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La Reforma


Partes: 1, 2

    1. Antecedentes, causas y contexto
    2. Inicios de la Reforma Protestante
    3. Tipos de reforma
    4. Anexos
    5. Conclusiones
    6. Bibliografía

    Introducción

    Durante el siglo XVI, varios religiosos, pensadores y políticos intentaron provocar un cambio profundo y generalizado en los usos y costumbres de la Iglesia cristiana en la Europa Occidental, especialmente con respecto a las pretensiones papales de dominio sobre toda la cristiandad. Más específicamente, rechazaron con determinación la validez de la venta de indulgencias propiciada por el Papa romano, a través de la cual la Iglesia de Roma "vendía" la salvación al mejor postor. A este movimiento religioso se le llamará posteriormente Reforma Protestante, por ser un intento de reformar la Iglesia buscando la revitalización del cristianismo primitivo y que fue apoyado políticamente por un importante grupo de príncipes y monarcas que "protestaron" contra una decisión de su emperador. Este movimiento hundía sus raíces en elementos de la tradición católica medieval, como el movimiento de la Devoción moderna en Alemania y los Países Bajos, que era una piedad laica antieclesiástica y centrada en Cristo. Además, la segunda generación del humanismo la siguió en gran medida. Comenzó con la predicación del sacerdote agustino Martín Lutero, que revisó las doctrinas medievales según el criterio de su conformidad a las Sagradas Escrituras. En particular, rechazó el complejo sistema sacramental de la Iglesia medieval, que permitía y justificaba exageraciones como la "venta de indulgencias", según Lutero, un verdadero secuestro del Evangelio, el cual debía ser predicado libremente, y no vendido.

    La Reforma Protestante dependió del apoyo de algunas autoridades civiles para poder reformar iglesias de ámbito estatal (posteriormente iglesias nacionales). Los grandes exponentes de la reforma fueron Martín Lutero y Juan Calvino. El Protestantismo ha llegado a constituir la tercera gran rama del cristianismo, con una feligresía que actualmente supera los quinientos millones y que se expande rápidamente en América Latina, Asia y África.

    Capítulo I

    ANTECEDENTES, CAUSAS Y CONTEXTO.

    Las causas de la gran revuelta religiosa del siglo XVI, deben ser buscadas desde el siglo XIV. La doctrina de la Iglesia era pura; santos eran frecuentes en Europa. Las condiciones desafortunadas que existieran fueron influencias civiles. La vida eclesiástica y religiosa mostró educación y caridad; el arte religioso, misioneros, eran muchos; sin embargo gradualmente crecieron condiciones políticas y sociales que pusieron trabas a la reformación en la Iglesia.

    El papado era el poderoso centro de la familia Cristiana de las naciones, y como lo había hecho por los siglos, en unión con el episcopado y el clero, realizó una actividad de las más benéficas. Pero poco a poco los objetivos cambiaron convirtiéndose el poder político, posesiones materiales, privilegiada posición en la vida pública, la defensa de derechos históricos antiguos, intereses terrenales de diversos tipos eran muy frecuentes. El propósito religioso y eclesiástico, fue relegado a un segundo plano.

    Ejemplo de lo anterior, la lujuria prevalecía y la práctica del celibato no era muy seguida. Esfuerzos para restaurar la iglesia fueron hechos, tales esfuerzos, no obstante, no tuvieron éxito en cumplirlas permanentemente.

    La autoridad de la Santa Sede también había sido dañada, el Papado quedó obscurecido en las mentes de los Cristianos. Había serios abusos administrativos en el papado. La centralización de la administración había originado que los recursos se quedaran en Roma

    Príncipes y gobernadores se formaron una conciencia hostil a la Iglesia; lo que condujo a frecuentes colisiones entre Iglesia y Estado y para fortalecer su autoridad, los papas del siglo XV hicieron en varias ocasiones ciertas concesiones a las autoridades civiles, tanto que éstas ya se metían en los asuntos eclesiásticos. En lo futuro, la Iglesia estaría subordinada al poder civil,

    Durante el Renacimiento el ideal religioso del Cristianismo estaba perdido de vista para mucha gente, un materialismo apareció entre todas las clases caracterizado por amor al placer, un deseo de adquisición poder; el método teológico tradicional se había degenerado, los Humanistas cultivaron nuevos métodos y basaron la Teología en la Biblia y en el estudio de los Padres de la Iglesia, un movimiento esencialmente bueno; pero se llegó al fanatismo que se descartó; sin embargo, había ganado la simpatía del mundo por ello la reforma no solo fue en la teología sino también en el dogma.

