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Cambio climático global

Enviado por andres vanegas


    Cambio climático global

    En los últimos años se ha dado una particularidad en la que se registra un aumento de 1ºC de la temperatura media mundial desde 1850 hasta la actualidad, hecho que ha ido acrecentándose al paso de los últimos años, donde se detectó un aumento de 0,6ºC en el período 1970-2000.

    En 1896 el científico sueco Svante Arrhenius (1859-1927) fue el primero en proclamar que los combustibles fósiles podrían dar lugar o acelerar el calentamiento de la tierra. Estableció una relación entre concentraciones de dióxido de carbono atmosférico y temperatura.

    En la década de 1980 esta teoría resurgió con gran fuerza; el paso del siglo XX nos arrojó datos como un aumento de 0,6 ºC en la temperatura media de la Tierra, un incremento de 18 cm en el nivel del mar y fenómenos naturales incongruentes con las manifestaciones climáticas establecidas. Sin embargo, en la década de 1990 esta percepción del clima comenzó a cambiar e incluso se cuestionaron la fiabilidad de los datos y modelos empleados. De esta manera el panorama mediático actual presenta opiniones divergentes que sostienen sus hipótesis en recursos muy variados.

    Actualmente cada vez cobra mayor ímpetu en la opinión pública, los medios de comunicación, la política y la comunidad científica la teoría del calentamiento global y sus consecuencias sobre el cambio climático.

    El concepto cambio climático se entiende como la variación global del clima de la Tierra. Actualmente el término suele usarse de forma poco apropiada, para hacer referencia tan solo a los cambios climáticos que suceden en el presente, o utilizándolo como sinónimo de calentamiento global.

    La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en Río de Janeiro en 1992 utilizó el término cambio climático sólo para referirse al cambio por causas humanas, expresándolo de la siguiente manera:

    "Por cambio climático se entiende un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables"

    En 1896 el científico sueco Svante Arrhenius junto con Thomas Chamberlin calcularon que las actividades humanas podrían provocar el aumento de la temperatura mediante la adición de dióxido de carbono a la atmósfera. Esta investigación se llevó a cabo en la línea de una investigación principal sobre si el dióxido de carbono pudiese explicar los procesos de hielo y deshielo (grandes glaciaciones) en la Tierra.

    Por ahora no existen demasiadas medidas referente al cambio climático. Esto se debe a la incertidumbre que existe sobre la teoría del cambio climático. Pero el cambio climático es un problema global y difícil de resolver por los países de manera individual. Por esto, en 1998 se estableció el protocolo de Kyoto en Kyoto, Japón. Este es un instrumento para la participación de todos los países firmantes para reducir las emisiones de gases invernadero como (CO2, CH4, N2O, hidroflurocarbonados, perfluorocarbonados, y SF6) al menos 5,2% por debajo de los niveles de 1990 en el periodo de servicio de 2008 al 2012. El protocolo de Kyoto fue firmado en Bonn (Alemania) en el año 2001 por 186 países. Sin embargo Estados Unidos, el mayor emisor del mundo de gases de invernadero por un lado, y Rusia por otro, no lo han ratificado, y sólo prometen adoptar medidas paleatorias no forzadas. Aunque en Estados Unidos varios estados han decidido adoptarlo por su cuenta. El protocolo es insuficiente, ya que les reconoce a las naciones en desarrollo, entre los cuales están China e India, el derecho a incrementar sus emisiones. Los países del sur del Río Bravo (Latinoamérica), también caen dentro de los que pueden aumentar sus emisiones hasta un límite prefijado. Desde entonces la terminología sobre el efecto invernadero empieza a cambiar como resultado de los medios de comunicación. El efecto invernadero como término se empieza a usar cada vez con menos frecuencia como teoría y las personas comienzan a referirse a la teoría como calentamiento global o cambio climático.

    El Efecto Invernadero es un fenómeno atmosférico producido por algunos gases presentes en la atmósfera que permite mantener la temperatura del planeta al retener parte de la energía proveniente del Sol. Sin este fenómeno natural se estima que la Tierra presentaría fluctuaciones climáticas que resultarían intolerables para la vida, registrándose 80ºC de día y –130ºC por la noche, con una temperatura media de -18ºC; en vez de los actuales 15ºC. La energía que emite el Sol se encuentra constituida por radiación ultravioleta, infrarroja y luz visible. Cerca del 30% de la energía proveniente del Sol, que está constituida por radiación ultravioleta e infrarroja, es dispersada de manera inmediata y vuelve al espacio. Pero la atmósfera no supone obstáculo alguno para la radiación solar de onda corta. Es por ello que el 70% de la energía que llega desde el Sol, compuesta por luz visible, es absorbida en un 33% por componentes atmosféricos (como el aire, el polvo o las nubes) y el restante 66% la atraviesa hasta llegar a la superficie terrestre. La energía que llega a la superficie de la Tierra (que representa un 46% del total de la energía solar que intercepta el planeta) es absorbida en un 70%. El restante 30% es reflejado y emitida hacia el espacio en forma de radiación infrarroja (efecto que se conoce con el nombre de "albedo"). De esta manera, pérdida efectiva de calor se vea disminuida y como consecuencia hay una gran cantidad de energía retenida entre la atmósfera y la superficie de la Tierra. Este efecto de calentamiento es la base de las teorías relacionadas con el calentamiento global.

