo de las identificaciones parentales se contrapone al mundo del nivel social al que aspira. Su vida dentro de dos mundos le estresa y lo hace lucir dubitativo, pues cuando por un lado trata de integrarse en un mundo que no nació, trata de regresar al que lo crió. Por tanto se debate en costumbres heredadas y adquiridas que generalmente chocan. El conflicto se refleja en la apariencia que cambia constantemente, los amigos tan disímiles y heterogéneos, la música antagónica, los lugares que visita, los gustos por ciertas comidas, etc. Por su parte, los conflictos de pareja son los más grandes ya que por querer figurar en un mundo diferente al de los padres contrae nupcias con generaciones que no comparten sus valores, su cosmovisión, la filosofía ante la vida, las formas de educar a los hijos, el manejo del dinero y del tiempo, la selección de amistades, etc.

Desgraciadamente para un miembro de la segunda generación, la insatisfacción y la identidad a medias con los padres le dificultan para adaptarse a la autoridad por lo que tiende a mostrarse rebelde a las órdenes o a cualquier instancia que ostente autoridad.

Una variante del desarrollo académico auto gestionado por los miembros de la segunda generación puede ser la inclinación por las ventas como una forma de despegarse de su sentimiento de inferioridad. En vez de lograr estudiar logra integrarse al comercio que le puede dar los ingresos que considera necesarios para figurar en el nivel social deseado. Sin embargo el común denominador es el sentimiento de ansiedad e inferioridad que se proyecta con una personalidad narcisista como mecanismo defensivo.

Cabe señalar que por la perseverancia de esta generación, sus miembros sirven de inspiración para las historias de éxito, aunque no es determinante que automáticamente sean mejores que sus padres pues sólo un pequeño porcentaje logra integrarse en una cultura más preparada académicamente y con mejores recursos económicos.

Tercera generación

Esta generación se debate entre el rechazo y la aceptación afectiva en los círculos sociales considerados exitosos. Nacido en una vida con las necesidades básicas satisfechas y una relativa seguridad económica, su preocupación no oscila entre si tiene qué comer y qué tanto tiene, sino en si va a ser aceptado o rechazado en los círculos sociales que se encuentra en su escuela o en la comunidad y los cuales intenta pertenecer. Ya no tiene la necesidad de asegurarse el éxito económico provisto por los padres y la estructura donde nació, por lo que ahora intenta ser parte de un grupo en el cual pueda encontrar la admiración y el reconocimiento deseados. Pueden aquí encontrarse los participantes compulsivos de las redes sociales, que mientras unos, la segunda generación, las usan solamente como espectadores, estos las utilizan para expresarse e intentar lograr ser vistos con la imagen supuestamente deseada por los demás.

Los miembros de la tercera generación aún han convivido con los abuelos y los parientes con una situación económica desventajosa. Aún son arrastrados aunque en menor escala, a las identificaciones con los miembros de la primera generación. La diferencia con la anterior generación, sus padres, es que sólo de pláticas saben las carencias de los abuelos mientras que los padres realmente vivieron una infancia y una adolescencia de carencias. La angustia de la tercera generación sólo tiene como referente la realidad imaginaria de una vida llena de necesidades aunque jamás ha sabido lo que sus padres realmente vivieron.

El dinero realmente pasa a segundo término porque cree que siempre lo tuvo. Le afecta realmente hablar de tan "mundano" tema. Aun es un tema de importancia inconsciente porque conoce los efectos de no poseerlo en la generación de los abuelos y otros familiares que no pudieron brincar a la otra generación y con los cuales convive de mala gana de vez en cuando, pero le parece que hablar del dinero no es tan importante como hablar de la pertenencia a ciertos grupos sociales.

Como cree que todo le fue natural, no conoce lo que cuestan las cosas. Tiene poca conciencia de clase y cree que la pobreza es una condición elegida aunque no sabe bien a bien de qué habla porque la conoce de oídas pero no la ha vivido. De hecho esta es una de las razones por las que odia hablar del dinero. Lo ha oído tanto en la narrativa de los padres y está tan cansado que no considera al tema digno de abordarse. Le preocupa más si es considerado como parte del grupo popular que las posesiones que pueda tener, aunque en muchos casos van de la mano. Carga sin embargo con la primera generación de la cual, si no logró una identificación por lo menos parcial, intenta esconderla para evitar dudas sobre su derecho de pertenencia a ciertas redes sociales.