    El camino estaba preparado para la reforma, muchos fueron los avisos, todos la esperaban; pero una renovación general empezando por Roma no fue asumida, por lo que se llegó al grado de una revolución, que habría separar de la unidad de la Iglesia.

    Capítulo II

    1. En el siglo XVI se produjo una gran crisis en la Iglesia cristiana de la Europa Occidental por los numerosos problemas de corrupción eclesiástica y falta de piedad cristiana. La gota que derramó el vaso fue la venta de indulgencias para financiar la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma, que provocó finalmente que la cristiandad occidental se dividiese prácticamente en dos mitades, una liderada por la Iglesia Católica Romana, que tras el Concilio de Trento se reivindicó a sí misma como la única heredera válida de la cristiandad occidental expulsando cualquier disidencia y sujetándose por completo al dominio del Papa romano y otra mitad que fundó varias iglesias propias, generalmente de carácter nacional para, en su mayoría, rechazar la herencia cristiana medieval y buscar la restauración de un cristianismo primitivo idealizado. Esto dio lugar a que Europa quedara dividida entre una serie de países que reconocían al Papa de Roma, como supremo y único jefe de la Iglesia, y los países que rechazaban las pretensiones de Roma y que recibieron el nombre de protestantes. Dicha división fomentó toda clase de odios y de guerras religiosas en Europa.

      La Reforma protestante se inició en Alemania y se explica en gran parte por las condiciones económicas y sociales que tenía el Sacro Imperio Romano Germánico. Numerosas ciudades eran muy ricas gracias al comercio, ademas los burgueses eran partidarios del humanismo y de reformar la corrupta Iglesia. Pero el grupo más importante en Alemania era la alta nobleza; los grandes nobles eran casi independientes y señores de numerosas tierras y vasallos campesinos, siempre estaban conspirando contra la autoridad del emperador, que apenas tenía poder sobre ellos. Pero junto a la alta nobleza existía una pequeña nobleza formada por los nobles más pobres y los segundones de las grandes casas nobiliarias. A principios del siglo XVI, esta pequeña nobleza estaba completamente arruinada y para recuperar sus ingresos, los pequeños nobles buscaban una oportunidad para apoderarse de los bienes y las improductivas tierras de la Iglesia. La pequeña nobleza aprovechó las ideas de los humanistas, que criticaban las excesivas riquezas, pompas y boatos de la Iglesia, para proclamar que el clero no tenía necesidad de propiedades e intentar quedarse con sus cuantiosas riquezas. Por esta razón, la pequeña nobleza será la primera en apoyar y aprovechar las convulsiones reformadoras.

      El fundador de la Reforma protestante fue el monje agustino alemán Martín Lutero, quien era un hombre profundamente religioso preocupado por la salvación de su alma y, por este motivo, ingresa en 1507 en la orden religiosa de los agustinos buscando la paz espiritual.

      En el convento, Lutero prosiguió sus estudios y se convirtió en un experto en la Biblia y en los autores cristianos medievales; llegó a ser un doctor universitario y se le contrató para dar clases en la nueva universidad de Wittenberg, que entonces era la capital del ducado de Sajonia. A partir de la revitalización que vivió el Sacro Imperio Romano Germánico desde que Otón I el Grande se convirtiera en emperador en el 962, los papas y emperadores se vieron involucrados en una continua contienda por la supremacía en los

      asuntos temporales y terrenales. Este conflicto concluyó, a grandes rasgos, con la victoria del Papado, pero creó profundos antagonismos entre Roma y el Imperio, que aumentaron durante los siglos XIV y XV. La animosidad provocada por los impuestos papales y por la sumisión a los delegados pontificios se extendió a otras zonas de Europa. En Inglaterra, el principio del movimiento para lograr una independencia absoluta de la jurisdicción papal empezó con la promulgación de los estatutos de Mortmain (1279), Provisors (1351) y Praemunire (1393), que redujeron, en gran medida, el poder de la Iglesia en el control del gobierno civil sobre las tierras, en el nombramiento de cargos eclesiásticos y en el ejercicio de la autoridad judicial.

    2. Inicios de la Reforma Protestante

    Partes: 1, 2
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