    Los gases de efecto invernadero son aquellos que tienen la propiedad de absorber y reflejar la radiación infrarroja y, consecuentemente, aumenta la cantidad de calor que retiene la Tierra. Los gases de invernadero más conocidos son:

    • Dióxido de carbono (CO2)

    • Metano (CH4)

    • Oxido Nitroso (NO2)

    • Clorofluorocarbonos (CFC䳩

    • Ozono (O3)

    La realidad es que existe una estrecha relación recíproca entre la temperatura global promedio y la concentración de CO2. Es evidente que un aumento o descenso de la concentración de CO2 afectará a la temperatura, debido a que este gas regula en gran medida con que intensidad se manifestará el efecto invernadero. Por otro lado, la concentración de CO2 atmosférico es influida por la temperatura; esto se debe a que existe un intercambio permanente de CO2 entre la atmósfera y los océanos. Una razón fundamental del descenso del CO2 atmosférico es que a medida que las temperaturas bajan los océanos más fríos disuelven más CO2. Pero el gas se disuelve y también es liberado en la atmósfera, por eso un aumento de la temperatura disminuye la capacidad del océano de retener al CO2 y este escapa a la atmósfera.

    Aunque una disminución de la concentración de CO2 provocaría el descenso de la temperatura, en ocasiones las reducciones de CO2 atmosférico a lo largo de la historia no empiezan hasta después de que se haya iniciado un periodo de enfriamiento; mientras que cuando el clima se está calentando, se libera más CO2 a la atmósfera, aumentando aún más las temperaturas globales. Esto se denomina bucle de respuesta positiva. Entonces, al finalizar una edad de hielo, las concentraciones permanecen bajas durante algún tiempo hasta el período de calentamiento. Pero a medida que el clima se enfría, la concentración de CO2 disminuye y esto tiene un mayor efecto de enfriamiento. Esto significa que no siempre los cambios de CO2 no pueden ser el motor que inicia estos importantes cambios climáticos.

    Actualmente el calentamiento global y el cambio climático que lo prosigue se manifiestan de diversas maneras, ya sea en las características climáticas o geográficas, o en los ciclos biológicos y comportamientos de los ecosistemas. A continuación se presentarán situaciones que evidencian el calentamiento global y hacen especular sobre cuales serán las consecuencias en el futuro.

    • Las temperaturas

    Durante la última década, se han triplicado en el mundo las catástrofes naturales debidas al clima con respecto a la década de los 60, y en 2005 se produjo un récord de huracanes: 15, tres más que en el último registro, establecido en 1969. En Japón el máximo fue de 7 tifones en un año, pero en 2004 hubo 10 tifones. Mientras que ese mismo año hubo un huracán en Brasil, cuando antes se creía que era imposible la formación de uno en América del Sur. Los últimos estudios sugieren que hay un vínculo entre la intensidad del huracán y el calentamiento global. Estos indican que una mayor temperatura en los océanos produce mayor humedad en la atmósfera, lo que induce a un aumento proporcional en la velocidad y magnitud de los huracanes.

    • Fusión de grandes masas de hielo

    El recalentamiento global producido por la contaminación atmosférica de gases de invernadero antropogénicos está derritiendo los hielos de la Antártida y Groenlandia de manera que alarma a los científicos, aunque era algo previsto. Lo grave es que el proceso es más rápido de lo que se pensaba y debe esperarse para muy pronto el alza del nivel del mar en cantidades significativas. Gran parte de la Antártica y Groenlandia está rodeada por barreras de hielo flotantes, que están siendo afectadas por el aumento de la temperatura del mar, y adelgazándose rápidamente. Estas barreras hacen de soporte para los glaciares que cubren estos continentes polares, cuando esas barreras desaparecen, derretidas por el alza en la temperatura del mar generada a su vez por el calentamiento global, los glaciares aumentan su velocidad de caída y se precipitan al mar antes de lo usual, derritiéndose a su vez.