Continuando con el ejemplo de los migrantes en las nuevas culturas, esta generación rara vez es bilingüe de forma natural, adquiere la lengua de la cultura donde intenta pertenecer y pierde la lengua de los abuelos a quienes ya perciben algo lejanos y extraños de los cuales intentan desprenderse aunque son conscientes de un origen de necesidades extremas.

Cuarta generación

Un pequeño porcentaje logra llegar a esta escala de desarrollo y los demás a menudo oscilan entre las anteriores. Este grupo se debate entre la pertenencia a un grupo social y el reconocimiento intergrupal. A esta generación ya no le quita el sueño si va a comer mañana, si tiene lo suficiente para sentirse seguro, ni siquiera para identificarse con los grupos socialmente dominantes, sino por la trascendencia social. Es decir ya no se conforma con ser parte de un grupo sino que intenta ser reconocido a mayor escala en otros grupos sociales. El sentimiento de pertenencia local le dicta la necesidad de superación y de pertenencia más allá del círculo local.

El dinero es un tema demasiado superficial al grado de descuidar aspectos importantes su manejo. Forma parte de una clase social consolidada. Sin embargo, al rechazar abordar temas financieros no educan a los hijos en la cultura del ahorro y sin que lo sepan acaban en picada. En general torpes para manejar el dinero, derrochan lo poco que les puedan haber dejado las generaciones pasadas.

La forma de trascender puede ser a través del liderazgo de causas sociales, la pertenencia a clubes de ámbito más allá del local. La instalación en esta etapa es propiamente intelectual orientada a la trascendencia. Aunque puede no considerarse aristócrata por la diferencia de posesiones con los verdaderos aristócratas se siente capaz de interactuar con la élite social con la libertad y la confianza que le brinda el ser parte de esta generación con aires de burgués.

Hay una probabilidad más alta de ser un intelectual prestigiado, un político exitoso, un empresario de renombre, un respetado funcionario, etc por el alto sentimiento de seguridad personal ya lejos de ataduras mentales y estigmas sociales.

Y ya aún más lejos de las presiones de seguridad financiera e incluso de pertenencia a la nueva cultura, los hijos de esta generación se orientan más bien a las actividades creativas y artísticas.

En el caso de los migrantes que llegan a esta generación, las pasadas generaciones son vistas como una descripción en un libro. Ya se ha perdido toda conexión con las primeras generaciones y se asumen totalmente como integrantes de la cultura en la que intentaron ingresar sus antepasados. Sin embargo, algunos rasgos físicos u otros heredados como el apellido pueden servirle de obstáculo en su desarrollo social y quedarse estancado o regresar incluso a los grupos que lo identifican como miembro natural por tales rasgos.

Quinta generación

Casos raros los miembros de estas generaciones. Tal como en la teoría de Maslow, pocos alcanzan estos niveles de desarrollo. Ya sin las narrativas de carencias de sus padres aunque tal vez aun existentes en los abuelos, los miembros de esta generación han olvidado los traumas de las necesidades básicas, la inseguridad financiera, el rechazo social estigmatizado, e incluso la instrascendencia social debido a que sus padres han cumplido con estas funciones. Por supuesto que existen etapas personales inferiores pero son fácilmente superadas dadas las condiciones de todas las generaciones pasadas.

Esta generación se debate entre expresión y la creación. Su forma de percibirse útil es a través de la producción de obras artísticas que vengan a satisfacer todas las necesidades de los niveles inferiores. Sus abuelos admirados, padres bien posicionados, ellos llevan la necesidad de expresarse, más que de pertenecer o tener. Aunque los traumas generacionales siempre persisten en algún aspecto, los anteriores han sido casi superados por lo que tiene el camino libre que le dan los recursos para actuar con más libertad, lejos de las ataduras sociales o limitaciones económicas. Las posesiones pasan a un plano secundario y la creación es más valorada.