    Durante las últimas décadas la evolución de los casquetes polares se ha seguido de una forma mucho más precisa debido a la disponibilidad de imágenes de satélite con mayor resolución espacial y a la mejora de las técnicas de análisis de las mismas. Cada vez se conocen más detalles acerca de lo que está pasando en las masas de hielo polar continentales (principalmente la Antártida y Groenlandia) y oceánicas (Océano glacial ártico) debido al incremento de temperaturas de las últimas décadas, y cuanto más se sabe sobre los casquetes polares, más certezas se tienen de que, aunque su retroceso está siendo más lento que el de los glaciares de montaña, también está siendo más rápido de lo que se suponía.

    • La Antártida

    La gran masa de hielo continental que cubre la Antártida ha experimentado variaciones muy diferentes en su zona oriental y occidental. La enorme placa de hielo de la Antártida Oriental ha ganado 25 Gt de hielo por año, pero, incluso aquí, existen dos glaciares, ("Totten" y "Cook"), cuya superficie ha disminuido (5 y 2,4 km3 al año respectivamente). Por el contrario, la placa de hielo de la Antártida Occidental ha perdido 50 Gt de hielo por año. El sector de la misma correspondiente al glaciar "Pine Island" retrocedió 1,2 Km y disminuyó su grosor 1,6 m por año entre 1990 y 2000, lo que ha causado una "dulcificación" del agua del cercano Mar de Ross. En un lapso de 16 años esta región antártica a perdido más del 30% de su masa de hielo.

    Es interesante destacar que, aunque la mayor parte de los glaciares de la Antártida que están retrocediendo están situados sobre el agua, las pérdidas de hielo en el borde exterior oceánico de los glaciares han provocado una aceleración en el flujo de hielo de la parte interior, situada sobre el continente, en dirección hacia el océano, lo que hace que puedan registrarse avances futuros en el glaciar que no suponen un aumento de la masa de hielo total.

    Groenlandia

    Entre los años 1990 y 2006, la masa de hielo continental situada sobre esta isla ha perdido 100 Gt de hielo al año. En el periodo 2000-2004 los dos glaciares mayores de Groenlandia, el "Helheim" y el "Kangerdlugssuaq", aumentaron su descarga de hielo en el océano, experimentando un gran retroceso. Sin embargo, al mismo tiempo que retrocedían, disminuía su grosor y aumentaba la velocidad del flujo del hielo desde el continente al océano en el interior de los mismos. Esto terminó provocando un avance de su borde exterior oceánico, que en 2006 se encontraba en una posición muy similar a la de 2000. Este avance, al igual que en la Antártida, resultaba engañoso, puesto que lejos de suponer un incremento en la masa de hielo del glaciar, no era sino una respuesta a la pérdida de hielo en el borde exterior oceánico del mismo. No hay que olvidar que, aunque parezca que no lo hacen, los glaciares se mueven.

    El Océano Glacial Ártico

    A diferencia de la Antártida y Groenlandia, la masa de hielo existente sobre el Océano Glacial Ártico no se sitúa sobre continente alguno, por lo que el derretimiento de la misma no supone cambios apreciables en el nivel del mar, aunque sí resulta indicativo del aumento de la temperatura media global. Es importante señalar que la extensión de los hielos en el Océano Glacial Ártico no es la misma, sino que varía entre los distintos meses del año, alcanzando una superficie máxima en marzo (al final del invierno) y una superficie mínima en septiembre (al final del verano).

    En las últimas décadas, el área helada del Océano Glacial Ártico, en el Polo Norte, se ha reducido un 10%, mientras que el grosor de la capa de hielo del Ártico se ha reducido en un 40% en sólo 40 años.

    Glaciares no polares

    Se calcula que nueve de cada diez glaciares en todo el mundo se están derritiendo, y se estima que el 75% de los glaciares de los Alpes suizos haya desaparecido en 2050. Vasta con ver la cima del monte Kilimanjaro (Tanzania, África) ubicado en el lado oriental de África, es la cima más alta del continente con 5.895m, e históricamente a estado cubierta por una gran cantidad de nieve. Pero en los últimos años el 82% de esa nieve a desaparecido. Se predice que para el 2020 las nieves que cubren al Kilimanjaro desaparecerán definitivamente.

    Las temperaturas promedio del verano Antártico han aumentado 2,5 grados Centígrados desde 1940. Las plataformas de hielo a lo largo de la costa de la Península Antártica han venido rompiéndose perdiendo 7000 kilómetros cuadrados recientemente (50 años).