Desgraciadamente, como todos los ciclos vitales, los extremos se juntan y las generaciones cierran un ciclo que aunque no el mismo nivel si se acercan mucho. Es decir, la primera generación se parece mucho a la sexta. Los hijos de estos seres tan artísticos tienden a la psicosis, la desorientación, la disfunción y desorganización familiar. A menos que las generaciones pasadas hayan acumulado fortunas importantes, los miembros de esta generación vuelven al nivel de las necesidades básicas. La desatención a temas de dinero los hace descuidados en este aspecto por lo que puede ser una fuente de adicciones y pobreza que viven de la nostalgia de las generaciones pasadas. Vuelven a los niveles de subsistencia, y a lo más viven de la nostalgia del poder de las generaciones pasadas.

Esta situación obliga a los hijos de la quinta generación a emplearse como lo hacía la generación inicial. Son los hijos de negocios mal administrados o de herencias perdidas o despilfarradas. Hay sin embargo un vago sentimiento de pertenencia a la nobleza pues tienen evidencia de sus generaciones pasadas, razón por la cual solo se parecen a la primera generación y el ciclo más que cerrarse con un círculo se cierra e inicia en una espiral donde los extremos no alcanzan verdaderamente a tocarse, sin embargo el proceso inicia y termina de forma parecida.

Cómo ubicar la generación a la que pertenecemos

A pesar de que los padres pueden insertarse en generaciones distintas entre sí, los hijos de manera particular se identifican con uno, y ese padre a la vez con otro, y así sucesivamente. La identidad con uno de los padres nos orienta para seguir esa línea y saber a cual generación realmente pertenecemos.

El origen de los conflictos maritales radica en estas diferencias generacionales. A pesar de que se nos inculca la idea de que somos complementarios y que ser diferentes es una ventaja, la verdad es que en la práctica tener orientaciones tan disímiles puede llevar a la pareja a una incompatibilidad disfuncional, pues mientras uno gusta de una cosa, el otro la desprecia, y mientras uno sueña con llegar a un lado, el otro lo considera sin importancia. El problema es que en el noviazgo hay una suerte de renuncia de uno de los novios (el que más ama) a su identidad por tal de complacer al compañero, sin embargo en el matrimonio se desvelan las verdaderas personalidad y surgen entonces los conflictos con más ímpetu.

La diferencia de valores de los miembros de una pareja radica en su diferente estructura generacional. Los hijos tendrán graves conflictos para identificarse y aunque tarde o temprano se orientarán a la identificación con algunos de los padres, su vida será más neurótica y conflictiva por lo menos hasta su adolescencia. En este sentido es importante saber con quién nos casamos. Los casamientos entre generaciones distintas pueden complementarse pero en la mayor parte de los casos son disfuncionales. Entre más distancia generacional hay entre la pareja, el nivel de conflicto será mayor. Desafortunadamente, una afinidad en algún aspecto, no significa afinidad en los demás, que al final, en un matrimonio, pueden resultar más importantes.

Otro de los factores a evaluar para ubicarnos en cierta generación, es el orden de nacimiento entre los hermanos. No será lo mismo ser el primer hijo que el segundo o tercero. En muchas ocasiones por ejemplo, los miembros mayores de la segunda generación sirven de modelo de identificación para los menores y tienden estos últimos a actuar de una manera más relajada. Así pues, la carga de exigencias generacionales será mayor en los primeros hijos, sirviendo de sustento y de base para que los posteriores tengan un grado de desarrollo más avanzado.

Consideraciones

Un accidente grave o enfermedad en cualquier generación echa por la borda lo creado y lo amenaza a su regreso al inicio de la primera generación. Llegar a la quinta generación puede convertirse en un ideal difícil de alcanzar, al igual que en el desarrollo individual según la pirámide de necesidades de Maslow, donde una fijación en un nivel inferior, compromete el alcance de los niveles superiores.

Es importante hacer consciente que la eterna e insalvable diferencia entre hijos y padres es la fuente de la discordia y las reacciones de agresión y vergüenza. Una vez conscientes de ello podemos comprender las actitudes de nuestros padres y ellos las de nosotros.

Es también importante considerar que aunque Maslow describe una escala de necesidades jerárquicas y las ubica en una sola generación a nivel individual, en ésta teoría se ubica a toda la generación con una necesidad dominante en toda su vida y estructurante de la siguiente. Lo común de las teorías es que si la necesidad no se atiende en cierta etapa se corre el riesgo de regresar a los niveles anteriores tanto a nivel individual como a nivel generacional.

 

 

Autor:

Julio Cabrales Nevárez

Febrero 2012