    Las masas de hielo están experimentando cambios importantes, aunque la importancia de los distintos procesos varía entre las mismas. No están ocurriendo las mismas cosas, ni con la misma rapidez, en Antártida, Groenlandia o el Océano Glacial Ártico, sin embargo, hay un hecho indiscutible, y es que las masas de hielo han experimentado una gran disminución durante las últimas décadas.

    • Suba del nivel del mar

    Los últimos informes, concluyen que se habría elevado unos 18 centímetros en el pasado siglo XX (entre 1,5 y 2 mm/año). La velocidad con que ahora aumenta el nivel del mar es el doble que hace más de 150 años cuando la actividad humana no producía gases de efecto invernadero. El nivel de los océanos aumentaba 1 milímetro al año entre hace 5000 y 200 años en el pasado. Pero desde entonces el nivel aumenta en 2 milímetros por año. Esta subida del nivel global de los océanos es causada por dos factores. El primero es la llegada al océano de las aguas provenientes de fuentes tales como hielo derretido de los glaciares y las capas polares entre otros.

    El segundo factor es la expansión termal del agua de los océanos. A medida que la temperatura de las aguas oceánicas aumenta y los mares se hacen menos densos, ellos se expandirán, ocupando una mayor superficie del planeta. Un aumento de la temperatura aceleraría la tasa de aumento del nivel del mar. El calentamiento del agua provocó un aumento de unos 4 cm. Esta subida de 4 cm ha sido calculada a partir de las mediciones de temperatura del agua del mar.

    En un principio creíamos en una "naturaleza benigna", esto significa que la naturaleza es un sistema robusto que responde bien a los desordenes causados por el hombre siempre volviendo de nuevo a su estado natural. Pero desde hace tiempo advertimos una "naturaleza perversa / tolerante", lo que significa básicamente que la naturaleza puede tolerar desordenes hasta cierto punto. Si los desordenes son pequeños, la naturaleza volverá a su equilibrio. Grandes desordenes suponen una amenaza al funcionamiento de la naturaleza.

    El clima definitivamente está cambiando, el aumento de la concentración de CO2 atmosférico durante los últimos dos siglos de industrialización presenta actualmente sus consecuencias; las temperaturas y el nivel de los océanos indican un aumento, los casquetes polares se derriten y los ecosistemas dan indicios de adaptaciones a las nuevas condiciones.

    La controversia nace de cara hacia el futuro, en cómo responderá el clima frente a estos cambios, y si la magnitud de los sucesos aumentará afectando poblaciones, sociedades, sistemas de producción, economías y ecosistemas; o si el complejo sistema climático amortiguará los cambios y reducirá las consecuencias. Las teorías y explicaciones se abren hacia los dos caminos, pero más allá de estas se erige el factor más determinante, concreto y predictivo que es la realidad presente. Por mínimos que sean los cambios afectarán los patrones climáticos como las corrientes marinas y los vientos, reubicando las precipitaciones y las zonas cultivables, lo que seguramente afectará a las poblaciones ya asentadas con relación a estas áreas.

    Hasta el momento no se ha tomado ninguna medida concreta para detener el calentamiento global y el cambio climatico. El protocolo de Kioto, emblema entre los tratados internacionales para intenta frenar los efectos del calentamiento global, ni siquiera es apoyado por las grandes potencias emisoras de gases de efecto invernadero como EE.UU., China, India, Australia, Rusia, entre otras. Además, su objetivo de reducción de 5,2% de las emisiones de gases de efecto invernadero es deficiente frente a la afirmación de los científicos de que hay que reducir entre un 50-70% las emisiones de CO2 para mantener la concentración en la atmósfera estable.

    Muchos proponen medidas para lograr un mejor desempeño en los procesos de obtención y utilización de la energía, o utilizar fuentes de energía alternativas no contaminantes, impulsadas por campañas de educación, información, e incentivos y desincentivos económicos. Pero la realidad es que no existe un remedio inmediato al problema, y las consecuencias son inevitables. Sólo se puede reducir la magnitud de estas y prepararnos frente a los potenciales cambios.

    Bibliografía

    • www.neofronteras.com

    • www.climatecrisis.net

    • www.co2science.org

    • www.liberalismo.org༯font>

    • www.ocean.fsu.edu/faculty/chanton/chanton.html

     

     

    Autor:

    Andres Felipe Vanegas Sandoval

    TRABAJO PRESENTADO EN LA ASIGNATURA

    SEMINARIO MODALIDADES DE GRADO

    A LOS PROFESORES

    ROBERTO VARGAS CUERVO

    EDILBERTO POLANIA PUENTES

    UNIVERSIDAD SURCOLOMBIANA

    FACULTAD DE INGENIERIA

    PROGRAMA PETROLEOS

    NEIVA

    2013